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MARIO VICENS CONFIRMO QUE LA ECONOMIA DEL 2000 SE SACO UN CERO
Felices con el ajuste que no dio crecimiento

El Secretario de Hacienda mostró orgulloso que el año pasado el gasto público fue el más bajo de los últimos cuatro, que se obtuvo superávit antes del pago de intereses y que el déficit fiscal fue de 6600 millones de pesos en línea con el FMI. Tanto esfuerzo tuvo su recompensa: el PBI no creció.
Mario Vicens, secretario de Hacienda. La economía “estuvo estancada, con una caída del PBI de 0,2”. Antes de pagar los intereses de la deuda, las cuentas del Estado tuvieron un superávit de 2719,7 millones.

Por David Cufré

“Hay que valorizar el esfuerzo fiscal que se ha hecho en el 2000”, enfatizó el secretario de Hacienda, Mario Vicens.
–¿Y qué pasó con la economía?, preguntó Página/12.
–Se puede decir que estuvo estancada, con una caída del PBI de 0,2 por ciento o un resultado neutro, –contestó.
–Entonces el esfuerzo fiscal no se tradujo en mejoras para la gente, -insistió este diario.
–Sentamos las bases para el crecimiento a partir de este año, -concluyó el número dos de Economía.
El diálogo se produjo ayer durante una conferencia de prensa convocada por Vicens para dar a conocer los resultados fiscales de 2000. Frente al dato de que la economía terminó el año con resultado negativo o, en el mejor de los casos, sin remontar nada de la pendiente por la que viene cayendo desde setiembre del ‘98, el funcionario dio su visión de los hechos. La explicación fue que en el 2000 hubo que hacer “un esfuerzo fiscal importante”, pero de ahora en más se empezarán a cosechar los frutos. El esfuerzo fiscal se tradujo en que el déficit ascendió a 6589,4 millones de pesos –o 6650 millones si se aplica el sistema de cálculo del FMI–, por debajo de la meta de 6700 millones comprometida con el organismo en agosto pasado, después de sendas renegociaciones. La pauta original del acuerdo con el Fondo era de un desequilibrio de 4500 millones.
Aunque el equipo económico apretó cuanto pudo el torniquete fiscal, con recorte de gastos, aumento de impuestos y disminución de salarios de empleados públicos, sucesivamente, la recesión impidió que el déficit se acomodara a la primera meta prevista. El propio Machinea reconoció que aquellas medidas contrajeron la economía y, por ende, los ingresos fueron menores a los esperados y el déficit fiscal, mayor. Pero Vicens interpretó ayer que “el esfuerzo fiscal ha permitido un manejo ordenado de las necesidades de financiamiento”. “Sin este esfuerzo no se hubiesen podido crear las bases para el comportamiento favorable de la economía que esperamos para este año”, completó.
El funcionario remarcó también que el déficit hubiera sido de 11.500 millones si el Gobierno no subía impuestos y bajaba gastos. En cuanto a las erogaciones del Estado, en 2000 alcanzaron a 52.745,9 millones, “la cifra más baja de los últimos cuatro años e inferior a la meta establecida con el Fondo de 52.930 millones”, enfatizó Vicens con satisfacción. Con ese nivel de gastos, se obtuvo un superávit primario (ingresos menos gastos, antes del pago de intereses de la deuda) de 2719,7 millones, el más alto del último lustro tanto en términos nominales como en relación al PBI. En este último caso, el superávit fue equivalente a 0,96 por ciento del producto, contra el 0,31 por ciento de 1999; el 0,83 por ciento de 1998, y el 0,40 por ciento de 1997.
Vicens sostuvo la semana pasada que el mantenimiento de la disciplina fiscal es condición indispensable para ingresar en el “círculo virtuoso” de caída de tasas de interés, ingreso de capitales, expansión del crédito, el consumo y la producción, y, en definitiva, de la economía. Se trata de la misma estrategia que el equipo económico aplicó desde su llegada al Palacio de Hacienda, pero en el 2000 ese plan finalizó con un retroceso de la economía del 0,2 por ciento o un resultado neutro.
El principal componente del déficit fiscal en 2000 fue el pago de intereses de la deuda, que ascendió a 9656 millones de dólares. Es decir que todo el esfuerzo para disminuir el gasto público se esfumó con los pagos a los acreedores. Esa situación se agravará este año, ya que están previstos desembolsos por 11.600 millones por ese concepto. Sin embargo, Vicens restó importancia a esas mayores erogaciones. Dijo que el déficit fiscal se ubicará en 6500 millones, como mínimo, ya que eso fue lo acordado con el FMI. Y aseguró que ese objetivo se cumplirá gracias al aumento previsto en la recaudación y el congelamiento del gasto público.Vicens le contestó al consultor Miguel Angel Broda, quien estimó que el Gobierno no podrá cumplir con la meta de déficit, y que el rojo ascendería a 7400 millones. “No queremos que sea más oficialista que el Gobierno, pero en éste caso se equivoca”, retrucó Vicens.
Finalmente, el secretario de Hacienda indicó que en el 2000 el ajuste del gasto público fue de 1264 millones de pesos. Los recortes salariales, el achicamiento de gastos reservados de la SIDE y el despido de personal contratado originaron ahorros por 424 millones, mientras que se gastaron 357 millones menos en bienes y servicios, 232 millones en gastos de capital y hubo 255 millones menos de transferencias al sector privado.

 

Armonizar impuestos

A mediados de marzo el gobierno nacional firmará un acuerdo con las provincias para buscar consensos en materia tributaria. El secretario de Hacienda, Mario Vicens, indicó que el convenio establecerá un cronograma de trabajo, tendiente a anular en el futuro “impuestos distorsivos”. “Queremos avanzar en la armonización del sistema impositivo a nivel federal, tendiendo a la reducción y eliminación de distintos tributos”, señaló el funcionario. En ese sentido, mencionó que los gravámenes que se piensan tocar son “el del endeudamiento empresario y la renta presunta, a nivel nacional, y el de Sellos e Ingresos Brutos, a nivel provincial”. De todos modos, Vicens aclaró que se trabajará con cuidado para no afectar los ingresos provinciales, por lo que la eliminación total de algunos impuestos “podría demorar años”.

 

La independencia de la AFIP

Héctor Rodríguez, titular de la AFIP, consideró ayer que la autarquía del organismo “debe ser un punto central” en la próxima reforma tributaria. El funcionario señaló que esa medida es necesaria porque si no “sería una serie de ideas abstractas pero no contaríamos con el vehículo para llevarlas a cabo”. La propuesta de que la AFIP sea un ente autárquico, cuyo director permanecería en el cargo durante cinco años, con designación del Congreso, tal como ocurre con el directorio del Banco Central, fue fogoneada desde el propio Gobierno. “La autonomía de la AFIP debe concretarse para tener un sistema estable y serio”, consideró Rodríguez. Por otra parte, el funcionario reiteró que no habrá una nueva moratoria.

 

En el Estado se habla mucho

Si sólo se toman en cuenta a las llamadas salientes, se llega a la conclusión que cada empleado público pasa una hora de su jornada laboral hablando por teléfono. Aunque, seguramente, si se tomaran también las llamadas entrantes (aquellas que fueron recibidas), el total sería aún superior. El resultado surge de una revelación hecha ayer por Chrystian Colombo. “El Estado gasta 105 millones de pesos anuales sólo en teléfono”, señaló el jefe de Gabinete. A partir de ahí puede empezarse a sacar cuentas, suponiendo que todas las comunicaciones son locales. Como cada minuto de comunicación cuesta casi tres centavos y medio (IVA incluido), se llega a la conclusión de que cada agente estatal (son 220 mil en toda la administración) consume 220 horas anuales hablando por teléfono (se insiste: sólo en las que ese funcionario discó). Y como, aproximadamente, son 200 los días laborales, se concluye que cada empleado en promedio habla una hora por día. Frente a esos 105 millones de pesos, Colombo determinó que el Gobierno va a “aprovechar” la desregulación en el sector de las telecomunicaciones para abaratar costos. Lo que significaría que se elegirá a la compañía que cobre más barato para que sea proveedora del Estado. Más vale tarde que nunca: la desregulación telefónica para las llamadas interurbanas e internacionales ya lleva diez meses, mientras que la liberalización en las comunicaciones locales lleva tres.
Pero además de buscar un ahorro en las facturas telefónicas, Colombo señaló que se buscará hacer más eficiente al Estado, con menos gastos, recortando determinadas estructuras. “Habrá menos directores”, adelantó el jefe de Gabinete, quien reveló que se gastan 60 millones de pesos en solventar los directorios del Estado. “No se justifica la presencia de tantos directores en algunos organismos centralizados o empresas del Estado”, señaló.

 

APOYO A ARGENTINA DE STANLEY FISCHER Y ARMINIO FRAGA
“La Convertibilidad es útil”

“Están saliendo del pozo”, aseguró Stanley Fischer, número dos del Fondo Monetario. El hombre fuerte del FMI saludó así la recuperación de la economía argentina en el mercado financiero internacional, en el marco del Foro Económico de Davos. Al mismo tiempo, al momento de encontrar las razones de esa mejora Fischer nombró a la Convertibilidad. “Parece que, una vez más, fue muy útil”, dijo.
“De un modo general, la paridad ayudó mucho a la Argentina. Y ahora está saliendo del pozo”, manifestó Fischer en Suiza. El funcionario buscó así mostrar que el salvataje de los acreedores de Argentina, liderado por el FMI, está teniendo resultados positivos, lo que le permite enfrentar las críticas generalizadas que se hacen a nivel internacional a la tarea del Fondo. Fischer elogió el tipo de cambio y mostrarse orgulloso de que la Argentina mantenga ese modelo. “Defendieron la Convertibilidad y seguirán defendiéndola con éxito”, señaló.
Pese a los elogios, Fischer dejó en claro que la Argentina “tiene la libertad de elegir entre una paridad fija o dejar flotar la moneda”. Pero esta última afirmación, más que poner un manto de sospechas sobre el futuro económico, encaja a la perfección con lo que el funcionario viene sosteniendo en los últimos tiempos sobre el modelo de tipo de cambio fijo. Dos semanas atrás, durante un seminario organizado por el Fondo, Fischer señaló que los países que pudieron sortear la crisis fueron aquellos con tipo de cambio flotante. Y apuntó que lo contrario sucedió con aquellos que tenían una paridad controlada o fija. El propio Fischer dio a conocer un estudio donde mostraba que cada vez son más los países emergentes que adoptaron tipo de cambio flexibles en la última década.
Arminio Fraga, titular del Banco Central brasileño, fue otra de las voces que se levantó para pronosticar un futuro venturoso para la Argentina. “Veo una serie de factores que están conspirando en favor de la economía, como la baja de tasas en los Estados Unidos”, señaló el banquero. Fraga, un funcionario muy respetado por los agentes del mercado por su pasado como mano derecha del financistas George Soros, también salió a apoyar la Convertibilidad. “Es el sistema correcto. No debe darse el debate sobre el tipo de cambio”, apuntó. Frente a los periodistas, Fraga fue terminante: “La Convertibilidad está bien”, aseveró.

 

Marx apoya a los bancos

En su pelea con los bancos para que bajen las tasas, Economía descendió del ring antes de que empezara el segundo round. Ayer, Daniel Marx relativizó el reclamo de José Luis Machinea a mitad de semana, y aclaró que la caída en el costo de los créditos personales “no se dará de un día para otro”. “La reducción se va a producir, aunque no se puede decir cuál es el día que las tasas bajarán”, añadió el secretario de Finanzas. De esta manera, minimizó el pedido de Machinea para que los bancos bajaran rápidamente las tasas. Incluso, había anticipado que ello sucedería la próxima semana. No obstante, ahora, Marx prefiere no ponerle fecha. “Las tasas van a bajar porque mejoraron las condiciones en el mercado”, explicó.

 

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