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EN DAVOS SIGUEN DISCUTIENDO COMO CAMBIAR LA MALA IMAGEN
“Hay que dialogar con las ONGs”

Molestos por la mala imagen mundial, directivos de las más grandes trasnacionales discuten medidas contra la pobreza.

Por Eduardo Febbro
Desde Davos, Suiza

A fuerza de empujar el muro globalizado los “anti” de los cuatro puntos cardinales del planeta han logrado transformar el Foro Económico de Davos en una suerte de capilla de arrepentidos. Diabolizados, vilipendiados, acusados por los movimientos antimundialización de estropear y hambrear a media humanidad, los grandes grupos transnacionales se interrogan con visible molestia sobre la manera de perder el aura de potencias del mal. “Ya nadie discute sobre la urgencia de asumir nuestras responsabilidades, pero no sabemos cómo proceder”, reconoció ayer Carleton Fiorina, presidenta y directora general del gigante de la informática Hewlett-Packard. En uno de los debates, todos los participantes mostraron la misma inquietud. Y no fue un mero anuncio de efecto sino una auténtica pesadilla que “se incrementa con las movilizaciones en contra de la globalización”, según admitió otro gran dirigente de empresa. Jean Marie Messier, presidente del mastodonte Vivendi Universa –segundo grupo mundial de comunicaciones– reconoció que “resulta imposible ignorar las protestas, tanto más cuanto esos movimientos van a ser cada vez más fuertes y van a estar mejor organizados. Es preciso que construyamos un diálogo, tenemos que trabajar con las ONGs. Es imperativo”.
La diferencia entre lo que se expresó en este panel de poderosos con lo que los mismos dirigentes evocaron en años anteriores es abismal. No caben dudas de que la “presión” de Porto Alegre trastornó el paraíso empresarial. En los dos últimos Foros, cada empresa acudió a Davos para exponer sus métodos de adaptación para ingresar en Internet. Este año se trata de mostrar lo que están dispuestos a hacer para solucionar la pobreza, la salud y la salud de la humanidad. François Rousseley, presidente de Electricidad de Francia, propuso que las normas sociales y medioambientales que las empresas deben respetar sean avaluadas por agencias independientes y especializadas. Según Rousseley, con ese sistema “las empresas podrían compararse entre sí al tiempo que los gobiernos de los países emergentes tendrían la posibilidad de juzgar la naturaleza de las inversiones realizadas”. Argumentó que, si se adopta una mecánica semejante, las inversiones que se hagan en otros países serán “aceptadas o rechazadas según el grado en que las empresas respeten los valores definidos”.
Cada presidente de grupo expuso a lo largo del día las “buenas acciones” de sus empresas. Hablaban con sinceridad y parecían convencidos del bien que hacen. Sin embargo, la presidenta de Hewlett.Packard desestimó las “acciones bondadosas” advirtiendo que era preciso ir más allá de la mera filantropía caritativa. “Si las empresas no cambian de dirección, el capitalismo y la libertad de empresa van a morir”, dijo casi gritando Leon Sullivan, un norteamericano famosísimo por haber contribuido a la caída del sistema de segregación racial en Africa del Sur persuadiendo a grandes grupos estadounidenses de cerrar sus sucursales en ese país. En esta galería de personajes recién convertidos a los valores cristianos no faltó Mister Bill Gates. El fundador de Microsoft manifestó públicamente su asombro por los escasos medios consagrados a la investigación y al tratamiento de las enfermedades que azotan a los países pobres: “Existe una diferencia económica real en ese campo, una diferencia de visibilidad, de motivación y de cooperación que condujo a una situación desastrosa”, dijo Gates. Mister Microsoft, que entregó 100 millones de dólares a la lucha contra el SIDA, dio su pleno apoyo a la ONU en su intento de aliarse a las grandes compañías para luchar contra el sida. Con tamaño aliado en la sala, la directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Gro Harlem Bruntland, instó a los empresarios a colaborar con los gobiernos en la batalla contra la malaria, el sida o la tuberculosis. Bill Gates cerró el debate denunciando la indiferencia del mundo industrializado frente a semejantes dramas: “Las enfermedades como la malaria no interesansimplemente porque no existen en el mundo desarrollado”.
De buena fe u oportunistas, inquietos por la violencia social que ello podría generar o preocupados por la “contrapublicidad” de reuniones como la de Porte Alegre, los cerebros y financistas de la globalización parecen estar buscando una manera “auténtica” de lavarle la cara al sistema. En este contexto, la idea formulada por el presidente de EDF, Electricidad de Francia, François Roussely, prueba que la toma de conciencia pasó al nivel “decisional”. Al proponer la creación de una agencia independiente que “mida” el respeto de las normas sociales y medioambientales por parte de las empresas Rousseley hace extensiva a lo “humano” una estructura ya existente, es decir, aquella que mide el comportamiento financiero de una empresa. A este respecto, Rousseley señaló a Página/12 que “para las empresas cotizadas en la bolsa los fondos éticos representan un valor no despreciable. Por eso, si una empresa es recomendada no ya por su valor en acciones sino por un fondo ético, la influencia es aún mayor”.

JEAN PAUL FITOUSSI, ANALISTA ECONOMICO FRANCES
“Como ahogada por el dólar”

Por E. F.

En esta entrevista con Página/12, Jean Paul Fitoussi, director de uno de los centros de análisis económicos más prestigiosos de Europa, el Observatorio de las Coyunturas Económicas, analiza la economía argentina e impugna la hipocresía de los países ricos que venden un modelo que sólo sirve sus intereses.
–¿En qué panorama sitúa usted a la Argentina con respecto al esquema mundial? La Argentina privatizó y reformó mucho en los últimos años. Sin embargo, el abismo está ahí.
–Argentina está ahogada por el dólar. Las tasas de interés son elevadas y la necesidad de mantener la paridad ahoga la capacidad exportadora del país. Es muy similar a lo que sufrió Francia cuando quiso pegarse al marco alemán. En Argentina esa política agrava las desigualdades. En principio porque está en una fase de desarrollo que necesita más Estado y no menos. Cuando un país es muy rico no tiene tanta necesidad del Estado, pero cuando es pobre sí. Por otra parte, en relación con los empleados, el aumento de las tasas de interés beneficia a quienes detentan el capital financiero. Argentina se dirige hacia desigualdades muy graves. Hay que esperar que el descenso del dólar permita que respire. Me parece que el aminoramiento de la economía norteamericana debería ser una buena noticia: el dólar baja, EE.UU. va a extraer menos fondos del ahorro mundial, y estos fondos estarán disponibles para los países en desarrollo. Lo mismo ocurre con Europa. Hay que esperar que los países de América latina, y principalmente los de Mercosur, cambien de estrategia monetaria.
–¿Hay que devaluar?
–No, hay que crear una moneda común para el Mercosur. Esto permitiría ganar independencia frente al dólar y conducir políticas económicas más coherentes con las necesidades internas.
–¿Cómo analiza usted el nuevo discurso que se escucha en Davos? ¿Es una toma de conciencia o una mera manipulación?
–Me parece que es sólo discurso. Si mañana la economía norteamericana despega, volveremos a escuchar el discurso de antes. Sin embargo, creo que existe un conflicto de intereses entre EE.UU. y una parte del mundo en desarrollo. No veo que haya una crisis global sino un cambio en el mapa del crecimiento económico. El modelo de los años ‘60 fue Francia, en los ‘70 Japón, en los ‘80 el alemán y en los ‘90 fue EE.UU. El del año 2000 tal vez sea Europa. Los países de América latina siguen siendo víctimas del proteccionismo del mundo desarrollado que los endulza con un discurso liberal diciéndoles “abran el mercado”... mientras ellos cierran el suyo. Hay una hipocresía enorme.
–Usted dice que hay un choque de modelos y una mentira implícita.
–El pensamiento dominante no es veraz. Por ejemplo, las instituciones del mercado de trabajo no producen efectos en los avances económicos. El discurso dominante dice: “Hagan reformas estructurales y tendrán crecimiento”, pero no es verdad. Si se observan las evoluciones desde fines de la Segunda Guerra Mundial, hay una gran independencia entre las estructuras institucionales y el crecimiento económico. Cada década tuvo un modelo institucional completamente distinto. Sin embargo, el modelo institucional influye sobre las desigualdades, es decir, en el sufrimiento social. El mensaje que se quiere vender es el siguiente: busquen la flexibilidad y encontrarán el crecimiento. En realidad es mentira. No hay que creer en ese mensaje que corresponde al orden ideológico.

UNA VISION DE LA ECONOMIA ARGENTINA
Los deberes están hechos

Por E. F.

Aunque los empresarios argentinos y otros sectores internacionales manifiestan a media voz la “inquietud política” que suscita el calendario electoral nacional y su relación con las medidas económicas, las opiniones sobre la “salud argentina” actual tras el blindaje del FMI son francamente estables. En diálogo con Página/12, al final de un panel sobre los mercados emergentes, el presidente del Banco Hipotecario Nacional, Miguel Kiguel, y el presidente del City Group, Williams Rhodes, descartaron cualquier terremoto inmediato. Rhodes comentó que la Argentina “está mejorando su situación”, al tiempo que auguró un crecimiento “del orden del 4% o 4,5% para Chile y Brasil”. Según Rhodes, a raíz de la desaceleración de la economía norteamericana, “los seis primeros meses del año serán los más duros para la economía latinoamericana”. Por su parte, el presidente del Banco Hipotecario, Miguel Kiguel, dijo a Página/12 que “el blindaje ha sido recibido favorablemente, además le da al país una oportunidad y tiempo para demostrar que puede crecer”.
Kiguel destacó con énfasis que el medio ambiente económico internacional era más que favorable para la Argentina. Según afirmó, “dada la mejoría de la situación económica internacional, la mejor cotización del euro, las menores tasas de interés en Argentina y los mejores precios de nuestros productos exportables, todo esto será una buena oportunidad para dejar la crisis atrás”. Al igual que otros empresarios consultados en Davos, el banquero aseguró que “los fundamentos de la economía argentina son sólidos. Argentina hizo una gran parte de las reformas que son necesarias, no hay una gran deuda pública y el sector financiero es muy fuerte”. No obstante, no negó la dificultad, a la cual calificó como “una crisis de confianza de los mercados”. Kiguel auguró que “se necesitará tiempo para que los efectos benéficos de la reforma se noten. Es muy difícil decir cuánto tiempo, pero en el caso de la Argentina creo que ya estamos muy cerca de lograr un crecimiento sostenido. En Chile se necesitaron entre 10 y 15 años para que se viera el efecto de las reformas, y eso que las reformas fueron hechas rápidamente”. A modo de mensaje, Kiguel agregó que “un país que hace rápido las reformas tiene más posibilidad de ver una consolidación pronta de su economía”.

 

 

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