Por Cecilia Sosa
�En Estados Unidos están creciendo y desarrollándose universidades que sólo tienen fines de lucro, en las que hasta se pueden comprar acciones. Ahora, la iniciativa de esas universidades es exportar al Tercer Mundo. Tienen mucho dinero y su política va a ser muy agresiva.� Norteamericano, doctor en Educación Superior, Philip Altbach (57) alertó en una entrevista con Página/12 sobre los peligros que implican la globalización de la educación vía Internet y el desembarco de universidades extranjeras para los países consumidores, como la Argentina. �Los estudiantes no tienen manera de conocer cuál es la naturaleza de la institución y el valor de los diplomas que se otorgan�, explicó Altbach, también profesor en la maestría de Educación Superior de la Universidad de Palermo (Unesco) y director del Centro Internacional de Educación Superior de Boston. Allí coordina una investigación sobre los últimos cambios en las prácticas docentes.
�Las condiciones de enseñanza se han deteriorado en todo el mundo por la tremenda masificación de los estudios superiores �aseguró�. Cada vez hay más alumnos, más presiones y menos dinero. Las clases están abarrotadas, los laboratorios no tienen instalaciones adecuadas y en las bibliotecas falta material.
�Si las condiciones de enseñanza se deterioraron en Europa y Estados Unidos, ¿qué queda para Latinoamérica?
�Esas tendencias se vuelven más graves. Los profesores están mucho más presionados, deben trabajar en varias universidades a la vez y dictar cursos extra. Casi no tienen tiempo para estar con los estudiantes. Pasa también en Estados Unidos, pero allá la estructura académica es más segura y los profesores pueden mantener un nivel de vida medio.
�En los últimos años, desembarcaron en Argentina muchas sedes y carreras de universidades extranjeras. ¿Qué opina?
�La globalización va desde McDonald�s hasta la educación. Es la realidad y hay que enfrentarla. El problema es para países como la Argentina, que es consumidor y no productor. La pregunta es, ¿por qué las universidades extranjeras quieren tener programas de estudios en la Argentina, Brasil, Rusia y China? Hay sólo una respuesta: ganar dinero. Algunos cursos son interesantes, otros sólo buscan el negocio. Yo sé de universidades norteamericanas que están intentando llegar a la Argentina. No las recomendaría.
�En el caso de universidades renombradas, ¿cómo saber si los cursos tienen la misma calidad que en los países de origen?
�No es fácil. La alternativa es que las universidades locales organicen sus propios cursos e inviten a especialistas extranjeros. Pero ese modelo es más caro.
�¿Y qué pasa con la oferta académica vía Internet?
�Estamos en la frontera de una revolución. Que sean cursos virtuales hace aún más complicado evaluar sus consecuencias. El vínculo es sólo a través de computadoras y los consumidores individuales, los estudiantes, no tienen manera de conocer cuál es la naturaleza de la institución, la rigurosidad de sus programas y el valor de los diplomas que otorgan. Es un tema extremadamente complejo, se vuelve casi imposible de controlar. Lo que se necesita es información y uno de los problemas de la educación virtual es la dificultad de conseguirla. Nadie lo hace.
�Para eso se supone que el país tiene a la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria. ¿Qué opina de su trabajo?
�Es bueno, pero muy limitado. Sólo tiene responsabilidad sobre los cursos argentinos, no sobre los que se dictan a distancia. Y, además, trabaja lento. Ya les advertí que en Estados Unidos están creciendo y desarrollándose universidades que sólo tienen fines de lucro, en las que hasta se pueden comprar acciones. La más grande es la dePhoenix. Es como McDonald�s: empezó en Arizona y ahora tiene sucursales en muchos estados, donde ofrece títulos en management, informática, publicidad. Ahora, la iniciativa de esas universidades es exportar al Tercer Mundo. Tienen mucho dinero y su política va a ser muy agresiva.
Sorpresa y mercado
�¿Cree que la universidad pública de Argentina debería reformularse?
�Es una pregunta controvertida para un extranjero. El sistema argentino está dominado por la universidad pública y tiene problemas. Lo sorprendente es que funcione. La universidad pública necesita ser más sensible al mercado. También sufre una crisis de financiación. Pero la tradición de la universidad pública argentina está muy arraigada y es difícil cambiarla. Es una cuestión ideológica.
�El gobierno argentino estudia aplicar un impuesto a los graduados.
�Es una buena idea. Empezó en Australia y fue exitosa. En Estados Unidos el gobierno da préstamos a los alumnos y ellos los devuelven cuando se gradúan. Pero el impuesto es mejor: permite que los que alcancen altos ingresos paguen más y los que, por ejemplo, trabajan como maestros, menos. Pero que haya funcionado en Australia no quiere decir que funcione en Argentina.
�¿No cree que el Estado debe financiar íntegramente la educación pública?
�La tendencia mundial es que el financiamiento de la educación superior sea conjunto entre Estado y alumnos. Sólo en Latinoamérica el Estado la financia totalmente. El problema es la masificación y los gobiernos no pueden o no quieren pagar los costos.
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