Por Roberto Garrone
La espera valió la pena. Esa sensación transmitieron las más de trescientos cincuenta personas que colmaron el martes pasado el TeatroBar La Subasta con la ovación cerrada que acompañó la primera función de Tango Revolucionario, que hoy concreta su segunda función. La propuesta dirigida por Magenia Múgica, con la actuación de Daniel Lambertini y el Grupo de danzas Arballet, debió esperar dos semanas hasta que se destrabara un conflicto con la Fundación Piazzolla: Del litigio salieron con la obra indemne, pero con otro nombre. No fue Piazzolla Revolucionario, pero sí Tango Revolucionario, una propuesta que aglutina la danza y el teatro para poner bajo la lupa la esencia de la vida y obra del bandoneonista. �El cambio de nombre no nos vino mal. Tenía miedo que el nombre en el título fuera una carga demasiado pesada para sostener en escena. El público hubiese buscado una identificación con el personaje y nuestra intención es que transmita otras cosas, fuera del estereotipo y las pequeñas cosas. Buscamos su esencia, el genio que le posibilitó transformar el tango.�
Y esa búsqueda al centro del corazón del artista, que guió al grupo desde los primeros ensayos de agosto del año pasado, llega a destino apenas las luces recortan el perfil de un Daniel Lambertini en la piel de Piazzolla. Rapado a cero, descalzo, de musculosa y pantalón negro, el gran actor marplatense saca a relucir su nutrida formación como artista integral y con un cuidado y expresivo trabajo corporal transmite un mensaje sensible, pasional y emotivo. El antecedente de la larga lista de premios obtenidos por el Grupo de Danza Arballet queda expuesto en una tarea notable. Fundado y dirigido por Múgica, Arballet está integrado por Andrea Antonino, Luciana Fortunato, Erica Huerte, Paula Martin, Stela Yelli y Florencia González. Su participación no se redujo, en este caso, a la faz interpretativa. A partir de la música de Piazzolla ��Buenos Aires hora cero�, �Adiós Nonino�, �Kicho�, �Revolucionario�, entre otros�, fueron generando cada una de las coreografías desde la improvisación. Las bailarinas por momentos son musas inspiradoras, postales de Buenos Aires, de la incomprensión y el rechazo de la sociedad, instrumentos del quinteto, en el momento más logrado del espectáculo.
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