Por Eduardo Febbro
Desde
Davos
Si no fuese por la nieve, las
montañas, el cortante acento suizo alemán, la cantidad de
líderes de la economía mundial y el nombre más que
simbólico de la ciudad, Davos, cualquiera podría pensar
que lo que se inauguró ayer no fue un foro mundial de economía
que reúne a toda la crema de la globalización sino una reunión
de contestatarios del sistema. La trigésima primera edición
del famoso World Economic Forum empezó con esta ciudad del macizo
montañoso de Grisons situada por las fuerzas del orden y una ceremonia
de apertura en la que los defensores más acérrimos del liberalismo
cedieron ante la presión de esa izquierda antimundialización
reunida en Porto Alegre. Programa oficial o comentarios de pasillo, todo
lo que se dice en Davos apunta al mismo objetivo: después de haber
enterrado al Estado como primer regulador de la sociedad y promocionado
la desregulación total, los dirigentes económicos
del mundo se proponen ahora el objetivo de bridging the divides,
es decir, reducir las fracturas para evitar el acrecentamiento
de las divisiones en la sociedad global a fin de que las fracturas no
se vuelvan irreversibles.
Para muchos observadores, en cierta medida el partido entre Davos y Porto
Alegre ya tiene un ganador: al obligar al Foro Económico Mundial
a reflexionar sobre los caminos de un acercamiento entre los que
tienen y los que no tienen nada, entre los que saben y los que no, entre
los que navegan por Internet y los que jamás hablaron por teléfono,
Porto Alegre impuso su ritmo a la telaraña mundializada. Prueba
de ello son los momentos espectaculares que ofreció la ceremonia
de apertura: una película del ex fotógrafo de Benetton,
Oliveiro Toscani, mostrando las radicales diferencias entre ricos y pobres
con imágenes de una crudeza desconsoladora de las personas que
se mueren de hambre en el mundo y el contraste con los lugares más
avanzados de la tecnología liberal suscitó una ola de aplausos
y gritos dignos de la Bombonera. Cada vez que algún ministro del
tercer mundo o de los países intermedios denunciaba
las subvenciones agrícolas, el proteccionismo de los mercados (Brasil)
o la fuga de cerebros del Sur hacia el Norte (India), la sala reaccionaba
como si toda la barra brava de Boca hubiese venido a Davos.
Como si fuera poco, el mismo presidente de la Confederación Suiza
en persona, el socialista Moritz Leuenberger, pronunció en su discurso
la palabra prohibida. Toda economía es una economía
de tiempo, dijo Leuenberger citando a la letra a Karl Marx. El presidente
suizo justificó esa extraña incursión acotando que
en su calidad de padre de la Primera Internacional, el filósofo
alemán fue también el pionero de la mundialización
y es, por lo tanto, un lejano precursor del Foro Económico Mundial.
No crea el lector que lo que sigue a continuación fue dicho en
Porto Alegre, no; es aquí, en Davos, donde Leuenberger declaró:
La mundialización tiene sus vencedores cubiertos de gloria,
pero también tiene sus perdedores, aquellos que, presa de la desesperanza,
se ven reducidos a luchar por la supervivencia o están obligados
a emigrar. En su puntual declaración, el mandatario citó
uno tras otros los trastornos ocasionados por el éxito económico:
estragos en el medio ambiente, corrupción, dinero sucio, abismo
entre la explosión de los conocimientos tecnológicos y nuestra
incapacidad de aplicarlos para el bien de todos. La lista sería
extensa, tanto más que la radiografía del tumor de la globalización
culminó con el enunciado de un credo que en nada se parece al que
solía escucharse en Davos en años anteriores: No hay
libertad sin límites, porque la libertad sin límites deja
de ser la libertad.
Leuenberger no fue el único en situar la problemática social
y las disparidades del mundo en el centro de la reflexión. El tema
de esta 31ª edición es precisamente ése: Sostener
el crecimiento y disminuir el foso. Un esquema para nuestro porvenir global.
Todo parece orientado aextender las antenas hacia el Hemisferio
Sur, particularmente a Africa, y a entablar un diálogo provechoso
con las ONG. Pero Davos se acuerda tarde. La caída de la Nueva
Economía y los temores de que los puntos perdidos por el crecimiento
económico norteamericano afecten a Europa hacen que la repentina
sensibilidad social de los dueños de la Tierra no se
torne rápidamente en hechos concretos. Como lo reconoció
el gran pontífice de esta misa de los amos del mundo, Klaus Schwab,
establecer puentes entre las divisiones era evidentemente más
fácil con una economía en pleno progreso. Pero ello
no quita un detalle significativo. De manera masiva y oficial, los dirigentes
de las multinacionales, los gobernadores de los bancos centrales y los
grandes cerebros del neoliberalismo corren detrás del discurso
del sur. Así, por ejemplo, Claude Smadja, el director general del
Foro Económico Mundial, declaró a Página/12 que lo
que está ocurriendo ahora es una toma de conciencia de que
la mundialización entró en una nueva fase. La primera se
apoyó en la convicción de que el proceso de globalización
aportaba repuestas a todos las cuestiones. Pero con el correr de los años
hubo que rendirse a la evidencia de que todos los problemas no podían
resolverse según la exclusiva ley del mercado. Por otro lado, la
gente espera hoy que las empresas sean algo más que meras entidades
económicas, es decir, concretamente, que adopten un enfoque ciudadano,
integrando sus responsabilidades sociales.
Esta última frase muestra hasta qué punto el mea culpa ha
sido oficializado hasta en las más altas esferas: Nos dimos
cuenta dice Smadja de que la mundialización se desarrollaba
más rápido que nuestra capacidad para administrarla.
Estas bellas palabras no impiden que los organizadores hayan decidido
dejar afuera a los grupos que piensan manifestar el sábado próximo.
Los puntos centrales de Davos están rodeados de alambres de púa,
hay militares por todos lados, el Estado suizo prohibió la entrada
al territorio a unos 300 indeseables que mostraron sus garras
en las manifestaciones antimundialistas de Seattle y Niza.
Ausencia por blindaje
Poca representación oficial y un empresariado reducido
al mínimo, la presencia argentina en esta trigésima
primera edición del Foro de Davos es más que modesta.
Según reveló a Página/12 una fuente del Foro,
luego de la invitación cursada al presidente argentino, Buenos
Aires respondió diciendo: Blindaje económico
y mucho trabajo pendiente. El año que viene vamos a venir
con buenas noticias. La Argentina está representada
oficialmente por la vicegobernadora de la Ciudad de Buenos Aires,
Cecilia Felgueras, el secretario de Estado de Turismo Hernán
Lombardi y el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini, que
recién llega hoy al mediodía y no estará presente
en el seminario sobre Mercosur que se inicia a las diez de la mañana.
Por su parte, los empresarios argentinos inscriptos hasta el momento
son escasos: Federico Sturieigger, director de la Escuela de Negocios
de la Universidad Torcuato Di Tella; Perano, de Velox; Sebastián
Bagó, de los laboratorios del mismo nombre, y Enrique Pescarmona.
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ANTI
- DAVOS
En
Porto Alegre el lema es Otro mundo es posible
El Foro Social Mundial anti-Davos comenzó a sesionar ayer
en Porto
Alegre, Brasil, con un acto multitudinario. �Estamos aquí para
construir un nuevo pensamiento, no al neoliberalismo� fue una
de las consignas.
Campesinos
del Movimiento de Los Sin Tierra de Brasil participan en la marcha
con una bandera cubana.
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Por
Eduardo Tagliaferro
Desde
Porto Alegre
Más de tres
mil personas cantaron, bailaron y se emocionaron hasta las lágrimas
en la ceremonia de apertura formal del primer Foro Social Mundial contra
la globalización. En una sala desbordante, con 2800 butacas instaladas,
delegaciones de 120 países aplaudieron el espectáculo musical
del grupo Afro-Tché y enarbolaron una bandera con la consigna Otro
mundo es posible.
Desde el palco se iba presentando
a cada una de las delegaciones, a las que se les pedía ponerse
de pie para que las individualizara el auditorio. El orden de presentación
fue alfabético y aunque por los aplausos había quedado en
claro que Brasil era el local, la ovación que recibió la
delegación de Cuba mostró con claridad que su norte es algo
más que geográfico.
Los cronistas extranjeros no
podían discernir quién era esa figura sobre la que todos
los niños se abalanzaban para pedirle un autógrafo. Ese
es Raí, dijo un español apasionado por el fútbol.
Luego de nombrarlo todos recordaron su paso por el San Pablo y por la
selección brasileña. Incluso se mencionaba que era el hermano
de Sócrates, aquel habilidoso número 10. Raí preside
una entidad para proteger a los niños de la calle: Gol de
Letra.
La lucha sigue (Emiliano),
Zapata vive, globalicemos la lucha, globalicemos la esperanza
eran las consignas más repetidas por los campesinos del Movimiento
Sin Tierra.
Este Foro es para reconstruir
una nueva convivencia entre los humanos. Estamos aquí para construir
un nuevo pensamiento. Porque creemos que otro mundo es posible le decimos
no al neoliberalismo, formaron parte de las cuartillas que leían
los presentadores del acto de apertura.
Luego del breve discurso del
director de Le Monde Diplomatique, Bernard Cassen, hablaron el prefecto
de Porto Alegre, Tarso Genro, y el gobernador de Rio Grande do Sul, Olivio
Dutra, en cuya cara sobresalen enormes bigotes que lo acercan más
a los novelescos personajes de Jorge Amado que a un político tradicional.
Cada vez que Dutra se desplaza por las calles de la ciudad, la gente le
responde con aplausos y viva su nombre.
El momento más emotivo
del acto fue la teatralización final. Una letanía musical
marcaba el peregrinar circular y abatido de niños, mujeres gordas,
flacas, negras y blancas, de hombres con overol, con la camiseta del Vasco
da Gama, y en cueros. La música fue tomando un ritmo más
vivo al tiempo que cambiaba la actitud corporal de los marchantes. La
melodía de los tamboriles era más encendida cuando los personajes
tomaron sus herramientas. Sin dejar de rondar sobre el escenario esgrimían
picos, palas, martillos, puños en alto, teclados, estetoscopios,
puños en alto, macetas, semillas, azadas, libros, puños
en alto. Cuando el ritmo era vertiginoso los manifestantes dejaron las
herramientas para tomar las banderas, que sin serlo completamente tenían
los colores de los estandartes de Francia, Brasil, México, la Argentina
y Paraguay.
Cuando se depositaron las banderas
sobre el tablado, una mujer con su torso desnudo y una larga pollera negra,
más negra que su piel, ocupó el centro del escenario. Tomó
un libro y se dirigió a los presentes. Su parlamento incluyó
definiciones como: La ocasión es propicia para que pensemos
en el mundo que se avecina. Un mundo de verdades y misterios. Cómo
será el mundo que vendrá, cómo será el siglo
XXI. Luego de recordar las dos grandes represiones en Latinoamérica,
en 1964 (golpe de Estado en Brasil), y en 1976 (comienzo de la dictadura
militar argentina), afirmó: Somos gente del siglo pasado,
es tiempo de imaginar el tiempo que vendrá. Qué tal si ejercemos
la fantasía de soñar, dijo y comenzó a definir
cómo veía el tiempo por venir. El televisor dejará
de ser el miembro másimportante de la familia y será tratado
como una máquina del pasado. En ningún país habrá
servicio militar. Los políticos no tendrán caras tristes.
El mundo ya no estará en guerra contra los pobres. La comunicación
dejará de ser un negocio porque es un derecho humano. La educación
no será un privilegio de quienes pueden pagarla. La Justicia y
la Libertad serán hermanas siamesas que ya no estarán condenadas
a marchar por separado. Una mujer negra será presidenta de Brasil.
En Estados Unidos, una mujer negra será presidenta. En la Argentina,
las locas de Plaza de Mayo serán consideradas ejemplo
de salud mental. Seremos compatriotas de todos aquellos que tengan aspiraciones
de justicia. Cada noche será vivida como si fuese la última
y cada día como si fuese el primero.
Finalizada la inauguración,
los asistentes se encolumnaban hacia La Marcha por la Vida
que transitaría momentos más tarde por las calles de Porto
Alegre. Mientras, las personalidades se retiraban tratando de evitar la
presión de los centenares de periodistas. Pudo verse el emocionado
abrazo de Luiz Inacio Da Silva (Lula) con Hebe de Bonafini. Al intelectual
chileno Ariel Dorfman, a la ex primera dama francesa, Danielle Mitterrand,
a los hombres del PT que ocupan puestos de gobierno en Río Grande,
en Porto Alegre y otros municipios.
Más de cincuenta cuadras
de largo era la dimensión de la Marcha por la Vida
que transitó por la Avenida Borges de Mediros. Banderas del PT,
de la asociación francesa ATTAC, del Movimiento Negro Unificado,
de grupos cristianos fueron las más visibles.
Mientras sonaba la música
de Guantanamera y desde la columna de Los Sin Tierra se repetía
la consigna Patria Libre, Venceremos, un grupo de jóvenes
católicos luchaba por mantener derecho su estandarte. La firma
identificaba a la Pastoral de Juventudes de la Arquidiócesis de
Florianópolis, arriba está su sigla dentro de una gran cruz.
Como crucificada se distinguía la sigla del PJ.
El ritmo de la manifestación
provenía de los tamboriles del grupo Afro-Tché. A su paso
era inevitable que los empleados que abandonaban sus lugares de trabajo
no acompañaran los compases con pases de baile.
A la deuda externa los
gobiernos la pagan con vidas, decía desde sus remeras un
grupo importante de marchantes. Otros se acordaban del dictador chileno
Augusto Pinochet, Pinochet Assassino enarbolaban las pancartas
de la CUT (Central Unica de Trabajadores).
Recibimos a los más
de 40 mil manifestantes, declamaban los oganizadores desde uno de
los camiones con sonido. Desde allí, mientras las columnas se dispersaban
por el campo Por Do Sol en el que se aprestaba a actuar el francés
Manu Chao, habló el titular de la CUT, Joao Felicio.
Concluyó Felicio su
discurso mientras continuaban ingresando manifestantes. Por un mundo
sin excluidos, sin discriminación, con igualdad de oportunidades,
con libertad, con distribución equitativa de la riqueza. En fin,
por un mundo socialista, afirmaban los locutores que seguían
recibiendo a quienes participaron de la Marcha por la Vida.
RAFAEL
ALEGRIA, TITULAR DE VIA CAMPESINA
La soberanía alimentaria es un camino
El sistema neoliberal
es violento, no nosotros, repite insistentemente Rafael Alegría,
titular de Vía Campesina, institución que está presente
en más de 100 países. Entre todas sus agrupaciones, el Movimiento
de los Trabajadores Sin Tierra (MST) es una de las más reconocidas.
En uno de los escasos momentos libres del Foro Social Mundial, concedió
un reportaje a Página/12: entiendan por qué nuestras
posiciones son más radicalizadas, pide luego de exponer sus
puntos de vista.
¿Cómo es el impacto del neoliberalismo en el mundo
campesino?
Los campesinos son los que más sufren el impacto de la globalización.
Millones de campesinos hoy sufren hambre y son reprimidos violentamente
cuando reclaman sus derechos. Son miles y miles los campesinos que están
en las cárceles en varios países. Pero el problema no es
de países sino de modelos. En estos momentos impera un modelo de
agricultura industrializada, modernizada y altamente competitiva, contra
una agricultura campesina, tradicional, sana, sostenible. Condenamos el
modelo impulsado por los países más desarrollados porque
destruye la agricultura campesina. Los pequeños agricultores de
Europa tienen los mismos problemas que los campesinos del Sur. Por eso
estamos unidos en favor de nuevos modelos de agricultura. La confederación
campesina de Francia y la coordinadora campesina europea son miembros
de Vía Campesina y estamos juntos para construir un modelo distinto
del desarrollo de la agricultura.
El modelo neoliberal también construye pautas de consumo.
¿Qué cultivos se encuentran marginados por estos nuevos
modelos mundiales de consumo?
Los cereales que producen los países europeos, nos los dan
como préstamos blandos, aumentando más la deuda de nuestros
países frente a los países industrializados. No nos parece
correcto que los países industrializados utilicen los alimentos
como variable contra los subdesarrollados. Debemos hacer una gran campaña
por la soberanía alimentaria de nuestros pueblos, que es el derecho
a producir y consumir nuestros propios alimentos y a vender en nuestros
propios mercados.
¿Cómo se definen políticas comunes para el
campesinado, teniendo en cuenta la diversidad geográfica, cultural,
y política de sus representados?
Un punto sobre el que esperamos haya coincidencia plena en este
Foro es la condena al modelo. Reconocemos la diversidad del Foro, diversidad
de conceptos, de ideas. También aspiramos a obtener lineamientos
estratégicos. Una gran alianza internacional contra el neoliberalismo.
Debemos trabajar en propuestas alternativas a la globalización.
Estamos convencidos de que el neoliberalismo está en crisis. Sin
dejar de atacarlo, este es el momento de construir la propuesta alternativa.
Propuesta que debemos reconocer hoy no tenemos. Esperemos que Porto Alegre
sea una oportunidad para acercarnos a esa propuesta.
¿Cuántas agrupaciones participan de Vía Campesina?
En el mundo nucleamos a más de 50 millones de pequeños
agricultores, campesinos y mujeres trabajadoras agrícolas. Somos
un movimiento muy amplio en más de 100 países. Nuestra sede
está en Honduras, no permitiríamos que esté asentada
en Ginebra o en París, por poner un caso, dado que el subdesarrollo
es una consecuencia que profundiza las diferencias.
¿Cómo sintetiza realidades tan diferentes como la
existencia de latifundios en algunos países y minifundios dominantes
en otros?
En Argentina por ejemplo el latifundio es histórico. Ahora
Argentina impulsa el libre comercio, mayor industrialización. El
gobierno argentino está convencido que aún impulsando estas
políticas, no podrá garantizar la seguridad alimentaria
de su pueblo. No se les escapa que deben tener políticas de producción
más nacionales. Hay que garantizar la soberanía alimentaria.
Estos modelos imponen desde afuera el modelo de agricultura.
¿Con qué propuesta política se supera el neoliberalismo?
Hay distintos momentos, ahora avanzamos en mayor participación
popular y mayor democracia. Como lo que sucede en Venezuela, con (Hugo)
Chávez, en Chile y aún en Argentina, donde se pudo superar
una dictadura tan terrorista como la que vivieron para llegar a un proceso
más democrático. Hay partidos políticos más
progresistas y eso es bueno. Espero que a mediano plazo la sociedad civil
y los gobiernos podamos crear un gran bloque que nos permita tener un
modelo contra el neoliberalismo. El fracaso de la OMC (Organización
Mundial de Comercio) en Seattle es que muchos gobiernos no se sumaron
a las políticas de los Estados Unidos ni de la Unión Europea.
Apostamos a estos cambios, que en última instancia van a depender
de la lucha de los pueblos.
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