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El proyecto para la ex cárcel de Caseros, al borde del naufragio

El Gobierno nacional desistió de implosionar la ex torre del penal y en el edificio viejo planean una escuela para guadiacárceles y no un centro cultural, como quieren los vecinos.

El viejo edificio ubicado sobre la avenida Caseros fue construido a fines del siglo XIX.

Por Eduardo Videla

Los vecinos de Parque de los Patricios están que arden: el Ministerio de Justicia ha recomendado no demoler por implosión el edificio de 19 pisos de la ex cárcel de Caseros, desocupado desde agosto último, y estudia reciclar la vieja construcción donde funcionaba la Unidad 16 para crear un centro de capacitación para el Servicio Penitenciario Federal. Un proyecto elaborado por los vecinos, que cuenta con el respaldo del Gobierno porteño, preveía construir allí un centro cultural, un establecimiento educativo y un patio de comidas, mientras que en el predio donde se levanta la cárcel “nueva” se contemplaba construir edificios para viviendas de no más de siete pisos. En pocos meses, los vecinos pasaron de la ilusión de urbanizar esas dos oscuras manzanas a la desazón de convivir durante un tiempo indefinido con los fantasmas que habitan en los dos edificios abandonados. Ahora planean movilizarse para apoyar su proyecto.
Aunque la mole de cemento está destinada a desaparecer, no están claros ni los métodos ni el plazo en que su derrumbe se hará efectivo. “El ministro Jorge de la Rúa ha firmado una resolución por la que se traspasa el edificio de la ex Unidad 1 al Ministerio de Economía y se recomienda que se desista de la implosión”, confirmó a Página/12 el subsecretario de Asuntos Penitenciarios, Alvaro Ruiz Moreno.
La demolición del edificio por ese método –que consiste en su derrumbe mediante la colocación de explosivos– había sido anunciado por la antecesora de Ruiz Moreno, Patricia Bullrich. El operativo iba a ser realizado por el mismo equipo del Ejército que implosionó el ex albergue Warnes, varias torres de Fuerte Apache y un edificio en pleno centro de Mar del Plata. La demolición estaba prevista para diciembre, pero nunca se hizo. Se adujo, en principio, que el Hospital Garrahan, ubicado a 200 metros de la cárcel, había pedido suspender la implosión porque las detonaciones podían afectar a su equipamiento. Fuentes del Ministerio de Justicia aseguraron que, en rigor, hubo otro inconveniente de mayor peso: los gastos para la implosión no estaban previstos en el presupuesto del año 2000.
Las cosas cambiaron con el controvertido cambio de gabinete de principios de octubre: Ricardo Gil Lavedra le dejó su lugar al hermano del presidente, como titular de Justicia, mientras que Bullrich pasó al frente del Ministerio de Trabajo.
La torre será demolida, pero no se sabe cuándo ni cómo.Ahora, Ruiz Moreno confirmó a este diario que el edificio va a desaparecer “para que nunca a ningún funcionario se le ocurra levantar una cárcel en un lugar aberrante como ése”. Sin embargo, Justicia se desentendió del proceso de demolición: mediante la resolución 337/2000, firmada por el ministro De la Rúa, se transfiere el edificio al Ministerio de Economía –que concentra las propiedades oficiales en venta a través del Organismo Nacional Administrador de Bienes del Estado (Onabe)– y junto con la construcción traspasó todo el proceso de demolición.
Justicia recomendó desistir de la implosión, “a raíz del pedido del Garrahan y de otros hospitales ubicados en la zona, por los perjuicios que podría ocasionar la onda expansiva a sus equipos, y por el reclamo de un grupo de vecinos que alertó sobre el peligro para la salud generado por la nube de polvillo originada por el derrumbe”, explicó Ruiz Moreno. Esa nube estaría conformada por asbestos, una sustancia aislante ya prohibida en las construcciones, que se aloja en los pulmones y es cancerígena.
En el Garrahan, el director médico ejecutivo, Luis Alberto Dal Bo, dijo a Página/12 que el hospital “nunca reclamó suspender la implosión sino que pidió conocer los estudios técnicos para descartar posibles daños, cosa que nunca recibimos”. Los otros hospitales ubicados en la zona son el de Gastroenterología, el Muñiz y la maternidad Sardá.
Por otra parte, Ruiz Moreno adelantó que su cartera no piensa desprenderse del viejo edificio ubicado sobre Caseros, donde hasta hace poco funcionó la U 16, que albergaba a menores adultos y a ex miembros de las fuerzas de seguridad. Ese edificio, inaugurado a fines del siglopasado por el presidente Domingo Faustino Sarmiento como un hogar para niños huérfanos, podría ser “refuncionalizado como centro de formación y capacitación para el Servicio Penitenciario Federal, y para crear un museo penitenciario y un centro de estudios para la recuperación de drogadependientes adultos, en cárceles federales”, según las propuestas que estudia la Subsecretaría de Asuntos Penitenciarios. “También se analiza con el Ministerio de Educación la creación de una universidad abierta a la comunidad, con carreras cortas y no tradicionales”, agregó Ruiz Moreno.
“Es un edificio con alto valor sentimental para el Servicio Penitenciario”, definió Ruiz Moreno. La construcción cuenta con 13.500 metros cuadrados, en dos plantas, y, pese a su antigüedad, está en condiciones de ser reciclada, a un costo que oscila entre los 500 mil y 700 mil pesos, según estimó la arquitecta Susana Mercattini, asesora del ministerio.
“No estamos de acuerdo con eso”, dice, en representación de los vecinos, el titular del centro de Gestión y Participación Nº 4, Daniel Brunet. “A los agentes del Servicio Penitenciario los pueden capacitar en otro lado. Nosotros queremos recuperar estas dos manzanas para la ciudad: que se hagan cines y teatros, que el barrio no tiene, un centro cultural y un patio de comidas”, agregó el funcionario. La propuesta fue elaborada por el CGP a partir de una encuesta entre los vecinos, y fue elevada a la Legislatura, en noviembre, por el secretario de Planeamiento porteño, Enrique García Espil.

 

 

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