Tema en el bar: la falta de valores, la ausencia de autoridades reconocibles.
Los padres juguetean a ser amigos de los hijos y terminan siendo cómplices
sometidos. Los pibes no encuentran límites, prueban sus fuerzas,
lo que hay enfrente es siempre blando y terminan pensando que sus padres
son unos imbéciles. Alguien cuenta el caso de un pariente que retó
a su hijo duramente por haber sido expulsado del colegio y dos horas más
tarde lo llamó por teléfono y plañideramente le pidió
perdón por haber sido tan rudo. Otro cuenta que su sobrino de doce
años fue pescado fumando, los padres se hicieron los desentendidos
y la criatura se confesó con el tío: ¿a vos te parece
que yo con doce años pueda estar fumando y que nadie me diga nada?
La conclusión de los parroquianos es que estamos metidos dentro
de un enorme flan.
Oímos una voz que baja desde el cielo:
Las cosas se ven con mayor amplitud cuando se miran desde lo alto.
Es don Sosa, el pintor, que arriba de la escalera le está dando
con el rodillo al cielorraso.
Baje, don Buonarroti le dice el Gallego, largue un rato
la Capilla Sixtina, tómese un semillón con los amigos y
aclárenos eso de mirar desde lo alto.
Me pasé la vida arriba de las escaleras, en toda clase de
casas, con la gente viviendo su vida a mis pies e ignorando mi presencia.
Vi de todo. Sin ánimo de cometer herejía, vengo a ser como
el ojo de dios dice el pintor mientras baja, se arrima y le pega
un trago al semillón. Y con respecto al tema que los tiene
tan preocupados quiero aclararles que hay casos y casos. Por ejemplo,
hace poco estoy pintando una casa en Mataderos, y desde mi mirador lo
veo entrar al tío Eduardo, el solterón de la familia, totalmente
escorado debido a la cantidad de vino que se tomó a lo largo del
día. El tío Edy, con tono de querer ser gracioso, dice:
Qué hacés doble abuela. ¿Qué
es eso de doble abuela, de qué estás hablando?, dice
doña Tita, la dueña de casa, una señora bajita y
muy enérgica. El tío Edy, pese a la mamúa, se da
cuenta de que metió la pata, trata de recular, pero doña
Tita lo aprieta y salta la verdad. Se entera que Karina, la novia del
Quique, el menor de sus tres hijos, está embarazada. Y no sólo
eso, sino que Karina ya estuvo embarazada del Quique hace cuatro años
y ahora es madre de un hermoso querubín. ¿Por qué
doña Tita nunca supo del nacimiento del querubín ni de este
segundo embarazo? Resulta que el Quique juega en Nueva Chicago desde chiquito
y para el barrio fue y es una extraordinaria promesa futbolística.
Nadie duda de que de ahí saldrá el futuro Maradona. Así
que lo tienen entre algodones y lo protegen, no importa las macanas que
se mande. Hay que comprenderlo, dicen, son las excentricidades de toda
estrella. En realidad, el Quique ya debería haber pegado el gran
salto al estrellato, se le está pasando el cuarto de hora, pero
la gente no pierde las esperanzas, siempre hay argumentos que justifican
las demoras: que la envidia, que el entrenador lo sabotea, que hay intereses
creados, que viene de un club chico. La cuestión es que el Quique
trabaja de futuro crack, se deja el pelo largo y cuando no entrena se
la pasa en la esquina tomando cerveza con los amigos. Por supuesto que
en el barrio nadie ignoraba la existencia del querubín y el nuevo
embarazo. Pero todo el vecindario, la novia, los padres de la novia, el
padre del futuro crack, los hermanos del futuro crack, incluso la señora
de al lado que por las tardes toma mate con Tita, se confabularon para
ocultarle la verdad. Doña Tita es una mujer de gran carácter
y principios firmes, lo blanco es blanco, lo negro es negro y se acabó,
no le interesan las especulaciones. Por eso temían que interviniera
e interrumpiera la meteórica carrera del futuro campeón.
Terminada la confesión del tío Edy me acomodo bien en lo
alto de la escalera, no quiero perderme nada de lo que venga. Doña
Tita sale a la puerta, llama al hijoque está en la esquina tomando
cerveza con los amigos y cuando el Quique entra le mete un sopapo que
resuena en toda la casa. Desde ahora vas a usar tu nombre completo,
Enrique. Te me cortás el pelo y te ponés en vereda. Te aguanté
muchas cosas, inclusive sabía que te fumabas unos porros en la
esquina con los otros vagos, bueno, no tenías responsabilidades
y estabas haciendo lo que se supone era tu vocación, el fútbol,
pero ahora resulta que tenés tu propia familia, un hijo de casi
cuatro años y otro por venir, así que hacete cargo y ponete
a trabajar de adulto. Mañana le voy a pedir al jefe de personal
del supermercado que te arregle un puestito, aunque sea para limpiar pisos,
es buena persona y me va a dar una mano. ¿Entendiste?. Sí,
mamá. Esta noche voy a arreglar cuentas con tu padre,
con tus hermanos y con los flanes de tus suegros. Y mañana bien
temprano, con todos los vecinos del barrio, tus cómplices en estos
cuatro años, los voy a visitar uno por uno, casa por casa.
Sí, mamá, volvió a decir el ex futuro
campeón y se fue derecho a la peluquería. Ya ven amigos
que no siempre todo es tan negro, ¿qué me dicen de doña
Tita?
Los parroquianos aplaudimos y como en el tablón saltamos y cantamos:
Y dele y dele Tita corazón, pegue duro hasta que entren en
razón.
REP
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