Por Eduardo Febbro
Desde
Davos, Suiza
Davos se convirtió ayer
en una caja fuerte celosamente protegida por centenares de policías
y militares. Tanto uniforme trató de impedir que los militantes
de las ONGs protestaran ante los amos del mundo. Desde muy temprano, las
fuerzas del orden limpiaron trenes y micros con destino a Davos, eligiendo
al azar a los posibles indeseables. Las escenas que se vieron
en las estaciones eran dignas de una dictadura. Entre las siete menos
cuarto de la mañana y las seis de la tarde el tráfico ferroviario
con destino a Davos quedó totalmente interrumpido. Pese a todo,
grupos de manifestantes lograron llegar, para ser contenidos en los alrededores
de la estación con todas las herramientas de la represión:
gases, cañones de agua y hasta balas de caucho.
En Landquart, a 35 kilómetros de Davos, se vieron escenas aún
más violentas cuando 600 personas protestaron porque no las dejaban
viajar a Davos. Armados con palos, los manifestantes se enfrentaron con
la policía y luego bloquearon las vías de la estación
y una ruta. Lo mismo ocurrió con los grupos opositores que venían
de Italia y que no pudieron entrar a Suiza. Sólo queríamos
transmitir un mensaje democrático a la gente de Foro, explicó
Charles-André Udry, un responsable de la asociación ATTAC
suiza, parte de la coordinadora antimundialización que salió
de Zurich el sábado por la mañana. En cinco ómnibus,
la diputada europea Roseline Vachetta (extrema-izquierda, francesa), sindicalistas
franceses y suizos, profesores universitarios, militantes anti OMC y simples
ciudadanos se vieron bloqueados en los caminos. ¿Este es
el diálogo que los dueños del mundo quieren entablar con
la sociedad?, comentaba indignado un sindicalista francés
en medio de la compacta multitud que gritaba: Resistencia: el pueblo
unido jamás será vencido. Las fuerzas de seguridad
pusieron tanto empeño en evitar que se repitieran las escenas del
año pasado que ni siquiera dejaron circular a los autos oficiales
o con chapas diplomáticas.
Mientras sonaban los estampidos de los gases lacrimógenos, en la
reunión sonaban quienes defienden el sistema actual de intercambios
comerciales en contra de las nuevas tendencias que apuntan
a beneficiar los acuerdos regionales. Yoshiji Nogami, viceministro japonés
de Relaciones Exteriores, afirmó que si los acuerdos regionales
se generalizaban podrían volverse obstáculos, ya que
de esa manera la liberalización del comercio se haría de
manera desordenada. La tesis japonesa, compartida por muchos, se
opone a las expuestas en Davos por el canciller argentino Adalberto Rodríguez
Giavarini. El jefe de la diplomacia no sólo pide que se organice
una nueva ronda mundial sino que, además, que el comercio multilateral
tome en cuenta los intercambios entre grupos regionales. Giavarini explicó
que la actual situación es claramente perjudicial para nosotros.
En el mundo, el nivel tarifario promedio es del 10 por ciento, mientras
que al sector agrícola le corresponde el 40. En el mundo actual
se está subsidiando la producción con un billón de
dólares por día. Debemos ir a una nueva ronda.
Pero Nogami estimó que no se puede construir una casa con
piedras de distintas formas. La OMC (Organización Mundial del Comercio)
puede aportar el plan de conjunto y las piedras. Mike Moore, director
general de la OMC, estimó por su parte que el sistema multilateral
seguía siendo el mejor, pero requería fervientes abogados.
El segundo golpe lo dio el mismo Fondo Monetario Internacional cuando
su director gerente, Stanley Fischer, anunció una importante reducción
de las previsiones de crecimiento para el año 2001 provocada por
la recesión norteamericana. Según Fischer, que se mostró
sin embargo optimista sobre el horizonte norteamericano, el crecimiento
económico mundial no excederá el 3,5 por ciento. Con todo,
los dirigentes estadounidenses presentes enDavos mantienen un perfil sereno.
Robert Hormats, vicepresidente de Goldman Sachs International, aseguró
que EE.UU. tiene una economía robusta. En todo caso,
Fischer puso mucho cuidado en señalar que la situación actual
está lejos de equivaler a una recesión como la que
se produjo a finales de los 80. Interrogado sobre el blindaje
argentino, Fischer elogió la manera en que el gobierno gestionó
la crisis y presentó un panorama alentador, tanto más cuanto
que argumentó que los problemas norteamericanos en vez de perjudicar
al conjunto de América latina iban a provocar un efecto positivo.
Paralelamente a las decenas de coloquios y paneles de todo tipo, Rodríguez
Giavarini prosiguió con sus entrevistas. Por la mañana participó
en un desayuno con miembros del grupo Invertir, luego se entrevistó
sucesivamente con responsables suecos; con el ministro de Relaciones Exteriores
de Alemania, Joska Fischer, a quien entregó la invitación
para que el canciller alemán visitara Argentina; con el presidente
del BID, Enrique Iglesias; con el líder opositor peruano Alejandro
Toledo: y con el jefe de la diplomacia mexicana, Jorge Castañeda.
Interrogado por Página/12 sobre la extradición a España
del represor argentino detenido en México, Castañeda reiteró
que México tiene plazo hasta el 4 de febrero para responder.
Estamos analizando el legajo que nos remitió la Justicia y responderemos
a su debido tiempo. En cuanto a Iglesias, el director del BID aseguró
que tanto el apoyo internacional como las decisiones tomadas por
el gobierno están funcionando muy bien. Iglesias confirmó
en Davos la impresión de un cambio muy grande y muy favorable
hacia la Argentina. Hay una clara recuperación de la confianza
en la Argentina y eso se percibe en las conversaciones públicas
y privadas. Hay expectativas y optimismo. Según Iglesias,
la única preocupación es la situación norteamericana.
Sabemos precisó-. que el primer semestre va a ser difícil,
pero también que el aterrizaje no será violento. La idea
es que la recuperación aparezca hacia finales de año. Esa
es la única preocupación.
JAIME
CAMPOS, DE LA FUNDACION INVERTIR
Hay mejor clima con Argentina
Por E. F.
Reunido con miembros de la Fundación
Invertir, el canciller argentino Adalberto Rodríguez Giavarini
explicó a los empresarios las medidas tomadas por el Gobierno en
las últimas semanas. El presidente del grupo, Jaime Campos, resumió
ante Página/12 las inquietudes del empresariado y evaluó
las demandas sociales formuladas en Porto Alegre.
El clima de la reunión
fue bueno y la principal pregunta que le hicimos al canciller es si las
cosas que están por hacerse se van a concretar. La sensación
es que si las tasas siguen bajando, que es lo más concreto y positivo
de lo dicho hasta ahora, ahí se espera que haya un crecimiento
de las inversiones. El otro tema fue cómo va a actuar Argentina
con las negociaciones del ALCA y el Mercosur.
Mi sensación respecto
a Porto Alegre es que corresponde incorporar las observaciones y los comentarios
de la gente que no participa en Davos. De lo contrario se puede generar
toda una imagen de que acá se planean cosas. No es así.
Los que participan en el Foro
de Davos se dan cuenta de que no hay crecimiento económico real
y genuino si uno no tiene sociedades con gente cada vez más integrada
e incorporada. La sociedad con enormes diferencias de distribución
e ingresos negativos no es sostenible. No sólo porque hay creciente
inseguridad sino también porque toda la nueva economía de
la que se habla funciona bien cuanto más gente hay incorporada
al sistema. Se trata como siempre de un problema de poder: ¿quiénes
son los que toman las decisiones claves? Quienes deben tomar las decisiones
son quienes fueron elegidos por las ciudadanías.
En la fundación
Invertir tenemos un programa para medianas y pequeñas empresas.
Es un conjunto de grandes empresas que ponen plata para las más
pequeñas. En Argentina tenemos el problema del desarrollo de las
PyME. Si esta categoría de empresas no existe, a todos les va mal.
Creo que en este aspecto el sentido común avanza, es decir que
una sociedad jerarquizada, donde uno piensa en uno mismo, no lleva a ningún
lado.
Hay mejor clima respecto
a Argentina. Todo el mundo pregunta si las políticas se van a mantener.
Noto mucha más tranquilidad respecto a lo que se veía hace
unas semanas atrás. Hay menos ansiedad que en otras crisis.
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