Por Marcelo Justo
desde
Londres
Anunciada hace unos pocos años
como la tecnología que revolucionaría nuestra vida cotidiana
eliminando el viaje a la oficina y al supermercado, comparada con la invención
de la rueda y la imprenta de Guttenberg, Internet está hoy de capa
caída. El espectacular derrumbe de las acciones de la nueva economía
es sólo uno de los síntomas. Una investigación reciente
halló que 28 millones de estadounidenses se definían como
ex usuarios de Internet. En otras palabras, es gente
que se entusiasmó con la idea de Internet, la probó y descubrió
que no le interesaba, señaló a Página/12 Steve
Woolgar, profesor de marketing de la Said Business School de la Universidad
de Oxford y director de Virtual Society?, un masivo programa de investigación
interuniversitario británico de la red.
El nombre del programa Sociedad Virtual y el signo de interrogación
que ponen al final reflejan las dudas que surgen hoy sobre el alcance
real de la revolución de Internet. La utopía de una sociedad
aceitada por las redes de la comunicación virtual sufrió
un durísimo revés con la caída del índice
Nasdaq, que agrupa a las compañías de la nueva economía
en Estados Unidos. A fines de diciembre, las compañías habían
perdido unos tres billones de dólares en la cotización de
sus acciones respecto de la cima alcanzada en marzo del 2000.
La explosión de una burbuja financiera en torno a un producto no
es un fenómeno nuevo. En el siglo XVII, el tulipán desató
una fiebre similar en Holanda, en el XVIII fue la alocada compra de acciones
y posterior colapso de la South Sea Company en Londres, en el XIX un invento
que estaba revolucionando la vida humana el ferrocarril que
experimentó vertiginosas caídas en su cotización
en Sudamérica y otras partes del mundo. En la historia de
la humanidad hay muchas tecnologías que prometieron cambios radicales
que no ocurrieron. Algo similar pasó con la radio CB en Estados
Unidos y Canadá en los 80. Se pensó que cambiaría
todo porque permitía a gente que se conocía o no comunicarse
por radio y oír las conversaciones de otros. Ahora lo usan los
camioneros. Nadie más, señaló a Página/12
Sally Wyatt, investigadora de Virtual Society? (ver aparte.)
Hoy la imagen del ciber-neurótico fijado enfermizamente a la red,
que tanto dio que hablar sobre una insoluble dicotomía entre la
red y la interacción social, parece una de las tantas febriles
hipérboles que suelen circular por los medios. Según una
investigación de la consultora especializada norteamericana Cyberdialogue,
unas 28 millones de personas en Estados Unidos pertenecen a la categoría
de ex usuarios. En Gran Bretaña, algunos especialistas
calculan que unos dos millones de personas podrían caer bajo esa
clasificación. Ni siquiera entre los conectados a la red se debe
sospechar la presencia de una red de fanáticos cibernéticos.
Un sondeo reciente halló que el 26 por ciento de los usuarios no
se había conectado a Internet durante la semana previa a la encuesta
y que un adicional 20 por ciento sólo lo había hecho una
o dos veces. En palabras de Steve Woolgar, mucha gente encontró
que la vida fuera de Internet, en el mundo real, es más divertida
que en la red.
Al igual que otras revoluciones tecnológicas, Internet surgió
como una nueva verdad revelada que los iniciados en sus misterios propagaban
con fervor evangélico. Al principio parecía que todo
terminaría haciéndose por Internet. Se leería por
Internet, se verían películas por Internet, se comerciaría
por Internet, señaló al matutino británico
The Guardian el escritor norteamericano Jon Katz. Las primeras señales
de alarma provinieron de una investigación que hicieron en 1995
sobre la red dos académicos norteamericanos James Katz y Philip
Aspden. Por cuestiones puramente prácticas y metodológicas,
Katz y Aspen decidieron incluir la categoría de ex usuario,
pensando que el cuestionario sería así más claro
y exhaustivo. Para su enorme sorpresa, los escrupulosos académicos
hallaron que un 8 por ciento de los consultados habían ingresado
al mundo del ciberespacio y después de contemplarlo habían
decidido que no valía la pena.
Los investigadores de Virtual Society? aventuran varias razones para este
fenómeno:
económicas: costo
de la línea, de los proveedores, del hardware.
prácticas: no
simplifica la vida como se pensaba. Por ejemplo, no sustituye actividades
cotidianas como ir al supermercado.
los adolescentes muestran la
misma inconstancia en su amor al Internet que en su entusiasmo por otras
actividades.
No es tan divertido o novedoso
como al principio.
¿Están entonces contados los días de Internet? Según
Jon Katz, lo que empieza a haber es un reacomodamiento. Estamos
finalmente entendiendo que Internet es bueno para unas cosas y no tanto
para otras, señaló Jon Katz. Internet mismo no es
una entidad estática. Las compañías de telecomunicaciones
están trabajando en el tendido de miles de kilómetros de
cables de fibra óptica para dar paso a una nueva tecnología
que, según sus adalides, volverá un producto prehistórico
a la red de los 90. Mucho antes de que haya terminado la presente
era, tecnoevangelistas como George Gilder, autor de Telescom,
están proclamando una nueva revolución copernicana. Estamos
entrando en una nueva era para las computadoras. No será Windows
sino Doors. Esto trascenderá la compartimentación actual.
Tendremos una computadora que será también teléfono
celular digital, que abrirá la puerta, el garage, o pondrá
canciones de Jim Morrison, aseguran ahora los tecnoevangelistas.
En Argentina sigue
el alza
En Latinoamérica, Internet sigue ganando adeptos. Un reciente
estudio especial de la Unidad de Inteligencia del The Economist
sobre el uso de Internet en la región, predice un extraordinario
incremento de la cantidad de usuarios en los próximos años.
Según el informe, América latina, que pasó
de un millón y medio de usuarios en 1995 a casi 18 millones
en 1999, tendrá en 2005 162 millones de personas conectadas
a la red. Argentina es uno de los países que tiene un crecimiento
más espectacular. En 1995 había 52 mil usuarios. Cuatro
años más tarde la cifra rozaba el millón y
medio y el año pasado saltó a casi 3 millones. Las
predicciones del Economist Intelligence Unit es que
el país tendrá más de 10 millones en el 2003
y alrededor de 18 millones en el 2005.
El informe también elaboró una tabla de posiciones
a nivel mundial sobre el grado de preparación de distintos
países para el comercio electrónico (e-business).
En una lista encabezada por Estados Unidos, Chile era el primer
país de Latinoamérica en el puesto 22, seguido por
Argentina en el 26, México en el 33 y Brasil en el 34. En
cuanto a la región en su conjunto, el Economist Intelligence
Unit plantea ventajas y obstáculos para el crecimiento
de la red. El bajo ingreso per cápita que deja a muchos
hogares sin acceso a la red, la falta de inversión en telecomunicaciones
y el bajo nivel educativo son algunos de los problemas que no deberían
ocultar las oportunidades existentes. Latinoamérica tiene
500 millones de personas, divididas por sólo una barrera
lingüística. El mercado es joven y está creciendo
aceleradamente. Y, además, finalmente se está dando
un importante crecimiento en la inversión en telecomunicaciones,
dice el informe.
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UNA
INVESTIGADORA OPINA SOBRE EL FUTURO DE LA RED
Será complementaria, no exclusiva
Por
M.J.
Cuando empecé
mi investigación a fines de 1999, yo creía, aunque con cierto
escepticismo, la retórica dominante de la prensa y el mundo político
que entronizaba a Internet como la revolución inevitable que pronto
se extendería a todos los hogares y rincones de la sociedad confiesa
Sally Wyatt, una de las investigadoras de Virtual Society?. Una
de las cosas que más me sorprendió es que los adolescentes
constituyeran un grupo importante de los ex usuarios. Esto, por razones
obvias, tiene un serio impacto en el futuro. Creo que en el caso de los
jóvenes lo que pasó es que, a medida que Internet se comercializó
y se hizo más barato y fácil, se volvió menos alternativo
e interesante.
¿No ha habido, sin embargo, una minirrevolución con
Internet, que si bien no ha cambiado toda nuestra vida, sí la ha
modificado?
Ha cambiado cosas pero mucho menos de lo que se pensaba. Hay siempre
un riesgo para los que usamos bastante la red, como académicos
y periodistas, de terminar creyendo que el resto del mundo se conecta
con la misma frecuencia. Por el momento toda la evidencia sobre el comercio
por Internet es que se trata de algo muy limitado. Resulta útil
para algunos sectores específicos, como por ejemplo gente mayor
con problemas de movilidad, pero no produjo la explosión que se
pensaba y, de hecho, nadie está ganando dinero con eso. En el campo
de la educación, donde hubo grandes promesas de cómo revolucionaría
el aprendizaje, también ha resultado un cambio mucho más
gradual y limitado.
Sin embargo, la gente usa la red para todo tipo de cosas. Desde
el consumo de pornografía hasta la adquisición de productos
y de personas, como demostró la venta de unas bebas estadounidenses
a una pareja inglesa por la red, que se conoció esta semana.
El año pasado había una gran expectativa con todas
las compañías puntocom y hemos visto lo que pasó
en los mercados financieros. Ahora bien, lo que pasó en los mercados
no es un indicador necesariamente válido sobre lo que pasa en el
mundo real. Los ferrocarriles también estuvieron sobrevaluados
en el XIX y sobrevivieron porque son últiles. Una de las cosas
que más estimuló el crecimiento de Internet es el e-mail.
Otra cosa interesante que hay es que se ve una gran interacción
entre Internet y la compra tradicional.
¿Cómo ve entonces el futuro del Internet?
Se integrará como una cosa más a la que tenemos acceso
pero no desplazará al resto. Será complementaria. No exclusiva.
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