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LOS CABALLEROS DE LA QUEMA EN “ARGENTINA EN VIVO II”
Rock en la patria del chamamé

El grupo liderado por Iván Noble llenó el anfiteatro Tránsito Cocomarola, de la capital de Corrientes, para la cuarta fecha del ciclo de conciertos ambulantes. Un público de mate, tereré y gaseosa disfrutó del show.

Iván Noble, guitarra eléctrica en manos, provocó aulliditos de chicas correntinas.

Por Cristian Vitale

“Pongan huevo, Caballeros, pongan huevo y corazón, que esta hinchada, se merece, se merece rock and roll.” Iván Noble trasladó sus historias de amores y barrios a Corrientes y las 6500 personas que lo fueron a ver exigieron el bis con ritual de hinchada de fútbol, como le gusta a él. Una sentida versión de “Patri”, a poco más de una hora de comenzado el show, los había dejado exhaustos casi satisfechos, pero faltaba el postre. La despedida fue con “Oxidado” y “Carlito”, que imprimieron el último soplo de emoción vital al público. Los Caballeros debutaban así en la Capital Nacional del Chamamé.
Afuera, luego del recital, en el Anfiteatro Cocomarola, un grupo de chicas moría por ver o tocar al sex symbol del rock nacional. Y el griterío, en plena calle, era infernal. Una imagen que contrastaba con la del principio de la jornada. Al mediodía, nada hacía prever que el show iba a ser festivo, concurrido y cálido. A esa hora, Corrientes parecía una ciudad muerta, desierta. Y el único signo que anunciaba la presencia de la banda en la provincia eran los carteles de Argentina en Vivo II, organizadamente pegados en todos los espacios de publicidad, ubicados frente al río Paraná. Nada más. No había pibes con remeras alusivas al grupo, tampoco fans frente al hotel y en las disquerías de la peatonal sólo sonaban chamamé y cumbia.
La rara sospecha de que el show podía hacer sapo aumentó extrañamente apenas antes de las 21.15, la hora prevista para el comienzo. En el anfiteatro –un lugar algo alejado del centro, con capacidad para 9 mil personas cómodamente sentadas– irrumpieron los créditos locales, un grupo de pop-rock llamado Lez Viana, con un repertorio que motivó poco a las hasta entonces 2 mil personas presentes. Entre tema y tema, los grillos se hacían oír desde el fondo. Y la gente, mucha familia con tereré y pibitos jugando a la mancha, parecía aplastada. ¿Sería el Boca-River la causa del desplante?, era la pregunta del millón. Pero la realidad se revirtió cuando Iván y compañía pisaron el set. Todo arrancó con una potente versión de “Pejerrey” y, de repente, el Cocomarola se llenó de color, sudor y entusiasmo.
El show tuvo todos los tópicos del rock en el interior. El único signo que acercó a la banda a sus barrios de origen –además de la música, claro– era la bandera viajera de Ciudad Evita y Morón, o la camiseta de Nueva Chicago que le arrojaron a Iván mientras cantaba “Me voy Yendo”, promediando el show. El resto era típico de una juventud culturalmente alejada de las tribus porteñas. Poca pose, mucha gaseosa y mate, chicos con remeras de Almafuerte o Metallica coreando el hit “Avanti Morocha” con absoluto desprejuicio y ninguna fricción. Parecía ridículo ver policías montados a caballo custodiando el lugar.
El repertorio de Los Caballeros fue un recorrido por la historia de la banda, con las canciones ubicadas acertadamente en el tiempo para llevar la noche a buen puerto y mantener la motivación intacta. Mientras la ansiedad del pueblo rocker correntino por escuchar “Oxidado” –el tema más exigido– aumentaba, Los Caballeros disfrutaban de su propia música con canciones más trabajadas que emotivas como “Hambre”, “Malvenido” y “No me despaches”, en los que el trabajo musical parece tener más trascendenciaque el carisma de Noble. O con “Primavera Negra”, una de las canciones que ata al grupo con sus orígenes, “a cuando no teníamos hijos y éramos menos viejos”, según el frontman.
El melodioso pop-rock, que más gusta a los menos fanáticos, quedó para el final. Recién a partir de “Pirata” –tema por el que Iván, una vez más, recordó la figura de León Gieco, que el domingo actúa en Misiones, en la siguiente fecha del ciclo–, el ánimo fiestero se mantuvo constante. Los clásicos, “Sapo de otro pozo”, “Avanti...” y, bueno, “Oxidado”, coronaron una noche que los correntinos presentes difícilmente puedan olvidar. La misma sensación parecía tener Iván: “No sé por qué puta razón no habíamos venido nunca acá”, fue su reflexión ante un público que brindaba con tereré por un futuro regreso.

 

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