Lo
voy a agarrar y lo voy a matar a ese pibe: que se cuide. Provocativo,
Charly arrastró a una turba de periodistas y fotógrafos
hasta la puerta de una clínica privada desde donde dirigió
su amenaza a ese pibe, el supuesto agresor de uno de sus fans.
Sergio López terminó en el hospital tras ser asaltado y
tajeado en el concierto de Sui Generis, el sábado a la noche en
Parque Sarmiento. En la entrada de la Clínica Esperanza, adonde
fue junto con Nito Mestre, García se puso un casco y desafió
a través de las cámaras a los atacantes: Ojo al piojo.
Yo no traiciono a mi público, me siento responsable, soltó
antes de avanzar hasta el cuarto de terapia intensiva con una guitarra
eléctrica y un disco de regalo para el chico.
A Sergio López, de 20 años, le robaron el sábado
a la noche, en el recital de Sui Generis organizado en Parque Sarmiento
por el Gobierno de la Ciudad. Cuatro personas, a las que nadie aún
pudo identificar, lo atacaron: fueron tres puntazos de cuchillo en la
espalda y otro más arriba, en el pecho. Le sacaron una cadena de
oro y una remera, nada más. Para Charly no fue sólo un robo,
fue casi una conspiración. Para él, los autores eran integrantes
de una mafia a la altura de superhéroes: Lo voy a agarrar
y lo voy a matar a ese pibe soltó. Si lo conocen los
amigos, que se cuide, porque yo también tengo amigos en la mafia,
ojo al piojo, no está en los códigos eso que hizo.
La visita ocurrió durante el mediodía. Hablando con
Nito explicó decidimos venir a ver al chico porque,
aunque no tengo nada que ver con lo que pasó, me hago responsable
porque el pibe me vino a ver a mí. En el aire flotaron entonces,
como fantasmas, las víctimas de los otros shows y el reclamo, hasta
allí sólo tácito, hacia los que tuvieron en sus manos
la organización. Pregúntenle al Gobierno si estuvo
bien, o no, el operativo de seguridad en el recital, desafió
después Charly, mientras Nito reclamaba, de paso, más
seguridad en la calle, no sólo en los conciertos.
Fue el subsecretario de Salud del Gobierno porteño, Edgardo Trivisonno,
quien salió a responderle al músico. El dispositivo
de seguridad montado por la policía y custodios privados dijo
funcionó perfectamente. Por eso el asalto fue definido como
un hecho accidental, donde a veces se puede filtrar algún
delincuente, como ocurrió, pero el operativo funcionó.
Para Charly, los asaltantes fueron dos, dos dementes fuera de lugar,
cobardes.
El sábado por la noche unas 100 mil personas llegaron hasta los
alrededores del parque y esperaron durante una hora el inicio retrasado
del show de Sui Generis. El concierto estuvo a punto de suspenderse. Charly
estaba decidido a no salir a escena, enojado por la organización
de sus últimos espectáculos. Esta vez tuvo que tocar, obligado
por el contrato con la empresa que maneja sus shows.
Entre la turba de gente aparecieron los que hirieron a Sergio. El chico
se resistió y el ataque le provocó lesiones en el hemitórax
izquierdo, espalda y abdomen que lo dejaron tendido, internado en terapia
intensiva. Su pronóstico es bueno, dijo anoche Daniel
Giunta, jefe de terapia Intensiva de la Clínica Esperanza, reconociendo
que el chico tiene todo como para andar bien, sobre todo esa dosis de
extrema adrenalina dejada por el paso del músico. Al lado de su
cama quedó alojada la guitarra eléctrica de regalo y, en
la mesita de luz, Sinfonía para adolescentes, el último
disco editado por el dúo.
Está todo, menos esa medallita robada, de la que pronto querrán
deshacerse hasta los chicos más malos del condado: La medallita
que se robaron dijo García, cada vez más molesto
va a ser la maldición de toda su vida, así que la van a
pagar caro si es que no se presentan para decir que se equivocaron, piden
disculpas y vayan en cana. Mestre acotó lo suyo: Estamos
bastante enojados con el cobarde que hizo eso, porquefue un incidente,
pero nosotros no queremos ni uno sólo en nuestros recitales.
Para la clínica, la visita no será fácil de olvidar:
el semblante apocalíptico de Charly, blandiéndose como justiciero,
quedó para la historia. De casco y saco celeste y blanco, Charly
aseguró que no traiciona, y aclaró a los más jóvenes
que los recitales de Sui Generis fueron, hasta ahora, un espacio
de resistencia contra la violencia del Estado o la que sea.
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