El paso de Beck y R.E.M. por la Argentina quedará, tras sus impactantes
shows de anoche en el Campo Argentino de Polo, como una bocanada de actualidad
musical. Clásicos y modernos (R.E.M. más clásico,
Beck más moderno), ambos le transmitieron al público, unas
30 mil personas, la sensación de estar conectados con
lo mejor que se produce allá (los Estados Unidos) y ahora en el
rock y en el pop. Tanto el solista californiano como la banda de Athens
mostraron en el Buenos Aires Hot Festival aristas disímiles y complementarias,
y corroboraron, principalmente en el caso de Beck, una marca de época:
la construcción de una nueva cultura rock sobre los escombros de
sus viejos iconos.
Un ambiente decididamente cool no se prestaba, a priori, para
la aplanadora de Divididos, habitualmente disparadora de pogo y baile
generalizado y elegida en la ocasión como número fuerte
local. El profesionalismo de la banda de Ricardo Mollo sorteó,
de todos modos, cierta lógica frialdad del público,
a través de un set de 45 minutos en el que sonaron temas viejos
y nuevos: desde una versión dub de Nene de antes hasta
el clásico de los Doors Light my Fire, con Gillespie
como invitado en trompeta. Después de esa hermosa canción
que es Aladelta cerraron con Basta fuerte, un
tema poco conocido, de Otroletravaladna.
Poco después de las 21.30, y con sutil desaliño, enfundado
en una remera de fútbol americano, Beck salió al escenario.
Su desparpajo indolente, el movimiento irregular de sus miembros a la
hora de un baile que bien podría interpretarse como una relectura
mecanizada pero con gracia del break dance más primario,
empezaron a armar el rompecabezas artístico de este joven-esponja
de la música pop. Mientras la gente, en estado de inercia placentera,
no terminaba de acomodarse a las diferentes situaciones que se le presentaban,
la progresión del repertorio se mostraba como un caleidoscopio
donde se reflejaban, en diferentes planos, las recetas musicales de esta
suerte de gran mutante. Así, a un comienzo contundente, con canciones
como Novacane, New Pollution y Loser,
la evolución del show derivó en su mirada ¿paródica?
de la mejor música negra, con una trilogía (Lazy Flies,
la sugestiva balada Debra y el revival de Lets
Dance) en la que parecía ponerse el traje de un Prince aniñado,
rubio y algo rebelde.
Sin una gran puesta visual, acompañado por una banda numerosa (en
la que se destacaron Justin Medal-Johnsen, un bajista con increíble
escena, Roger Manning Jr, en teclados y Lyle Workman, guitarra) que con
sobrio virtuosismo tomaba nota de sus mutaciones rítmicas, Beck
propuso un show de bajo perfil sonoro, en el que la atención, más
allá de su extraño carisma, quedó atrapada en su
coctelera genérica, tamizada en general por un tono de hip hop.
Su particular visión de la música popular brasileña
en Tropicalia o su folk psicodélico con reminiscencias
dylanescas en Jackass se inscribieron en ese recorrido ecléctico.
El público (especialmente los que estaban adelante y podían
oír mejor) se enganchó sobre todo con la frescura de Where
its at y quedó pasmada con el final: tras Beercan
se produjo un desmadre escénico que tradujo el caos ilustrado que
gobierna el mundo de Beck.
Pasadas las 23.30, el público estaba cansado y ansioso (muchos
habían llegado a las cuatro de la tarde, porque la jornada incluyó
la presencia de 18 grupos en distintos escenarios). Con una simpática
escenografía en la que se destacaban palabras y dibujos hechos
en luces de neón, R.E.M. subió por lo suyo. Un set balanceado,
que incluyó desde Finest Worksong hasta los ineludibles
Losing my Religion y Everybody Hurts, pasando
por The Great Beyond (de la banda de sonido del film El mundo
de Andy) y Whats the Frecuency Kenneth?, dejó
conformes a todos, los que se engancharon con el viejo R.E.M. y los que
apostaron por Michael Stipe y Cía. a partir de sus trabajos más
recientes. A estos últimos, incluso, la banda de Athens dedicó
She Just Want to Be y The Lifting, dos canciones
que integrarán su próximo CD.
LA
TRANQUILIDAD DOMINO EL CLIMA DEL FESTIVAL
El arte natural de ser cool
Por
Mariana Enríquez
Ni siquiera cortaron
el tránsito por el Buenos Aires Hot Festival en el Campo de Polo.
A los taxistas los sorprendía la tranquilidad de la gente, y la
forma ordenada en que entraban al predio. Es que ninguna de las bandas
convocantes en esta segunda noche del festival podría definirse
como popular. Más allá de la importancia que
pueden tener para la escena internacional, y de su condición de
estrellas, Beck y R.E.M. no pueden compararse con, por ejemplo, AC/DC
y los Rolling Stones. De la misma manera, no pueden compararse sus públicos.
No había, en el Campo de Polo, ni banderas ni multitudes exaltadas
saltando ante las canciones clásicas de Divididos, el número
fuerte nacional. Sólo un entusiasmo tibio y más de la mitad
del público deambulando por los numerosos patios de comidas y otras
atracciones, como la carpa de ciencias ocultas (apenas unas
mesas con tarotistas y objetos esotéricos) y especialmente el stand
de moda, donde el público revolvía la ropa de locales y
diseñadores modernos.
La mayoría eran veinteañeros, y algunos que apenas pasaban
la barrera de los 30. Las chicas con remeras coloridas y polleras apenas
debajo de la rodilla, con brillo en la cara y tinturas de todo tipo. Los
chicos, desde el predecible jean y remera hasta otros más arriesgados,
con pantalones pescadores y remeras brillantes. De todos modos, es imposible
generalizar: aquí no se trata de una tribu y mucho
menos de un palo sino de una mayoría de clase media
y alta, sintonizada con los estilos y la música más actual
e internacional, lejos de la comunión del vino y las bengalas,
y de las misas rockeras. En el escenario 2, al costado y a la derecha
del principal, tocaban, cayendo la noche, María Gabriela Epumer,
Babasónicos, Carca y otros. El escenario 3, más escondido
tras el patio de comidas, recibió a bandas como Adicta y A Tirador
Láser. En la carpa lounge tocaba, a las 18.30, Sergio Pángaro,
con su lounge a la Isla de la Fantasía, logrando un
clima imposible de recrear en otro ámbito.
El lugar es precioso, re-tranqui, decía un chico de
18 años, con anteojos sin marco de vidrios violetas. Otros pibes
se maravillaban porque se vendía alcohol dentro del campo (3 pesos
el vaso de cerveza, 5 el cuba libre y lo mismo el vaso de champagne).
Por la puerta, mientras tanto, entraba tranquilamente Juana Molina. Estos
eventos, como lo fue Primavera Alternativa con Sonic Youth, son ideales
para los famosos, porque pocos se acercan a saludarlos. No es ése
el clima: el clima es de picnic campestre. No de frialdad, y mucho menos
de aburrimiento. No es un clima sin pasión sino definido por ese
término intraducible: cool.
El pellizcón
de Gallagher
Neil Young y Oasis serán esta noche las principales atracciones
de la tercera y última fecha del Hot Festival, que presentará
además a 19 artistas locales en los dos escenarios menores
y una carpa lounge. El padrino del grunge
abrirá hoy el tramo final del tablado principal a las 21.10,
mientras que el grupo británico actuará a las 23.35.
Oasis llegó a la Argentina con uno de sus típicos
escándalos detrás: según denunció una
azafata de tierra de la compañía aérea British
Airways, en el embarque rumbo a Río de Janeiro (donde actuó
el domingo pasado), el cantante Liam Gallagher despachó su
equipaje y luego le pellizcó el trasero sin abandonar una
amplia sonrisa. El episodio mereció una amplia cobertura
del diario sensacionalista británico The Sun, donde se recogen
testimonios según los cuales Gallagher estaba claramente
ebrio y olía a whisky cuando subió al avión
rumbo a Río en el aeropuerto londinense de Gatwick, junto
con otros veinticuatro miembros del equipo. Antes del pellizco,
Liam le preguntó a la joven por sus hombres preferidos e
hizo un gesto obsceno con los dedos de ambas manos, según
denunció la empleada a la empresa y el sindicato. British
Airways confirmó que está investigando el caso y que
se analizarán entre otras cosas las grabaciones en video
del aeropuerto; aunque éste no es el primer conflicto de
los Gallagher con los aviones: Liam y Noel tienen prohibido de por
vida viajar en la compañía Cathay Pacific, luego de
que lanzaran alimentos contra otros pasajeros y amenazaran al capitán
de un avión con golpearlo. Un portavoz de Oasis, en tanto,
declaró: Debe haber una confusión. Liam no es
tan tonto como para hacer una cosa así. ¿No?
|
|