Por Alejandra Dandan
Desde
Mar del Plata
Prohibido el uso de cámaras
de fotos y filmadoras. Esa será la única censura aceptada
con beneplácito por quienes en diez días lleguen hasta aquí
dispuestos a bañarse como el buen Dios los trajo al mundo. La veda
para mirones aficionados o profesionales sin excepciones es
el modo en que Mar del Plata se encargará de preservar el recorte
de arena preparado como playa pública naturista. En tanto, la ubicación
de la conflictiva playa nudista promovida por el Ente de Turismo (Emtur)
ha sido nuevamente modificada. Después de la difusión hecha
por este diario, la combativa oposición de los vecinos del lugar
elegido obligó al Emtur a meter otra vez las narices en la costa
y buscar nuevo destino. Ese lugar, previsto cada vez más lejos
del centro, se proyecta ahora entre los médanos, donde ni siquiera
están preparadas las bajadas públicas. Será sobre
la ruta 11, entre Chapadmalal y las Brusquitas, ese punto donde Mar del
Plata es casi Miramar, o es el exilio.
Lo escuché hace dos días en la radio, le dice
Marcela a Sonia, que le ha propuesto solearse sobre las piedras de un
espigón, hasta ahora tierra virgen de pescadores. Mientras las
dos mujeres logran desde la escollera esquivar a la turba que se pegotea
arena bajo, se preguntan sobre el nombre de esa playa brasileña
donde una estuvo así, a punto de nadar sin nada. Creo que
hasta quieren hacer una para casados y otra para solteros, dice
Marcela y se pregunta dónde deberán ir los que, como ella,
son divorciados.
Es absurda esa clasificación, no corresponde con la filosofía
del nudista, corrige urgentísimo Carlos Patrani, presidente
del Emtur, antes de que el malentendido intente convertirse en verosímil.
Es que el hermetismo del Emtur acerca de la posición definitiva
de la playa naturista ha disparado aquí miles de intrigas con distintos
matices de humores. Entre ellos, el de Germán Galinger, el guardavida
de La Redonda, la playa de la ruta 11 que hasta hace unos días
iba a ocupar el honor de convertirse en la primera playa naturista de
estas costas. Acá somos todos de trabajadores para abajo
le dijo a Página/12: si quieren hacer una playa así
que la hagan en Punta del Este.
Lo cierto es que justamente, para conquistar al segmento turístico
habituado a emigrar en busca de sitios de inmersión sin censuras,
el Emtur se empecinó en darle espacio y aguas al grupo
de ecologistas que disparó la iniciativa. Tenemos acá
44 kilómetros de playa dice Patrani, reconcentrado en cálculos,
por eso nos parece una estupidez no plantear esta propuesta por pacatería.
Con esa firmeza, el Emtur ya logró el apoyo del Ejecutivo y del
Concejo Deliberante y ahora espera, en diez días, la aprobación
definitiva del presupuesto para construir la estructura mínima
de la playa: No haremos baños químicos sino de material.
Y se tienen que hacer las bajadas al mar, que están algo cerradas.
Esas bajadas de las que habla el jefe del Emtur son los caminos que se
abrirán desde la ruta 11 hasta la costa, entre el kilómetro
28 y 38. Tenemos dos lugares posibles sigue, uno es
inmediatamente después del complejo Chapadmalal; el otro, en el
límite con Miramar. La decisión final para La Escondida,
el nombre de la playa, dependerá del consenso que logre entre los
vecinos más cercanos.
Así las cosas, las señales que indicarán sobre la
ruta el sitio de La Escondida dirán que se trata de una playa pública
naturista. La diferencia es que permite también los baños
con ropa, sigue el funcionario, preocupadísimo ahora por
encontrar el método más certero de espantar molestos paparazzi:
No se podrá sacar fotos o filmar. Estará prohibida
esa actividad para todo el mundo. Según Patrani, cualquiera
que vaya a mirar se sentirá tan tonto que a poco deberá
marcharseaburridísimo. La naturalidad dice deja
fuera de contexto a cualquier mirón.
A
la deriva en el Nahuel
La excursión
a la isla Huemul, en Bariloche, tendrá que quedar para otra oportunidad
para los 52 turistas que ayer abordaron el catamarán que los llevaba
a la isla: el barco rompió uno de sus motores, quedó a la
deriva en el medio del lago Nahuel Huapi y tuvo que ser remolcado por
un guardacosta de Prefectura.
Ayer al mediodía, la embarcación Futaleufú
realizaba su segunda excursión del día a la Isla Huemul,
pero a mitad de camino se averió uno de sus dos motores. La máquina
funcionaba, pero debido al fuerte viento era más seguro esperar
asistencia que intentar regresar.
Después de una hora de espera, llegó un barco guardacosta
que lo remolcó al punto de partida. Cuando el catamarán
llegó al puerto, los turistas reclamaron a la solitaria empleada
de la empresa que los recibió, y les devolvió el dinero
de la excursión frustrada.
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