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REPERCUSIONES SOBRE EL NUEVO GRUPO DE TRABAJO
Por una vez, todos conformes

Funcionarios y dirigentes oficialistas coincidieron en señalar cuán positivo fue el cónclave entre el líder del radicalismo y el del Frepaso. Ambos lograron aire después del encuentro. Lo que ganó cada uno.

Alvarez y Alfonsín estuvieron reunidos tres cuartos de hora, sin fotógrafos ni testigos.

Raúl Alfonsín y Carlos “Chacho” Alvarez propusieron su “grupo de trabajo” y los problemas de comunicación de la Alianza parecen haber encontrado su solución como por arte de magia. Funcionarios del Gobierno y dirigentes de la coalición salieron a destacar lo positivo del gesto de los dos líderes partidarios que –sueñan– permitirá mostrar al oficialismo unido de cara a las elecciones de octubre. Como para que las aguas sigan tranquilas, insistieron en que en la reunión que mantuvieron ayer ni en la posterior de Alfonsín con el presidente Fernando de la Rúa se habló una palabra sobre candidaturas.
Chacho Alvarez aportó más precisiones sobre cómo quieren que funcione el grupo que diagramó junto al ex presidente en base a una idea que ya circulaba en la Rosada. Explicó que además de ellos dos lo compondrían “los tres ministros más importantes” del Poder Ejecutivo, en referencia al jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, el ministro de Economía, José Luis Machinea, y el de Interior, Federico Storani. Agregó que, una vez que se ponga en marcha, el grupo se reunirá “en cualquier momento”, cuando el Gobierno esté por adoptar “decisiones importantes”. De esta forma, los dos jefes partidarios estarán sobre aviso de los principales movimientos de la Rosada a fin de poder “debatir y discutir”.
El ex vice se preocupó en remarcar un punto que fue una de sus principales cavilaciones para aceptar integrar el grupo: que ni para adentro del Gobierno ni hacia afuera sea visto como un intento de menoscabar las atribuciones de De la Rúa. “No vamos a plantear la existencia de un doble comando y someter al Gobierno a una actitud deliberativa, porque el Gobierno tiene que ser ejecutivo y ejercer su autoridad”, aclaró Alvarez.
En el Gobierno la propuesta fue recibida con alegría y cierto alivio al ver que uno de los principales obstáculos en el camino hacia las elecciones –el mal diálogo dentro de la coalición y las dificultades para contener a Chacho– comenzó a ceder. “Fue positivo”, evaluó el secretario general de la Presidencia, Horacio Jaunarena. “Es un paso adelante”, lo calificó Storani. Y evaluó que con el grupo de trabajo se abrirá “una instancia orgánica donde puedan discutirse y aun administrarse las diferencias que pudieran existir” dentro de la coalición. En rigor, la propuesta que Storani le había elevado a De la Rúa tenía un carácter más institucional que el que el lunes inventaron Alfonsín y Alvarez. Su intención era que se llamara “comisión”, que lo integrara también el Presidente y que tuviera una mayor organicidad.
Chacho aclaró que la nueva estructura no será “excesivamente estructurada, no un ámbito que funcione una vez por semana o cada quince días, sino uno que sepamos que se puede reunir en cualquier momento”. Con todo, ayer Storani entendió que esta variante “free” pensada por los dos jefes partidarios igual “es muy importante porque esa instancia no existía por nuestra falta de experiencia en gobiernos de coalición”. Alvarez y Storani se reunirán hoy o –a más tardar– mañana.
Tampoco queda en claro cuáles serán los próximos pasos hasta la integración del grupo de trabajo. Por lo pronto, el lunes a la noche en la cena que compartieron en Olivos, De la Rúa le anticipó a Alfonsín que esta semana llamaría a Chacho para tomar un café. También para esta semana estaba prevista un encuentro en el ex vice y Storani. Es evidente que con esta conglomeración de reuniones el Gobierno quiere demostrar que los problemas de comunicación que fueron una marca de sello de la Alianza en los últimos meses quedaron atrás.
Para no introducir temas ásperos, reiteraron que el tema de las candidaturas no se tocó en ninguna reunión ni tienen apuro por tratarlo. “Obedezco a un sistema de convicciones: lo hice así cuando renuncié a la vicepresidencia y ahora no voy a ser candidato a senador”, explicó de nuevo Alvarez porque se mantiene firme en su decisión de no postularse en octubre. “En la política no hay imprescindibles, no hay candidatos naturales”, agregó.

 

La esposa está convencida

La subsecretaria de Coordinación del Gobierno porteño y esposa del ex vicepresidente Carlos “Chacho” Alvarez, Liliana Chiernajowsky, aseguró que la negativa de su marido a ser candidato a senador en la Capital “es tajante y contundente”. Según Chiernajowsky, Alvarez “es un hombre con un alto honor” y agregó “que siempre cumple con su palabra”. Destacó que su marido pretendió con su renuncia “marcar una situación que no ha variado”, e insistió en que el problema no se circunscribe al Senado “sino a un diagnóstico de cómo funcionan las instituciones republicanas y democráticas en nuestro país”. “Chacho quiso marcar un momento y su renuncia servirá históricamente para la reflexión”, aseguró.

 

Alfonsín y Chacho, dos aliados que compartieron los beneficios

Carteles anónimos disparando contra Chacho Alvarez. Aparecieron ayer en todo el centro porteño.

Por José Natanson

Cada uno ganó lo suyo. Con la reunión del lunes, Raúl Alfonsín vio cumplida su antigua idea de constituir algún ámbito de conducción de la Alianza y logró una señal que consolida la base electoral por la que se postulará a senador en octubre. Carlos “Chacho” Alvarez encontró la forma de emitir un gesto que ratifica la coalición sin comprometerse del todo con el Gobierno. Y los dos lograron transmitir la imagen de una Alianza cohesionada, requisito indispensable para pelear con chances las elecciones de octubre.
Fue la complicada perspectiva electoral que marcan las encuestas la que apuró el encuentro que los dos dirigentes mantuvieron el lunes, donde se anunció el proyecto de conformar un “grupo de trabajo” que se reunirá de manera periódica y que incluirá a un puñado de legisladores y ministros. El resultado fue aplaudido por los funcionarios del Gobierno, que lograron sumar a Chacho en un esquema más o menos cotidiano de conducción. Pero más allá de los beneficios obtenidos en la Rosada, lo cierto es que los dos protagonistas de la reunión tuvieron sus razones para hacer lo que hicieron.
Alfonsín: Su primera ganancia es la más evidente. Con la reunión, Alfonsín alcanzó un protagonismo comparable sólo al que obtiene cuando formula declaraciones sobre la deuda externa o la Convertibilidad. Si se agrega al análisis la cena que mantuvo inmediatamente después con De la Rúa, el caudillo radical logró situarse en un plano de igualdad con los dos máximos jefes de la coalición. Un rol que desarrolló con alegría en tiempos lejanos, antes de que se definiera la interna abierta de la Alianza de noviembre de 1999. En ese entonces, el jefe radical había constituido una dupla con Chacho, oficiando de nexo entre el jefe del Frepaso y De la Rúa.
Pero no fue el único beneficio. El ex presidente consiguió el okay de Alvarez para conformar un órgano de conducción de la Alianza, que ambos prefirieron denominar “grupo de trabajo”. “Alfonsín siempre creyó en la Alianza como herramienta estratégica y esto evidentemente la fortalece”, explicaban ayer sus voceros. Y recordaban que la idea de conformar este ámbito es uno de sus reclamos históricos. Es cierto: Alfonsín viene machacando con el proyecto prácticamente desde que se constituyó la coalición, e incluso intentó retomarlo sin éxito el día en que Alvarez renunció a la vicepresidencia.
Aunque sigue diciendo que aún no la tiene definida, su postulación como senador por la provincia de Buenos Aires es casi segura. En este sentido, la reunión del lunes es una señal que ratifica la vigencia de la sociedad con el Frepaso y que afianza su base electoral de cara a las elecciones. Quizá por eso, el ex presidente insiste en que su compañera de fórmula debe ser frepasista, a pesar de que en el partido de Alvarez no sobran candidatas y que algunos radicales planean coptar a algún extrapartidario.
Alvarez: Aceptó el proyecto de conformar un “grupo de trabajo” casi cuatro meses después de su renuncia a la vicepresidencia, venciendo los reparos que siempre opuso a la idea. Hasta ahora, Chacho no sólo dudaba de la conveniencia de amarrarse a un esquema institucional, por más informal que fuera. “Tampoco lo convencía la idea de sentarse a charlar cada quince días con Alfonsín. Tiene más de una diferencia, sobre todo en el terreno económico”, explicaban sus íntimos.
Al final, más por necesidad que por convicción, Alvarez terminó aprobando el proyecto de establecer un vínculo más regular –aunque jamás agendado– con el ex presidente y con la Rosada. Con la decisión, Chacho dio un paso de acercamiento al Gobierno (que estará representado en el “grupo de trabajo”) y ratificó la presencia del Frepaso a la Alianza.
Claro que la informalidad del esquema le otorga cierta libertad de movimientos. Es que, mientras que insiste en el respaldo a la gestión de De la Rúa, Chacho se ha opuesto a algunas medidas (como la reforma previsional) e insiste en que no se presentará como candidato a senador en octubre. “No quiere quedar amarrado del todo”, era la explicación que daba ayer uno de sus hombres de confianza.

 

OPINION
Por Enrique Zuleta Puceiro*

Fundamentalismo imperfecto

El ciclo vertiginoso de las novedades políticas agotó en poco más de dos semanas el globo sonda de una hipotética candidatura de Carlos “Chacho” Alvarez al Senado de la Nación. La pregunta por su destino político, una vez caída tal hipótesis, implica remontar toda una cadena de dificultades. Por un lado, dar por cierta la posibilidad de una candidatura que en realidad sólo fue sostenida por el Presidente, su ministro político y algunos medios, sin el menor eco en el principal interesado. Por otro, especular en torno de las consecuencias posibles de un hecho que jamás ocurrió ni estuvo siquiera previsto que ocurriera.
Las elecciones al Senado están, en principio, fuertemente contraindicadas para cualquier pretendiente serio a las candidaturas del 2003. El propio Alvarez acaba de afirmar que ninguno de los senadores actuales debería participar en la conformación del nuevo Senado. Aun sí, parte importante de la actual representación del justicialismo procurará encabezar las listas de sus provincias respectivas. Ello garantiza una larga crisis de credibilidad. Las elecciones no bastarán para saldar la pesada cuenta que la Cámara tiene pendiente con la sociedad.
Más bien al contrario. La contienda será durísima. El sistema mayoritario introducido por la Constitución de 1994 inducirá una fuerte polarización del electorado, en un clima muy poco favorable para todo aquel que aspire a competir por el 2003. Alvarez –como Terragno, Cavallo, Rozas, Menem o Kirchner– poco o nada pueden ganar en una campaña llena de trampas y sorpresas desagradables. Será una lucha a todo o nada con márgenes mínimos para propuestas racionales y perfilamientos personales a largo plazo.
¿Qué hará Alvarez? Seguramente lo que ya viene haciendo desde su renuncia. Invertir a medio y largo plazo en el refinamiento de una propuesta todavía muy poco clara para el electorado, construir desde la Alianza una fuerza política propia todavía inexistente. Alvarez necesita tiempo y distancia de la política para comprender mejor la lógica profunda de un país al que le gusta votar hacia la izquierda para que luego lo gobiernen hacia la derecha.
Su posición es difícil. Es la de los fundamentalismos imperfectos e inacabados que intentan sobrevivir a la crisis de las “terceras vías”. La ilusión de una Alianza capaz de trascender el pacto electoral, potente y unida en torno a verdades políticas fundamentales ha terminado. Sólo queda su dimensión puramente electoral, medida a través del criterio siempre mezquino de las listas sábana y los espacios de poder partidario, en el contexto crudo y desencantado de la Argentina post blindaje.

* Consultor. Director de Ibope OPSM S.A.

 

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