Por Suzanne Goldenberg
*
Desde Belén
El director de la red palestina
oficial de televisión fue baleado ayer en un restaurante a la orilla
del mar en Gaza, un audaz asesinato a la luz del día por el que
la televisión culpó a los colaboradores de Israel. No hubo
una confirmación independiente de la afirmación oficial
palestina de que Hisham Mikki, de 54 años, fue derribado por balas
de traición, disparadas por dos hombres enmascarados que
usaron pistolas con silenciadores. Pero la rapidez con que los medios
oficiales acusaron a Israel, y a aquellos que sirven a sus intereses,
habla de la atmósfera de sospecha que cubre las áreas palestinas
a la zaga de la política israelí oficialmente sancionada
de asesinar a sus líderes clave.
Israel dijo ayer que ni el ejército ni los servicios de inteligencia
tenían responsabilidad alguna en la muerte de Mikki. Funcionarios
en Gaza dijeron privadamente que su director de televisión, un
protegido del líder palestino Yasser Arafat, podría haber
sido asesinado por rencores políticos o personales. El chofer de
Mikki, que también oficiaba de guardaespaldas, fue detenido para
ser interrogado. El gobierno israelí acusó repetidamente
a los medios oficiales palestinos de incitar protestas violentas
en Cisjardonia y Gaza, pero el estilo del asesinato de ayer y su blanco
fueron muy distintos a los asesinatos que Israel ejecutó con los
comandantes de las milicias Fatah de Arafat. Mikki fue muerto en un momento
en que Cisjordania y Gaza están en medio de una caza de sospechosos
de colaboracionismo sospechosos, mientras la Autoridad Palestina y los
escuadrones de vigilantes se vuelven hacia el enemigo interno.
Su guerra contra los colaboracionistas comenzó el sábado,
cuando dos hombres fueron muertos por un pelotón de fusilamiento
y otros cuatro sentenciados por traición en juicios militares sumarios.
La campaña empezó en noviembre de modo no oficial, cuando
los escuadrones vigilantes ejecutaron a su primer sospechoso de colaboracionismo.
Desde el fin de semana, la policía palestina arrestó a más
de 100 hombres de Cisjordania sospechosos de brindar información
a Israel sobre los movimientos de los líderes de Fatah que se cree
son los blancos de los asesinatos.
Para los palestinos, los asesinatos son un recordatorio aterrador de que
aunque ya no viven bajo el control directo de Israel, siguen estando a
su merced, y que aun su núcleo central, el movimiento Fatah, está
infiltrado por la red de informantes de Israel. Los arrestos ocurren a
pesar de la amnistía emitida el lunes que permitía que los
colaboracionistas evitaran el juicio, y la perspectiva de una ejecución
por un pelotón de fusilamiento, al entregarse y hacer una confesión
completa. Las consecuencias de estar acusado de colaboracionista, o de
estar relacionado con colaboracionistas, son terribles. En el área
de Belén un hombre estuvo detenido durante 44 días después
que la policía rastreara llamadas telefónicas que él
había hecho a Hussein Abayat, un comandante de Fatah muerto por
misiles disparados desde helicópteros de combate israelíes.
Ibrahim Atiyat fue torturado mientras estuvo detenido; sus pezones fueron
arrancados y fue golpeado tan severamente que tuvo que ir al hospital
tres veces antes que su inocencia fuera probada y él resultara
liberado el 6 de enero. Las familias de los colaboracionistas también
son vulnerables, razón por la cual hasta hoy sólo un puñado
de colaboracionistas se han presentado para pedir la amnistía.
Ayer, los familiares de Majdi Mikkawi, que fue ejecutado en Gaza, sacaron
un aviso en un diario lavándose las manos por la conducta de su
pariente. Anunciamos que no tenemos ya ninguna relación con
la persona mencionada más arriba, decía el aviso.
También condenamos (...) la horrible acción que cometió.
La principal fuerza detrás de la caza de colaboracionistas es la
milicia Fatah, el mismo blanco de la campaña de asesinatos de Israel.
Somos los que iniciamos la investigación, y después
entregamos la información a las autoridades, dice Abdullah
Abu Hadid, que lidera la milicia en el área de Belén. Hadid
agregó que sus hombres estuvieron detrás del asesinato en
noviembre de un colaboracionista, Kassam Khlef, el primero de los seis
hombres sumariamente ejecutados. Se sabía que Khlef había
trabajado con los israelíes durante la primera intifada, pero los
hombres de Hadid no tenían evidencia reciente contra él.
Fue muerto sólo para que sirviera de ejemplo a otros colaboracionistas,
para que supieran que esto es lo que les puede suceder, dijo Hadid.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
A 10
AÑOS DE LA GUERRA DEL GOLFO
Irak insiste con Kuwait
Saddam Hussein
marcó ayer el décimo aniversario de la Guerra del Golfo
en que las fuerzas iraquíes sufrieron una derrota humillante
al ser expulsadas de su ocupación del vecino emirato de Kuwait
con un discurso de victoria, entre nuevas discusiones sobre la ambición
territorial iraquí de anexar a su vecino Kuwait. Irak ha
triunfado sobre los enemigos de la nación dijo Saddam a los
televidentes. Irak ha permanecido, el pueblo ha permanecido, el
ejército ha permanecido.
Previamente, Uday, el errático hijo del líder iraquí,
había reclamado que el emblema del Parlamento iraquí incluyera
un mapa que mostrara a Kuwait como parte de un Gran Irak,
lo que fue interpretado por Kuwait como prueba de que Irak aún
tiene aspiraciones territoriales sobre este país petrolero. El
viceprimer ministro iraquí, Tarek Aziz, describió las afirmaciones
de Uday como un punto de vista personal, pero agregó que Irak
fue víctima de una conspiración contra su soberanía
e intereses nacionales, y Kuwait fue parte integral de esa conspiración.
De modo que Irak tuvo su merecido en 1990, año de su invasión
por Irak.
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