Por
Eduardo Tagliaferro --¿Cómo
caracterizaría al actual escenario político?
--Estamos frente a una mera continuidad, acentuada por cierto, por
un proceso que se viene dando desde el proceso militar. Allí comienza el
neoliberalismo feroz, no solamente en la Argentina, sino en toda Latinoamérica.
Se olvida que todo el sistema neoliberal está asentado sobre el terror y
la muerte. Al terror anterior se le suma ahora la muerte que aparece como
naturalizada, como un efecto de las condiciones naturales del juego de la
economía, pero que en última instancia son muertes que dependen de la
voluntad humana. ¿Sobre qué se apoya esta voluntad humana? Sobre la
amenaza de muerte, amenaza callada. El terror no permite al ser humano
adquirir conciencia de sí mismo, el terror enmudece, aterra y en ese
sentido el nivel de la percepción de la realidad está adecuado al miedo
que produce ver y decir cosas que no son toleradas por el poder. Un fenómeno
mundial, por cierto, pero acentuado en la Argentina. En la Argentina es
donde con mayor crudeza se vivieron la voracidad capitalista y la
destrucción.
--¿Por qué en este país el neoliberalismo tomó un formato más
despiadado?
--Nuestra derecha es muy visceral. Es una derecha que no tiene
siquiera las condiciones
elementales que habitualmente tienen otros capitalistas:
la noción de patria, ese valor tradicional en la derecha. Valor
que ha desaparecido completamente. A través del capital se ha
volatilizado la relación material y terrenal con la realidad. Se ha
vaporizado. Es un país despiadado éste, desde siempre. Tal vez se
explique porque hemos sido un país aluvional sin un tejido humano histórico
anterior que lo sustentara. Los negros y los indios han sido completamente
destruidos y aniquilados, mientras que otros países tienen todavía
cierto arraigo en lo más elemental de una cultura anterior y, aunque
dominados, siguen empujando. Así sucede con Chiapas en México, en
Nicaragua, en Guatemala, en Bolivia mismo. Una raíz cultural que a pesar
de todo resiste.
--Contradictoriamente, el nacionalismo como valor fue impulsado
por sectores sociales dominantes, pero quienes lo revalidan son los
dominados, los perjudicados por esa idea de Nación.
--El concepto de Nación, el concepto de Patria, ha sido denegado
por la izquierda, por considerarlo parte de los valores de la derecha.
Cuando hay una concepción de Patria, de Nación, que es profundamente
materialista. No existe una apertura a un espacio de globalización,
aunque éste sea superador de la realidad actual, si no se parte de la
recuperación del campo nacional. El campo nacional es el que determina el
sentido de institución en lo internacional, no hay internacionalismo sin
previa recuperación de lo nacional como punto de partida. La derecha ha
despojado al pueblo del suelo terrenal que le es propio y trastrueca el
concepto de nación basándolo sobre valores espirituales. Es decir, el
nacionalismo establece una especie de comunismo abstracto, todos somos
argentinos sí, pero para ir a morir a las Malvinas. Pero cuando se trata
de ser argentinos porque define un campo geográfico, el campo de la
tierra, ahí no sos argentino, sos un paria, porque ellos se han apoderado
de toda la tierra y por eso pueden entregar el petróleo, entregar las
yacimientos mineros. El concepto de soberanía señala la inserción de lo
individual, porque cada uno
es soberano respecto de su
propio cuerpo, dentro de un campo material: el cuerpo colectivo, que es el
de la tierra patria, que es el que da sentido a toda individualidad, por
esto se explica el carácter abstracto que tiene la política entre
nosotros, es decir está
puesta sobre fondo de un formalismo puramente democrático: sin noción de
tierra, sin noción de Patria, sin noción de Nación.
--¿Cómo puede explicarse el sentimiento de abatimiento que
muestra la sociedad?
--Si el terror está presente como fundamento de tu propio cuerpo,
si el terror, a su vez, disolvió todas las relaciones sociales, la muerte
es la amenaza que está siempre presente. Porque la impunidad es el
fundamento jurídico del país. Hay gente que tiene el poder de dar muerte
a los otros y hay quienes ocupan el lugar de los que la reciben sin que la
Justicia pueda castigar esta disparidad. En una sociedad donde el derecho
a dar muerte permanece impune, todo el fundamento jurídico humano de las
relaciones sociales ha desaparecido. La norma elemental es eminentemente
el derecho al reconocimiento a la vida del otro. No puede ser destruida
sin que aparezca necesariamente la sanción. De ella derivan todas las
otras sanciones, entre ellas las de la propiedad. El derecho a la vida es
el derecho fundamental. A partir de allí vale preguntarse, por qué
reciben impunemente la muerte a través de lo económico los 50 chicos que
se mueren por día, los viejos, la gente enferma, los desnutridos, en síntesis
todos los marginados. --¿Por qué la reciben
pasivamente?
--El terror subsiste de otro modo. Donde impera el terror todos los
valores están dados vuelta, además en este país la gente no puede tomar
conciencia de la realidad porque justamente tiene el efecto del terror
dentro de sí. --En este esquema, ¿los golpes económicos como la
hiperinflación serían la búsqueda de un fuerte disciplinador social?
--La hiperinflación fue otro pico de terror. Con la estabilidad,
con lo que se llama la convertibilidad, (Domingo) Cavallo aparece
recuperando a la moneda como una contención. La moneda tiene en este caso
un carácter metafísico, impidió la caída en el vacío, caída que la
gente temía. Se agarró de lo económico, se le tendió una especie de
trampa ya que esa estabilidad sigue destruyendo todo, a ellos también.
Entonces la gente se sintió contenta por qué: viniendo del abismo y del
terror, la estabilidad resonaba metafísicamente, psíquicamente de frente
al desvanecerse de la vida, como una especie de tierra firme, pero tierra
firme era la de ellos, no la nuestra, tierra firme era la moneda de ellos,
no la nuestra.
--¿Por qué los políticos no tienen el temor de perder el
espacio que la sociedad les da para que los represente?
--Porque no tienen el poder, saben que las opciones que tiene la
gente es de ir votando a unos y otros para que se sucedan. Es decir los
radicales pueden temer perder el poder en manos de los peronistas que
quieren conservarlo, pero en última instancia son los mismos de siempre,
el ala buena y el ala mala de todo esto. Pero no hay opción, no hay
ninguna opción. Y la izquierda no existe en este país porque también ha
sido destruida, no hablo de la izquierda que está disuelta, separada, sin
ninguna unidad, con lenguaje antiguo, sin comprender realmente lo que
sucede, sin entender a la gente, sin entender el miedo de la gente,
suscitando la idea de una revolución que no fueron capaces de defender
cuando tuvo que realizarse, porque muchos de ellos estaban opuestos a
algunos proyectos de cambio, aunque ahora aparezcan impulsándolos. Esta
izquierda no es la que tiene toda la culpa tampoco, porque en este país
la gente está vacunada no contra la izquierda, está vacunada contra la
zurda. La zurda es el nombre que tiene la izquierda para la gente
aterrada. El gobierno militar preparó la vacuna para toda transformación
humana. --Una vez vacunados, ¿sólo queda pensar que no hay cambios
posibles y que todo tiempo pasado fue mejor?
--Nunca hubo un poder tan bien organizado, voraz y despótico como
el que está apareciendo ahora a través de lo que llama el imperio o el
poder de capital. Nunca hubo tantos instrumentos de destrucción, tanto
control, tanta sujeción de la subjetividad, tanta modificación. Te
divide la cabeza, no podés imaginar siquiera, porque el imaginario viene
de afuera y se mete en vos. Y el movimiento interno de imaginación y
pensamiento te lo interrumpen a cada rato pasándote. Todo está, en
alguna medida, organizado de una manera siniestra. Todos los niveles de la
relación del poder con la realidad están organizados técnica y tecnológicamente.
Este sistema está hecho para destruir la subjetividad de la gente,
impedir el pensamiento, impedir el afecto. Y por eso la superficialidad.
--¿En qué están ocupados los intelectuales argentinos?
--Cuando la gente no hace, la teoría no piensa. Cuando la gente no
se mueve, la filosofía no se piensa. Los intelectuales pueden esbozar líneas
de orientación, pero con eso no basta. Si la gente no comienza a resistir
y a sentir que la están destruyendo, no se va a poder hacer nada. Para
poder hablar tenés que poder expresar aquello que la gente pueda
escuchar. Y ¿dónde escucha la gente?, los intelectuales estamos
completamente borrados. En la universidad si se critica mucho te echan o
te marginan completamente. En los colegios primarios los chicos no saben
nada de la historia reciente del país. Las maestras que, con toda razón,
piden aumento de sueldo, ¿no son ellas también las mediadoras entre lo
que el terror ocultó y el hecho de que los chicos no sepan lo que pasó
en el país? ¿Y el colegio secundario qué es? Todos los niveles de la
realidad son funcionales con el terror. Todas las instituciones están al
servicio del capital, desde el jardín de infantes hasta la universidad.
--¿Cómo en este contexto de un mundo tan global explica su
apelación al nacionalismo?
--Sí, pero yo no estoy hablando de nacionalismo, estoy recuperando
el concepto de Nación. El nacionalismo como concepción de derecha es el
cierre en lo propio como diferente de todo lo demás y como lo único
valioso. No podríamos confundir nacionalismo, que es una concepción de
derecha, con la concepción de Nación en tanto territorio material que
pertenece a la colectividad de los hombres que habitan el país. Por algo
se define el país por el territorio; si es el territorio y la geografía
lo que definen un país, quiere decir que hay una base material común
para todos los hombres que viven allí. Esa es la concepción de soberanía.
La soberanía son los cuerpos que reivindican la materialidad sobre la
cual se apoya la vida. A vos te conceden el ser argentino con la libreta
de enrolamiento, como definición puramente formal. Pero como prolongación
de tu cuerpo en la materialidad de la tierra que te define como argentino
por tu pertenencia a ella, ahí no existís. Ahí tenés que salir a la
ruta a que te den de comer. Es una concepción completamente distinta de
la que la izquierda no se hizo cargo. Y tal vez porque pensó en los
valores de Patria y de Nación con las categorías que venían dadas por
la derecha. Esa es la gran trampa, la idea de Nación en la Argentina que
aparece con la guerra de Malvinas es nacionalismo, no es Nación. Porque
Nación sería: frente al poder militar que está vendiendo todo y
sojuzgando todo y matando a la gente, recuperemos la soberanía de los
cuerpos, la plata del país sobre fondo del territorio que tenemos. Sin
embargo, fueron a poner la soberanía en las islas y mandaron a morir a la
gente. La propia gente, los propios argentinos hicieron lo que los
militares hacían con los desaparecidos: mandaron a sus propios hijos a
morir. Es nacionalismo puesto en lo simbólico, no es la materialidad real
de la patria, del país, definidos por los límites geográficos que nos
han expropiado. Privatizar
una empresa nacional era de alguna manera quitarnos soberanía. Menem
despojó la soberanía argentina, destruyó la soberanía.
--Ya sin soberanía, la falta de trabajo es prácticamente la
negación de la existencia.
--La concepción de la economía que hoy circula entre la gente es
muy distinta de la que se tenía hace un tiempo, antes del '76 por decirlo
así. En Europa y en América también todavía se pensaba que pedir
trabajo era una forma invertida de las relaciones humanas, porque en
realidad ¿cómo vas a pedir trabajo si el trabajo es uno de los
fundamentos de la vida? Lo que sucede es que el capitalista se apropió de
las condiciones de producción y te obliga, para poder vivir, a pedirle
trabajo. Esto era una concepción que hacía que cierta gente de la clase
obrera sintiera que esta "relación", para hablar en términos
antiguos, era una relación de alienación. Ahora el trabajo es una
imploración, le imploro al otro y para dar trabajo está Repsol. Entonces
ellos nos dan trabajo, ya no se trata siquiera de la riqueza fundamental
que nos están expropiando, de la riqueza que pertenece a todos,
simplemente eso. Ahora dar
trabajo es lo que habilita, dentro de esta concepción económica, a hacer
que la gente se rinda y entregue todo su campo material de vida,
que es lo fundamental.
--¿Cómo explica que economistas del dogma neoliberal, como
Juan José Llach, Domingo Cavallo o Miguel Angel Broda hoy se muestren
preocupados por un tema netamente social como la educación pública?
--El desarrollo de la tecnología sabiamente lleva a que la gente
tenga por lo mínimo una capacidad relacional, funcional, cerebral,
inteligente. Sólo ciertos
sectores de algunas universidades privadas y de la universidad nacional
proveen la inteligencia que los dueños del capital necesitan para seguir
desarrollando sus propios intereses. Pero en lo que se refiere al grueso
de la población, estos economistas no hablan de la educación infantil en
el interior, no hablan del contenido de la educación. Simplemente hablan
de la combinatoria racional que habilita ser apéndice de los instrumentos
cibernéticos que permiten el funcionamiento de la red. Porque el
contenido del saber no pasa por ahí. El saber tiene que tener como objeto
la formación del individuo abierto al mundo, al mundo de los otros y a
una realidad en la que tiene que hacerse actor. Acá no hay ciencia porque
no la necesitan, la compran, porque vienen todos los paquetes organizados
con la implantación de los capitales que se apoderan de lo ya construido,
lo ya constituido en la Argentina. El gobierno militar fundamentalmente
destruyó para que después viniera el menemismo y en función de esta
sucesión acentuara la destrucción de YPF, la destrucción de teléfonos,
y pudieran realizar los grandes negociados que hicieron y entregar todo
esto a capital exterior. Lo que ha pasado en el país ha sido infame.
Solamente se concibe sobre el fondo, te insisto, de la entrega de la
soberanía de los cuerpos y de la tierra que el país tuvo que sufrir a
través del terror militar. El terror militar es aquello sin lo cual el
neoliberalismo no se hubiera implantado.
--¿Cuánto tiempo puede tolerar la democracia, por más formal
que sea, la violación de los mandatos electorales?
--Ahí están los límites. El capitalismo actual es producto de la
lucha de la clase obrera que lo llevó a desarrollar esta tecnología para
poder dominar las luchas obreras y sus conquistas. Se dice: el capital ha
triunfado pero a partir de la globalización del capital financiero, se
globalizará la revolución. A mí me parece que es una condición formal
para pensar la política, pero no real. Tenemos que comprender que la
capacidad de destrucción que
tiene el capital actualmente, la capacidad de producir sujetos dominados y
aterrorizados, nunca fue tan grande como ahora.
--A la clase política no se le escapa esta brecha, a su juicio
¿por qué la reproducen? ¿También son sujetos dominados, de quién?
--Son sujetos que para estar en el poder aceptan que tienen que
hacer lo que el capital financiero les manda, ya que ellos son quienes les
han concedido una cuota de poder. (Carlos) Menem no tiene poder alguno.
Menem adquirió poder en la medida en que se convirtió en el mediador de
quienes lo tenían. Entregó la soberanía de los cuerpos y del país.
Puso la soberanía en las islas (Malvinas) mientras se destruía a la
gente acá y se entregaba todo como en el gobierno militar. Menem hizo en
el campo de la política lo que el gobierno militar hizo en el campo de la
represión armada. Entregó el fundamento de la patria, el país, vendió
absolutamente todo, nos despojó del fundamento
terrenal, que son las empresas nacionales. En el caso de (Fernando)
De la Rúa todo es una apariencia, no tiene ningún poder, su figura es
inconsistente. Todos nuestros personajes políticos sólo tienen
existencia en la medida en que hacen lo que el poder les pide. Saben que
si ejercieran lo que la gente depositó en ellos corren el riesgo de
perder el poder real, porque hay que tener mucho valor para enfrentar esto
y solicitar el apoyo de la gente. Entonces nos muestran que el ejercicio
de la democracia no es posible porque si no aparece el terror. Eso es
posibilismo.
--Sin embargo, frente al modelo de individualismo creció el
sentido de la solidaridad, hay en esto cierta resistencia.
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