Por Silvina Szperling
Bob Fosse no tenía
miedo de mostrar su lado femenino cuando bailaba, y todos sabemos muy
bien cuáles eran sus preferencias sexuales: mujeres muy altas de
piernas largas, dice Gary Chryst, el bailarín y coreógrafo
a cargo del montaje local de Chicago, el musical que estrena hoy en el
teatro Opera. Chryst es el encargado de la supervisión coreográfica
de todas las reposiciones que se han hecho de Chicago fuera de Nueva York:
Londres, Holanda, Suecia, Austria, Alemania, Australia, además
de diversas ciudades de Estados Unidos. Chryst dice, entre otras, cosas
que los bailarines argentinos conversan demasiado y llegan tarde a los
ensayos. Pero agrega que son encantadores, trabajadores y muy sociables.
Mudado de California a New York a los 11 años, este longilíneo
bailarín que ya pasó los 50 comenzó su formación
en la neoyorkina High School for Performing Arts, es decir, la que popularizó
la película y la serie televisiva Fame. A los 16 años comenzó
a bailar profesionalmente y sólo le llevó un año
más entrar al Joffrey Ballet, donde estuvo once años. Fue
en el 68. Tengo la suerte de haber bailado a todos los clásicos
del siglo XX: de Frederick Ashton a John Cranko, de Leonid Massine a Kurt
Joss. Luego empecé a participar en musicales, comenzando con Fosse,
con quien hice Dancin en 1979.
La versión de Chicago que el público porteño podrá
ver a partir de hy es resultante de una cadena de remakes que arranca
en 1926, cuando Maurine Dallas Watkins, periodista de Chicago Tribune,
escribió una comedia para Broadway basada en dos historias reales
que había publicado: las de Belva Gaertner y Beaulah Annan, dos
mujeres envueltas en asesinatos a sangre fría a su marido y amante.
Watkins llegó a conmover a la opinión pública hasta
el punto de convertir a Annan en una celebridad: el jurado la declaró
inocente. Parte de esta historia es rescatada en Chicago, para cuya versión
de 1975 (luego de la que en 1942 protagonizó Ginger Rogers) Fosse
convocó a los libretistas de Broadway John Kander y Fred Ebb, tomando
a su cargo la coescritura del libro, dirección y coreografía.
Los protagonistas fueron Chita Rivera y Gwen Verdon, la primera mujer
de Fosse. En 1996, Ann Reinking, su segunda mujer (a ambas se las ve en
All that jazz, haciendo de sí mismas) tomó la posta y arrasó
con la taquilla y críticas, además de cosechar todos los
premios: del Círculo de Críticos hasta el Grammy 98
al mejor álbum musical, pasando por los del Drama Desk y los Tony
97 al Mejor Revival Musical, Mejor Coreógrafa (Reinking),
y Mejor Director (Walter Bobbie, el mismo que la montó aquí),
entre otros.
¿Qué particularidades encontró en el elenco
argentino?
Cada cultura es diferente. Aquí son muy emocionales, y quieren
hacerlo bien, tienen esa pasión maravillosa. No están acostumbrados
a cantar, bailar y actuar al mismo tiempo. Fosse nunca contrataba actores
o cantantes, sino bailarines, porque sabía que podían hacerse
cargo de todo. Pero es difícil. En este show no hay un solo personaje
que no tenga algo para decir. No es como otros, con un coro de bailarines
silenciosos. Es muy complejo, todos actúan varios personajes. De
todos modos, el modo de trabajo en el mundo es mucho más disciplinado
que el de los argentinos. Aquí pareciera que da lo mismo que el
ensayo empiece a las 5 y media que a las 6 menos cuarto. Además,
necesitan hablar todo el tiempo. Pero cada uno ama lo que hace. No en
todas las compañías pasa eso y es lo que hace a ésta
muy especial.
¿Cómo era trabajar con Fosse cuando estaba en su plenitud?
Muy intenso. Le encantaban los bailarines de ballet, le hubiera
gustado ser uno. A mí me sedujo su estilo sensual: el cigarrillo,
el sombrero. Era maravilloso poder ser tan sexy en un modo femenino y
seguir siendo hombre. El te llevaba, te empujaba. Una vez, en Dancin,
yo hacía el mismo solo que ahora Julio Bocca baila en Fosse, y
Bob me dijo: Hacelo como si fuera la última vez, como si
fueras a morirte. Yo traté de hacerle caso y quedé
casi muerto de verdad. Así que le dije: No puedo hacerlo
de este modo. creo que voy a tener que cambiar y bailarlo para la vida.
Yo no puedo bailar para la muerte. Y él dijo OK, sólo
quería ver si como artista eras capaz de poner toda la carne al
asador.
Jodie Foster, la presidenta
La actriz y directora estadounidense Jodie Foster presidirá
el jurado del Festival Internacional de Cine de Cannes, que comenzará
el 9 de mayo. Hace ya muchos años que Jodie me lo había
prometido, explicó el presidente del Festival, Gilles
Jacob, al término del Consejo donde se confirmó la
asistencia de Foster, quien aseguró haber soñado
desde su infancia con tener el honor de presidir el jurado de Cannes.
El comunica incluyó una reflexión de la actriz que
detalla que soy el producto de dos culturas, y he aquí
que se me ofrece la ocasión de celebrar mi amor por la lengua,
la cultura y el cine francés, a través de la personalidad
del cine estadounidense que yo represento. Según Jacob,
Foster recibió las más altas recompensas, y
llegó el momento de que viniese a Cannes a otorgarlas. Jodie
es el encanto y la seducción de una de las más grandes
actrices de su generación y, además, una realizadora
de talento.
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