Si para algo sirven estos cada vez más insulsos torneos de verano es para que los equipos que atraen más taquilla vayan poniéndose a punto, moldeándose en la competencia futura, por lo que el resultado, en definitiva, pierde normalmente su carácter dramático. El empate sobre la hora de Racing, 2-2 con River, debe leerse sobre ese parámetro –y encuadrar en él cualquier juicio de valor–, porque el nivel de preparación de ambos, similar desde que suman una escasa semana de trabajo, arrancó desde dos realidades distintas, ya que pese a disponer más suplentes que lo habitual en la cancha, las jerarquías individuales del subcampeón suman más que las que tenía para oponerle el voluntarioso Racing, pero bastó un remate para ponerle igualdad a lo que parecía una victoria inconmovible.
Pese a que ese amasado lustroso de la pelota le dio al equipo de Merlo el control de la pelota durante la media hora inicial, fue River el que abrió el marcador: el nivel de eficacia del equipo de Gallego (que sufrió vómitos antes del partido, se volvió al hotel y fue consultado por Patricio Hernández vía telefónica) resultó muy superior a la habitual falta racinguista en la definición, que por otra parte no tenía por qué cambiar, salvo que el gerenciamiento bendito también sea responsable de milagros.
Merlo sigue horneando la contribución de sus jugadores a una idea colectiva, sin cambiar radicalmente los preceptos que venían de antes. Chatruc quiso seguir siendo el enganche, pero rindió menos que contra San Lorenzo –fue mejor controlado– y lo reemplazaron; Milito fue lo más peligroso del ataque. Uno no alcanzó; el otro, sí, y fue con su remate esquinado que le puso el empate al partido.
River aprovechó con criterio de caja la primera gran situación de la que dispuso, cuando tras una gran jugada personal de Lombardi con descarga en Cardetti y devolución, el delantero, entrando por el medio, clavó un remate en elevación que batió sin atenuantes a Sessa. El empate transitorio de Arce (que clavó de volea un corner de Milito, quebrando las manos de Sala) sirvió como consuelo anímico, que se diluyó con el 1-2: centro de Astrada desde la derecha, habilitación contra su área de Ubeda, y un cabezazo con el parietal izquierdo de Cardetti, haciendo legítimo abuso del error ajeno, y marcando su tercer gol en dos encuentros. Después vino el empate, cuando parecía que River lo tenía controlado.

CONTRA RIVER PONDRA A LOS TITULARES
Bianchi no quiere arriesgar

Luego de la primera presentación del equipo en el 2001, que finalizó con un empate en dos tantos ante San Lorenzo, el técnico de Boca, Carlos Bianchi, se mostró conforme con el rendimiento del equipo, y ya comenzó a vivir el Superclásico del próximo domingo ante River, contra el que alistaría a los titulares. “Tal vez hubo algunas imprecisiones, pero son cosas naturales, que ocurren en los primeros partidos de la pretemporada. Afortunadamente salió un partido correcto, lindo, agradable, y con respecto a los chicos, tienen que aprovechar, cada uno de ellos, los partidos que jueguen para demostrar que merecen estar dentro del grupo.” Y agregó: “Los jugadores juveniles se dan cuenta de la manera en que nosotros trabajamos, y son conscientes de que hay jugadores que se fueron y de que hay que reemplazarlos. Así que las posibilidades están dadas para todos”.
En relación con las versiones que aseguraban la posible llegada del arquero José Luis Chilavert, el técnico prefirió esquivar el tema, y en ese momento dio por terminada la conferencia de prensa. De todas maneras, el vicepresidente de Boca, Roberto Digón, reconoció ayer que existieron sondeos para contratar a Chilavert, pero todo se frustró debido a la resistencia de la mayoría de los dirigentes por contar con el arquero paraguayo. Para el encuentro del domingo ante River, Bianchi confirmó que jugarán “la mayoría de los futbolistas que no viajaron a Mar del Plata para enfrentar a San Lorenzo”. En principio, sólo Hugo Ibarra mantendría su lugar entre los titulares.

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