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�El 2001 no será un año de despegue económico�

Para el mediterráneo Guillermo Mondino, a pesar del blindaje existen riesgos que siguen amenazando a la economía y varios condicionantes que le ponen un techo apretado a su recuperación.

Guillermo Mondino, economista jefe de Ieral-Fundación Mediterránea.
“El blindaje no vino asociado a medidas de impacto a corto plazo.”

Por Julio Nudler

–¿El blindaje conducirá indefectiblemente a la reactivación?
–En todo caso, hay aún muchos factores de riesgo por delante y muchas limitaciones para lograr una recuperación económica significativa.
–¿Cuáles son los riesgos?
–Si bien el blindaje involucra mucho dinero, a mi juicio no alcanza ni a cubrir las necesidades de financiamiento de este primer trimestre. Los desembolsos trimestrales que prevé van siempre muy calzados con los vencimientos que debe afrontar el país.
–O sea que igual hay que ir al mercado.
–Inevitablemente. Esto no reviste hoy ninguna gravedad porque se podría conseguir la plata faltante (entre 500 y 1000 millones) en las AFJP y la banca local, que está con mucha liquidez. Aunque los bancos fueron los primeros en sacar la plata fuera del país en el cuarto trimestre de 2000, ahora han recuperado esa liquidez. Pero el Estado podrá obtener financiación sólo suponiendo un religioso cumplimiento de las metas fiscales acordadas con el Fondo. Y la verdad es que venimos pateando gastos y escondiendo cositas, de modo que no hay mucho margen para errores ni desvíos en este trimestre, ni en la recaudación ni en el gasto.
–¿Qué pasaría si en marzo el Congreso volteara la reforma previsional?
–Si para ese momento no se tomó del mercado la plata faltante, se volverá muy difícil cerrar el trimestre. No hay espacio para que algo salga mal.
–Pero el anuncio de un blindaje por U$S 39.700 millones da una impresión de gran holgura...
–Es una impresión falsa. El número está pensado para los titulares de los diarios, como siempre pasa. Pero hay que ver cuánto es el efectivo, cuándo está disponible, cuánta libertad de utilización existe, cuáles son los plazos de los préstamos. El Fondo siempre da con cuentagotas y lo justo para sacar a un país del borde del abismo, pero sin dejarle margen alguno. Lo hacen para que sea imperioso hacer muy buena letra. La gente de Economía asegura que en el primer trimestre la plata les alcanza, pero mis cálculos me dicen que no. Esta vulnerabilidad me preocupa.
–¿En qué situación quedan las empresas?
–Este blindaje sólo blinda al sector público. Pero de acuerdo con los números que circulan, este año al sector privado le vencen obligaciones por unos U$S 10.500 millones, dos tercios correspondientes a empresas y el resto, a bancos. Mientras el Estado tenía acceso a los mercados de crédito voluntario, vencimientos de esa magnitud no desvelaban a nadie. Pero esto cambió cuando al Estado se le cerró meses atrás ese acceso. Habrá que ver entonces qué sucederá ahora. Lo cierto es que todavía no bajó la tasa que deben pagar los bonos emitidos por empresas argentinas, a pesar de que cayó un montón la tasa de los títulos públicos, ya que éstos están cubiertos por el blindaje. Los papeles privados argentinos están pagando en el mercado internacional una sobretasa que supera el 12 por ciento anual, mucho más que los brasileños. Este es un factor de riesgo. ¿Qué pasaría si una empresa no pudiese levantar un cupón? Es de temer que hoy, cuando la Argentina está en la mira, los mercados lo vean, no como el problema de esa empresa, sino del país mismo y se genere una corrida contra el financiamiento.
–¿Cómo atenuar ese peligro?
–El país depende de que las condiciones de los mercados se mantengan extremadamente favorables, como en las últimas semanas, y que adentro nada se eche a perder. Pero hasta ahora una característica de este gobierno fue fallar en la implementación de las medidas anunciadas. Esta vulnerabilidad tiene a todos muy nerviosos.
–¿Cuál será finalmente el motor de la reactivación que se espera?
–El propio equipo económico menciona casi como único factor la mejora en las condiciones externas. No se oye hablar de decisiones para bajar lastasas de interés internas y los demás costos empresarios, ni que se haya generado un factor de demanda extraordinario. Casi todo depende de factores externos, pero éstos no son controlables. Nada nos asegura que el euro seguirá subiendo. Puede incluso bajar. En cuanto a la tasa estadounidense, ¿seguirá descendiendo? Acaban de salir datos de precios mayoristas y de ventas minoristas en Estados Unidos que siembran dudas sobre las próximas decisiones de Alan Greenspan (Reserva Federal). Todas estas incertidumbres se vuelcan sobre la Argentina.
–Nadie parece esperar mucho crecimiento...
–Es que hay grandes dudas sobre el potencial de crecimiento existente. Con toda la recesión que hubo en el 2000, la cuenta corriente (del balance de pagos) cerró con un déficit equivalente a 3,5 por ciento del PBI. Esto hace dudar sobre la capacidad de expandir la actividad económica.
–Ello obligaría, en principio, a crecer mediante un fuerte impulso exportador...
–Pero es precisamente lo más difícil porque no estamos bajando costos. Por ende, dependemos de que el euro siga subiendo (y por ende se deprecie el peso) y de que Brasil nos compre un poquito más. Porque si no crecen las exportaciones, tampoco podrían crecer las importaciones, y como la inversión es muy intensiva en importaciones, esto nos impediría estimular demasiado la inversión porque aumentaría el déficit de cuenta corriente a financiar, y como el acceso al financiamiento está limitado... Son demasiados los condicionantes como para esperar que éste sea realmente un año de despegue económico.
–No es novedad que el sector externo limite el crecimiento argentino...
–Hemos vuelto a una circunstancia típica. Pero otro condicionante es la carga de deuda que arrastran muchas empresas después de una recesión tan larga. Tienen todavía que digerir esos pasivos. Las planas gerenciales están hoy más ocupadas en lidiar con los bancos que en atender el mostrador para aprovechar las oportunidades que se puedan presentar. Aunque todo funcione bien con el blindaje, la recuperación será mucho más modesta que la habida tras el Tequila. Y la capacidad prestable de los bancos estará más volcada a atender las demandas del sector público que a resolver los problemas crediticios de las empresas y a financiar el crecimiento.
–En todo caso, con el ritmo de crecimiento esperable, incluso en una hipótesis optimista, en términos de ingreso por habitante no habrá ninguna mejora perceptible...
–No, seguiremos muy planchados. Con el crecimiento que pueda lograrse en el 2001 volveríamos en todo caso al nivel per cápita de 1999. Y para recuperar el nivel alcanzado en agosto de 1998 falta remar un montón.
–¿No ve factores que destraben los problemas estructurales de esta economía?
–El blindaje no vino asociado a medidas importantes de corto plazo para la economía interna. Vino sí asociado a medidas que tendrán efectos en el mediano largo plazo, como la reforma previsional y la de las obras sociales.
–¿Le tiene más confianza ahora a la capacidad de implementación de este equipo de gobierno?
–Veo que el trío De la Rúa-Colombo-Machinea opera más ejecutivamente, y que el Presidente trabaja más cómodo con Colombo que antes con Terragno, pero aún hay muchas dudas sobre la velocidad y la eficacia con que se implementarán las medidas. Personalmente no conozco en detalle cómo está funcionando la desregulación de las obras sociales, pero no hay empresa privada que diga que esté bien hecha. La gente del equipo económico dice que esta desregulación la hizo Pablo Gerchunoff (jefe de asesores del Ministerio de Economía) y la impresión de todo el mundo es que sólo fue hecha para los titulares en la prensa, no para que opere efectivamente. Yo veo que Machinea consiguió sacar por decreto cosas antes impensables, quizá por el respaldo que recibió del Fondo Monetario o porque Colombo loayuda. Pero no es sólo cuestión de sacar medidas. La reforma laboral, por ejemplo, todavía no está totalmente reglamentada y todo inversor externo y todo analista con que hablamos nos pregunta cómo puede ser que no acabe de ponerse en funcionamiento una reforma que ha costado tantos años lograr. Queda así una imagen de falta de ejecutividad para resolver cosas.

 

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