Raúl Alfonsín y Carlos Chacho Alvarez propusieron
su grupo de trabajo y los problemas de comunicación
de la Alianza parecen haber encontrado su solución como por arte
de magia. Funcionarios del Gobierno y dirigentes de la coalición
salieron a destacar lo positivo del gesto de los dos líderes partidarios
que sueñan permitirá mostrar al oficialismo
unido de cara a las elecciones de octubre. Como para que las aguas sigan
tranquilas, insistieron en que en la reunión que mantuvieron ayer
ni en la posterior de Alfonsín con el presidente Fernando de la
Rúa se habló una palabra sobre candidaturas.
Chacho Alvarez aportó más precisiones sobre cómo
quieren que funcione el grupo que diagramó junto al ex presidente
en base a una idea que ya circulaba en la Rosada. Explicó que además
de ellos dos lo compondrían los tres ministros más
importantes del Poder Ejecutivo, en referencia al jefe de Gabinete,
Chrystian Colombo, el ministro de Economía, José Luis Machinea,
y el de Interior, Federico Storani. Agregó que, una vez que se
ponga en marcha, el grupo se reunirá en cualquier momento,
cuando el Gobierno esté por adoptar decisiones importantes.
De esta forma, los dos jefes partidarios estarán sobre aviso de
los principales movimientos de la Rosada a fin de poder debatir
y discutir.
El ex vice se preocupó en remarcar un punto que fue una de sus
principales cavilaciones para aceptar integrar el grupo: que ni para adentro
del Gobierno ni hacia afuera sea visto como un intento de menoscabar las
atribuciones de De la Rúa. No vamos a plantear la existencia
de un doble comando y someter al Gobierno a una actitud deliberativa,
porque el Gobierno tiene que ser ejecutivo y ejercer su autoridad,
aclaró Alvarez.
En el Gobierno la propuesta fue recibida con alegría y cierto alivio
al ver que uno de los principales obstáculos en el camino hacia
las elecciones el mal diálogo dentro de la coalición
y las dificultades para contener a Chacho comenzó a ceder.
Fue positivo, evaluó el secretario general de la Presidencia,
Horacio Jaunarena. Es un paso adelante, lo calificó
Storani. Y evaluó que con el grupo de trabajo se abrirá
una instancia orgánica donde puedan discutirse y aun administrarse
las diferencias que pudieran existir dentro de la coalición.
En rigor, la propuesta que Storani le había elevado a De la Rúa
tenía un carácter más institucional que el que el
lunes inventaron Alfonsín y Alvarez. Su intención era que
se llamara comisión, que lo integrara también
el Presidente y que tuviera una mayor organicidad.
Chacho aclaró que la nueva estructura no será excesivamente
estructurada, no un ámbito que funcione una vez por semana o cada
quince días, sino uno que sepamos que se puede reunir en cualquier
momento. Con todo, ayer Storani entendió que esta variante
free pensada por los dos jefes partidarios igual es
muy importante porque esa instancia no existía por nuestra falta
de experiencia en gobiernos de coalición. Alvarez y Storani
se reunirán hoy o a más tardar mañana.
Tampoco queda en claro cuáles serán los próximos
pasos hasta la integración del grupo de trabajo. Por lo pronto,
el lunes a la noche en la cena que compartieron en Olivos, De la Rúa
le anticipó a Alfonsín que esta semana llamaría a
Chacho para tomar un café. También para esta semana estaba
prevista un encuentro en el ex vice y Storani. Es evidente que con esta
conglomeración de reuniones el Gobierno quiere demostrar que los
problemas de comunicación que fueron una marca de sello de la Alianza
en los últimos meses quedaron atrás.
Para no introducir temas ásperos, reiteraron que el tema de las
candidaturas no se tocó en ninguna reunión ni tienen apuro
por tratarlo. Obedezco a un sistema de convicciones: lo hice así
cuando renuncié a la vicepresidencia y ahora no voy a ser candidato
a senador, explicó de nuevo Alvarez porque se mantiene firme
en su decisión de no postularse en octubre. En la política
no hay imprescindibles, no hay candidatos naturales, agregó.
La esposa está
convencida
La subsecretaria de Coordinación del Gobierno porteño
y esposa del ex vicepresidente Carlos Chacho Alvarez,
Liliana Chiernajowsky, aseguró que la negativa de su marido
a ser candidato a senador en la Capital es tajante y contundente.
Según Chiernajowsky, Alvarez es un hombre con un alto
honor y agregó que siempre cumple con su palabra.
Destacó que su marido pretendió con su renuncia marcar
una situación que no ha variado, e insistió
en que el problema no se circunscribe al Senado sino a un
diagnóstico de cómo funcionan las instituciones republicanas
y democráticas en nuestro país. Chacho
quiso marcar un momento y su renuncia servirá históricamente
para la reflexión, aseguró.
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Alfonsín
y Chacho, dos aliados que compartieron los beneficios
Carteles
anónimos disparando contra Chacho Alvarez. Aparecieron ayer
en todo el centro porteño.
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Por José
Natanson
Cada uno ganó lo suyo.
Con la reunión del lunes, Raúl Alfonsín vio cumplida
su antigua idea de constituir algún ámbito de conducción
de la Alianza y logró una señal que consolida la base electoral
por la que se postulará a senador en octubre. Carlos Chacho
Alvarez encontró la forma de emitir un gesto que ratifica la coalición
sin comprometerse del todo con el Gobierno. Y los dos lograron transmitir
la imagen de una Alianza cohesionada, requisito indispensable para pelear
con chances las elecciones de octubre.
Fue la complicada perspectiva electoral que marcan las encuestas la que
apuró el encuentro que los dos dirigentes mantuvieron el lunes,
donde se anunció el proyecto de conformar un grupo de trabajo
que se reunirá de manera periódica y que incluirá
a un puñado de legisladores y ministros. El resultado fue aplaudido
por los funcionarios del Gobierno, que lograron sumar a Chacho en un esquema
más o menos cotidiano de conducción. Pero más allá
de los beneficios obtenidos en la Rosada, lo cierto es que los dos protagonistas
de la reunión tuvieron sus razones para hacer lo que hicieron.
Alfonsín: Su
primera ganancia es la más evidente. Con la reunión, Alfonsín
alcanzó un protagonismo comparable sólo al que obtiene cuando
formula declaraciones sobre la deuda externa o la Convertibilidad. Si
se agrega al análisis la cena que mantuvo inmediatamente después
con De la Rúa, el caudillo radical logró situarse en un
plano de igualdad con los dos máximos jefes de la coalición.
Un rol que desarrolló con alegría en tiempos lejanos, antes
de que se definiera la interna abierta de la Alianza de noviembre de 1999.
En ese entonces, el jefe radical había constituido una dupla con
Chacho, oficiando de nexo entre el jefe del Frepaso y De la Rúa.
Pero no fue el único beneficio. El ex presidente consiguió
el okay de Alvarez para conformar un órgano de conducción
de la Alianza, que ambos prefirieron denominar grupo de trabajo.
Alfonsín siempre creyó en la Alianza como herramienta
estratégica y esto evidentemente la fortalece, explicaban
ayer sus voceros. Y recordaban que la idea de conformar este ámbito
es uno de sus reclamos históricos. Es cierto: Alfonsín viene
machacando con el proyecto prácticamente desde que se constituyó
la coalición, e incluso intentó retomarlo sin éxito
el día en que Alvarez renunció a la vicepresidencia.
Aunque sigue diciendo que aún no la tiene definida, su postulación
como senador por la provincia de Buenos Aires es casi segura. En este
sentido, la reunión del lunes es una señal que ratifica
la vigencia de la sociedad con el Frepaso y que afianza su base electoral
de cara a las elecciones. Quizá por eso, el ex presidente insiste
en que su compañera de fórmula debe ser frepasista, a pesar
de que en el partido de Alvarez no sobran candidatas y que algunos radicales
planean coptar a algún extrapartidario.
Alvarez: Aceptó
el proyecto de conformar un grupo de trabajo casi cuatro meses
después de su renuncia a la vicepresidencia, venciendo los reparos
que siempre opuso a la idea. Hasta ahora, Chacho no sólo dudaba
de la conveniencia de amarrarse a un esquema institucional, por más
informal que fuera. Tampoco lo convencía la idea de sentarse
a charlar cada quince días con Alfonsín. Tiene más
de una diferencia, sobre todo en el terreno económico, explicaban
sus íntimos.
Al final, más por necesidad que por convicción, Alvarez
terminó aprobando el proyecto de establecer un vínculo más
regular aunque jamás agendado con el ex presidente
y con la Rosada. Con la decisión, Chacho dio un paso de acercamiento
al Gobierno (que estará representado en el grupo de trabajo)
y ratificó la presencia del Frepaso a la Alianza.
Claro que la informalidad del esquema le otorga cierta libertad de movimientos.
Es que, mientras que insiste en el respaldo a la gestión de De
la Rúa, Chacho se ha opuesto a algunas medidas (como la reforma
previsional) e insiste en que no se presentará como candidato a
senador en octubre. No quiere quedar amarrado del todo, era
la explicación que daba ayer uno de sus hombres de confianza.
OPINION
Por Enrique Zuleta Puceiro*
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Fundamentalismo imperfecto
El ciclo vertiginoso de las novedades políticas agotó
en poco más de dos semanas el globo sonda de una hipotética
candidatura de Carlos Chacho Alvarez al Senado de la
Nación. La pregunta por su destino político, una vez
caída tal hipótesis, implica remontar toda una cadena
de dificultades. Por un lado, dar por cierta la posibilidad de una
candidatura que en realidad sólo fue sostenida por el Presidente,
su ministro político y algunos medios, sin el menor eco en
el principal interesado. Por otro, especular en torno de las consecuencias
posibles de un hecho que jamás ocurrió ni estuvo siquiera
previsto que ocurriera.
Las elecciones al Senado están, en principio, fuertemente
contraindicadas para cualquier pretendiente serio a las candidaturas
del 2003. El propio Alvarez acaba de afirmar que ninguno de los
senadores actuales debería participar en la conformación
del nuevo Senado. Aun sí, parte importante de la actual representación
del justicialismo procurará encabezar las listas de sus provincias
respectivas. Ello garantiza una larga crisis de credibilidad. Las
elecciones no bastarán para saldar la pesada cuenta que la
Cámara tiene pendiente con la sociedad.
Más bien al contrario. La contienda será durísima.
El sistema mayoritario introducido por la Constitución de
1994 inducirá una fuerte polarización del electorado,
en un clima muy poco favorable para todo aquel que aspire a competir
por el 2003. Alvarez como Terragno, Cavallo, Rozas, Menem
o Kirchner poco o nada pueden ganar en una campaña
llena de trampas y sorpresas desagradables. Será una lucha
a todo o nada con márgenes mínimos para propuestas
racionales y perfilamientos personales a largo plazo.
¿Qué hará Alvarez? Seguramente lo que ya viene
haciendo desde su renuncia. Invertir a medio y largo plazo en el
refinamiento de una propuesta todavía muy poco clara para
el electorado, construir desde la Alianza una fuerza política
propia todavía inexistente. Alvarez necesita tiempo y distancia
de la política para comprender mejor la lógica profunda
de un país al que le gusta votar hacia la izquierda para
que luego lo gobiernen hacia la derecha.
Su posición es difícil. Es la de los fundamentalismos
imperfectos e inacabados que intentan sobrevivir a la crisis de
las terceras vías. La ilusión de una Alianza
capaz de trascender el pacto electoral, potente y unida en torno
a verdades políticas fundamentales ha terminado. Sólo
queda su dimensión puramente electoral, medida a través
del criterio siempre mezquino de las listas sábana y los
espacios de poder partidario, en el contexto crudo y desencantado
de la Argentina post blindaje.
* Consultor. Director de Ibope OPSM S.A.
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