Por Adriana Meyer
y Felipe Yapur
Su secretaria tiene su foto
como fondo de pantalla de la computadora. El, en su oficina, tiene una
pared con media docena de sus caricaturas, una taza del Departamento del
Tesoro estadounidense, platos de la Armada argentina, un ejemplar del
Nunca Más de Uruguay y una foto con todos sus compañeros,
los jueces penales federales de la Capital. Así es el despacho
del cuarto piso de los Tribunales de Comodoro Py donde Adolfo Bagnasco
recibió a Página/12. Jura que esta vez es cierto que abandonará
la Justicia y, haciendo gala de sus conocimientos de marketing, dice como
al pasar que no sabe si se dedicará a la política: Debe
haber un proyecto que me contenga. Obviamente ese proyecto debe
ser justicialista, ideología a la que accedió desde lo
intelectual y heredada de su padre.
En las aulas platenses conoció a Carlos Chacho
Alvarez...
Sí, a principios de la década del 80. Teníamos
un grupo de debate, con gente como Julio Alak, y Alvarez fue a La Plata
a dar una serie de conferencias sobre actualización doctrinaria.
¿Qué imagen tiene del Chacho de esa época?
La misma que tengo ahora: un hombre brillante intelectualmente,
muy buen comunicador y con una exposición conceptual clara.
Alvarez lo criticó por ser el juez que investiga a los senadores
y ahora se va a hacer política al PJ, el partido al que pertenecen
la mayoría de los senadores sospechados. (N. de R.: Bagnasco investiga
el presunto enriquecimiento ilícito de los senadores desde 1991.)
Me han dicho que estaba irritado. El conoce mi ideología
desde que yo era empleado del Poder Judicial. Habría que probar
si yo actué como juez favoreciendo a algún sector de pensamiento,
si no estamos hablando de más. En segundo lugar, esa causa recién
empieza y no va a terminar porque yo me vaya. Además, el trámite
lo tiene el fiscal (Paulo Starc), que va a seguir trabajando. No voy a
dictar un sobreseimiento ni ninguna cosa rara.
Entonces, ¿se va definitivamente de la Justicia?
Sí. Es una decisión personal porque entiendo que cumplí
un ciclo. No hago abandono del hogar.
¿Se cansó de la Justicia?
No, lo que más me ha molestado es algún jugueteo político
con el Poder Judicial y se lo ha utilizado para desarrollar intereses
políticos. Lo que sí pienso utilizar de mi salida es la
mayor libertad de decir cosas. Un ejemplo de lo que digo es el caso del
Senado, un tema altamente político e institucional, con apenas
un segmento de punición penal. Pero no tuvieron el coraje de discutirlo
en el Senado y de buscarle una solución política. Y ahora
estamos empantanados, sin un juez que encuentre algo, que no sabe quién
pagó y quién cobró.
Alvarez se fue de la vicepresidencia justamente porque no había
voluntad política para resolver ese tema.
Creo que él es político, era el vicepresidente y presidente
de un partido. Tenía una responsabilidad. El cansancio moral en
estas cosas no existe. Existe el compromiso social y uno tiene que ser
responsable de las cosas que hace. Si llego a un punto en mi vida y tengo
una representatividad no me puedo enojar e irme. Tengo que generar el
espacio posible. El es un hombre que generó espacios políticos,
sabe cómo hacerlo, hizo de la Alianza una fuerza electoral viable.
¿Qué responsabilidad tiene el justicialismo en ese
asunto?
La mitad, el sesenta por ciento si usted quiere.
Cuando se vaya del juzgado, ¿va a hacer política?
No lo sé. Lo que no quiero es hacer política como
un acto espasmódico. Quiero aportar a un proyecto serio, sin urgencias
electorales.
¿A qué cargo aspiraría? ¿Un ministerio
o una banca de legislador?
A ninguno. Sólo me gustaría ser presidente del Club
Lanús (se ríe).
¿Todavía no le ofrecieron nada? ¿No habló
con (Carlos) Ruckauf?
No. Les juro que no hablé con nadie.
A Ruckauf se lo tildó de oportunista al candidatear a las
Abuelas de Plaza de Mayo al Premio Nobel de la Paz.
Los políticos suelen ser eso. Creo que Aníbal Ibarra
también lo es.
¿Por qué sostiene que el peronismo no está
agotado?
El PJ viene de dos derrotas electorales porque lo que tenía
para ofrecer no le interesaba a la gente. El justicialismo sigue siendo
un factor de cambio, pero tiene que empezar a pensar con los pies sobre
la tierra. Hace falta una interpretación bien sensible. La gente
no quiere más etapas fundacionales.
El Frepaso pensó en redistribuir en el país a los
jueces federales.
El Frepaso cree que el Poder Judicial se mejora echando a los diez
jueces penales federales de la Capital y a cinco jueces de la Corte Suprema.
Es una simplificación y un planteo maniqueo pensar que todo se
soluciona sacando a quince tipos que supuestamente son menemistas, están
en servilletas, son corruptos... en lugar de revisar las diez mil causas
que, por ejemplo, pasaron por acá a ver si mi trabajo está
tan enservilletado como se dice.
¿Le preocupa el juicio político en su contra?
Para nada. El noventa por ciento de los temas que me cuestionan
está resuelto y confirmado por las instancias superiores.
¿Cuál cree que es la imagen que la sociedad tiene
de usted?
No sé. Nunca me hice una medición de imagen.
Sin embargo, usted siempre se preocupó por su imagen y puso
especial cuidado en el manejo de los tiempos de las causas políticas.
Si esto es así, es pura intuición. Cuando llegué
a esta profesión y vi cómo había avanzado el periodismo,
decidí abrir un espacio de comunicación pero no de capturarlos
en cuanto a una seducción personal porque eso duraría menos
que... que... un aire en un canasto.
¿Usted es un peronista de derecha, de centro o de izquierda?
No. Sólo un peruca.
¿Canta la marcha?
(Sonríe) Sííí, me la sé de memoria
pero hace tiempo que no la canto.
¿De qué vivirá cuando deje el juzgado?
Trabajaré con (Mariano) Cavagna Martínez. Tengo un
conchabo.
Usted piensa dejar cerradas las investigaciones del caso IBM-Banco
Nación y de la causa sobre sustracción de menores pero queda
pendiente el proceso contra Víctor Alderete y el referido al Plan
Cóndor, entre otros.
La causa de Alderete está muy avanzada. Y el proceso sobre
el Plan Cóndor es una investigación de largo aliento.
¿Qué opina de Carlos Menem?
Fue un buen presidente.
¿Eduardo Duhalde?
Un político territorial bonaerense que se va a quedar allí.
¿Carlos Ruckauf?
Es una generación de políticos con mucha ambición.
¿De la Sota?
Es un hombre muy batallador, lo mismo que Ruckauf.
¿Carlos Reutemann?
Lo admiraba como corredor. Es un hombre muy inteligente.
¿Néstor Kirchner?
Me parece muy interesante porque rescata el discurso peronista.
Y no hizo la fácil de irse, la peleó desde adentro.
¿Antonio Cafiero?
Una gloria del peronismo, con sus certezas y sus errores.
¿Carlos Corach?
(Se sonríe.) El mejor ministro del Interior de los últimos
tiempos.
¿Fernando de la Rúa?
Tiene que asumir el rol de gobernar. En el 2000 estuvo en tránsito.
¿Domingo Cavallo?
Un buen ministro de Economía.
Las leyes de impunidad
Por A.M. y F.Y.
¿Piensa insistir en su competencia para pedir la
extradición del represor Ricardo Miguel Cavallo?
Sí, está planteada y la Cámara debe resolver.
Yo entendía que el planteo de los fiscales sobre mi incompetencia
era prematuro, que se podía investigar un poco más.
Pero si quisiera avanzar está el escollo de las leyes
de Punto Final y Obediencia Debida. Si Cavallo viene a la Argentina
quedará libre.
Yo no decido eso pero si se lo trae a Cavallo no es para que
salga en libertad, sino para juzgado. Quiero reivindicar para la
Justicia argentina la competencia de juzgar ilícitos cometidos
durante la dictadura militar. Habría que ver si los delitos
que se le imputan a Cavallo son del tipo de lesa humanidad y pueden
quedar fuera del alcance de las leyes de Obediencia Debida y de
Punto Final.
Llegado el caso, ¿declararía la inconstitucionalidad
de estas leyes?
Podría ser.
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Mano dura y demagogia
Por A.M. y F.Y.
¿Está de acuerdo con la política de
mano dura de Ruckauf?
Al tema de la seguridad hay que sacarlo de la urgencia electoral.
Y no se puede tener un discurso principista o demagógico
como lo tiene la Alianza.
Pero el discurso de mano dura es de Ruckauf...
Yo creo que es parte de la urgencia. Tiene una eficacia relativa...
¿No es demagógico?
No sé. Yo creo que el gobernador está dándole
una interpretación a una necesidad social. Las encuestas
indican que ante la inseguridad la gente se vuelca al concepto de
mano dura. Pero no soluciona el problema.
¿Para usted lo de Ruckauf no soluciona el problema
de seguridad?
No, no lo soluciona. Puede servir para una respuesta electoral
pero el tema de fondo sigue igual. Además, la seguridad no
es un tema policial. No se lo soluciona cambiando las pistolas a
los policías.
Pero Ruckauf dice que hay que darles más armas.
Eso puede ser una parte, pero no es el todo.
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