Por
Josefa Suárez
Desde Santiago de Chile
El
músico inglés Sting fue galardonado ayer por el gobierno
chileno con la Orden del Mérito Docente y Cultural Gabriela
Mistral en su Grado de Gran Oficial por el gobierno chileno por
su lucha en favor de los derechos humanos y por su contribución
al conocimiento mundial de la situación del país durante
la sangrienta dictadura de Augusto Pinochet, entre 1973 y 1990. Horas
después, Sting viajó rumbo a Buenos Aires, donde esta noche
actuará en el estadio de Vélez Sarsfield, cerrando una velada
que incluye también la actuación de la cantante estadounidense
Sheryl Crow. Sting fue condecorado por la canciller chilena Soledad Alvear,
en el Salón Rojo de la Cancillería, marco en que su sencilla
apariencia pantalón de lona verde, campera beige, camiseta
blanca y zapatillas contrastaba con los dorados de las lámparas
y el tapiz rojo de los cortinados. Disculpen que no tenga corbata,
pero sólo visito los edificios públicos en estas ocasiones,
señaló. Luego agregó que, pese a que está
acostumbrado a ver mucha gente en los shows, no recuerda otra
ocasión en su vida profesional antes de la cual estuviera tan
nervioso. Sting venía de actuar ante 250 mil personas en
la inauguración de Rock in Rio 2001, el viernes por la noche.
En la emotiva ceremonia de condecoración del ex líder del
influyente grupo The Police estuvieron presentes en la Cancillería
chilena Viviana Díaz y Mireya García, de la Agrupación
de Familiares de Detenidos Desaparecidos; Carmen Hertz, abogada y viuda
de desaparecido; representantes de Amnistía Internacional Sección
Chilena y varias Madres de desaparecidos. Agradezco a las Madres
que se encuentran aquí. Hace años que nos conocemos y es
una coincidencia que me encuentre en este país en un momento tan
trascendente, señaló el cantante, quien durante la
noche del domingo había ofrecido un recital en el Estadio Nacional,
poco después de entrevistarse con familiares de víctimas
del régimen encabezado por Augusto Pinochet, quien por estos días
está siendo sometido a exámenes psiquiátricos para
determinar si puede juzgárselo por algunos de los crímenes
de que los es responsable.
Cuando saludé a las Madres en el show, me di cuenta de que
sustituyen a mi madre que ya murió: me generan una emoción
difícil de describir. Les deseo amor y mucha paz, y que este país
se pueda reconciliar con el pasado y reine el perdón y la paz,
afirmó Sting antes de abrazarse con cada uno de los familiares
e intercambiar palabras con ellos. Antes de terminar su breve intervención,
se tomó uno de los bordes de la banda con que lo habían
galardonado, de fondo celeste y con una raya roja, blanca y azul en el
centro, y haciendo una reverencia dijo: Gracias por la corbata.
Por su
parte, la canciller Alvear consideró una enorme satisfacción
distinguir al cantante, principalmente por su aporte a la defensa
y promoción de los derechos humanos a lo largo de su carrera.
Sabemos que la difusión de ideas vinculadas con la política
a través de la música es muy controvertida, por lo que es
innegable que quienes luchan por la justicia y llaman la atención
acerca de la necesidad de que se respeten los derechos humanos arriesgan
su carrera, y también ponen en peligro su integridad física,
subraya. Luego, aseguró que Sting hizo una contribución
muy importante al conocimiento mundial de la situación que vivió
nuestro país, que en los últimos días ha tenido tan
dramática ratificación. Ciertamente que su interés
en el drama que vivió Chile -junto al de otras personalidades y
Estados ayudó a que éste no se extendiera en el tiempo.
Alvear dijo que la democracia chilena fue posible porque junto a
los chilenos hubo en el exterior amigos como Sting que alzaron sus voces
y que evitaron que la indiferencia hiciera más duros los momentos
que vivimos. Fue la tercera vez que Sting visitó Chile. La
primera vez fue en 1981 con The Police, luego de un paso por la Argentina,
y la segunda, ya como solista, con la gira ¡Derechos Humanos Ya!,
de Amnistía Internacional, en1988. En un recital en la ciudad argentina
de Mendoza, en la frontera con Chile, cantó entonces la estremecedora
canción Ellas bailan solas, dedicada a las Madres de
los desaparecidos.
GUNS
NROSES VOLVIO A LA ACTIVIDAD en la tercera fecha de "Rock In
RIO"
En
siete años, Axl nunca dejó de comer
La
reaparición de Guns NRoses y un rutinario show de Oasis fueron
los momentos más destacados de la tercera fecha del megafestival
Rock in Rio, que en la madrugada de ayer ingresó en una pausa hasta
este jueves. Esa cuarta velada del festival será el día
pop (con artistas como Britney Spears, Five y NSync) de la serie
de siete, y es el único que ya agotó todas sus localidades.
En rigor, más que hablar de un retorno de GNR debe mencionarse
la reaparición pública de Axl Rose, que comandó a
una correcta versión 2001 de la banda para una cabalgata de hits.
Lo más sorprendente, en realidad, fue la presencia física
del cantante: aunque reeditó sus conocidas corridas histéricas
por el escenario, fue notorio que en estos siete años de inactividad
no se privó de una buena alimentación. Así, su camisa
abierta dejó ver una pancita bien conservada, mientras que las
calzas de antaño debieron ser reemplazadas por unos anchos pantalones
deportivos. Poco parecía quedar en él de aquel personaje
que en 1993 llevó al entonces presidente Carlos Menem a tratarlo
como el líder de una banda de forajidos, en ocasión
de su segunda visita a la Argentina.
De todos modos, para las algo más de 200 mil personas reunidas
en la Cidade do Rock, la papada de Axl fue un detalle menor. Apoyado por
una banda con tres guitarristas (entre los que destacó Buckethead,
un personaje al que nunca se le ve la cara, con la cabeza coronada por
un balde de la cadena de fast food Kentucky Friend Chicken), Rose apostó
a lo seguro y ganó el escenario con una tripleta arrolladora. Welcome
to the Jungle, Its So Easy y Mr. Brownstone
abrieron un set furioso en el que el cantante no ahorró críticas
a sus ex compañeros (mis ex amigos hicieron todo lo posible
para que hoy no estuviera aquí), agradeció una y otra
vez al público brasileño y volvió a la carga con
canciones indestructibles como Knockin on Heavens Door
(de Bob Dylan), You Could Be Mine, Live and Let Die
(Paul McCartney) y Sweet Child Omine. Hubo canciones
nuevas (Madagascar, Chinese Democracy), pero ante
todo Axl se ocupó en todo momento de ofrecer una versión
furibunda de sí mismo, con los conocidos gritos en falsete y permanentes
alusiones a sus nuevos compañeros que trabajaron muchísimo
por esta banda.
Si a pesar del exceso en la balanza el combate de fondo fue ampliamente
favorable a Axl, la pelea preliminar dejó al público reunido
en Río con gusto a poco. Fieles a su costumbre, los hermanos Noel
y Liam Gallagher montaron su numerito de éste es el último
lugar del universo donde quisiera estar, y así el breve show
de Oasis pasó sin despertar mayores euforias. Go Let it Out,
Gas Panic, Wonderwall, Stand by me,
fueron cayendo y, por peso propio, produciendo el necesario efecto de
intensidad, pero a esa altura de la noche buena parte de la gente estaba
más pendiente de cuándo aparecería el gunner, que
se reproducía en miles de remeras, que en los mohínes de
disgusto de los hermanos de Oasis.
Esa misma ansiedad por ver a Guns NRoses provocó una pelea
pública del brasileño Carlinhos Brown, que arrancó
bien pero en un momento se enojó con quienes pedían a Axl
y se retiró del escenario destempladamente. Con el ejemplo a la
vista, los estadounidenses Papa Roach salieron a devastar todo... y se
pasaron de rosca: si bien el material de Infest es lo suficientemente
pesado como para justificar saltos y actitudes bien rockeras, lo del cantante
Coby Dick se acercó peligrosamente a la fantochada. Así
hubo transpiración a mares, topetazos a las columnas de sonido,
revoleos de micrófono contra el escenario y la destrucción
final de la batería, pero poca música para rescatar. Con
esa imagen, y con ese retorno más o menos triunfal de Mr. Rose,
Rock in Rio cerró su fin de semana inaugural.
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