Por Mariana Carbajal
La ligadura de trompas de Falopio
es, una vez más, centro de una polémica en la ciudad de
Buenos Aires. El Hospital Alvarez prescribió esa intervención
a una mujer, con cuatro cesáreas previas y a punto de dar a luz
su quinto hijo por el mismo método quirúrgico, ante el peligro
que podría significarle un nuevo embarazo. Pero los médicos
se niegan a practicársela sin una autorización de la Defensoría
del Pueblo. La exigencia es ridícula. Si hay una prescripción
médica no es necesaria ninguna autorización, ni judicial
ni de esta oficina, señaló la ombudsman porteña,
Alicia Oliveira, en diálogo con Página/12. Oliveira firmó
ayer una resolución por la cual recomienda a los profesionales
del Alvarez
que lleven adelante la ligadura tubaria sin más exigencia que el
consentimiento de la paciente. Vamos a realizar un seguimiento del
caso. De no practicar la ligadura, presentaremos un amparo en la Justicia,
advirtió la defensora del pueblo.
La protagonista de esta historia se llama María Inés Herrera.
Tiene 31 años y con su marido y sus cuatro hijos próximamente
serán cinco vive en el partido de Ituzaingó, en el
oeste del conurbano bonaerense. Tengo amigas que se hicieron la
ligadura de trompas en privado, sin ningún problema. Incluso, en
un hospital: arreglaron con el médico, le pagaron y listo. Me dijeron
que cobran unos 600 pesos, pero yo no tengo esa plata, y lamentablemente,
según me advirtieron los médicos, no me puedo arriesgar
a un nuevo embarazo, contó a este diario María Inés.
La fecha acordada en el Alvarez para la cesárea es el 2 de febrero.
A una semana del parto, María Inés todavía no sabe
si le realizarán la operación de infertilidad femenina que
tanto necesita. Según dejó constancia en un informe médico
la jefa de Obstetricia del Alvarez, Diana Galimberti, la mujer fue
sometida a cuatro cesáreas; el embarazo actual se produce con DIU;
es hipertensa y diabética; presentó intolerancia a los anticonceptivos
hormonales, por lo que se indica la ligadura tubaria como método
definitivo, ante el riesgo de un nuevo embarazo. Otra gestación
pondría en grave peligro la salud de María Inés,
ante la posibilidad de ruptura del útero, por la apertura de las
cicatrices de las sucesivas cesáreas.
En el hospital me mandaron a la Defensoría del Pueblo para
que me den una autorización. Yo no sé nada de leyes. Lo
único que tengo claro es que otros métodos anticonceptivos
no me funcionaron y necesito la ligadura, agregó la mujer.
Tras estudiar el caso, la ombudsman emitió ayer una resolución
por la cual recomienda a los médicos del Alvarez a cumplir con
la indicación terapéutica que consideren corresponden,
para proteger la integridad física de la sra. María Inés
Herrera. Además, Oliveira recomendó al secretario
de Salud de la Ciudad, Marcos Buchbinder, que dicte las reglamentaciones
o instrucciones necesarias a fin de evitar en lo sucesivo que se le exija
autorización judicial (o de otro tipo), a las mujeres con indicación
médica precisa para practicar la ligadura, a fin de evitar riesgos
a la vida o graves lesiones a su salud.
El caso reaviva la polémica en torno a la ligadura de trompas.
Los médicos se resisten a practicar esta intervención sin
autorización de un juez por temor a juicios de mala praxis. Alegan
que el Código Penal considera como gravísima
una lesión que afecte la capacidad de engendrar o concebir.
Pero los magistrados se niegan a firmar un permiso porque consideran que
no es necesario cuando como dice la ley de Ejercicio de la Medicina
existe una indicación terapéutica para la operación
de infertilidad.
Los médicos insisten en interpretar la ley a su manera, y
no aceptan ni la jurisprudencia ni la doctrina jurídica que dice
que la ley no prohíbe este procedimiento si existe una clara indicación
médica, cuestionó Oliveira. Así lo dejó
asentado dos años atrás, la jueza en lo civil de laCapital
Federal Cecilia María Rejo, al hacer lugar a un recurso de amparo
presentado por una mujer de 35 años, a quien las autoridades del
hospital Ramos Mejía, de la Ciudad de Buenos Aires, no querían
realizarle la ligadura, aunque una nueva gestación la pondría
en grave peligro de muerte. También llegó a
la misma conclusión, a mediados del 2000, un comité de expertos
convocados por la Defensoría y el gobierno porteño.
Siempre es lo mismo: la mujer pobre es la que pierde. La que puede
pagar la intervención en el sector privado no anda dando vueltas
como María Inés Herrera a días de su parto. ¿Quién
se hace responsable si, por este tramiterío, le da un pico de presión
y sufre algún contratiempo?, objetó Oliveira.
El caso de Villa Regina
Por M.C.
Para poner fin a la eterna polémica que divide a médicos
y jueces en torno a la ligadura de trompas y discrimina a las mujeres
pobres que no pueden pagar la intervención en el sector privado,
donde se practica sin restricciones, la provincia de Río
Negro dio el último año un paso trascendental: su
Legislatura aprobó por mayoría absoluta una ley que
estableció que la ligadura de trompas y la vasectomía
son métodos anticonceptivos legales, que no requieren autorización
judicial. Estamos consagrando el derecho personalísimo
de las mujeres a decidir, en igualdad de oportunidades, declaró
en aquel momento Amanda Isidori, una de las autoras del proyecto.
La iniciativa surgió a partir de la inédita situación
que se dio en el hospital de la localidad rionegrina de Villa Regina,
donde el médico Mario Mas titular del servicio de Tocoginecología
abrió un registro para las mujeres que quisieran someterse
a una ligadura: en apenas un mes hubo 70 inscriptas, todas, mujeres
de bajos recursos que habían fracasado con los métodos
anticonceptivos habituales o que no habían tenido acceso
a ellos. Veinte de ellas se presentaron ante la Justicia para solicitar
la intervención a través de un recurso de amparo.
En total, sumaban 128 hijos. La jueza que intervino en el caso hizo
lugar a la medida cautelar. Diez días después, la
Legislatura sancionaba la ley, que convirtió a Río
Negro en la primera provincia con una norma de ese tipo.
La ligadura de trompas es un método de infertilización
femenina: al unir las trompas se evita que óvulos y espermatozoides
se encuentren. Con las técnicas actuales, puede revertirse
en un gran número de casos.
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