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La pesadilla de Bush de la batalla de Seattle propia

Negros y militantes antiglobalización ultiman los detalles para protestar el sábado en la asunción �ilegítima� de Bush Jr.

Por Javier Valenzuela
Desde Washington

Numerosas manifestaciones de protesta en las calles de Washington marcarán, el sábado de la próxima semana, la toma de posesión de George Bush como presidente de Estados Unidos. En un hecho para el que los historiadores no encuentran precedentes, varias organizaciones afroamericanas y la coalición de grupos que protagonizó la revuelta de Seattle contra el Banco Mundial han anunciado que movilizarán a miles de personas en las calles de la capital para expresar su desacuerdo con la elección de Bush y los aspectos más derechistas de su política.
El Servicio Secreto, encargado de la custodia de los presidentes, y la policía local de Washington ultimaban el fin de semana planes para evitar que los manifestantes perturben, y si fuera posible impidan, la ceremonia de juramento de Bush en las escalinatas del Capitolio y el posterior desfile tradicional hacia la Casa Blanca. Bush, por su parte, anunció que su primer discurso, que redactaba en su rancho texano, contendrá un claro llamamiento a “la reconciliación nacional y la cicatrización de las heridas abiertas por la batalla de Florida” (ver nota aparte).
Pero Bill Clinton no está ayudando a su sucesor en ese objetivo. En el fin de semana se arrastró la polémica provocada por el presidente saliente con unos comentarios públicos en los que pone en duda la legitimidad de su sucesor. Según Clinton, Bush ha sido elegido “tan sólo porque se detuvo el escrutinio en Florida”. Mientras sus asesores critican duramente el que Clinton viole la regla de no efectuar comentarios sobre el sucesor, Bush insiste en que él ganó legalmente en Florida. “El próximo 20”, repite, “tendré el honor de jurar como presidente de Estados Unidos”.
La transición en la Casa Blanca se está crispando a ojos vista.
La próxima semana, los demócratas librarán una dura pelea en el Senado contra la confirmación del muy derechista John Ashcroft como nuevo fiscal general de Estados Unidos. Ya han conseguido la renuncia de la primera candidata de Bush a la cartera de Trabajo, Linda Chavez. Para reemplazar a Chavez, Bush, en su línea de hacer un Gobierno multirracial, ha elegido a Elaine Chao, una inmigrante procedente de Taiwán y esposa de un senador republicano. A diferencia de Chavez, Chao, menos derechista y más abierta al diálogo, ha sido bien acogida por los sindicatos norteamericanos.
Robert Zoellick, que como Chao ya trabajó en el equipo del primer presidente Bush, es el candidato al puesto de representante de Estados Unidos para negociaciones comerciales.
Con Gore adoptando un silencio elegante, Clinton y Bush también están enzarzados en otra disputa. Clinton afirma que le deja a su sucesor una economía en buen estado, pero el segundo insiste en que hay síntomas de una posible recesión. Todos los días los colaboradores de uno y otro esgrimen datos para probar sus respectivas tesis.
Consciente de la gran hostilidad con que, pese al nombramiento de Colin Powell para la secretaría de Estado, le reciben los afroamericanos, Bush informó el viernes que hoy, día en que Estados Unidos celebra el aniversario de Martin Luther King, lo pasará en Houston. En esa ciudad, con fuerte presencia negra, insistirá en su deseo de gobernar “para todos los norteamericanos, con independencia de sus posiciones en las elecciones de noviembre”.

*De El País de Madrid. Especial para Página/12.


EL RECUENTO (PERIODISTICO) DE LOS VOTOS NO CONTADOS
La Florida por otros medios

Por Rosa Towsend
Desde Miami

Los 180.000 votos que no se escrutaron en las elecciones de Estados Unidos los está contando ahora la prensa. Pero al igual que durante el tortuoso proceso electoral que ha llevado a George W. Bush a la Casa Blanca, los medios de comunicación no se han puesto de acuerdo sobre la metodología del recuento. The Miami Herald ha roto filas y ha decidido contar sólo las 60.000 papeletas que no estaban claramente perforadas. Y por otro lado, los grandes periódicos nacionales se han unido para contabilizar también las otras 120.000 perforadas por duplicado, entre las que se incluyen las controvertidas “papeletas mariposa” de Palm Beach.
“The Miami Herald es el mayor periódico de Florida y por eso creemos que nosotros somos los que debemos hacer esta historia; nosotros debemos dirigirla y no ser sólo un pequeño participante en un consorcio de todas las grandes organizaciones mediáticas de EE.UU. en el que nuestro papel no destacaría”, puntualizó Matin Baron, el director de The Miami Herald, que hasta hace unos meses trabajaba en The New York Times. El consorcio lo forman The New York Times, The Washington Post, The Wall Street Journal, la empresa Tribune (The Chicago Tribune y Los Angeles Times) la agencia Associated Press, The Palm Beach Post, Saint Petersburg Times y la CNN. A última hora, USA Today ha dicho que quizá se vincule al proyecto de The Miami Herald.
La disputa mediática ha sido fundamentalmente por la metodología y los costos, pero también por el uso de mecanismos que aseguren la fiabilidad de un proceso que, de antemano, enfrenta numerosas críticas y el posible desafío legal del partido republicano. The Miami Herald ha contratado a una empresa internacional de auditorías, BDO Seidman, que sólo ha asignado a un contador por condado, mientras que el consorcio utilizará a tres contadores de National Opinion Research Center en cada uno de los 67 condados. En la carrera por los recuentos, The Miami Herald lleva la delantera al consorcio, que todavía no se ha puesto manos a la obra porque acaba de llegar a un acuerdo de principios. Lo único seguro es el alto precio de la cruzada, entre medio millón y un millón de dólares. Cada condado cobra un precio: 580 dólares la hora en Palm Beach a dividir entre todos los medios de prensa; 10 dólares por hora más 400 de depósito en Miami-Dade a cada uno de los medios, y 300 dólares a dividir en Broward.
Ningún medio ha dicho que al final piense declarar a Al Gore o George Bush ganador, sino ofrecer las cifras resultantes por categorías y que cada cual saque sus conclusiones. Las intenciones, afirman, es sentar el “record” para la historia, después de que la sentencia de la mayoría conservadora de la Corte Suprema abortara los recuentos y sirviera la presidencia en bandeja a Bush. Pero no hará falta declararlo expresamente. Los resultados hablarán por sí solos y, de ser Gore el favorecido, la legitimidad, ya dudosa, de la presidencia de Bush, sufriría otro golpe. (Bush ganó por 197 votos en Florida y, a nivel nacional Gore le superó por más de 350.000).
Los republicanos tienen los cañones enfilados ante los nuevos recuentos. Esta semana, el jefe del partido republicano en el sur del Florida, que supervisa las operaciones, nos relataba su estrategia. “Vamos a condenar cualquier intento de considerar esto como un recuento en vez de una revisión o inspección. Nuestro equipo legal está preparado para actuar en caso necesario”, afirmó Luigi Crespo. El Partido Republicano está realizando además su propio recuento por si tiene que acudir a los tribunales de nuevo.

De El País de Madrid. Especial para Página/12

 

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