Por Horacio Cecchi
Una corta pero contundente
tormenta se desató ayer sobre los porteños, dejando un tendal
de servicios fuera de sí mismos. A partir de las 18, y durante
aproximadamente una hora, cayeron 82,7 milímetros, y en la hora
siguiente el total de agua caída superó los 135 milímetros,
una marca de la que no tenemos antecedentes históricos, afirmó
el subsecretario de Obras Públicas, José Luis Calvo. El
agua, acompañada por bloques de granizo, provocó la suspensión
de tramos de las líneas de subte B y D, del servicio de los ex
ferrocarriles Mitre y Urquiza, inundaciones y anegamientos en la General
Paz y la Juan B. Justo, la suspensión de los vuelos en el Aeroparque,
alrededor de 250 mil personas sin luz en los barrios de Villa Urquiza,
Saavedra, Villa Pueyrredón, Barrio Norte, Núñez,
Colegiales y Belgrano por la caída de la subestación Libertador
de Edenor; otras 20 mil en Flores, Villa Devoto y Villa del Parque, usuarios
de Edesur, y una confusión padraza entre semáforos apagados
y automovilistas urgidos que terminaron anudados entre los anegamientos,
entre ellos, Chacho Alvarez, que se dirigía a una reunión
con integrantes del Gobierno y quedó varado en alguna de las sufridas
calles porteñas.
Las primeras gotas comenzaron a caer ingenuamente cinco minutos después
de las 17.30. El Servicio Meteorológico Nacional lo había
advertido con todas las letras: Se prevé tiempo inestable,
con probabilidad de algunos chaparrones y tormentas, decía
el parte meteorológico. Las nubes negras más densas que
el calor que agobió a la ciudad fueron el preludio. A las 18, una
catarata de agua cayó encima de los porteños. No hubo tiempo
para nada, ni siquiera para correr a salvo al subte: la línea D
y la B quedaron interrumpidas, entre las estaciones Plaza Italia y Congreso
de la Nación, y entre Angel Gallardo y Federico Lacroze, respectivamente.
Los ferrocarriles no se quedaron atrás: la ex línea Bartolomé
Mitre dispuso la suspensión de los ramales Retiro-Tigre y Retiro-José
León Suárez. Y la línea Urquiza, desde Martín
Coronado a Lemos. Al igual que los voceros de subterráneos, los
voceros del ferrocarril culparon a la lluvia: vías inundadas en
el barrio de Belgrano para el ramal Tigre, vías inundadas
en Colegiales, Coghlan y estación San Martín para
el ramal J. L. Suárez, vías inundadas por acumulación
de agua en Santa Fe y Juan B. Justo para el subte D.
El caos acuático también se desató en los vuelos
de cabotaje, en el Aeroparque Jorge Newbery, aunque en este caso la responsabilidad
de la lluvia fue doble: voceros de la terminal aérea informaron
que los vuelos fueron interrumpidos durante 20 minutos por la tormenta,
que además provocó un apagón que afectó a
oficinas y al espigón.
Como suele ocurrir en casos de tormenta, en la ciudad también saltaron
los tapones: la subestación Libertador de Edenor cayó del
servicio, y con ella 250 mil personas de Barrio Norte, Belgrano, Palermo,
Saavedra, Núñez, Vicente López y Olivos. Otras 20
mil, clientes de Edesur, sufrían también la húmeda
tiniebla en los barrios de Flores, Devoto y Villa del Parque. Edesur,
para tranquilizar los ánimos, puso en funcionamiento el Plan de
Contingencia y su Comité de Crisis, según especificó
la vocera Alejandra Martínez.
Además del agua, que avanzó por todos los rincones posibles,
las calles sufrieron los cortes del servicio de semáforos en puntos
estratégicos. Así, la General Paz se transformó en
una extensión del Río de la Plata, la Juan B. Justo fue
una avenida intransitable, los arroyos Maldonado y Vega volvieron a desbordar,
alimentados por las lluvias en el Gran Buenos Aires. Libertador y Olleros,
Beiró, Olazábal. La lista fue interminable. Finalmente,
para cerrar el espectáculo, la presentación de los teloneros
de los Deftones y los Red Hot Chili Peppers quedó para otro momento.
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