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La ETA sirvió de postre un cocinero a la dinamita

Un cocinero civil de la Marina se convirtió ayer en el primer muerto
de la ETA del año, y en el 24º desde 1999.

Un policía cubre los restos de Ramón Díaz García, un cocinero civil para la Marina.
Fue el primer atentado exitoso de ETA en este año, y mató a su víctima número 24 desde 1999.

Esta vez no falló. ETA finalmente logró ayer dar un golpe contra el Estado español tras una serie de fiascos en las últimas semanas. La identidad de la víctima, sin embargo, no daba muy buena imagen de la capacidad operativa de la organización separatista vasca. Al convertirse en su primera víctima fatal de este año, Ramón Díaz García era un cocinero civil de 51 años empleado por la Comandancia de Marina de San Sebastián. Murió a la mañana al estallar una “bomba-lapa” colocada debajo de su auto. Que ETA eligiera un objetivo tan humilde que no era militar ni guardia civil aseguró que las condenas fueran unánimes e inequívocas. El gobierno autónomo de Partido Nacionalista Vasco (PNV) se sumó a las protestas por la muerte de Díaz y llamó a ETA para que “pare” su lucha armada. Según algunos analistas, el grupo autor del atentado, el “comando Donosti”, es la última reserva en el último bastión de apoyo (Guipúzcoa) que les quedaría a los etarras.
La muerte de Díaz García era coherente con la gradual disminución en el rango de los objetivos de ETA. Quizá nadie en círculos oficiales se imaginaba que bajaría tanto. El ministro del Interior español, Jaime Mayor Oreja, declaró que “este crimen es inexplicable”. Parece que el único en percibir una amenaza fue el mismo Díaz García. Según informó ayer la central sindical Comisiones Obreras (CC.OO., comunista), él había iniciado un juicio al Ministerio de Defensa para pedir un plus salarial de 66 dólares por la “peligrosidad” de su trabajo. La decisión del mando etarra no era ilógica: el miércoles habían fracasado en asesinar a un suboficial de la Fuerza Aérea, y en términos militares era coherente apuntar contra un cocinero que, como civil, no contaba con escolta.
Díaz García vivía en el País Vasco desde los 10 años. Electricista de profesión, se había convertido en cocinero hace unos años luego de que cerrara la empresa donde trabajaba. Pero su subordinación a una cadena de mandos militar nunca fue muy evidente. “Organizaba partidos de fútbol, preparaba cenas, estaba muy integrado en el vecindario”, lo describió un conocido. Su rutina diaria no era ningún secreto. Cada mañana a las 7.00 tomaba un café en el bar Etxarre antes de ir en auto al cuartel de la Marina en San Sebastián. Ayer a las 7.40 Díaz García subió a su auto y lo encendió normalmente. Pero al dar marcha atrás activó los cuatro kilos de explosivos debajo del vehículo. Su cuerpo atravesó el techo del auto y aterrizó a unos metros.
Nadie dudó de que hubiera sido ETA. “Buscaba un objetivo fácil para solventar los fracasos que han tenido últimamente”, informó un portavoz de la Ertzaintza, la policía vasca. Pero acabar con ese objetivo requirió el uso de lo que supuestamente es la élite del grupo armado, el comando Donosti. Es el único comando que no fue penetrado por la policía, y cuenta con amplio apoyo popular en su base, la provincia de Guipúzcoa. Todo esto se refleja en que se le atribuye un tercio de todos los atentados etarras desde el año pasado. Su éxito contrastó con la aparente eliminación de otros comandos etarras en el resto de España (Madrid, Barcelona y Andalucía) y dentro del mismo País Vasco (Bilbao y Viscaya).
Políticamente, sin embargo, su eficiencia podría resultar contraproducente. Los nacionalistas vascos moderados –quienes generalmente intentan culpar tácitamente a la actitud intransigente de Madrid de los atentados– ayer no pudieron condicionar su condena al atentado fatal número 24 de ETA desde que rompió su tregua en 1999. Eso no impidió que la rama vasca del Partido Popular (PP) de José María Aznar denunciara que los nacionalistas “moderados” del PNV aún esperan que los “extremistas” de ETA mejoren su posición de negociación ante Madrid.

 


 

ISRAEL DESCARTA UN ACUERDO ANTES DEL 6
Y no se dio vuelta la Taba

Ahora sí que no va a ser. El primer ministro israelí Ehud Barak dijo ayer que sería imposible finalizar el lineamiento de un acuerdo de paz con los palestinos antes de las elecciones del 6 de febrero en Israel, pese a los progresos conseguidos durante las negociaciones en Taba. Sus declaraciones fueron posteriores a evaluaciones de los negociadores de que lo mejor que podrían lograr las dos partes sería un entendimiento que les permita continuar conversaciones después de las elecciones para primer ministro.
“Me parece que estamos efectuando ahí una labor muy importante”, dijo Barak al Canal Uno de la televisión israelí, refiriéndose a las negociaciones en el balneario egipcio de Taba, sobre el Mar Rojo. “Creo que hay (...) un progreso muy interesante en muchos tópicos en Taba, aunque será imposible finalizarlo (el acuerdo)”, agregó. Un marco hacia un acuerdo de paz parecía ser la mejor probabilidad de que Barak continúe en el poder, ante una insurrección popular palestina de cuatro meses que él no ha logrado contener. Actualmente, sin embargo, los sondeos de opinión indican que Barak perdería ante su rival derechista, Ariel Sharon, por entre 16 y 18 puntos, y puede ser ya demasiado tarde para revertir la tendencia, especialmente si se considera que la opinión pública israelí puede deducir que un acuerdo es sólo una maniobra oportunista de Barak para conservar el poder.

 

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