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�La crisis del Senado mostró la decadencia�

 El ex ministro de Justicia Ricardo Gil Lavedra sigue molesto por la forma en que tuvo que renunciar. Calificó como �lamentable� el manejo político del episodio del Senado. Dice que no quiere cargos.
El ex ministro de Justicia Ricardo Gil Lavedra dejó el cargo y se afeitó.
�La renuncia de Alvarez generó una crisis y como la Alianza es el partido de Gobierno esto le hace mal al país.� 

Por Victoria Ginzberg 

Ricardo Gil Lavedra se afeitó la barba y disfruta que sus amigos le digan que parece más joven. Después de tres meses fuera del círculo íntimo del poder se lo ve de buen humor, pero por momentos parece no haber terminado de digerir la forma en que fue obligado a renunciar a su puesto frente al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. El ex camarista del Juicio a las Juntas piensa seguir trabajando para reformar el sistema judicial y espera que el Consejo de la Magistratura "extreme el celo" para resolver las situaciones de los jueces cuestionados. Dice "no creo" cuando se le pregunta si aceptaría un cargo legislativo pero confía en que en las próximas elecciones el pueblo vote "por un cambio" en el Senado. Cuando quiere, rehuye las definiciones contundentes, pero deja la moderación

al hablar de las supuestas coimas del Senado. "El manejo político de todo el episodio ha sido lamentable", asegura respecto de la crisis que, como consecuencia indirecta e inesperada, provocó su alejamiento del Gobierno.

  --¿Volvió a hablar con el Presidente luego de su renuncia?

  --Sí. Volvía a hablar con él. Lo he visto dos o tres veces.

  --¿Y en qué términos?

  --En términos cordiales. Yo conozco al Presidente desde hace muchos años y somos amigos.

  --¿Volvieron a hablar de su salida del Gobierno? En su momento usted manifestó estar sorprendido y tener bronca por la forma en que se le pidió que se fuera.

  --Lo conversamos y quedó claro, por lo menos en los términos que pueden serlo.

  --Estamos en un año electoral. ¿Aceptaría un cargo legislativo?

  --No. No creo. Yo no vivo de la política. No necesito cargos sustitutos. Por eso no quiero premio consuelo. Quienes hacen de la política su profesión y en muchos casos también su medio de vida, siempre están buscando de qué manera seguir enganchados. No es mi caso. Quizás no debería haber aceptado el cargo que me ofrecieron en su momento.

  --¿Se arrepiente de haber aceptado?

  --Quizás no es arrepentido la palabra, pero si fue malo que el cargo haya sido por un lapso tan corto. Uno no puede desarrollar las cosas que tiene pensadas y el sacrificio es muy importante porque no se puede estar saltando de la actividad profesional a la oficial de un momento a otro. 

  --¿Qué instrucciones le daba el Presidente para su área?

  --No había indicaciones puntuales. Yo venía hablando desde la campaña electoral de los grandes lineamientos. Por supuesto los grandes trazos de las políticas los conversé con él. 

  --¿Cómo fue su relación con la Corte Suprema?

  --Creo que inauguramos una suerte de relación institucional respetuosa de su independencia y a la vez de intensa cooperación. Los jueces tuvieron la oportunidad única de tratar con un gobierno que no los había elegido y con el que podían ser independientes, porque no iba a hacer maniobras raras que alteraran el curso de sus decisiones.

  --¿Alguna vez un funcionario le sugirió que, en casos importantes para el Gobierno, se hablara extraoficialmente con algún ministro de la Corte?

  --Los jueces no necesitan que les digan qué casos son importantes para el Gobierno, eso es público. No veo mal que los jueces puedan hablar con funcionarios del gobierno que les manifiesten sus preocupaciones, como no veo mal que reciban a las partes. La independencia la tiene cada juez dentro de sí, no se pierde por escuchar las preocupaciones del gobierno. En ese sentido las relaciones con la Corte han sido muy buenas. Sobre todo ha sido muy buena la preocupación compartida de acometer la reforma del sistema judicial, que es una deuda pendiente. Tenemos una Justicia cara, muy ineficiente, costosa y que llega poco a la ciudadanía. 

  --¿El Consejo de la Magistratura es lento?

  --El Consejo de la Magistratura tiene que extremar el celo para poder sanear los pocos casos que contaminan el resto del poder judicial. Es intolerable que haya jueces que se hayan enriquecido en el desempeño de su cargo. Tengo esperanza y reclamo, junto con toda la ciudadanía, de que el Consejo de la Magistratura cumpla con la tarea que la Constitución le encomendó. Tiene que actuar con celeridad, quizás con mayor celeridad.

  --Usted se tuvo que ir en el medio de la crisis del Senado, ¿cómo vio la "resolución" de este tema? 

  --Yo no tuve nada que ver con lo del Senado (se ríe).

  --Pero su alejamiento fue consecuencia del reacomodamiento del Gabinete causado por ese acontecimiento.

  --El episodio del Senado me parece un hito, es la exteriorización de algo que está en el ambiente desde hace mucho tiempo. Mienten aquellos políticos y periodistas que dicen que se desayunaron con que se cobraba por las leyes cuando se suscitó este episodio. Eso marca la decadencia terminal: cuando los legisladores cobran por sacar leyes pierde todo sentido el régimen de la democracia representativa. Es una burla, una parodia. La finalización de este episodio lo tiene que dar la ciudadanía y el momento de demostrarlo es cuando se renueve el Senado. Es importante que el pueblo vote un cambio, que vote la terminación de esas prácticas.

   --¿Le sorprendió que el juez Carlos Liporaci haya dictado la falta de mérito de todos los senadores involucrados?

   --Sí. Me pareció una investigación muy lenta y me llamó la atención que se tomara esa medida después de que el propio juez había manifestado que tenía indicios graves para llamar a indagatorias a los senadores y se habían exteriorizado públicamente las confesiones de algunos de ellos. Estos casos no hacen más que socavar la creencia de la gente. 

  --Para usted, ¿hubo coimas?

  --No lo sé. Más del 90 por ciento de la gente piensa que la hubo y yo pertenezco a toda la población.

  --Usted vivió la crisis desde adentro del Gobierno.

  --Es cierto y lo que debo decir es que cuando se desató la crisis el Presidente ordenó que los integrantes del Gobierno se sometieran a todos los controles administrativos y judiciales. 

  --Esa actitud se contradijo con el respaldo a los funcionarios sospechados.

  --Eso tiene más que ver con decisiones de índole política. Sinceramente no había indicios concretos que (Fernando) De Santibañes y (Alberto) Flamarique hubieran intervenido en este tema. Pero me parece que el manejo político del episodio ha sido lamentable, por parte de todos los actores involucrados.

  --¿Qué opina de la renuncia de Chacho Alvarez?

  --Respeto mucho su estado de ánimo porque me consta cuál fue la lucha que quiso librar. Quizás pudo no haberse sentido acompañado. Pero esto desencadenó una crisis política interna en la Alianza muy importante y como la Alianza es el partido de Gobierno esto le hace mal al país. 

  --¿Como evaluó la resolución del tema Tablada?

  --No es simple. Esa gente era muy joven cuando cometió el hecho, pero lo que hizo fue terrible. Creo que tienen derecho a la revisión de su sentencia por un tribunal superior. Muchos integrantes de la Alianza batallaron en contra de la solución legislativa. El senador (José María) García Arecha militó abiertamente contra la sanción de la ley. Tampoco entiendo cómo el tema no se pudo resolver judicialmente. Cerradas las etapas legislativa y judicial, el Presidente trató de solucionarlo como pudo. Si el Gobierno hubiera tomado una decisión política más enfática en su momento no se hubiera llegado a eso. La sanción de la ley, que la Argentina debe, hubiera sido una salida más limpia.

  --¿La Oficina Anticorrupción funcionaría mejor con una mayor autonomía?

  --La Oficina nació por defecto de un órgano que tiene la misma competencia, la Fiscalía de Investigaciones Administrativas. Si este órgano funcionara. la OA perdería gran parte de su sentido, como órgano de investigación, no en lo que se refiere a políticas de transparencia y de prevención. Que haya dos organismos con la misma competencia no es algo bueno y en el futuro va a haber que discutir esto.

  --¿Sigue estando en desacuerdo con que los militares argentinos acusados de crímenes contra la humanidad sean extraditados?

  --Argentina no puede extraditarlos porque no puede declinar la validez de su orden jurídico. Esto no quiere decir que yo no esté de acuerdo con que los crímenes de lesa humanidad sean horrendas y deben ser castigados, pero el único camino es el Tribunal Penal Internacional. Sí es una obligación del Estado colaborar para establecer la verdad de lo ocurrido. El derecho a la verdad es política del Gobierno, como también lo es la defensa de la legislación argentina en el caso de los juicios en el exterior y el no interferir en las detenciones en el exterior de ciudadanos argentinos acusados de estos crímenes.

  --¿Qué pasaría si un juez dictara la inconstitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final?

  --Tendrán que decidirlo los jueces.

 

 

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