Por
Gonzalo Espáriz
Desde Melbourne
Andre Agassi irrumpió como un torbellino en el circuito masculino
de tenis en 1986, con una prometedora carrera por delante, pero sus mayores
éxitos y sobre todo su mejor juego le llegaron en torno a los 30
años.
Su analítico discurso después de ganar en el Abierto de
Australia su séptimo torneo del Grand Slam puso más de relieve
que nunca que el joven rebelde de 16 años que amenazaba con revolucionar
el mundo del tenis para temor de los puritanos es ahora un hombre maduro
y profesional al cien por cien.
Con el mismo tenis sólido y calculador que demostró a lo
largo del torneo, el estadounidense sumó en 1 hora y 46 minutos
su séptimo torneo del Grand Slam ante un Clement que sólo
fue capaz de presionar a Agassi al comienzo del tercer set.
En un partido sin golpes ni jugadas espectaculares, sólo la constancia
y la profesionalidad de Agassi, ya tricampeón en Melbourne, estuvieron
al más alto nivel.
Pareció más fácil de lo que realmente fue,
aseguró Agassi, campeón en 1995 y 2000. A lo largo
de los años aprendí lo complicado que puede ser un jugador
del espíritu de Clement, añadió para explicar
su permanente concentración.
Cuando vas a jugar contra alguien como Pete (Sampras) o (Patrick)
Rafter sabes que vas a dar el máximo, pero en casos como éste
uno se siente un poco ansioso, aseguró el estadounidense,
que al tiempo alabó a su rival: Tengo un gran respeto por
él, hizo un torneo sensacional.
Tras analizar el partido, el de Las Vegas situó el triunfo de hoy
en el contexto de su carrera. Es un fantástico sentimiento,
esperaba ganar torneos a los 30 años, pero supongo que uno nunca
puede estar seguro, afirmó un sonriente y reflexivo Agassi.
Fue la primera vez que tener que defender el título no supuso
una presión extra sino que me ayudó a jugar cada vez mejor,
señaló Agassi, que se mostró como el más regular
de los 128 hombres que entraron en el cuadro principal masculino.
No creo que mi evolución haya sido extraña, todos
cambiamos, cualquiera es distinto a los 30 años respecto a los
16, aseguró el estadounidense en Melbourne. Hay mucho
sobre mí que ustedes no saben, agregó, misterioso,
dirigiéndose a los periodistas.
Gane o pierda, mi objetivo último es estar orgulloso de mí
mismo sobre cómo competí y cómo me comporté,
explicó el nuevo Agassi tras ganar al francés
Arnaud Clement. Otro punto de referencia fue su trabajo: Cuando
uno obtiene resultados es siempre gratificante después de todo
el trabajo hecho, del esfuerzo realizado.
Ganador o perdedor, Agassi nunca pasa desapercibido. Acaparó portadas
con su look punk al principio de su carrera. La imagen de
su pelo largo, revuelto y lleno de mechas, unida a una indumentaria basada
en pantalones vaqueros cortados y colores llamativos dio la vuelta al
mundo incluso antes de que ganara su primer torneo.
Pero por ahí llegaron los primeros cambios. La calvicie lo condujo
a afeitarse la cabeza, y su vestuario se hizo más discreto, hasta
el punto que hoy en día es uno de los tenistas que menos llaman
la atención.
En el plano personal también hubo giros de 180 grados. Tuvo un
matrimonio fugaz con la actriz Brooke Shields a mediados de los 90,
que no duró más que unos pocos meses, y durante largo tiempo
se le relacionó con otras muchas modelos y actrices.
Tras sus amores volátiles, el deportista de Las Vegas encontró
la estabilidad emocional con la ex tenista alemana Steffi Graf, con la
que vive un romance hecho público en el US Open de 1999.
En el aspecto deportivo, la carrera de Agassi se desarrollaba con éxito,
pero eclipsado por otros jugadores como sus compatriotas Pete Sampras
o Jim Courier. En 1992, Agassi ganó Wimbledon, en el 94 el
US Open y en el 95 Australia, pero después cayó en
un bache que lo llevó al puesto 140 de la ATP, e incluso a jugar
challengers.
Pero, como en la escala personal, el nivel profesional también
vivió una propulsión, de tal forma que Agassi se convirtió
en el mejor tenista de los últimos años 90.
Agassi impactó en 1999, ganando Roland Garros, con lo que se sumó
al selecto club de los tenistas que han conseguido ganar al menos en una
ocasión cada uno de los grandes. Además de triunfar
en París, también se impuso en el US Open y alcanzó
la final de Wimbledon.
Sin lugar a dudas, el gran signo de distinción del nuevo
Agassi es la profesionalidad ganadora. Ahora tengo
la experiencia de saber claramente qué me pone en posición
de alcanzar mi mejor rendimiento y qué me mantiene a ese nivel,
asegura.
El nuevo Agassi demostró que el Abierto de Australia
fue un paso más, una nueva piedra en el camino, como
él mismo lo definió, hacia la gloria. Quiero ganar
más, sentencia.
Pero para un hombre que lo ganó ya todo, ¿qué objetivo
queda por conseguir? La respuesta es sencilla: el Grand Slam, ganar los
cuatro grandes en un año. Agassi, enigmático, no rechaza
el reto. Si juego bien mis cartas, éste puede ser el comienzo
de un año increíble, concluye.
|