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Un viaje al no-país de refugiados,
el obstáculo Nº 1 al acuerdo de paz

Las negociaciones de paz entre Israel y los palestinos se reanudaron ayer con mal pronóstico. Entre los escollos se destaca el problema de los refugiados, del que da cuenta este testimonio.

Un colaboracionista palestino arrestado
por espiar para los israelíes en Cisjordania.

De cuatro sentencias de muerte, dos ya han sido ejecutadas, en el esfuerzo contra las traiciones.

Por Angeles Espinosa *
Enviada especial a Gaza

Hombres y mujeres de todas las edades se amontonan en torno al centro de distribución de alimentos de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) en Yabalia, el campamento donde se inició la primera Intifada en 1987. Por fin ha llegado la ayuda de emergencia de la comunidad internacional y los beneficiarios quieren transformar sus cupones en harina, aceite, leche, azúcar y arroz. La escena se repite en cada uno de los campos de Gaza (8) y Cisjordania (19), donde viven 1,3 millón de palestinos a los que la creación del Estado de Israel en 1948 echó de sus hogares, a pocos kilómetros de allí.
Esa cifra supone que más de la mitad de los palestinos que residen en los territorios autónomos que administra la Autoridad Nacional Palestina (ANP) son en realidad ciudadanos de un “Estado” fantasma con varios enclaves, pero sin territorio, gobierno o ejército: la UNRWA. En la franja de Gaza, esa proporción es del 80 por ciento. Se trata de una parte de los 3,7 millones de refugiados a los que esa agencia de la ONU facilita educación, servicios sanitarios y asistencia en todo Medio Oriente. Sólo que éstos no están en Líbano, Siria o Jordania, sino ahí mismo, a unos minutos en coche de sus antiguas casas.
El cambio político que ha supuesto la llegada de la ANP no ha variado su situación más allá de la esperanza que despierte en ellos el embrión de Estado palestino. “Siguen siendo nuestra responsabilidad y lo serán hasta el final de las negociaciones –declara el director general de la UNRWA, Lionel Brisson, en su sede de Gaza–. La ANP proporciona las infraestructuras generales como cualquier otro país anfitrión; nosotros, por ejemplo, no facilitamos medios de transporte”, explica Sami Mshasha, su portavoz en Jerusalén.
En general, los refugiados constituyen el segmento más desfavorecido de los habitantes de los territorios autónomos. Ahora, tres meses y medio de sublevación contra el ocupante, la nueva Intifada han agravado las dificultades. “El desempleo ha superado el 40 por ciento en Gaza y un 45 por ciento de la población está bajo la línea de pobreza”, manifiesta Brisson. De ahí el llamamiento urgente que la UNRWA realizó el pasado noviembre para obtener 39 millones de dólares de los países que financian su funcionamiento.
La rápida respuesta internacional está permitiendo que en estos días se repartan comida, mantas y pequeños subsidios para reparar las casas dañadas por el conflicto (600 en Gaza y 2000 en Cisjordania). En total 217.000 familias van a beneficiarse de esta ayuda extraordinaria. “Nuestro objetivo son los sectores más humildes”, precisa Brisson. No menos importante es la ayuda psicológica que han empezado a ofrecer las clínicas de la agencia humanitaria.
“La gente está muy estresada, han cambiado las actitudes y ha aumentado la agresividad, las depresiones y todo tipo de problemas psicológicos”, explica Murdi Abu Sido, director médico del centro de salud de Yabalia. Pero todas estas dificultades no doblegan el deseo más arraigado de los refugiados: volver a sus hogares, que están ahí, a unos pocos kilómetros de esos villorrios de calles sin asfaltar y casas apiñadas en los que han tenido que hacinarse durante medio siglo. Cualquier acuerdo que olvide su derecho al retorno encontrará un rechazo frontal de una diáspora que supone cerca de dos tercios de la población palestina. Tarek lo tiene claro. Con sólo 16 años no puede tener memoria histórica de la “nakba”, el desastre, pero sus mayores se han encargado de que no lo olvide. Aunque ha nacido y crecido en el campamento de Nuseirat, cuando se le pregunta de dónde es, contesta sin vacilar: “De Malgar”, una aldea de la zona de Ramla, a apenas una veintena de kilómetros de su actual lugar deresidencia. De allí salió su abuelo pronto hará 53 años. Tarek describe Malgar como si hubiera vivido allí.
En el campamento de Deheisha, a las afueras de Belén (Cisjordania), Amina muestra la misma nostalgia por el lugar de origen de sus padres, Ashafla, un pueblo hoy desaparecido en plena “línea verde”. Desde su casa, Amina y su familia ven pasar los misiles que el ejército israelí dispara contra la cercana Beit Yala y otras aldeas palestinas vecinas. Tres muchachos del campo han perdido la vida en enfrentamientos con los israelíes.
“Esto no es vida”, se lamenta enfadada, porque hace varios días que no puede acudir al trabajo a causa del bloqueo israelí a la zona. Aun así, reconoce que su situación es mejor que la de los refugiados que viven en los países vecinos. Esta mujer animosa ha transformado las cuatro paredes de bloques que cobijan a los suyos en un hogar acogedor, pero ahora mismo dejaría todo si pudiera regresar a Ashafla. “¿Compensarnos? ¿Cómo? Ningún dinero puede resarcirme por haber perdido mi vida”, concluye sin demasiada esperanza.
“Los judíos han mantenido viva su reclamación 5000 años, ¿cómo esperan que nosotros nos olvidemos en 50?”, justifica el padre de Tarek.

* De El País de Madrid, especial para Página/12.

 

Claves

El principal obstáculo a un acuerdo de paz entre Israel y los palestinos es la exigencia de estos últimos en favor del derecho al regreso de los refugiados palestinos al lugar del que fueron echados, es decir, lo que hoy es Israel.
Esta posición es inaceptable para Israel, porque la entrada de 3,7 millones de palestinos a su territorio significaría su destrucción como Estado judío, y la creación en la práctica de dos Estados árabes en lugar de la solución presupuesta por los acuerdos de Oslo, de un Estado árabe y otro judío.
Esos 3,7 millones son mantenidos en campos de refugiados en Líbano, Jordania, Siria y el territorio de la propia Autoridad Palestina, donde juegan, en efecto, el papel de rehenes del proceso de negociación.

 

CONVERSACIONES AL RITMO DE LOS ASESINATOS
Ayer se negoció, hoy no, mañana sí

Por Suzanne Goldenberg*
Desde Jerusalén

El primer ministro israelí, Ehud Barak, contuvo su enojo anoche y ordenó a los negociadores que continuaran con las conversaciones de paz con los palestinos. Las conversaciones se habían reanudado hacía apenas una hora cuando un motorista israelí recibió un disparo fatal en un automóvil en el camino entre Jerusalén y Ramallah. Sin embargo, esta última muerte podría asestar un golpe mortal a las siempre interrumpidas conversaciones. Sucedió apenas 48 horas después de que dos dueños de un café en Tel Aviv fueran muertos en la ciudad de Tulkaram en Cisjordania, lo que impulsó a Barak a suspender las conversaciones hasta los funerales de ayer. Y de hecho las nuevas negociaciones se suspendieron enseguida debido a desacuerdos por cuestiones de seguridad.
Los negociadores habían estado hablando escasamente una hora cuando se tuvieron noticias de las últimas muertes. Pero después de mantener una conferencia de una hora en una habitación separada, el equipo israelí dijo que las conversaciones continuarían. “Hablaron con el primer ministro, y decidieron quedarse”, dijo una importante fuente israelí. Las fuerzas de seguridad dijeron que la víctima de anoche recibió un disparo en la cabeza mientras manejaba cerca del estado industrial de Atarot, justo al norte de Jerusalén. Faltando sólo 12 días para que Israel vote un nuevo primer ministro, Barak está desesperado por persuadir a los votantes de que él sigue siendo un negociador de paz creíble. Por su parte, el líder palestino Yasser Arafat se ve empujado por la perspectiva cada vez más real de que el líder del partido Likud de la línea dura, Ariel Sharon, podría ser el próximo primer ministro de Israel. Aunque el liderazgo de 20 puntos del fornido general ha decaído en los últimos días, la mayoría de los analistas dice que sería necesario un milagro para que Barak fuera reelecto. Pero eso es lo que él y Arafat quieren de Taba, en Egipto, donde se llevan a cabo las conversaciones.
Anteriormente, esta semana, Barak envió a la mayoría de las principales figuras del campo de paz israelí a Taba en el Mar Rojo, para tratar de restaurar su reputación de forjador de paz, que ha sido demolida por las 17 semanas de sangriento caos en Cisjordania y Gaza. Barak y sus asesores de campaña admiten francamente que no esperan que las conversaciones en Taba produzcan un arreglo final a la disputa de Medio Oriente. A lo sumo, a Barak y a Arafat les gustaría forjar el camino para la futura diplomacia que evitaría que Sharon, si es electo el 6 de febrero, imponga su propia línea dura.
En su primera reacción anoche, en una manifestación para la campaña por los rusos inmigrantes en la ciudad costera de Ashdod, Barak condenó la muerte como un “despreciable asesinato” y juró que Israel capturaría a los asesinos. Las presiones sobre el primer ministro son grandes: Sharon y otras figuras de derecha criticaron ayer a Barak por su “indecente” apuro en reanudar las negociaciones inmediatamente después de los asesinatos.

* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12
Traducción: C. Doyhambéhère

 

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