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LAS FF.AA. HABRIAN ACORDADO NO DAR INFORMACION
Noche y niebla a la uruguaya

Un coronel que participó en la represión durante la dictadura uruguaya afirmó que hay un pacto entre militares y policías para no dar a conocer información sobre los desaparecidos.

Apenas asumió, Jorge Batlle
lanzó su propuesta para que se den datos sobre los desaparecidos.

En una decisión política que sorprendió a más de uno, el presidente uruguayo Jorge Battle puso en el primer lugar de su agenda, al asumir en marzo, la resolución del problema de los desaparecidos; no juzgar a los culpables de los crímenes de la dictadura (dado que los uruguayos votaron una amnistía a comienzos de la democracia), sino que se conozca el paradero de las víctimas. En agosto, la Comisión para la Paz quedó conformada. Pero el coronel retirado Manuel Cordero, uno de los personajes más conocidos de la dictadura, le dijo ayer al semanario Búsqueda que hay un pacto entre 200 ex oficiales de las Fuerzas Armadas y de la Policía para no dar a conocer ninguna información. El representante del gobierno en la Comisión, Carlos Ramela, desmintió a Cordero: dijo que hace dos semanas la Comisión se reunió con varios de los personajes principales del régimen militar para tratar justamente el tema de la información.
Cuando Battle impulsó la creación de la Comisión para la Paz, hasta la izquierda del Frente Amplio elogió la actitud. La propuesta del nuevo gobierno uruguayo era en algunos aspectos un calco de la Mesa de Diálogo que se estaba negociando en Chile, donde también rige una Ley de Amnistía, sólo que en Santiago la idea estaba inspirada en colaborar para asegurar la impunidad de Pinochet y de otros oficiales de la dictadura en medio de un vendaval judicial que, como se ve en estos días, no consiguió ser detenido. Tanto en Uruguay como en Chile, se acordó que los informantes y los responsables de las desapariciones permanecieran en el anonimato para facilitar la entrega de datos. En Chile, los militares entregaron cierta información hace tres semanas, pero fue escasa y denunciada como falsa por los organismos de derechos humanos, luego de excavaciones basadas en datos entregados que no dieron ningún resultado.
Pero parece que en Uruguay, los militares implicados en las violaciones a los derechos humanos ni siquiera van a abrir la boca. Al menos eso es lo que se puede desprender de las declaraciones del coronel Cordero, señalado por los organismos de derechos humanos de Uruguay como uno de los personajes más siniestros del régimen que terminó en 1985. Según Cordero, en marzo, cuando Batlle lanzaba su propuesta, 200 militares y policías retirados acordaron un pacto de silencio, hasta ayer secreto, ante una eventual convocatoria para que den información sobre los desaparecidos. Esta decisión se basó, según Cordero, “en órdenes dadas por sucesivos comandantes una vez que vino la democracia y que están muy claras”, según las cuales “el tema de los hechos de la guerra subversiva es un problema del mando” y son los jefes actuales de las Fuerzas Armadas y de la Policía los que deben responder. Paradójicamente, Cordero terminó participando en las reuniones que culminaron con el acuerdo de la Comisión para la Paz.
Carlos Ramela desmintió parcialmente a Cordero. En declaraciones radiales, dijo que “debe hacer ya más de tres meses que la Comisión se ha reunido con militares retirados que fueron protagonistas importantes de los hechos del pasado y sus nombres no han trascendido, ni van a trascender”. El secretario de la Comisión para la Paz también señaló que “no se crearon inconvenientes, no hubo fricciones, ni se crearon situaciones tensas”. Lo que aún no se sabe es si en éste y otros encuentros el pacto de silencio del que habla Cordero fue respetado.
Además de Ramela, la Comisión para la Paz está integrada por el arzobispo de Montevideo, Nicolás Cotugno, el dirigente sindical José D’Elía y el sacerdote Luis Pérez Aguirre, del Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), y tiene el apoyo de la Asociación de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos-Desaparecidos. Según una comisión del Parlamento uruguayo, 164 uruguayos, ocho de ellos niños, desaparecieron durante el régimen militar, 127 de ellos en Argentina.

 


 

ROBOS, FOTOS PORNO, FONOS ROTOS, TODOS COMO LOCOS
La banda de Billy The Kid

Por Martin Kettle *
Desde Washington

Se dice que el presidente norteamericano, George W. Bush, ordenó la semana pasada una investigación sobre un posible vandalismo sistemático en la Casa Blanca y sus oficinas por parte de los miembros del equipo de Bill Clinton. Las sospechas abarcan a daños mucho más serios a la propiedad gubernamental que la gastada de las teclas “W” removidas de los tecleados de decenas de computadoras de la Casa Blanca. Entre los nuevos daños que podrían descubrirse figuran el corte de líneas telefónicas, archiveros cerrados con cola y fotos pornográficas en las impresoras.
El daño es particularmente importante en las oficinas que ocupó el equipo del ex vicepresidente Al Gore, a quien Bush derrotó en las polémicas elecciones de noviembre. Se dice que Tipper, la esposa de Gore, llamó a Lynne Cheney, la mujer del actual vicepresidente, Dick Cheney, para disculparse por el desmadre. Según el sitio del ciberchismoso Matt Drudge, que no siempre tiene informaciones corroboradas, las investigaciones serían encabezadas por Harriet Miers, la secretaria de personal de la Administración Bush. El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, dijo ayer que la nueva administración va a revisar algunos informes, pero se rehusó a entrar en detalles y dijo que no se tomará ninguna acción legal al respecto. “Aunque las cosas se hicieron de una manera menos amable que lo debido, no es a estos temas a los que apunten ni el presidente Bush ni su equipo.”
Una de las cosas que se dice es que una puerta de la Casa Blanca aparece con una graffiti que dice “Oficina de Estrategegia”, en referencia a la broma que le hace a Bush el programa “Saturday Night Live” por su dificultad con las palabras de muchas sílabas. La evidencia incluye mensajes obscenos en los contestadores, desconexión de teléfonos y la inclusión de fotos pornográficas en medio de las resmas de papel sin utilizar en las impresoras. Uno de los informes dice que hay cajones de archivos sellados con pegamento. Los informes coinciden con algunas versiones de que el último viaje de Clinton a bordo del avión presidencial Air Force One, de Washington a Nueva York, el sábado por la tarde, fue la ocasión para una orgía de robos. El avión presidencial quedó totalmente saqueado por miembros de la administración saliente amantes de souvenirs. Entre las cosas que se llevaron figuran la porcelana, la platería, los saleros, la mayoría de los cuales tenía el sello presidencial, según el Washington Times.
Miembros de la Administración Clinton dijeron ayer que cuando se hicieron cargo de la Casa Blanca en 1993 también se encontraron con algunas sorpresas no del todo agradables dejadas por los inquilinos anteriores, incluyendo en muchos cajones una profética nota: “Volveremos”.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12

 

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