Por
Mariana Enriquez
Desde
hace cinco años, en Mar del Plata alguien está matando mujeres.
Algunas aparecen muertas y mutiladas al costado de la ruta, otras desaparecen.
En Camet, varias aparecieron violadas y estranguladas. No se sabe si se
trata del mismo asesino, que ha sido bautizado por los medios como el
loco de la ruta. No se saben muchas cosas, en realidad. Ese misterio
fue el disparador que llevó a Carlos Balmaceda, escritor nacido
en la ciudad (y autor de la Guía Fantástica de Mar del Plata
en colaboración con su hermano Oscar, y El condenado Angelo Couso
y su papagayo Hamlet), a concebir La plegaria del vidente, un policial
negro que guarda puntos en común con el caso del supuesto asesino
serial. La novela fue finalista del Premio Planeta 2000, y Balmaceda comenzó
a escribirla poco después de que comenzaran los crímenes.
Sin embargo, no se trata de un relato periodístico, ni de una novela
de true crime, sino de una ficción que toma elementos
de la realidad. La novela tiene tres narradores, en primera persona:
un vidente, un comisario, un periodista de policiales. Los tres, de una
forma u otra, tratan de llegar a la verdad, de encontrar al asesino. El
clima es oscuro, opresivo, fragmentado como las visiones del vidente,
que es el único que arriba a la verdad, aunque nadie puede o sabe
interpretar su revelación.
¿Cuánto se involucró en la investigación
del caso real para elaborar la novela?
Tomé bastantes cosas de la investigación, pero no
usé todo. Dosifiqué elementos, más que nada lo que
tiene que ver con pericias, formas de investigación, algunos procesos.
La novela cuenta otra cosa, de todos modos, pero muchas cosas que pasan
en el libro son muy parecidas a cosas que pasan en la realidad. Lo empecé
a escribir hace casi tres años, y los primeros casos de esta serie
que ha devenido en la serie de mujeres muertas y desaparecidas empezó
en el 96. A aquel que conozca alternativas del caso le va a parecer
que el libro tiene obvias referencias, y quien no lo conozca quizá
a través del libro sienta interés por saber lo que está
pasando en Mar del Plata, si realmente se parece a esto. Hablé
con policías y periodistas, traté de que me dijeran con
sinceridad cómo se hace una investigación policial... lo
único que no hice fue tomar contacto con familiares y abogados
de víctimas de los casos reales. A mí me interesaba hacer
una ficción: no quería que nadie pensara que se trataba
de un libro periodístico. Es un policial negro cuya estructura
está basada en un asesino que mata prostitutas, y en eso obviamente
hay contacto con la realidad. Pero no quería involucrar todo lo
demás.
Pero usted insiste en que no es un libro de true crime.
Para nada. Yo quería contar algo que nos permitiera reflexionar
sobre la crisis de la verdad. Siento que la gente no tiene mucha facilidad
para saber las cosas que pasan. No hablo de una verdad religiosa, sino
verdades de carácter social, político, criminal. Qué
pasa cuando a la gente le mienten. Si nosotros no sabemos la verdad, ¿podemos
mantenernos tranquilos, desentendernos, pensar que eso no es importante
para nuestra vida cotidiana? Yo no creo que sea posible. Quería
utilizar un caso criminal, una historia policial, para provocar esa reflexión.
¿Como entra el personaje del vidente en esta crisis de la
verdad?
El vidente ve lo que pasa, trata de descifrar los signos de la realidad
para comprender lo que sucede cuando los demás no pueden, no quieren
o no los dejan ver. Además, es el protagonista principal del libro.
Es el que puede decir lo que pasa, porque los que deberían decir
la verdad no la dicen: porque se alían, porque los poderes están
encontrados en sus intereses, porque tergiversan la verdad, porque la
cambian. Ahí es donde el vidente se transforma en el eje: dice
la verdad, pero quienes lo escuchan no entienden. Le creen, pero no pueden
descifrarlo. Hay una metáfora de la realidad: muchas veces no comprendemos
lo que pasa porqueno comprendemos el sentido de lo que sucede. Nos conformamos
con no comprender lo que sucede. Dejamos que nos mientan. La gente no
quiere ver lo que está pasando hasta que pasa una tragedia.
¿Cómo se convive con el caso en Mar del Plata?
Se vive en estado de latencia, pero con una preocupación
apacible, vinculada más con la resignación que con la bronca.
No hay movimientos fuertes para reclamar. Hubo grupos de derechos humanos
que hacían marchas los miércoles, pero abandonaron porque
no había respuesta comunitaria. Y hay algo más grave: muchas
personas creen que los intereses poderosos relacionados con las muertes
son de una naturaleza tal que no los van a poder enfrentar. Yo discrepo
y creo que tarde o temprano va a haber un crack: cuando están matando
gente, si no sabés quién es el criminal podés ser
la próxima víctima. Primero fueron prostitutas. Después
alternadoras y las últimas mujeres muertas son chicas estudiantes.
Una de las tesis es que las mujeres son víctimas de la policía
y del narcotráfico... y aquí entra la hipocresía
social.
¿Por qué?
Es que ahora hay gente en la ciudad que está inquieta porque
además de matar prostitutas están matando a las nenas.
En realidad, lo que hay que decir es que las víctimas pueden ser
cualquiera y responden a una sola característica: ser mujer. En
total, desde el 96 a la fecha, hay 26 mujeres muertas o desaparecidas.
Es un número escalofriante. Y no es un tema marplatense. Es uno
de los pocos casos donde no se sabe nada, donde no hay un sospechoso,
y ése es el discurso oficial. Las pericias apuntan a una persona
o un grupo de personas con una estructura y con recursos. Y mi libro juega
con una simbiosis de vida real y ficción, para hablar de algo que
sí forma parte de la vida real: que no se puede convivir con las
mentiras cuando le va a la gente la vida y la muerte. La gente sabe que
hay intereses fuertes, que hay políticos, gente del poder judicial,
policía, todos haciendo de cuenta que hay un asesino serial que
mata gente. Yo creo que la verdad es más terrible que eso.
¿Tiene alguna desventaja el hecho de residir en Mar del Plata
y contar historias propias de la ciudad a la hora de publicar en un grupo
editorial de Capital?
Sí, si bien yo no padecí las desventajas, aunque las
noté. Son más lentos los tiempos, y se está bastante
lejos del ambiente En realidad en Mar del Plata somos privilegiados
porque estamos cerca de la sede administrativa, por decirlo de alguna
manera. Pero hay una subjetividad en cierta estructura porteña
que hace que se imagine que a la gente sólo le interesan los temas
de la Capital Federal y no los del interior. Y creo que es un defasaje
del porteño. A veces me dicen es un tema muy localista, muy
de Mar del Plata, y eso obviamente no es así. Las señales
de la realidad dicen que muchísimas cosas importantes que pasan
en la Capital la protagonizan gente del interior. El presidente es cordobés,
el anterior es riojano, la mujer más rica de la Argentina es de
Olavarría. Hay que pensar al revés: los del interior no
estamos tan fuera del país como los porteños parecen creer.
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