Por Eduardo Videla
En la ciudad de Buenos Aires,
los adictos son mayoritariamente hombres (79 por ciento), generalmente
solteros (64 %), viven con su familia de origen (59 %), tienen un nivel
de instrucción superior a la media y tienen un trabajo estable
(32 %). Contra lo que marca el estereotipo, no han tenido problemas con
la ley ni registran detenciones policiales (89 por ciento) ni tienen causas
penales (93 %). Su edad promedio es de 29 años, aunque la franja
mayoritaria se encuentra entre los 21 y 25 años. Se inició
en el consumo entre los 13 y los 18 años, y en su familia había
antecedentes de consumo abusivo, en su mayoría de alcohol. Ahora,
por lo general, combina dos sustancias o más (57 por ciento). Este
perfil es el resultado de un estudio realizado en la Secretaría
de Salud porteña, sobre la base de 5000 casos de personas que fueron
atendidas en el sistema de salud de la ciudad. El relevamiento contribuirá
a rediseñar las políticas de prevención y a implementar,
por primera vez en la ciudad, programas de reducción de daño
que consiste en disminuir los daños asociados al consumo,
que se pondrá en marcha durante el primer semestre de este año
en dos hospitales públicos de la ciudad .
El estudio fue elaborado por el Programa de Prevención, Asistencia
y Reinserción Social en Drogadependientes, dentro de la órbita
de la Dirección de Salud Mental porteña, a cargo de Roberto
Lo Valvo. El informe recoge la información aportada por el Servicio
Telefónico de Ayuda en Drogas y Alcohol (3650 casos) y la Red de
Servicios en Adicciones de los hospitales porteños (1350 casos).
De acuerdo con el informe, el 64 por ciento de los usuarios de drogas
asistidos son solteros, mientras que los casados representan el 17 por
ciento y, entre separados y divorciados, el 11 por ciento. Casi las dos
terceras partes de los demandantes son jóvenes y adultos jóvenes,
de entre 16 y 30 años.
En cuanto al nivel de instrucción, los datos se ocupan de demoler
los estereotipos según los cuales los adictos son personas de bajo
nivel educativo. Según el estudio, están por encima de la
media poblacional: el 85 por ciento va desde la primaria completa hasta
el terciario completo, con una prevalencia de los que no completaron la
secundaria (38 por ciento).
El adicto tampoco es mayoritariamente un vago ni una persona
ociosa: el 32 por ciento tiene un trabajo estable, el 8 por ciento es
subocupado y el 20 por ciento se dedica a estudiar. Solo el 18 por ciento
no tiene ocupación. También se cae el prejuicio de que la
droga prevalece en las comunidades de inmigrantes latinoamericanos: solo
el 5 por ciento proviene de esos países. Casi la cuarta parte de
la demanda de asistencia, en tanto, proviene de la provincia de Buenos
Aires.
También contra la opinión generalizada, la adicción
no está directamente asociada al delito: el 69 por ciento no ha
tenido problemas con la ley y solo el 20 por ciento los ha tenido por
infracción a la ley de drogas. Apenas el 11 por ciento registra
como antecedente una detención policial y sólo al 7 por
ciento se le inició una causa penal.
Tampoco se trata de un tipo aislado: el 90 por ciento mantiene un lazo
con su familia: el 59 por ciento vive con su familia de origen, mientras
que el 32 por ciento vive en pareja.
La mayoría de los usuarios de drogas en la ciudad de Buenos
Aires consume simultáneamente más de una sustancia psicoactiva,
sostiene el informe. El 57,4 por ciento combina alcohol con cocaína
o marihuana, las tres sustancias juntas o, en menor medida, agrega a sus
cócteles psicofármacos o LSD (ver cuadro). La adicción
al alcohol es la más importante (12,2 por ciento) seguida por la
cocaína (9,4 %) y la marihuana (8,6 %). En el análisis de
datos por sexo, las mujeres sólo superan a los hombres en el consumo
de psicofármacos (ver cuadro y nota aparte). La supremacía
masculina no es pareja: en cuanto a la cocaína, la consumennueve
hombres por cada mujer; en el alcohol y la marihuana, la proporción
desciende a tres por uno.
Respecto de la frecuencia de uso, el 27 por ciento se droga varias veces
por semana; el 24 por ciento, todos los días; el 12 por ciento,
una vez por semana y el 8 por ciento, más de tres veces por día.
En cuanto a las vías de administración, prevalece la ingesta
(alcohol y psicofármacos) con el 45 por ciento; la aspirada
(cocaína), con el 37 por ciento, y la fumada (marihuana),
con el 25 por ciento. La inyectable se reduce al 1,74 por ciento.
El estudio revela que la mayoría se inició con alcohol (38
%), con marihuana (36 %) y, en menor medida, cocaína (14 %). La
edad de las primeras experiencias, según el relevamiento, se ubica
entre los 13 y los 18 años, en la gran mayoría de los casos.
El pico máximo es a los 14, pero también los hay a los 30
y a los 40, lo que permitiría asociar la adicción a las
crisis que se despiertan en esas etapas de la vida.
El relevamiento vinculó los casos con los antecedentes familiares,
que existían en el 55 por ciento de los casos; el padre es quien
presenta el mayor índice de consumo (20 por ciento), seguido por
los hermanos (10,9 %), la madre (6 %) y las parejas (2 %). En los antecedentes
familiares prevalece el alcohol (55,6 %), seguido de la cocaína
(14,4 %) y la marihuana (10,8 %).
El director ejecutivo del Programa de Prevención y Asistencia en
Drogadependencia y uno de los autores del estudio, Gustavo
Hurtado, precisó que el estudio involucra a todos los adictos que
recurrieron al sistema de salud porteño por tener problemas con
las drogas. No incluye a aquellos que no necesitan asistencia, ni
los que están excluidos del sistema de salud, explicó
Hurtado. El funcionario atribuyó parte de esta exclusión
a un efecto negativo de la ley de estupefacientes (23.737): Muchos
jóvenes vinculan a los profesionales de la salud con el sistema
represivo, y por más que tengan necesidad de asistencia, son bastante
reacios a pedirla.
El 72 por ciento de los asistidos se acercó voluntariamente a los
centros asistenciales o llamó al 4861-5586, donde especialistas
lo derivaron al servicio más indicado. El 13,3 por ciento fue llevado
por un familiar; el 7,4 por indicación de otro profesional, y el
5,8 fue derivado por la Justicia. La mayoría (69 %) venía
consumiendo drogas desde hacía más de una año, hasta
que llegó el momento en que la dependencia se tornó insoportable.
EL
GOBIERNO LANZA UN PROGRAMA PARA ADICTOS
Un plan para reducir daños
Por E.V.
La ciudad de Buenos Aires implementará,
por primera vez a nivel oficial, a partir de este año, un programa
de reducción de los daños asociados al consumo de drogas,
un sistema que se aplica desde hace años en ciudades de Europa
y que, en la Argentina, se emplea en la ciudad de Rosario. El programa
no sólo consistirá en proporcionar jeringas a los usuarios
de drogas inyectables, para evitar que en el intercambio de agujas se
contagien el HIV o la hepatitis C, sino que también incluye la
sustitución de drogas ilegales por recetadas, la implementación
de programas destinados a jóvenes y dueños de boliches para
disminuir las muertes por sobredosis, y la articulación con la
gente que trabaja en las villas y barrios carenciados de la ciudad,
dijo a Página/12 Gustavo Hurtado, coordinador ejecutivo del Programa
de Prevención, Asistencia y Reinserción Social en Drogadependencia
del Gobierno porteño.
Los programas de reducción de daño tienen el objetivo de
disminuir el las consecuencias negativas de las adicciones, como las infecciones
y contagios por intercambios de jeringas o las muertes por sobredosis
por combinaciones descontroladas. Comenzaron a implementarse a partir
del fracaso de las políticas represivas, que no lograron reducir
el consumo de drogas sino todo lo contrario.
En la ciudad de Buenos Aires, el programa se implementará en el
Hospital Muñiz y, probablemente, en el Rivadavia. En el Muñiz
está especialmente destinado a la población que se asiste
allí, los usuarios de drogas contagiados con HIV. Es parte de la
población que no recurre al sistema de salud por la adicción
a las drogas y ésta es la posibilidad de incorporarlos, explicó
Hurtado.
Además del suministro de jeringas, habrá programas educativos
para la desinfección de las propias jeringas o para pasar del consumo
de drogas inyectables a otras menos dañinas, como fármacos
recetados bajo control.
La reducción de daño, además, tiene otros aspectos,
como campañas destinadas a los jóvenes y a los dueños
de boliches, con indicaciones sobre qué hay que hacer para evitar
una sobredosis o cómo actuar en el caso de que ocurra un episodio
de ese tipo. En la Argentina ocurre una muerte cada 10 días
por sobredosis, por lo que lograríamos mucho si podemos reducir
esta cifra, dijo Hurtado.
Una infección o la muerte no son los únicos daños
asociados a las drogas. Cuando metemos a un chico en el circuito
penal por consumir drogas, también le estamos provocando un daño,
concluyó el funcionario.
HOMBRES
Y MUJERES ABUSAN DE DISTINTAS SUSTANCIAS
Una diferencia de género
Por Mariana Carbajal
El consumo de drogas tiene
un marcado perfil de género. Las mujeres son las que más
recurren a los psicofármacos, en una proporción de 3 a 1
en relación con los hombres. En cambio, con el resto de las sustancias
la situación es inversa, según se desprende del relevamiento
realizado por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Por qué
ellas caen en el abuso de sustancias lícitas y ellos en el de las
ilícitas? En las mujeres hay una actitud preventiva. Antes
de silenciar su malestar, consultan a un médico y reciben como
respuesta la prescripción de algún psicofármaco.
Después, se automedican. Por lo general, los hombres padecen su
malestar en silencio, a solas y sin ayuda. Esta condición de aislamiento
hace que también las drogas que utilicen sean ilegales, explicó
a Página/12 Mabel Burín, doctora en psicología clínica
y especialista en temas de género.
El estudio de la Secretaría de Salud señala que el 79 por
ciento de las consultas realizadas en la Red Metropolitana de Servicios
en Adicciones (RMSA) y el 84 por ciento de las llamadas al Servicio de
Ayuda Telefónica en Drogas y Alcohol (SADA) fueron de varones.
Estas son cifras que concuerdan con la generalidad de los registros
epidemiológicos de otras ciudades y países, indica
el trabajo publicado en el segundo número del Boletín sobre
Adicciones de la Ciudad de Buenos Aires. La desproporción en la
distribución por sexo se revierte frente a las consultas por consumo
abusivo de psicofármacos, en donde el 75 por ciento correspondieron
a mujeres.
A diferencia de los hombres, ante algún tipo de conflicto con los
afectos difíciles, como el miedo, el enojo, la tristeza,
las mujeres recurren a un especialista porque se sienten responsables
de tener un equilibrio emocional suficiente como para sostener y contener
al resto de los miembros de la familia, precisa Burín, autora
del libro El malestar de las mujeres (Paidós). Los varones, por
el contrario, no consultan. Hay una prescriptiva de género
tradicional que indica que ellos no deberían consultar por sus
trastornos emocionales porque los haría parecer débiles,
poco viriles. Encuentran que drogas como la cocaína les resuelven
fácilmente esos conflictos, al elevarles el estado de ánimo,
generarles un sentimiento de gran confianza en sí mismos, energizarles
sus movimientos, detalló Burín.
Así como la cultura legitima el consumo de alcohol en varones,
legitima el de psicofármacos en las mujeres, describió
el médico psiquiatra Camilo Verruno, profesor de Salud Mental de
la Facultad de Medicina de la UBA y especialista en adicciones. Según
Verruno, las mujeres consumidoras de psicofármacos (ansiolíticos,
antidepresivos, tranquilizantes) tienen entre 35 a 55 años. Lexotanil,
Trapax, Valium, Alplax son los medicamentos más frecuentes a los
que recurren. El hombre es más transgresor, le gusta el peligro,
lo nuevo, la aventura, un marco que lo inscribe en drogas ilícitas
y el alcohol, agregó el psiquiatra, director del Programa
de Lucha contra el Alcoholismo del ministerio de Salud.
Según el toxicólogo Alejandro Carrá, años
atrás las mujeres consumían psicofármacos en una
proporción aún mayor en relación a los hombres. La
brecha se redujo porque aumentó el consumo de este tipo de medicamentos
en los varones, indicó. A su vez, precisó que en el
caso de las mujeres la ingesta de estas drogas creció en dos grupos
bien diferenciados: entre las que ocupan cargos gerenciales y en amas
de casa.
Ya sea el consumo abusivo de sustancias lícitas como ilícitas
el resultado, advierten los especialistas, es el mismo: la dependencia,
con la consiguiente dificultad para abandonarlas.
La
mirada de tres especialistas
|
Alberto Calabrese*.
No demonizar
Las adicciones suelen darse de modo más frecuente
en el período comprendido entre los 17 y los 25 años;
la prueba de droga o de alcohol, en cambio, se da generalmente a
partir de los 8 o 9 años en las clases más pobres
y entre los 12 y 13 años en las clases medias o altas. Esto
sucede en especial con el alcohol, que actúa la mayoría
de las veces como medio de socialización entre los chicos.
A menudo, el problema es que la sociedad en general condena las
drogas ilícitas pero no el alcohol. El error
frecuente que se comete en las políticas de prevención
es demonizar a la droga: la droga es mala, y punto.
Y no se toman en cuenta las circunstancias por las que un chico
llegó a ese punto. La adicción es un relleno artificial
que una persona usa para tapar una carencia.
* Subsecretario Nacional de Prevención y Asistencia
contra las Adicciones.
Alejandro Carra*.
Atrasados
El perfil de adicto que se configura en este estudio es
un perfil que puede trasladarse, con mínimas variaciones,
al resto del país. En las zonas carenciadas de la provincia
de Buenos Aires, por ejemplo, la edad de inicio suele ser menor
8 años; porque es común que en un grupo
de hermanos el mayor le dé de probar al menor alcohol, pegamento
o marihuana. En cuanto a las políticas de prevención
y de tratamiento de las adicciones, creo que Argentina está
bastante atrasada; recién ahora se están generando
campañas más acordes a la problemática, como
las que surgieron en Rosario y en Mendoza de reparto de jeringas
a los adictos. Son conductas que son sencillas y baratas, y que
mejoran la condición del que consume. Las campañas
son efectivas si conseguimos no pensar en el adicto como en un delincuente.
*Médico - Miembro del Servicio de Toxicología
del Htal. R. Mejía.
Sergio Staude*.
Los motivos
Si bien el perfil es acertado, hay características
que a lo largo del país cambian, según la cultura
y la idiosincracia de cada lugar. A nivel general se observa un
aumento proporcional del consumo de drogas ilegales por parte de
la mujer; aún así, siempre será menor al consumo
por parte del hombre, ya que en los hombres adictos se da una idea
de aventura, relacionada con la droga, que en las mujeres no se
da. En los psicofármacos, en cambio, es mayor el consumo
por parte de las mujeres, que recurren a ellos en situaciones de
angustia o depresión. Creo que siempre que uno, como profesional,
se enfrenta a un caso de adicción, lo fundamental es rastrear
por qué y para qué se consume drogas: la clave es
desentrañar la situación singular entre la persona
y la sustancia adictiva.
*Psicoanalista - Miembro de los Centros de Rehabilitación
Gorriti y Rivadavia.
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CUADROS
Distribución
por edad
El consumo según sexo
Distribución por ocupación
Antecedentes de consumo en la familia
Distribución de usuarios de drogas por sustancia
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