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�Me fui de la Argentina porque en
el boxeo ya no quedan valores�

 Amílcar Brusa, el mejor entrenador argentino de la historia, explica 
las razones por las cuales decidió volver a radicarse en el exterior. Existe una posibilidad de que pueda trabajar con Oscar de la Hoya.
 
Brusa: �En la Argentina les falta profesionalismo a los boxeadores�.

 Por Daniel Guiñazu

La voz suena firme del otro lado del teléfono. A pesar de los 78 años y del vuelo inacabable (22 horas) que lo llevó a su nuevo destino californiano. Amílcar Brusa está instalado desde el jueves en su hogar, un luminoso departamento en Pomona, cerca de Los Angeles. Y atiende el llamado de Líbero con una mezcla de alegría por el desafío que a partir de hoy emprende en el corazón del boxeo del mundo y de decepción por toda la historia que dejó atrás aquí.
�Me fui porque sentí que estaba perdiendo el tiempo �dice el más importante entrenador argentino de la historia�. Allá no hay promoción, no hay trabajo, no hay actividad, parece que todo empieza y termina con Boca y River, y me terminé de convencer cuando en octubre viajé a la convención del Consejo Mundial. Allá me encontré con mucha gente que hacía tiempo que no veía y me di cuenta de que estaba perdiendo cartel y prestigio y que últimamente estaba haciendo muy poco. Me ofrecieron volver a Colombia, pero no quise porque está muy peligroso. Al final decidí aceptar un ofrecimiento de mi amigo Rafael Mendoza (promotor y manager mexicano) para que le entrene a unos boxeadores suyos, levanté campamento y me vine para Los Angeles.�
No es la primera vez que Brusa decide hacer las valijas. En 1976 se peleó con Tito Lectoure porque el zar del Luna Park quiso entrometérsele en la preparación de Monzón y debió marcharse porque a sus pupilos nadie quería programarlos. Peregrinó por Colombia, Miami y Los Angeles, y le fue tan bien que consagró diez campeones del mundo, hasta que, en 1995, el presidente de la FAB, Osvaldo Bisbal, lo convocó para que dirigiera el gimnasio. Regresó con la idea de quedarse. Pero la chatura y la ingratitud generalizadas lo convencieron de que era un extranjero en su tierra y de que no tenía otro destino que el exilio. El año pasado le anticipó a Líbero que pensaba volver a irse del país. La semana pasada lo concretó. De todas formas, Brusa no se puede quejar de su suerte. Puede llegar a tener otro campeón del mundo, el excepcional azteca Ricardo �Finito� López, campeón minimosca de la FIB. Pero el podio podría completarse con una alhaja: nada menos que Oscar de la Hoya. Brusa admite los contactos.
�Conmigo hablaron su padre Joel y el que hasta ahora era su entrenador, Roberto Alcázar, pero todo fue muy a la ligera. No hablamos de cifras porque en la próxima pelea a De la Hoya lo va a atender Floyd Mayweather sr., pero quedamos en contacto porque algo quieren hacer, más ahora que saben que estoy viviendo aquí. Quizás quieran tenerme como hombre de consulta, quizás quieran que trabaje con él en el gimnasio o que lo atienda el día de la pelea, no sé, espero ofertas, no me quiero hacer ilusiones.�
La charla se extiende, pendula entre el pasado, el presente y el futuro. Hasta que llega a un punto que él no quiere tocar: el boxeo argentino, hoy, aquí y ahora.
�Mire, jefe �dice como tomando impulso�, soy muy pesimista porque creo que no hay valores, y los que había se han ido perdiendo. La programación de la FAB ha sido muy pobre en los últimos años y abundan los boxeadores sin futuro. Mire, yo le estaré eternamente agradecido al presidente Bisbal por lo que hizo en estos años. Agrandó el gimnasio y el estadio, le dio un gran impulso al amateurismo, pero fue insuficiente. Hubo una lucha intestina con la Comisión Municipal de Boxeo por la designación de los árbitros y los jurados y, ¿quiénes la pagaron? Los boxeadores que estuvieron dos años sin poder pelear en la Capital. Antes, un boxeador ganaba un título argentino y con la bolsa se compraba la casa o un auto. ¿Sabe cuánto cobró un pupilo mío, (Héctor Ricardo) Sotelo, cuando ganó el título de los mediopesados? Mil quinientos pesos. Yo no le cobré mi porcentaje. Así no dan ganas de seguir.�
�En su decisión de irse de la Argentina, ¿pudieron haber influido los problemas que tuvo con Pablo Chacón y la Hiena Barrios? 
�Nunca me gustó hablar mal de aquellos boxeadores a los que apoyé. Pero le voy a decir una cosa: Chacón no puede pretender ganar un título del mundo tirando nada más que 20 golpes por round. Hoy en día, si usted no tira más de 100 por round, ni suba al ring. Y Barrios es un loquito que hace todo al revés. Se pasa todo el tiempo paveando, pensando en salir en la televisión y tiene un entorno pernicioso, un amigo es peor que el otro.
�¿Va a seguir ligado de alguna manera al boxeo argentino?
�Voy a tratar de abrirles el paso a aquellos que se lo merezcan, que tengan conducta profesional. Para llegar a ser alguien en el boxeo mundial hay que trabajar cada día más y no sé cuántos quieren sacrificarse. Lo voy a seguir diciendo: en la Argentina les falta profesionalismo a los boxeadores y también a los entrenadores. Hay colegas míos que creen que lo saben todo y no saben nada porque están detenidos en el tiempo. Piensan que basta con dar un par de gritos en el rincón, alcanzarles el agua y secarles la transpiración a los boxeadores para cobrar el porcentaje y eso no alcanza, por eso no me extraña que los boxeadores argentinos vayan de punto cada vez que salen del país. Ojalá me equivoque, pero no vamos a salir fácil de esta situación.
Palabra de Amílcar Brusa. Desde hoy, atiende en Los Angeles.

 

 

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