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Pinochet salió vivito y coleando
después de la caravana de ratas

El ex dictador chileno fue dado de alta luego de un infarto cerebral. El �episodio isquémico� ocurre después de una semana en que varios militares, incluido Pinochet, se acusaron mutuamente por la Caravana de la Muerte.

Pinochet en el helicóptero
que lo sacó del Hospital Militar.

Fue sólo un susto, pero puede ser muy útil, legalmente hablando. El ex dictador chileno Augusto Pinochet dejó ayer por la tarde el Hospital Militar de Santiago, luego de haber sufrido anteayer un pequeño infarto cerebral. Este infarto puede convertirse en el motivo de una nueva alegación de la defensa de Pinochet sobre su estado de salud para eximirlo del juicio por los crímenes de la Caravana de la Muerte. Sería la última oportunidad de los abogados del ex dictador para lograr algo porque, según varias versiones de prensa, el juez Juan Guzmán ya entregó ayer a la Corte de Apelaciones de Santiago un borrador del dictamen, que firmaría el lunes, ordenando el procesamiento de Pinochet. Es posible que Guzmán reconozca el problema de salud del inculpado, lo que puede dejar de nuevo la puerta abierta para su eximición. Por otra parte, peritos judiciales dijeron que la identificación de los restos óseos hallados en Cuesta Barriga, una zona montañosa a 50 km. de Santiago, puede tardar dos meses.
Las excavaciones en Cuesta Barriga comenzaron hace tres semanas, días después de que las Fuerzas Armadas chilenas proporcionaran información sobre el paradero de unos 200 detenidos desaparecidos. La entrega de datos fue acordada a mediados del año pasado, como resultado de la Mesa de Diálogo entre el gobierno, militares, abogados de derechos humanos y representantes religiosos. Uno de los datos aludía a seis ex militantes comunistas asesinados en 1976 y enterrados en una fosa común en Cuesta Barriga. Las excavaciones no dieron resultado y los familiares de las víctimas denunciaron que la información podría ser falsa y pidieron al gobierno que presionara a las Fuerzas Armadas para que dieran datos precisos. El gobierno lo hizo. Finalmente, los restos aparecieron en Cuesta Barriga. Lo que se encontró fueron unas pocas vértebras, costillas y falanges a 22 metros de profundidad. Según análisis preliminares, los huesos llevaban enterrados entre 20 y 30 años, lo que lo haría coincidir con el dato de los militantes comunistas: Fernando Navarro, Horacio Zepeda, Lincoyán Berríos, Luis Lazo, Fernando Ortiz y Héctor Véliz. Patricia Hernández, perita del Instituto Médico legal, explicó que existe un 60 por ciento de posibilidades de que se puedan extraer muestras de ADN que permitan identificar los restos, por lo cual los trabajos de laboratorio se extenderán entre uno y dos meses.
Los familiares de las víctimas de la dictadura también manifestaron su sospecha ayer, luego de conocer la internación de Pinochet. La vicepresidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), Mireya García, dijo que el hecho está relacionado con la forma en que “ante la opinión pública, ante el país y el mundo entero se va revelando la verdad de los hechos”. La secretaria general del Partido Comunista, Gladys Marín, esposa de un desaparecido, manifestó su extrañeza por esta repentina enfermedad de Pinochet.
Mireya García se refería a las revelaciones del general retirado Joaquín Lagos Osorio, quien acusó por televisión a Pinochet de ordenar directamente los asesinatos de la Caravana de la Muerte. El ex dictador, en su declaración indagatoria frente al juez Guzmán, y el general (R) Sergio Arellano Stark, jefe mismo de la Caravana, habían acusado de los crímenes al propio Lagos, que era jefe de la I División del Ejército en 1973. El presidente del Partido Socialista, senador Ricardo Núñez, añadió que los dichoddel general Lagos “son hechos que marcan el proceso a Pinochet, que van poniéndole la lápida a la posibilidad de defenderse".
Todavía a Pinochet no hay que ponerle una “lápida” porque salió bien del incidente médico, pero es cierto que “la posibilidad de defenderse con argumentos sólidos” disminuye, aunque el pequeño infarto cerebral que sufrió puede darle una vía de fuga.

 


 

El regreso del Alan pródigo

Desterrado de su país tras cargos de corrupción, el ex presidente peruano Alan García regresó ayer a Lima luego de ocho años de ausencia para buscar reconquistar el poder en las elecciones de abril. García, de 51 años, llegó en medio de una gran expectativa por su postulación en un vuelo desde Bogotá, donde estuvo asilado desde 1992, poco después del autogolpe del ex presidente Alberto Fujimori. Alzando el brazo izquierdo a sus simpatizantes en el aeropuerto de Lima, García, quen gobernó entre 1985 y 1990, fue recibido entre vitores por los dirigentes de su partido APRA, uno de los más viejos y tradicionales de América latina.

 

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