Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


COMO CAMBIAR LA SUERTE DE LAS SITCOMS EN POCOS DIAS
Dos actores en sube y baja

Robert Downey Junior consiguió que �Ally Mc Beal� resurgiera de un breve ocaso, en tanto Charlie Sheen hundió a �Spin City�.

Por Julián Gorodischer

Ambos pasarán a la historia de las comedias norteamericanas, pero con crédito opuesto. Robert Downey Junior .-ganador del Oscar por su protagónico en Chaplin– consiguió esta temporada que “Ally Mc Beal” volviera a la primera línea. Llegó a la serie (por Fox, los lunes a las 21 horas) cuando los encantos de Calista Flockhart ya no bastaban para mantener caliente a la crónica de la abogada más neurótica. Con Downey Junior como flamante novio de Ally, la audiencia respondió otra vez, y las portadas de revista se ocuparon de la “química” entre la pareja. Otro es, en cambio, el “mérito” de Charlie Sheen en “Spin City” (por Sony, los lunes a las 20 horas): reemplazó a Michael J. Fox en el rol de un secretario del alcalde neoyorquino, y alentó un camino descendente que no parece tener retorno.
En el balance, Downey Junior sale favorecido. Las idas y vueltas de Ally, su conflicto perpetuo, habían iniciado un peligroso camino de saturación. Muchos auguraban el final adelantado para la historia de una “sola” que materializa sus propias fantasías. Un buen capítulo musical, en el cierre del 2000, no bastó para añadir interés a la trama. Hasta que llegó el contrapeso: el discurso de la treintañera quejosa abre ahora paso al de la “enamorada”. Y, como flamante compañero, Larry (Downey Junior) es “el hombre misterioso que puede entender a Ally”. No es poco: frena de lleno cada fantasía, funciona como cable a tierra ante cada rapto de la neurótica, dice palabras dulces y pone el cuerpo para el abrazo. Con la llegada de este amante que se entrega con franqueza (y siempre declara su amor, sin pudores) la comedia sarcástica deja de temer a las caricias.
Pese a los reparos, el giro gustó y Downey Junior extendió su contrato, que en un principio se restringía a ocho capítulos. Sólo una nueva detención por tenencia de cocaína (estando en tratamiento de rehabilitación por orden de un juez norteamericano) puso en duda su continuidad. Pero el revés en la vida real alimentó, más aún, el interés por la trama. Ver al imputado en la piel del yuppie más correcto es un contraste con cierto magnetismo: el reo es, en la historia de “Ally...”, el novio ideal, padre responsable de un hijo pequeño. Es un abogado tolerante que complementa el planteo de la “loca”, y repite: “Yo te pongo el hombro”. Downey Junior es un especialista en lograr que las escenas nunca pierdan tensión, aún las más tontas –como un elogio al amor navideño–. Lo suyo es una cuestión de mirada: unos ojos levemente extraviados (aunque esté declarando romanticismo a su prometida) no podrían auspiciar nada bueno.
Charlie Sheen comparte con Downey Junior el desembarco reciente en el territorio de las sitcoms, pero otra es su suerte: como Charlie, un secretario del alcalde neoyorquino, logró batir un record pocas veces visto: destruyó en pocos capítulos de “Spin City” el prestigio conseguido por Michael J. Fox, su antecesor en el puesto. Mientras que el ex Volver al futuro .-retirado por enfermedad– siempre mantuvo un aire aniñado y rebelde, Sheen es mucho más galán que comediante. Pisa firme, de gesto rígido y reacciones en retardo: todos atributos que arruinarían a una sitcom desde el vamos. “Spin...” había hecho un interesante aporte demostrando que hay espacio para los gags aún en la aburrida rueda de la burocracia municipal. Detrás de la anécdota, hubo una comprobación perturbadora: desde el alcalde hasta su último subordinado construyeron “la coartada por la imagen”. Un gobernar para mostrar que podría alimentar una consigna, al menos en ese plano: “Gobiernos del mundo, uníos”.
No es poco el poder del protagonista: cuando debe aparecer seductor, o tierno con una huerfanita, o perverso al encubrir una mala gestión, siempre es él mismo. Un tieso galán de facciones duras que recita parlamentos sin la ligereza que el papel le pide a gritos. Destruye el “humor con contenido” que forjó la serie a través de varias temporadas.Queda la certeza de que es oscuro el futuro de “Spin City”. Retirado con honores, ovacionado de pie, Michael J. Fox entendió que no debía forzar su talento limitado para hacer un “gran papel”. Hizo de sí mismo: siempre un poco fuera de sitio, un adolescente demorado a quien el traje le calzaba como de prestado. Esa ausencia reaparece cada vez que Sheen dice uno de sus textos, como si lo único que hiciera es resaltar lo desafortunado del reemplazo.

 

 

PRINCIPAL