Por Pablo Plotkin
La publicación en 1990
de Dragons World un libro de ilustraciones dedicado por completo
a la figura del dragón, posicionó en el mundo como
uno de los dibujantes más precisos de un estilo bautizado fantasy,
o fantasía épica, a un artista argentino. Para el público
local, Ciruelo (así, sin apellido) es el inspirado responsable
de buena parte de las tapas de Fierro, la revista de historietas más
entrañable de los 80. Ciruelo emigró a España en
el 87 y se instaló en el pequeño pueblo montañoso
de Sitges, en Cataluña, donde trabajó para publicaciones
locales por poco dinero. Un par de años después, contactado
por editoriales norteamericanas, devino en un cotizado artista de posters,
tapas de libros, discos (Fuego Gris de Luis Alberto Spinetta, el reciente
7th. Song de Steve Vai, Néctar de Enanitos Verdes), cartas de juegos
de rol y demás fetiches del pop fantástico. Ciruelo está
en Buenos Aires presentando una exposición de ilustraciones y petropictos
(una invención suya, de la que habla en esta entrevista) que funcionará
hasta el 8 de febrero en el Palais De Glace (Posadas 1725). También
se exhibirán los originales que ilustró para las tapas de
la saga Willow, escrita por el cineasta George Lucas.
¿Cómo encontró al gremio de los dibujantes
en Argentina?
Está muy duro. El estilo de cosas que se hacían en
Fierro no tiene cabida ya. La mayoría de la gente que hacía
algo importante en ese campo tuvo que emigrar. Hay mucha gente en Inglaterra,
en España, en Francia, en Italia. Los artistas de comics tuvieron
que ganarse la vida en otros lugares. Conozco algunos artistas argentinos
gracias a la feria de San Diego, California, donde voy cada año.
Ahí hay muchos artistas de acá buscando clientes norteamericanos.
Pero todo el mundo me dice lo mismo: acá no hay un mercado.
De todos modos, los dibujantes argentinos tienen prestigio internacional...
Hay un dicho que manejamos los ilustradores que vivimos en España.
Yo vivo en Sitges, al igual que mi amigo del alma Horacio Altuna, Juan
Giménez y otros. Se dice por ahí que mientras en Argentina
siga habiendo lápices y pelotas de fútbol, va a seguir dando
grandes dibujantes y futbolistas. Parece ser que es así. Se da
una cuestión especial que no se sabe de dónde sale. La gente
afuera habla de la escuela argentina. Y la escuela argentina
no existe: es salir a la calle y ver dibujos de Nine, de Chichoni, y aprendés
de eso. Pero no hay una escuela, como sí puede haber en Inglaterra,
por ejemplo.
Desde que se fue, hizo muy pocas cosas publicadas en Argentina.
Sí, por eso me sorprende que acá haya gente joven
que me conozca. A veces es gente que consume productos norteamericanos
para los que trabajo, como las cartas Magic. Pero muchos de ellos no saben
que soy argentino, y se sorprenden cuando se enteran que hay un argentino
en Magic.
En la muestra se pueden ver ilustraciones y petropictos...
Son dos cosas que normalmente se manejan por caminos diferentes.
Las ilustraciones las hago con un fin comercial: portadas de libros, discos,
o ilustraciones propias que después uso para editar un poster,
por ejemplo. El petropicto, en cambio, es el arte de pintar sobre piedras,
que es una técnica que desarrollé hace unos cinco años.
Aprovechando el volumen y la textura naturales de la piedra, pinto con
aerógrafo y termino de darle una forma a algo que ya es tridimensional.
No cambio la forma en absoluto: sólo la pinto. Se trata de lograr
una escultura a través de la pintura. El efecto es realmente interesante.
¿Por qué no se dedicó a la historieta?
Me atraía mucho más la ilustración. En historieta
hice un par de experimentos que fueron publicados, pero no más
que eso, prefería dibujar las tapas. Ahora, cada tanto me publican
en la revista Heavy Metal, de Estados Unidos. Acá había
trabajado para casi todas las editoriales relacionadas con la historieta.
La época de Fierro la recuerdo con muchocariño, porque yo
estaba desarrollándome, y tenía mucha necesidad de hacer
cosas creativas, cosas con onda. Ahí había espacio para
eso.
Sting y el robo porteño
El músico Sting le restó ayer importancia al robo,
en la Argentina, de la valija en que había guardado la medalla
que recibió en Chile por su lucha en favor de los derechos
humanos, asegurando que no se merecía esa condecoración.
Lo que fácil viene, fácil se va,
dijo ayer en Caracas, al minimizar el premio del gobierno chileno,
que el lunes lo galardonó con la Orden del Mérito
Docente y Cultural Gabriela Mistral. Sting, que siempre ha simpatizado
con las causas de defensa de los derechos humanos en Latinoamérica,
fue premiado en Santiago por su contribución al conocimiento
mundial de la situación del país durante la dictadura
de Augusto Pinochet (1973-1990). El inglés, que está
en Venezuela para participar en el Caracas Pop Festival que arranca
hoy y se prolongará hasta el domingo con la presencia de
numerosas estrellas, remarcó que cree no haber merecido el
premio chileno. El robo del bolso donde se encontraba la condecoración
sucedió horas antes de iniciar su recital en el estadio de
Vélez Sarsfield, el martes. Sting estimó que ``es
interesante que desde que arrestaron a Augusto Pinochet en Londres
les dio un poco de confianza a los chilenos para buscar la verdad
de los desaparecidos y cuestionar a Pinochet y su responsabilidad
en esas acciones. Los chilenos ``están haciendo
más progreso que el gobierno de Argentina, que parece no
interesarse en la actualidad del tema de las desapariciones de personas
durante la dictadura, apuntó. Asimismo, defendió
el intercambio gratuito de la música en Internet, que muchos
artistas critican alegando que viola sus derechos de autor. ``Esa
será la manera como se conseguirá la música
en el futuro. A mí no me ha hecho daño Napster ni
otra empresa parecida, dijo.
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