Por Pablo Plotkin
Charly García lo hizo,
otra vez: ayer tuvo en vilo por un rato a los organizadores del ciclo
Verano Buenos Aires, es decir al Gobierno de la Ciudad, con su amenaza
de no presentarse a tocar, al frente de Sui Generis, en un Parque Sarmiento
atestado de público. Charly decía que quería que
el Gobierno le pidiese disculpas por escrito por el incidente que lo envolvió
en marzo del año pasado, cuando terminó preso después
de tocar en Mendoza y se consideró abandonado por los organizadores.
Era en vano que le explicasen que aquel show fue organizado por el gobierno
nacional y que éste era organizado por el de la Ciudad: el músico
insistía en que le debían una disculpa. Los dos son
de la Alianza, ¿no?, le dijo Charly a un miembro de su staff
que intentaba terciar. Finalmente, García llegó tarde, pero
como si nada, al lugar donde, según los entusiasmados organizadores,
había más de 150 mil espectadores, y acometió una
de sus performances tradicionales, crispadas y al tiempo artísticas.
Los funcionarios respiraron tranquilos. Y Nito Mestre también.
Vine por ustedes, no va ser por..., le dijo el músico
a la gente antes de interpretar Confesiones de invierno.
El procedimiento del artista fue de los tradicionales en él. La
noche anterior, en una aparición telefónica en el programa
televisivo Así estamos, que conduce Juan Di Natale
por América, afirmó que no se presentaría al show
de no mediar las disculpas del Gobierno, pese a que el contrato estaba
firmado y el concierto publicitado elocuentemente. Un cable de la agencia
de noticias Télam, por la tarde, hizo el resto: docenas de periodistas
y no pocos funcionarios sabían que algo andaba mal, pero esperaban
que fuese solucionable. Al gobierno porteño le parecía por
demás impropio pedir disculpas por escrito por una cuenta pendiente
de otro. La solución llegó fácil, cuando Charly se
presentó en el lugar como si no pasara nada, aunque 40 minutos
después de la hora en que debía comenzar su actuación.
Una vez arriba del escenario, Sui Generis se dedicó a dejar claro
que la noche pasaría a la historia por la calidad de la propuesta
musical y por la cantidad de público. La gente dejó inmediatamente
de cantar ¿Y Charly dónde está, y Charly dónde
está?.
La lista de temas del show, que la vicejefa de gobierno Cecilia Felgueras
escuchó mezclada entre la multitud, era tan larga que parecía
la de dos recitales. Incluía clásicos del Sui Generis temprano,
como Rasguña las piedras, Cuando ya me empiece
a quedar sólo Quizás porque, Tribulaciones,
lamentos y ocaso de un tonto rey, imaginario o no, Aprendizaje
y Bienvenidos al tren así como temas del período
más eléctrico del dúo, como Instituciones
y Blues del levante. Además, buena parte del repertorio
del disco de retorno del año pasado, Sinfonías para adolescentes,
En un momento del show, Charly gritó: Chupete, te recomiendo
contratar un guardaespaldas y la multitud estalló en risas.
En otro momento, dijo: Sui Generis es lo más, Nito es lo
más Sui Generis somos todos.
A las 21, las caras de los organizadores estaban largas. Es que a esa
hora estaba todo en orden, pero nadie parecía tener demasiada idea
de si Charly llegaría al lugar, y de hacerlo, a qué hora.
Mestre y la banda ya habían hecho la prueba de sonido en el gigantesco
escenario, y se había instalado un segundo escenario, por lo que
para el público que ingresaba lentamente todo era normal. Hacia
las 21.30 ya habían unas cuarenta mil personas, y los grupos familiares
del principio habían sido superados en número por los adolescentes.
La diversión por entonces era cantar El que no salta es un
militar o El que no salta es un inglés. La gente
estaba, claro, al margen de las peripecias organizativas.
En el Parque había habido actividades durante toda la jornada,
una vez hecha la limpieza matutina del lugar, luego del también
multitudinario recital del viernes, con Mercedes Sosa como figura principal.
A la tarde hubo teatro infantil y un espectáculo de danza. Al caer
la noche se presentó el varieté Noches variopintas, dirigido
por Martín Pavlovsky, con los músicos Alejandro Franov y
Axel Krygier. Los nervios del principio fueron anécdota, cuando
el set eléctrico de Sui Generis hizo bailar hasta las piedras sin
que a Charly se le saltaran los tapones.
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