Por Marcelo Justo
La batalla legal trasatlántica
por las mellizas adoptadas por Internet por una pareja inglesa y otra
estadounidense dio ayer una nueva vuelta de tuerca legal. Los padres adoptivos
ingleses, Allen y Judith Kilshaw, amenazaron con demandar a los servicios
sociales británicos que el jueves les quitaron la custodia de las
dos bebas y que podrían colocarlas bajo la responsabilidad legal
del Estado. Los padres adoptivos estadounidenses, Richard y Vicky Allen,
que perdieron las mellizas cuando la madre natural decidió venderlas
a los Kilshaw, agradecieron la acción preventiva de las autoridades
británicas. Mientras tanto, los abogados de ambas parejas se preparan
para la compleja batalla legal que podría desarrollarse simultáneamente
en Estados Unidos y Gran Bretaña para dirimir complejas cuestiones
de adopción e inmigración y atravesar ese pantano legal
que es Internet. Del porvenir psicológico de las mellizas, que
en su medio año de vida ya pasaron por cuatro combinaciones distintas
de autoridades parentales (los naturales, los adoptivos y el Estado),
nadie habla.
El drama comenzó en setiembre, poco después del nacimiento
de las mellizas, cuando la madre natural Tranda Wecker las registró
en la agencia A Caring Heart (Un corazón compasivo)
que promociona la adopción de bebés por Internet. La venta
de bebés es ilegal tanto en Estados Unidos como en Gran Bretaña,
pero aprovechando la falta de controles que hay en Internet, el corazón
compasivo de la agencia consiguió colocar a las mellizas
por unos 6 mil dólares con Richard y Vicky Allen, que de inmediato
se hicieron cargo de las bebas a la espera de que Wecker terminase con
los trámites legales de adopción. La oferta de 13 mil dólares
que unas semanas más tarde le hicieron los Kilshaw a corazón
compasivo cambió las cosas y desató el actual drama.
Mediante un ardid, Wecker sacó a las bebas de la casa de los Allen
y se las entregó a los Kilshaw, que las llevaron al norte de Gales
en Gran Bretaña, luego de una persecución automovilística
de película por tres estados de los Estados Unidos.
El caso causó escándalo a ambos lados del Atlántico,
donde las autoridades parecían ignorar que se venden bebés
por Internet. El primer ministro laborista, Tony Blair, dijo que el caso
era moralmente repugnante y el ministro de Interior, Jack
Straw, de notoria actuación durante el caso Pinochet, señaló
que vender o comprar bebés era ilegal en Gran Bretaña y
que se revería la ley para cerrar los resquicios legales que permitieron
esta situación. El jueves, los servicios sociales británicos
intervinieron y obtuvieron una orden provisional de protección
de las bebas que expira el 26 de este mes. Según el director del
municipio a cargo, Phillip Mc Greevy, se tomó la decisión
de colocarlas bajo el cuidado de los servicios sociales después
de un análisis considerado y medido a las actuales circunstancias.
Según Allen y Vicky Kilshaw, detrás de esa injustificable
decisión, hay fuertes presiones políticas por la repercusión
que tuvo el caso.
Mientras tanto, del otro lado del Atlántico, una importantes jueza
del estado de Arkansas, Ellen Brantley, expresó serias dudas sobre
la validez de la solicitud original de adopción. Como si faltaran
complicaciones, Tranda Wecker declaró el jueves que ahora quiere
las bebas.
Según los especialistas, nadie sale muy bien parado desde el punto
de vista legal. Los Kilshaw no cumplieron con los requisitos inmigratorios
y de adopción que exige la ley británica, y son acusados
por los Allen de secuestrar a las mellizas, a sabiendas de
que ellos las habían adoptado con anterioridad. Los Allen participaron
de la compra de las bebas ilegal en Estados Unidos
mediante la pantalla de la agencia de adopción y no cuentan con
la bendición de la madre natural. Tranda Wecker vendió
dos veces a sus hijas y probablemente haya mentido unas cuantas veces
más.En cuanto a los gobiernos, el caso desnudó una ausencia
completa de control y regulación de las actividades en Internet.
Nadie resumió mejor la situación que la jueza Elen Brantley.
Daría la impresión de que en este caso hay cada vez
más villanos y, por el momento, ningún héroe,
señaló.
VEINTE
MUERTOS EN UNA RUTA
El infierno en Brasil
El infierno se hizo presente
en una ruta brasileña: en un múltiple choque ocurrido ayer
en una carretera del estado de Bahía, al menos veinte personas
murieron y otras 26 resultaron heridas por un choque entre un ómnibus
de pasajeros y dos autos. El ómnibus se incendió y la mayoría
de las víctimas murieron entre las llamas y sus cuerpos quedaron
prácticamente carbonizados.
De acuerdo a informaciones de la policía bahiana, el accidente
ocurrió en la ruta conocida como BR-116, entre las ciudades de
Vitória da Conquista y Candido Salles, en el noreste de Brasil,
a unos 550 kilómetros al sur de Salvador, la capital del estado.
Un ómnibus, que había partido de San Pablo rumbo a Salvador
con unos 50 pasajeros a bordo, debió hacer una arriesgada maniobra
para evitar una colisión con un camión, pero al pasar al
carril contrario chocó de frente con un automóvil en el
que viajaban dos personas, que murieron en el acto por el impacto. El
ómnibus se incendió y en su carrera chocó contra
un tercer vehículo, cuyo chofer también falleció.
El canal de televisión brasileño GloboNews confirmó
que la mayoría de las personas fallecidas fueron víctimas
de las llamas y sus cuerpos han quedaron totalmente carbonizados.
Los 26 heridos, varios de ellos de gravedad, fueron internados en el único
hospital de Vitória da Conquista, cuyos médicos también
intentarán identificar a muchas de las víctimas.
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