Por
Sergio Arboleya
La
idea de devolver al rock nacional a la televisión abierta preside
el ciclo El megáfono, conducido por Bebe Contemponi,
que hace dos domingos ocupa el horario de las 21 en América. Sin
embargo, el devoto apego a la cultura fashion del conductor termina por
convertir al proyecto en un programa dominado por la banalidad y el afecto
indiscriminado. Te quiero mucho es la muletilla permanente
de Contemponi tanto para saludar a sus primorosas laderas (las modelos
Andrea Burstein y Loly López y la actriz Celina Zambón),
como para matizar las entrevistas, para anunciar los informes y hasta
para presentar los números en vivo.
Esa declaración de cariño permanente y complaciente es,
de todos modos, una de las pocas frases más o menos claras que
se escapan de la pantanosa dicción del periodista que comandó
La viola por la señal de cable TN. Con esa actitud
de cariño total a cada instante del programa, Contemponi
despilfarra el grado de intimidad que supo alcanzar con algunos artistas
del rock local. Al respecto, el conductor luce mucho más como un
cholulo de los músicos que como un profesional del periodismo.
Cuando habla sobre su jefe Daniel Hadad suele parecer lo mismo.
Un ejemplo de esta actitud se apreció en la entrevista exclusiva
a Andrés Calamaro (realizada en una limusina que daba vuelta por
Buenos Aires), en la que sólo se apreciaron los elogios del conductor
y las neblinosas reflexiones del ex Abuelo de la Nada. La segunda emisión
también incluyó una desteñida performance en vivo
de Los Twist, un insulso informe sobre el show de Ratones Paranoicos en
Río Gallegos, una edulcorada nota a Favio Posca y un desafío
de paleta, jueguito y truco al actor y animador Fabián Gianola.
En la primera, el cierre a cargo de Bersuit Vergarabat concluyó
abruptamente, porque al pasarse el programa de horario el canal lo cortó.
La perla que consumió la mayor parte del programa del
domingo pasó por la exhibición de fragmentos del desfile
organizado por Roberto Giordano en la ciudad balnearia de Punta del Este.
Megáfono es el hermanito menor del fenómeno
radial de La Mega (FM 98.3), y su visión del rock debe ser aquello
que el empresario Hadad entiende por rock. En su desarrollo histórico
en la Argentina, el rock, como cultura y expresión, ha mantenido
actitudes de rebeldía ante lo establecido, que a juzgar de los
estudiosos son en buena parte su señal de identidad. El programa
de la productora televisiva de Hadad subraya, en cambio, el costado más
frívolo y superficial del producto que aspira a vender.
La sinrazón del proyecto parece agravarse si se tiene en cuenta
que el renovado auge radial del género se basa, en parte, en la
repetición de viejas canciones, concebidas en tiempos en que lo
que entonces se llamaba el movimiento representaba una corriente
cultural alternativa, que luchaba por diferenciarse cirticamente de los
usos y costumbres establecidos. El rock seguramente no puede ser una isla
en un país que vio brutalmente alterada su escala de valores, pero
el asunto pasa por develar si esa convivencia con la realidad será
crispada, desinteresada y desafiante o amable, interesada y sonriente.
Los 2.1 de rating que midió el segundo programa, repitiendo las
cifras del primero, parecen augurarle, sin embargo, una vida corta.
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