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PINOCHET FUE INTERROGADO POR EL JUEZ, QUE DEBE DECIDIR SU FUTURO
El desaforado respondió ante la ley

El juez Juan Guzmán tiene un plazo de cinco días a partir de hoy para decidir si procesa o no a Pinochet por la Caravana de la Muerte.

El automóvil del juez
Juan Guzmán Tapia deja la residencia de Pinochet con escolta policial.

“Diga sus nombres y sus apellidos, y el apodo si lo tuviere.” El juez Juan Guzmán Tapia debe haber repetido esas instrucciones centenares de veces durante su carrera, pero ayer el destinatario fue el ex dictador y senador desaforado Augusto Pinochet Ugarte, que por primera vez se sentó formalmente en el banquillo de los acusados (aunque en su lujosa residencia del barrio santiaguino de La Dehesa) para contestar sobre su responsabilidad en el caso de 75 fusilamientos conocido como “Caravana de la Muerte”, ocurrido en 1973. La estancia del magistrado en la residencia de Pinochet se prolongó por dos horas y cuarto, aunque según el general retirado Guillermo Garín, portavoz del ex dictador, las preguntas y respuestas que efectivamente se intercambiaron habrán durado unos 15 minutos, y Pinochet habría contestado sólo 15 de las 75 preguntas que le llevó Guzmán. Ahora Guzmán deberá evaluar la salud mental de Pinochet para decidir su procesamiento, que los abogados querellantes adelantaron que reclamarán hoy mismo.
“Todo fue muy armónico, el juez y el general conversaron muy respetuosamente”, dijo Garín. Pinochet, pulcramente vestido de traje y corbata, apoyado en un bastón, saludó al juez en el salón principal de su enorme y moderna residencia de más de 500 metros cuadrados y ambos se instalaron allí en el espacio acondicionado para el trámite. Según Radio Cooperativa, el ex dictador habría reconocido “haber sabido” de los casos de desaparecidos y de lo que ocurrió durante su régimen militar (1973-90), pero sin entrar en detalles. Pinochet habría dado esta respuesta ante una pregunta específica del magistrado en el marco del interrogatorio. Una fuente judicial que tuvo acceso a la transcripción textual del interrogatorio dijo que Pinochet habría respondido que “no ordené matar a nadie” al contestar la primera pregunta. Las preguntas de Guzmán estuvieron dirigidas a establecer si, como superior jerárquico, Pinochet ordenó cometer esos delitos a algunos de sus subordinados. “No, no supe hasta mucho después”, habría dicho el ex dictador, para agregar que la responsabilidad de investigar lo que ocurría en cada zona del país no era suya sino de los jefes militares de esas regiones.
Con esta declaración indagatoria y el resultado de los exámenes médicos y psiquiátricos, Guzmán cumplió el último paso necesario para decidir el futuro procesal de Pinochet, si dicta o no un auto de procesamiento en su contra o sobresee la causa. Y las fuerzas enfrentadas se preparan para el momento de decisión. Ayer, el general Garín dijo que “el juez Guzmán pudo constatar personalmente el estado de salud, y debe haberse llevado una impresión bien clara al respecto”. Por otro lado, los abogados querellantes, que presentarán hoy su demanda en favor del arresto y el procesamiento del senador desaforado –que el magistrado tendrá un plazo de cinco días para contestar–, presentaron también ayer un escrito solicitando al juez Guzmán que investigue si hubo o no irregularidades en el informe final de los recientes exámenes mentales y psiquiátricos practicados a Pinochet.
Y esto por un motivo que puede ser clave: el médico Luis Fornazzari, el perito que representó a los querellantes en los exámenes médicos, se negó a firmar el informe final de la pericia por existir una discrepancia en el diagnóstico con el pre-informe. Fornazzari denunció desde Toronto, Canadá, donde vive y trabaja. que mientras el pre-informe diagnosticó que Pinochet padece de demencia en un grado leve a moderado, el documento final establece que el ex dictador sufre demencia subcortical vascular de grado moderado, lo que supone una discrepancia. El abogado de derechos humanos Hugo Gutiérrez sostuvo que “aquí hay alguien que cometió un delito, una falsificación ideológica que hay que investigar”. Ya que el Código Penal chileno establece que sólo la demencia puede eximir a un inculpado de un proceso.

 


 

EL GOBIERNO SE PREPARA A RECONQUISTAR “FARCLANDIA”
Colombia remilitariza la paz

La “zona desmilitarizada” es la imperfecta piedra angular de las imperfectas negociaciones de paz entre el gobierno de Andrés Pastrana y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). De 42.000 km2 de extensión, aporta el lugar donde se realizan las negociaciones pero al mismo tiempo una base de operaciones militares para la guerrilla. El gobierno estaba dispuesto a tolerar esta situación mientras continuara el proceso de paz, pero después de que las FARC lo “congelara” en noviembre, Pastrana les dio hasta el 31 de este mes para reiniciarlo si quería que prolongara la entrega de la zona. La guerrilla no cedió, y anteayer mismo rechazó una propuesta de negociación de último momento. Mientras tanto, el ejército colombiano completaba ayer una concentración militar en torno a la zona, que llega a más de 2500 tropas. El comandante local, Javier Arias, aseguró que “podemos recuperar la zona en menos de 24 horas”.
Es claro que Bogotá considera que su margen de maniobra ha dejado de existir. Para reiniciar las negociaciones, las FARC exigen que mejore su lucha contra los grupos paramilitares, mejora que debería ser certificada internacionalmente. Hasta entonces, el proceso de paz estará “congelado”. Todos los encuentros para encontrar una fórmula común fallaron. La semana pasada el Alto Comisionado para la Paz, Camilo Gómez, presentó a las FARC una propuesta de 11 puntos como base para relanzar la negociación. Pero el lunes el líder máximo de la guerrilla, Manuel Marulanda Vélez (“Tirofijo”), la rechazó afirmando que esos puntos ya estaban incluidos en la agenda existente, que sólo se reactivaría una vez que se verificara la intensificación pedida en la lucha contra los paramilitares. Ayer el negociador Juan Gabriel Uribe enfatizó que “no vamos a rogar, la súplica no es la base de un proceso de paz: si las FARC no lo descongelan quiere decir que no están interesadas en él”. Pastrana reiteró esta posición ayer desde París, y canceló su presencia en la cumbre económica de Davos en Suiza para volver de urgencia a su capital.
Cuando llegue, su gama de alternativas estará limitada a una sola decisión. Desde la semana pasada la XII Brigada del ejército, con jurisdicción sobre la zona desmilitarizada, prepara un plan de contingencia para reconquistarla. Para subrayar la amenaza, esa formación ha sido ostentosamente reforzada con tropas especializadas en la lucha contrainsurgente. Ayer mismo se informó sobre el despliegue de 600 soldados armados con fusiles de asalto y equipos de visión nocturna cerca de “Farclandia”. Y el comandante de la XII Brigada, el general Arias, sólo evidenció confianza ante la perspectiva de tomar por asalto quizás el más imponente bastión guerrillero. “Mis soldados pueden hacerlo, están preparados física y psicológicamente”, aseguró a la radio colombiana.
Pero lo más probable es que toda esta panoplia militar no busque más que persuadir a la guerrilla de regresar, nominalmente al menos, a la mesa de negociaciones. Es posible que incluso el Ejército prefiriera posponer el Día D. Sus fuerzas no han realizado ofensivas a gran escala contra la guerrilla desde que en 1996 una brigada antiinsurgente fuera masacrada en la jungla, con la pérdida de más de la mitad de sus efectivos. Por lo menos, es probable que el alto mando prefiera esperar hasta que la ofensiva contra las zonas cocaleras del sur del país erosione la base económica de la guerrilla. Pero si se lanza la reconquista el 1º de febrero, este orden de prioridades podría revertirse. El general Arias admitió que en caso de dificultades “se contempla” el uso de los 3000 hombres de los batallones “antidrogas” entrenados por Estados Unidos, no obstante la naturaleza contrainsurgente de la ofensiva. Así, la guerra total podría llegar a Colombia antes de lo que cualquiera se imaginaba.

 

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