Para un militar del Ejército argentino, el amor por una mujer pudo
más que las misiones de paz con los Cascos Azules compartidas con
un camarada: dejando de lado las ideas pacíficas que alguna vez
lo llevaron hasta confines tan remotos como Croacia, Kuwait e Irak, aquí
nomás, en pleno barrio de Belgrano, el mayor Marcelo Llambías
Pravaz mató a su ex compañero de armas, el teniente coronel
retirado Jorge Osvaldo Velazco, con quien se habría disputado las
preferencias del corazón de una amante. Fue testigo del enfrentamiento,
en plena calle, la esposa del militar retirado. Esto ocurrió el
viernes pasado, y el agresor se ocultó por dos días. Pero
en gestiones extraoficiales miembros del Ejército le
sugirieran presentarse ante la Justicia, según confiaron
a Página/12 fuentes de la fuerza. Llambías Pravaz se entregó
ayer por la tarde.
El lugar y el momento de la escena montada por los celosos amantes, derivada
en una tragedia que ni Shakespeare, fue a las 19.35 del viernes, en Ciudad
de la Paz al 3400, en Belgrano. El teniente coronel retirado -acompañado
por su esposa, estaba a bordo de su Peugeot 206, y volvía
a su casa tras cumplir con sus tareas en una agencia de seguridad privada,
para la que trabajaba desde hacía un tiempo. A su par circulaba
un Fiat Siena, conducido por su némesis, el mayor Llambías
Pravaz. Ambos discutían con vehemencia y se gritaban de auto a
auto. Después de algunos insultos, los militares detuvieron la
marcha y se trenzaron a golpes de puño y a forcejear en el piso,
siempre en presencia de la esposa de Velazco.
En medio de la pelea, Velazco, que estaba tirado en la vereda, recibió
un balazo a la altura de la sien y quedó gravemente herido. Inmediatamente
fue trasladado al hospital Pirovano, donde murió a las pocas horas
de ser internado. En tanto, el mayor escapó del lugar en su auto.
Durante tres días, Llambías Pravaz decidió ocultarse
y desapareció de todos los lugares que solía frecuentar.
Pero ayer, tras gestiones de miembros del Ejército, se entregó,
acompañado por sus abogados, en la comisaría 3ª, pese
a que era la seccional 35ª, de Belgrano, la que tenía a cargo
las actuaciones por el homicidio. De inmediato el personal policial se
puso en contacto con el juez interviniente, Eduardo Moumdjian, quien dispuso
su detención y su traslado al Palacio de Justicia.
De acuerdo a la información policial, el militar admitió
haber cometido el crimen, aunque sostuvo que el tiro se le escapó
cuando le pegó a Velazco con el arma en la cabeza: dijo que se
trató de un accidente. Los investigadores confiaron que ambos
militares estaban enfrentados por el amor de una mujer.
Jorge Velazco, de 52 años y padre de tres hijos, se había
retirado de la fuerza en abril de 1998, y su último destino fue
el Estado Mayor del Ejército. Había participado de varias
misiones de paz con los Cascos Azules, y allí fue donde conoció
a quien luego sería su competidor por el amor de una mujer. Antes
de ser asesinado trabajaba en una agencia de seguridad privada en el barrio
de Belgrano.
Marcelo Llambías Pravaz, de 40 años, también es casado
y tiene dos hijos. Estuvo en Kuwait, Irak y Croacia como miembro de Cascos
Azules y fue combatiente en la guerra de las Malvinas, por lo que recibió
condecoraciones del Ejército y de las Naciones Unidas. En la actualidad
se encontraba en actividad, aunque en uso de su licencia anual, y en pocos
días se radicaría en Formosa ya que le había salido
el pase como segundo jefe del Regimiento 29. Pero el Regimiento tendrá
que esperar por otro segundo jefe.
Producción: Hernán Fluk
TUVO
LUGAR EL PARTO AUTORIZADO POR LA CORTE SUPREMA
Silvia da una vuelta de página
Silvia T. intentará a
partir de hoy escribir otro capítulo en su vida. Ayer, finalmente
la sometieron en la Maternidad Sardá a una cesárea para
interrumpir su embarazo de siete meses, una operación que consiguió
después de una batalla legal de más de dos meses. Como era
previsible, la criatura que estaba gestando padecía anencefalia
murió al poco tiempo de nacer.
Con las emociones mezcladas, la mujer que obtuvo un inédito fallo
de la Corte Suprema, se empezaba a recuperar ayer acompañada por
su marido y su hija de 12 años. La dramática situación
que le tocó atravesar en los últimos meses, tras conocer
el diagnóstico de anencefalia y la negativa de la Sardá
de adelantar el alumbramiento sin una autorización judicial que
demoró en llegar, le dejó varias marcas. No sólo
quedó debilitada en su ánimo. También en su físico:
en el último mes perdió cuatro kilos en su esmirriado cuerpo,
lo que la había llevado a pesar apenas 43 kilos, aún estando
embarazada.
El alumbramiento se produjo por cesárea a las 9.32 y el recién
nacido murió a las 10.50 por un paro cardiorrespiratorio,
según informó el subidector de la maternidad, Ricardo Illia.
No se le da asistencia porque es absolutamente imposible que tenga
vida... se puede reanimar a un recién nacido con una patología
que, una vez superada, va a tener un proyecto de vida, pero en este caso
no están dadas las condiciones. Su dignidad humana debe ser respetada,
pero no amerita medidas de reanimación porque inexorablemente va
a fallecer en cuestión de horas, sintetizó Illia en
su primer informe a la prensa.
En un principio, los médicos intentaron inducir el parto de Silvia
T., pero debido a que la mujer no presentaba dilatación, después
de 36 horas optaron por la operación quirúrgica. Como no
había modificaciones en el cuello del útero y no tenía
sentido seguir porque había que aumentar exageradamente la estimulación
del útero y esto significaba riesgos, se le practicó
una cesárea, aclaró el médico.
El matrimonio dispuso que la criatura sea sometida a una autopsia, pero
en cambio según Illia no se planteó en
ningún momento la posibilidad de una donación masiva
de órganos. La mujer deberá guardar reposo entre 72 y 96
horas en la Sardá ante de regresar a su casa, en un barrio humilde
de Ingeniero Budge, partido de Lomas de Zamora.
VOLVIAN
DE VACACIONES Y LOS ASALTARON
Una familia tomada de rehén
Un matrimonio y
sus dos hijos adolescentes fueron asaltados y tomados como rehenes durante
media hora por cuatro personas, que los sorprendieron cuando llegaban
a su casa en Ramos Mejía. Cercados por la policía, los ladrones
encerraron a la familia en un baño e intentaron negociar, pero
finalmente optaron por un escape por los techos que terminó en
fracaso.
La detención de los delincuentes fue posible porque el padre de
la familia estaba hablando con un amigo por celular y alcanzó a
avisarle que una banda los estaba asaltando. Ocurrió en la madrugada,
cuando Jorge Castro, su esposa y dos hijos de 12 y 15 años regresaban
a su casa de las vacaciones, y, cuando estaban bajando las valijas del
auto, cuatro hombres los sorprendieron y los obligaron a entrar en la
casa: allí les exigieron dinero y oro, pero como no
había empezaron a juntar otros bienes.
Castro había avisado a un amigo sobre el robo, y éste llamó
a la policía. Al escuchar el sonido de las sirenas policiales,
dos de los ladrones intentaron huir por los techos de viviendas, pero
fueron detenidos. En tanto, los otros dos asaltantes se fugaron en un
vehículo, pero también fueron capturados.
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