Por
Ignacio Cembrero
Desde Madrid
Llevaba
más de 20 años intentando dejar las armas para empuñar
sólo la estilográfica y, por fin, lo ha conseguido. La misteriosa
escritora argelina cuyas novelas sobre la violencia que asuela a su país
han estremecido a muchos lectores europeos descubrió su identidad
en París: es comandante del ejército de Argelia.
Detrás de Yasmina Khadra, el seudónimo femenino con el que
firmaba sus libros, se esconde Mohamed Moulessehoul, de 46 años,
oficial de una unidad de élite que a lo largo y ancho de la geografía
argelina, pero sobre todo en la región de Orán, ha combatido
a los islamistas.
He visto todo el horror que se puede ver en un campo de batalla,
afirma Moulessehoul. He formado parte de las avanzadas que llegaban
primero al escenario de una matanza y he practicado la violencia porque
a veces el mal sólo se cura con el mal. ¡Y pensar que cuando
era pequeño las películas violentas me daban miedo!,
añade. Moulessehoul ingresó en el ejército siendo
niño. Con nueve años, su padre, militar, lo apartó
del entorno familiar para enviarlo a la prestigiosa escuela de cadetes
de El Mechouar, un colegio para los huérfanos de la guerra de la
independencia contra Francia en el que se impartía instrucción
castrense. Pero enseñaban bien el francés, no como
ahora, comenta.
Fue ahí donde, con 11 años, entre desfiles al paso y doctrina
revolucionaria, empezó a escribir sus primeros textos: Me
inventaba un mundo más acorde con mis aspiraciones. Había
nacido para escribir. Su sueño empezó a ser realidad
cuando, a mediados de los años ochenta, publicó en Argelia
media docena de libros con su verdadero nombre. Me llamaban el escritor
del ejército, recuerda. Un título que ostentó
poco tiempo, porque una circular ministerial obligó en 1989 a los
militares a someter sus textos literarios a la censura antes de ser divulgados.
Hicieron la orden para mí, porque irritaba a la jerarquía.
Preferí renunciar a escribir antes que acatarla, explica.
La guerra civil que estalló poco después en Argelia, y que
se ha cobrado más de 100.000 muertos, absorbió las energías
del oficial: Durante cinco años no tuve ni un día
de descanso, pero aun así no renuncié a mi sueño
de ser escritor. Cuando el conflicto, que aún perdura, amainó,
Moulessehoul aprovechó las noches y los permisos para teclear sus
novelas, firmadas con un seudónimo de mujer. Despistaba más
y era una manera de rendir homenaje a la mujer argelina, que fue la primera
que se alzó contra los integristas.
Consiguió entonces, a través de terceras personas, que una
editorial francesa se interesase por sus manuscritos. En los últimos
cinco años seis obras suyas han sido publicadas en Francia. La
última, LEcrivain (El escritor), un relato autobiográfico,
fue presentada anteayer por su editorial, Julliard, al mismo tiempo que
descubría su identidad. Traducido al inglés, al alemán
y al italiano, Moulessehoul tiene una novela en castellano: Lo que sueñan
los lobos (Alianza Editorial).
A lo largo de estos años la escritura ha sido mi terapia,
confiesa. Me ha ayudado a no perder el equilibrio, a no convertirme
en un asesino. Afortunadamente, nadie en mi entorno castrense sospechó
que Khadra era el comandante Moulessehoul. A veces mis compañeros
de armas especulaban sobre quién estaría detrás de
ese seudónimo y yo bromeaba con ellos. Ahora deben estar atónitos.
El comandante quiso dejar el ejército dos veces, pero su petición
fue rechazada. En setiembre logró, por fin, ser desmovilizado:
Inmediatamente empecé a prepararme para que mi vocación
fuera, por fin, mi oficio. En octubre abandonó su casa de
Orán para emigrar con su mujer y sus tres hijos a México,
donde una fundación literaria lo acogió, y desde ahí
acaba de dar el salto a Francia.
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