Por
Pablo Rodríguez
En
enero de 1998, la secretaria general del Partido Comunista Chileno (PCCh),
Gladys Marín, familiar de una víctima de la dictadura, hizo
un saludo a la bandera: presentaba una querella criminal contra Augusto
Pinochet, entonces jefe del ejército chileno. Exactamente tres
años después, más de 200 querellas, un proceso en
Gran Bretaña y un terremoto político-judicial en Chile derivaron
en una situación muy distinta de la del saludo que los observadores
describieron como inocuo. El juez chileno Juan Guzmán Tapia ordenó
ayer el procesamiento y arresto domiciliario del ex dictador Augusto Pinochet
bajo los cargos de coautor, cómplice e inductor de los 18 secuestros
y 57 homicidios de la Caravana de la Muerte, ocurridos en octubre de 1973.
Jamás pensé que Pinochet podía ser juzgado
en Chile, dijo llena de alegría Viviana Díaz, presidenta
de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD).
La defensa de Pinochet resolverá hoy si apela la decisión
de Guzmán y si presenta un recurso de hábeas corpus por
su estado de salud. Los informes médicos en manos de Guzmán
indican que Pinochet padece una demencia leve a moderada.
El juez
Guzmán salió de su despacho con gesto adusto. Aclaró
que no iba a hablar mucho porque estaba cansado del hostigamiento de la
prensa y sólo atinó a decir, respecto del tema por el que
todos lo esperaban, que he firmado la resolución. Minutos
más tarde, los trascendidos del día y los rumores de la
semana fueron confirmados: Se somete a proceso a Augusto José
Ramón Pinochet Ugarte en su calidad de coautor, inductor y cómplice
de los delitos de secuestro y homicidio calificado, dice el auto
firmado por Guzmán. También se dispone la prisión
preventiva del procesado en su propio domicilio, ubicado en calle Pedro
Lira Urquieta número 11.280, La Dehesa, con la debida custodia
a cargo del oficial de ejército que corresponda.
Las 200 personas que ya estaban congregadas frente a la Corte de Apelaciones
de Santiago saltaron en un grito. Esto es histórico y revive
las esperanzas de condenar al general, dijo Viviana Díaz.
La diputada socialista Isabel Allende, hija del ex presidente chileno
Salvador Allende, señaló que es muy importante que
los chilenos demostremos al mundo que por muy poderosa que haya sido una
persona como Pinochet, tendrá que enfrentarse a la Justicia.
Con los ojos llenos de lágrimas, el abogado Hugo Gutiérrez
festejó la noticia y se permitió una reflexión política:
No es posible que nuestra transición esté inspirada
en un criminal. Pinochet es un criminal y es quien ha dejado una institucionalidad
heredada que debe ser cambiada por los políticos para no seguir
viviendo un estado de injusticia permanente.
Entretanto, la derecha lamentó lo que de todas maneras consideraba
un hecho antes del anuncio de Guzmán. Estaba claro que Pinochet
iba a ser procesado sí o sí. Estamos en presencia de un
juicio político, dijo el senador designado y ex comandante
en jefe de la armada, Jorge Martínez Busch. En Chile nos
damos el lujo de declarar reo y, posiblemente procesar, nada menos que
a la persona que salvó a la nación de la verdadera catástrofe
que habría sido mantener el comunismo en nuestro país,
remarcó el director de la Fundación Augusto Pinochet, general
(R) Luis Cortés Villa. Organizada por Cortés Villa, hoy
por la mañana habrá una caravana de apoyo que recorrerá
los 120 km entre Santiago y Bucalemu para saludar al dictador, que está
allí descansando.
Sin embargo, Pinochet no podrá descansar demasiado. El arresto
domiciliario impuesto por el juez Guzmán implica que el ex dictador
deberá volver a su casa en Santiago porque no se sabe en qué
momento se tomarán las fotos y las huellas dactilares para la apertura
del prontuario. Pero fuentes judiciales afirman que Guzmán no dispondrá
estas medidas, humillantes para el ex dictador, hasta tanto no se resuelvan
las apelaciones u otros recursos que seguramente presentará la
defensa dePinochet. Uno de esos recursos podría ser un pedido de
hábeas corpus por el estado de salud de su cliente.
Desde Europa y Latinoamérica, tanto los organismos de derechos
humanos como organizaciones políticas, todos festejaron el fallo
de Guzmán. En nuestro país, Estela Carlotto, titular de
las Abuelas de Plaza de Mayo, lo consideró una gratísima
noticia y el director ejecutivo del Centro de Estudios Legales y
Sociales (CELS), Víctor Abramovich, confió en que esto
que está haciendo el juez Guzmán con Pinochet podamos también
hacerlo nosotros en Argentina. El único gobierno de la región
que se pronunció fue Venezuela. Es un acto de justicia trascendental,
señaló el canciller venezolano José Vicente Rangel.
El Departamento de Estado norteamericano se negó a comentar la
noticia. Y el juez español Baltasar Garzón, quien catalizó
este proceso ordenando la detención de Pinochet en Londres en octubre
de 1998, recibió la noticia con satisfacción y con
una plena confianza en la Justicia chilena, según una fuente
cercana a él.
LAS
FF.AA., SEGUN EL POLITOLOGO ALFREDO JOIGNANT
No
hay que desechar una sublevación
Por
P.R.
Las
diversas salidas políticas para el caso Pinochet estuvieron presentes
hasta hace muy poco tiempo. Sin embargo, el fallo de ayer del juez Juan
Guzmán parece instalar un clima nuevo: negociar políticamente
la situación de Pinochet parece una posibilidad cada vez más
lejana. Página/12 habló con Alfredo Joignant, investigador
del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de Chile y
presidente de la Asociación Nacional de Cientistas Políticos
de Chile, sobre esta nueva atmósfera. Joignant señaló
como algo fundamental las tensiones dentro de las fuerzas armadas chilenas
en torno de cómo seguir defendiendo o no al ex dictador.
Y no descartó que pidan convocar nuevamente al Consejo de Seguridad
Nacional (Cosena).
¿Es posible que el gobierno intervenga para darle algún
tipo de salida política a la situación de Pinochet?
Si de la voluntad del gobierno dependiera, creo que no. Yo creo
que uno de los asuntos principales para comprender la situación
es la reacción de las fuerzas armadas. Existe un rumor en Santiago
que dice que quizás las fuerzas armadas pidan otra vez, como en
el procesamiento anulado del 1º de diciembre, una reunión
del Consejo de Seguridad Nacional (Cosena). En ese caso, es probable que
el gobierno no acepte la convocatoria. Y aquí se juega una parada
brava, porque el ejército, especialmente, está muy dividido,
casi en un empate, entre quienes quieren apartarse del tema y convertir
al ejército en algo profesional (ésta es la postura del
jefe del ejército, general Ricardo Izurieta), y los que defienden
al personaje Pinochet a rajatabla. Hasta ahora, esta división no
estalló porque el pedido al Cosena funcionaba como fuga. Si el
gobierno decide no convocar al Cosena, sabrá que entonces estallará
esta división. Y eso requiere valentía y coraje, porque
las tensiones serán muy grandes y no se puede descartar que los
militares desaten alguna sublevación sin ningún destino.
Y esto sería preocupante para el gobierno, porque quiere dejar
atrás el tema Pinochet y porque le caería muy mal que, en
un tiempo de recesión y de necesidad de inversiones extranjeras,
vengan sacudones en Chile.
¿Hay alguna tensión similar en el gobierno en torno
del caso, respecto de involucrarse o no en una salida política?
La verdad es que eso no está claro. Si uno se guía
por la historia personal del presidente Ricardo Lagos, entonces el gobierno
hasta apoyará a los tribunales. Pero hay razones de Estado, como
las que expresé, que quizás lo obliguen a Lagos a pensar
más en la responsabilidad que en la ética y en la convicción.
Por lo pronto, no hay fracción del gobierno alguna que se haya
manifestado a favor de una salida política.
¿Puede ser que se abra el fin de la transición y el
cambio de la Constitución heredada de la dictadura?
El fin de la transición nunca podrá satisfacer a todas
las partes. Hay dos opciones de máxima: los juicios y las condenas
hasta el final y a todo precio, tipo Nuremberg, que no ocurrieron en ningún
lugar de América latina salvo en los tribunales populares posteriores
a la Revolución Cubana, o un punto final. Es más probable
que las soluciones sean intermedias, como la de la Mesa de Diálogo.
Y es casi imposible que se modifique la Constitución del 80
mientras Pinochet esté vivo. Su posición es muy débil,
pero su figura para la derecha sigue siendo muy fuerte.
QUE
HARA LA JUSTICIA, SEGUN EL JURISTA GARRETON
No
hay modo de escapar al juicio
Por
P.R.
Esto
es una sucesión increíble de éxitos. Así
muestra su alegría Roberto Garretón, uno de los principales
abogados defensores de los derechos humanos y auspiciante de varias querellas
contra el ex dictador Augusto Pinochet, apenas se le pregunta por lo que
pasó. Respecto de lo que vendrá, Garretón no es menos
optimista: No hay salida política para Pinochet. Y es muy
poco probable que haya una salida judicial.
¿Cuáles son las posibilidades de que Pinochet sea
eximido por razones de salud, o razones humanitarias, como quiere en algún
punto la derecha?
La verdad es que, con las actuales leyes chilenas, Pinochet no tiene
casi posibilidad de evitar un juicio. La verdad es que este proceso ha
sido una sucesión increíble de éxitos. Y lo único
que puede pasar en este sentido es que se le declare súbitamente
una demencia plena.
Pinochet ha tenido el fin de semana un pequeño infarto cerebral...
Sí, por supuesto que los abogados de Pinochet van a multiplicar
los recursos. El veredicto del juez Guzmán establece el auto de
procesamiento de Pinochet y a la vez no hace lugar al pedido de su defensa
de sobreseimiento. Entonces, los abogados de Pinochet van a apelar por
separado estas cuestiones. También es posible que presenten un
hábeas corpus, justamente por las razones de salud que usted mencionó.
Con estas posibilidades en vista, ¿cuánto tiempo pasará
antes de que Pinochet tenga que asistir efectivamente al juicio en su
contra?
Mucho, mucho tiempo. Mire, si lograron paralizar un proceso legal
por 500 días en Londres y por nueve meses aquí en Santiago,
no podemos esperar que ahora el proceso se resuelva rápidamente.
Y aun si fuera así, piense que aquí sólo se está
hablando de las querellas correspondientes a la Caravana de la Muerte.
Hay otras 200 querellas esperando. Imaginemos: a razón de una declaración
por día, Pinochet se pasaría medio año sólo
declarando. Claro, puede ser que haya una declaración por varias
de ellas, pero lo que quiero decir es que esto va para largo, pero va
por el buen camino. Y creo que buena parte de que vaya bien se lo debemos
a Guzmán.
¿Por qué?
Porque el juez Guzmán ha sido muy sabio en denunciar las
presiones del gobierno. Si estas presiones existieron, se acabaron al
día siguiente. Yo soy relator de derechos humanos de la ONU para
el Congo y alguna vez me planteé qué pasaría si me
presionaban. Yo iba a decir ¿Usted quiere que yo deje constancia
de este llamado?. No me pasó, pero creo que Guzmán
hizo algo parecido a esto que cuento.
Algunas versiones indican que las posibles apelaciones del caso,
por la feria, caerían en tribunales favorables a Pinochet...
Mi impresión es la contraria. Creo que las salas suplentes,
las que estarán de turno en febrero, tienen la misma tendencia
que las titulares. La cuestión puede cambiar en marzo.
Si no hay salida judicial para Pinochet, ¿puede haber una
salida política?
Siempre tengo una discusión con los periodistas por este
tema. ¿Cómo piensan que es una salida política? La
única salida política a un caso judicial es que se dicte
una ley deshaciendo lo que hace la Justicia. Y yo creo que ningún
gobierno de la Concertación va a dictar una ley de impunidad ni
por Pinochet ni por el resto de los implicados.
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