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Silenciando a la prensa palestina

Israel negó haber asesinado ayer al director de la TV palestina, hecho que se produjo en medio de una caza de colaboracionistas.

Una mujer palestina besa un retrato de Saddam Hussein.
En una marcha en Cisjordania a 10 años de la guerra del Golfo.

Por Suzanne Goldenberg *
Desde Belén

El director de la red palestina oficial de televisión fue baleado ayer en un restaurante a la orilla del mar en Gaza, un audaz asesinato a la luz del día por el que la televisión culpó a los colaboradores de Israel. No hubo una confirmación independiente de la afirmación oficial palestina de que Hisham Mikki, de 54 años, fue derribado por “balas de traición”, disparadas por dos hombres enmascarados que usaron pistolas con silenciadores. Pero la rapidez con que los medios oficiales acusaron a Israel, y a aquellos que sirven a sus intereses, habla de la atmósfera de sospecha que cubre las áreas palestinas a la zaga de la política israelí –oficialmente sancionada– de asesinar a sus líderes clave.
Israel dijo ayer que ni el ejército ni los servicios de inteligencia tenían responsabilidad alguna en la muerte de Mikki. Funcionarios en Gaza dijeron privadamente que su director de televisión, un protegido del líder palestino Yasser Arafat, podría haber sido asesinado por rencores políticos o personales. El chofer de Mikki, que también oficiaba de guardaespaldas, fue detenido para ser interrogado. El gobierno israelí acusó repetidamente a los medios oficiales palestinos de “incitar” protestas violentas en Cisjardonia y Gaza, pero el estilo del asesinato de ayer y su blanco fueron muy distintos a los asesinatos que Israel ejecutó con los comandantes de las milicias Fatah de Arafat. Mikki fue muerto en un momento en que Cisjordania y Gaza están en medio de una caza de sospechosos de colaboracionismo sospechosos, mientras la Autoridad Palestina y los escuadrones de vigilantes se vuelven hacia el enemigo interno.
Su guerra contra los colaboracionistas comenzó el sábado, cuando dos hombres fueron muertos por un pelotón de fusilamiento y otros cuatro sentenciados por traición en juicios militares sumarios. La campaña empezó en noviembre de modo no oficial, cuando los escuadrones vigilantes ejecutaron a su primer sospechoso de colaboracionismo. Desde el fin de semana, la policía palestina arrestó a más de 100 hombres de Cisjordania sospechosos de brindar información a Israel sobre los movimientos de los líderes de Fatah que se cree son los blancos de los asesinatos.
Para los palestinos, los asesinatos son un recordatorio aterrador de que aunque ya no viven bajo el control directo de Israel, siguen estando a su merced, y que aun su núcleo central, el movimiento Fatah, está infiltrado por la red de informantes de Israel. Los arrestos ocurren a pesar de la amnistía emitida el lunes que permitía que los colaboracionistas evitaran el juicio, y la perspectiva de una ejecución por un pelotón de fusilamiento, al entregarse y hacer una confesión completa. Las consecuencias de estar acusado de colaboracionista, o de estar relacionado con colaboracionistas, son terribles. En el área de Belén un hombre estuvo detenido durante 44 días después que la policía rastreara llamadas telefónicas que él había hecho a Hussein Abayat, un comandante de Fatah muerto por misiles disparados desde helicópteros de combate israelíes. Ibrahim Atiyat fue torturado mientras estuvo detenido; sus pezones fueron arrancados y fue golpeado tan severamente que tuvo que ir al hospital tres veces antes que su inocencia fuera probada y él resultara liberado el 6 de enero. Las familias de los colaboracionistas también son vulnerables, razón por la cual hasta hoy sólo un puñado de colaboracionistas se han presentado para pedir la amnistía.
Ayer, los familiares de Majdi Mikkawi, que fue ejecutado en Gaza, sacaron un aviso en un diario lavándose las manos por la conducta de su pariente. “Anunciamos que no tenemos ya ninguna relación con la persona mencionada más arriba”, decía el aviso. “También condenamos (...) la horrible acción que cometió.”
La principal fuerza detrás de la caza de colaboracionistas es la milicia Fatah, el mismo blanco de la campaña de asesinatos de Israel. “Somos los que iniciamos la investigación, y después entregamos la información a las autoridades”, dice Abdullah Abu Hadid, que lidera la milicia en el área de Belén. Hadid agregó que sus hombres estuvieron detrás del asesinato en noviembre de un colaboracionista, Kassam Khlef, el primero de los seis hombres sumariamente ejecutados. Se sabía que Khlef había trabajado con los israelíes durante la primera intifada, pero los hombres de Hadid no tenían evidencia reciente contra él. “Fue muerto sólo para que sirviera de ejemplo a otros colaboracionistas, para que supieran que esto es lo que les puede suceder”, dijo Hadid.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

 


A 10 AÑOS DE LA GUERRA DEL GOLFO
Irak insiste con Kuwait

Saddam Hussein marcó ayer el décimo aniversario de la Guerra del Golfo –en que las fuerzas iraquíes sufrieron una derrota humillante al ser expulsadas de su ocupación del vecino emirato de Kuwait– con un discurso de victoria, entre nuevas discusiones sobre la ambición territorial iraquí de anexar a su vecino Kuwait. “Irak ha triunfado sobre los enemigos de la nación –dijo Saddam a los televidentes–. Irak ha permanecido, el pueblo ha permanecido, el ejército ha permanecido.”
Previamente, Uday, el errático hijo del líder iraquí, había reclamado que el emblema del Parlamento iraquí incluyera un mapa que mostrara a Kuwait como parte de un “Gran Irak”, lo que fue interpretado por Kuwait como prueba de que Irak aún tiene aspiraciones territoriales sobre este país petrolero. El viceprimer ministro iraquí, Tarek Aziz, describió las afirmaciones de Uday como un punto de vista personal, pero agregó que “Irak fue víctima de una conspiración contra su soberanía e intereses nacionales, y Kuwait fue parte integral de esa conspiración. De modo que Irak tuvo su merecido en 1990”, año de su invasión por Irak.

 

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