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OPINION

Viva la ideología

Por Alfredo Grieco y Bavio

Las elecciones norteamericanas demostraron ser cualquier cosa menos la combinación de apatía y rutina que se esperaba de ellas. Cuando Bush asuma el sábado, abucheado por la Norteamérica que abomina de él, estará acompañado de la mayor de las sorpresas que siguieron al tendencioso fallo de la Corte Suprema que le dio la victoria final. Dado que ese triunfo sigue siendo discutido, y que aun si no lo fuera el margen por el que ganó es ínfimo (y el voto popular favoreció a su contrincante), se esperaba un gabinete con alguna gala bipartisana, o por lo menos adornado de conservadores moderados. Ocurrió todo lo contrario. Si bien procuró que fuera adecuadamente multirracial, dominan los reaccionarios, con diversos grados de proximidad a Texas y a la familia Bush. Si se mira de cerca el voto rteamericano, puede decirse que, al menos, Bush Jr. no es infiel a su electorado, aunque esto sea precisamente lo inquietante. Porque en esta elección la ideología fue más significativa que otras divisiones sociales (ricos/pobres, hombres/ mujeres), algo que surge con claridad si se la compara con el anterior triunfo de los republicanos sobre los demócratas, el de Reagan en 1980. En 2000, los votantes republicanos fueron más rurales que nunca (el 59 por ciento de los habitantes del campo apoyó a Bush, superando al 52 que lo hizo con Reagan). Y el declinar proporcional de la raza y la clase como indicadores del voto hicieron que la religión pasara al frente. El 50 por ciento de los votantes republicanos va a la iglesia una vez por semana, contra el 39 por ciento de los demócratas. El 47 por ciento de los demócratas nunca va a la iglesia o sólo una vez por año. Si restamos al voto demócrata los bloques católico, judío y musulmán que son sus clientelas tradicionales, el contraste es nítido: republicanos protestantes (y practicantes) triunfaron e impondrán su ley a demócratas más secularizados. Cada diez años, los norteamericanos, después de discutir agriamente sobre categorías raciales (¿qué es un negro?, ¿qué, un indio?), realizan un censo de
población. El de 2000 se prestó a interpretaciones al gusto de los republicanos. El gran movimiento de población es del norte industrial rumbo al sur del sol, las armas (el 58 por ciento de los republicanos las atesora en su casa, contra un 38 de demócratas) y la Biblia. La otra América, cuya franja más militante se
prepara a ensordecer en Washington al presidente electo, fue derrotada por una mayoría autodesignada que en los cuatro años que siguen es poco probable que quede silenciosa.


 

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