Por David Cufré
Hay que valorizar el
esfuerzo fiscal que se ha hecho en el 2000, enfatizó el secretario
de Hacienda, Mario Vicens.
¿Y qué pasó con la economía?, preguntó
Página/12.
Se puede decir que estuvo estancada, con una caída del PBI
de 0,2 por ciento o un resultado neutro, contestó.
Entonces el esfuerzo fiscal no se tradujo en mejoras para la gente,
-insistió este diario.
Sentamos las bases para el crecimiento a partir de este año,
-concluyó el número dos de Economía.
El diálogo se produjo ayer durante una conferencia de prensa convocada
por Vicens para dar a conocer los resultados fiscales de 2000. Frente
al dato de que la economía terminó el año con resultado
negativo o, en el mejor de los casos, sin remontar nada de la pendiente
por la que viene cayendo desde setiembre del 98, el funcionario
dio su visión de los hechos. La explicación fue que en el
2000 hubo que hacer un esfuerzo fiscal importante, pero de
ahora en más se empezarán a cosechar los frutos. El esfuerzo
fiscal se tradujo en que el déficit ascendió a 6589,4 millones
de pesos o 6650 millones si se aplica el sistema de cálculo
del FMI, por debajo de la meta de 6700 millones comprometida con
el organismo en agosto pasado, después de sendas renegociaciones.
La pauta original del acuerdo con el Fondo era de un desequilibrio de
4500 millones.
Aunque el equipo económico apretó cuanto pudo el torniquete
fiscal, con recorte de gastos, aumento de impuestos y disminución
de salarios de empleados públicos, sucesivamente, la recesión
impidió que el déficit se acomodara a la primera meta prevista.
El propio Machinea reconoció que aquellas medidas contrajeron la
economía y, por ende, los ingresos fueron menores a los esperados
y el déficit fiscal, mayor. Pero Vicens interpretó ayer
que el esfuerzo fiscal ha permitido un manejo ordenado de las necesidades
de financiamiento. Sin este esfuerzo no se hubiesen podido
crear las bases para el comportamiento favorable de la economía
que esperamos para este año, completó.
El funcionario remarcó también que el déficit hubiera
sido de 11.500 millones si el Gobierno no subía impuestos y bajaba
gastos. En cuanto a las erogaciones del Estado, en 2000 alcanzaron a 52.745,9
millones, la cifra más baja de los últimos cuatro
años e inferior a la meta establecida con el Fondo de 52.930 millones,
enfatizó Vicens con satisfacción. Con ese nivel de gastos,
se obtuvo un superávit primario (ingresos menos gastos, antes del
pago de intereses de la deuda) de 2719,7 millones, el más alto
del último lustro tanto en términos nominales como en relación
al PBI. En este último caso, el superávit fue equivalente
a 0,96 por ciento del producto, contra el 0,31 por ciento de 1999; el
0,83 por ciento de 1998, y el 0,40 por ciento de 1997.
Vicens sostuvo la semana pasada que el mantenimiento de la disciplina
fiscal es condición indispensable para ingresar en el círculo
virtuoso de caída de tasas de interés, ingreso de
capitales, expansión del crédito, el consumo y la producción,
y, en definitiva, de la economía. Se trata de la misma estrategia
que el equipo económico aplicó desde su llegada al Palacio
de Hacienda, pero en el 2000 ese plan finalizó con un retroceso
de la economía del 0,2 por ciento o un resultado neutro.
El principal componente del déficit fiscal en 2000 fue el pago
de intereses de la deuda, que ascendió a 9656 millones de dólares.
Es decir que todo el esfuerzo para disminuir el gasto público se
esfumó con los pagos a los acreedores. Esa situación se
agravará este año, ya que están previstos desembolsos
por 11.600 millones por ese concepto. Sin embargo, Vicens restó
importancia a esas mayores erogaciones. Dijo que el déficit fiscal
se ubicará en 6500 millones, como mínimo, ya que eso fue
lo acordado con el FMI. Y aseguró que ese objetivo se cumplirá
gracias al aumento previsto en la recaudación y el congelamiento
del gasto público.Vicens le contestó al consultor Miguel
Angel Broda, quien estimó que el Gobierno no podrá cumplir
con la meta de déficit, y que el rojo ascendería a 7400
millones. No queremos que sea más oficialista que el Gobierno,
pero en éste caso se equivoca, retrucó Vicens.
Finalmente, el secretario de Hacienda indicó que en el 2000 el
ajuste del gasto público fue de 1264 millones de pesos. Los recortes
salariales, el achicamiento de gastos reservados de la SIDE y el despido
de personal contratado originaron ahorros por 424 millones, mientras que
se gastaron 357 millones menos en bienes y servicios, 232 millones en
gastos de capital y hubo 255 millones menos de transferencias al sector
privado.
Armonizar impuestos
A mediados de marzo el gobierno nacional firmará un acuerdo
con las provincias para buscar consensos en materia tributaria.
El secretario de Hacienda, Mario Vicens, indicó que el convenio
establecerá un cronograma de trabajo, tendiente a anular
en el futuro impuestos distorsivos. Queremos avanzar
en la armonización del sistema impositivo a nivel federal,
tendiendo a la reducción y eliminación de distintos
tributos, señaló el funcionario. En ese sentido,
mencionó que los gravámenes que se piensan tocar son
el del endeudamiento empresario y la renta presunta, a nivel
nacional, y el de Sellos e Ingresos Brutos, a nivel provincial.
De todos modos, Vicens aclaró que se trabajará con
cuidado para no afectar los ingresos provinciales, por lo que la
eliminación total de algunos impuestos podría
demorar años.
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La independencia de
la AFIP
Héctor Rodríguez, titular de la AFIP, consideró
ayer que la autarquía del organismo debe ser un punto
central en la próxima reforma tributaria. El funcionario
señaló que esa medida es necesaria porque si no sería
una serie de ideas abstractas pero no contaríamos con el
vehículo para llevarlas a cabo. La propuesta de que
la AFIP sea un ente autárquico, cuyo director permanecería
en el cargo durante cinco años, con designación del
Congreso, tal como ocurre con el directorio del Banco Central, fue
fogoneada desde el propio Gobierno. La autonomía de
la AFIP debe concretarse para tener un sistema estable y serio,
consideró Rodríguez. Por otra parte, el funcionario
reiteró que no habrá una nueva moratoria.
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En el Estado se habla
mucho
Si sólo se toman en cuenta a las llamadas salientes, se
llega a la conclusión que cada empleado público pasa
una hora de su jornada laboral hablando por teléfono. Aunque,
seguramente, si se tomaran también las llamadas entrantes
(aquellas que fueron recibidas), el total sería aún
superior. El resultado surge de una revelación hecha ayer
por Chrystian Colombo. El Estado gasta 105 millones de pesos
anuales sólo en teléfono, señaló
el jefe de Gabinete. A partir de ahí puede empezarse a sacar
cuentas, suponiendo que todas las comunicaciones son locales. Como
cada minuto de comunicación cuesta casi tres centavos y medio
(IVA incluido), se llega a la conclusión de que cada agente
estatal (son 220 mil en toda la administración) consume 220
horas anuales hablando por teléfono (se insiste: sólo
en las que ese funcionario discó). Y como, aproximadamente,
son 200 los días laborales, se concluye que cada empleado
en promedio habla una hora por día. Frente a esos 105 millones
de pesos, Colombo determinó que el Gobierno va a aprovechar
la desregulación en el sector de las telecomunicaciones para
abaratar costos. Lo que significaría que se elegirá
a la compañía que cobre más barato para que
sea proveedora del Estado. Más vale tarde que nunca: la desregulación
telefónica para las llamadas interurbanas e internacionales
ya lleva diez meses, mientras que la liberalización en las
comunicaciones locales lleva tres.
Pero además de buscar un ahorro en las facturas telefónicas,
Colombo señaló que se buscará hacer más
eficiente al Estado, con menos gastos, recortando determinadas estructuras.
Habrá menos directores, adelantó el jefe
de Gabinete, quien reveló que se gastan 60 millones de pesos
en solventar los directorios del Estado. No se justifica la
presencia de tantos directores en algunos organismos centralizados
o empresas del Estado, señaló.
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APOYO
A ARGENTINA DE STANLEY FISCHER Y ARMINIO FRAGA
La Convertibilidad es útil
Están saliendo
del pozo, aseguró Stanley Fischer, número dos del
Fondo Monetario. El hombre fuerte del FMI saludó así la
recuperación de la economía argentina en el mercado financiero
internacional, en el marco del Foro Económico de Davos. Al mismo
tiempo, al momento de encontrar las razones de esa mejora Fischer nombró
a la Convertibilidad. Parece que, una vez más, fue muy útil,
dijo.
De un modo general, la paridad ayudó mucho a la Argentina.
Y ahora está saliendo del pozo, manifestó Fischer
en Suiza. El funcionario buscó así mostrar que el salvataje
de los acreedores de Argentina, liderado por el FMI, está teniendo
resultados positivos, lo que le permite enfrentar las críticas
generalizadas que se hacen a nivel internacional a la tarea del Fondo.
Fischer elogió el tipo de cambio y mostrarse orgulloso de que la
Argentina mantenga ese modelo. Defendieron la Convertibilidad y
seguirán defendiéndola con éxito, señaló.
Pese a los elogios, Fischer dejó en claro que la Argentina tiene
la libertad de elegir entre una paridad fija o dejar flotar la moneda.
Pero esta última afirmación, más que poner un manto
de sospechas sobre el futuro económico, encaja a la perfección
con lo que el funcionario viene sosteniendo en los últimos tiempos
sobre el modelo de tipo de cambio fijo. Dos semanas atrás, durante
un seminario organizado por el Fondo, Fischer señaló que
los países que pudieron sortear la crisis fueron aquellos con tipo
de cambio flotante. Y apuntó que lo contrario sucedió con
aquellos que tenían una paridad controlada o fija. El propio Fischer
dio a conocer un estudio donde mostraba que cada vez son más los
países emergentes que adoptaron tipo de cambio flexibles en la
última década.
Arminio Fraga, titular del Banco Central brasileño, fue otra de
las voces que se levantó para pronosticar un futuro venturoso para
la Argentina. Veo una serie de factores que están conspirando
en favor de la economía, como la baja de tasas en los Estados Unidos,
señaló el banquero. Fraga, un funcionario muy respetado
por los agentes del mercado por su pasado como mano derecha del financistas
George Soros, también salió a apoyar la Convertibilidad.
Es el sistema correcto. No debe darse el debate sobre el tipo de
cambio, apuntó. Frente a los periodistas, Fraga fue terminante:
La Convertibilidad está bien, aseveró.
Marx apoya a los bancos
En su pelea con los bancos para que bajen las tasas, Economía
descendió del ring antes de que empezara el segundo round.
Ayer, Daniel Marx relativizó el reclamo de José Luis
Machinea a mitad de semana, y aclaró que la caída
en el costo de los créditos personales no se dará
de un día para otro. La reducción se va
a producir, aunque no se puede decir cuál es el día
que las tasas bajarán, añadió el secretario
de Finanzas. De esta manera, minimizó el pedido de Machinea
para que los bancos bajaran rápidamente las tasas. Incluso,
había anticipado que ello sucedería la próxima
semana. No obstante, ahora, Marx prefiere no ponerle fecha. Las
tasas van a bajar porque mejoraron las condiciones en el mercado,
explicó.
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