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LEON GIECO BRILLO EN ELDORADO, MISIONES, EN LA SEXTA FECHA DEL CICLO GRATUITO Y FEDERAL “ARGENTINA EN VIVO 2”
Cuando la patria se puede hacer con grandes canciones

En una ciudad donde viven 60 mil personas, diez mil llenaron un estadio para ver el recital del santafesino. Fue una fiesta popular, amenizada por un artista incomparable para la gente de la Argentina profunda.

El dìa del show, León visitó una reserva de indios guaraníes, a los que les cantó “Sólo le pido a Dios”.

Por Carlos Polimeni
Desde Eldorado, Misiones

1 La radio dice que el pronóstico del tiempo indica que será un día caluroso, en la zona del Alto Paraná. Con posibilidades de precipitaciones, agrega. Los que hablan del tiempo por radio suelen no decir lluvia: dicen precipitaciones. La combi que horada la ruta, de Eldorado rumbo a Puerto Iguazú, a las 9.30 de la mañana, no necesita de pronósticos: un sol tropical se desploma sobre la vida, y los lentes oscuros parecen tan necesarios como los gorros. Arriba de la combi, León Gieco mira el paisaje –selva y monte, monte y selva– como quien mira pasar su vida. Unos puestos ruteros de venta de artesanías indican a los que saben que este viaje ha llegado a su objetivo, la reservación Pozo Azul, la pequeña ciudad pobre donde viven los indios guaraníes de la zona. Un cacique recibe a la delegación, y saluda a ese hombre con aspecto de gringo rodeado de un séquito variopinto. La visita es una cortesía de León, antes de su show por la noche, en un estadio de fútbol de Eldorado, la sexta fecha de Argentina en Vivo 2.
Tendrían muchas cosas que decirse, los unos y los otros, pero se dicen poco. Aquellos otrora orgullosos dueños de estas tierras son ahora apenas una sombra del pasado glorioso, un estorbo en el presupuesto público, un bocado de cardenal para las perennes ansias evangelizadoras de la Iglesia Católica. El lugar más que reservación parece una reducción. “Han hecho con los guaraníes lo mismo quecon el yaguareté”, resumirá, apenado, horas después el misionero Chango Spasiuk, uno de los invitados especiales al recital.León mira todo con sus ojos de hombre bueno. “Fui a cantarles a su lugar porque ellos no iban a ir al show”, explica León.Les regala “Sólo le pido a Dios” con su guitarra fileteada. Los nietos de los nietos de los guerreros que durante décadas resistieron la colonización lo miran con ojos de melancolía. No saben castellano, pero esa canción, que es una plegaria, parece tocarles el alma.
2 Ahora son las 13, y casi todos han vuelto de la reservación con la conciencia culposa. El cielo sobre Eldorado ha empezado a llenarse de nubes. Alejandro Gómez, el responsable operativo de Argentina en Vivo 2, piensa que tal vez deba arrepentirse de su frase en la conferencia de prensa de la tarde anterior, cuando ante una pregunta sobre qué pasaba si había mal tiempo contestó, con toda certeza, que durante el ciclo no llovía. Pero Gómez no está en el kilómetro 6, frente al estadio donde se hará el show. Allí, un grupo de ecologistas militantes le ha pedido a León que plante un árbol, en un acto que colabore con su lucha contra la deforestación. Las poderosas empresas internacionales que fueron llegando en aquellos años en que un presidente decía haber puesto al país en el Primer Mundo hicieron retroceder la historia a principios de siglo: talan sin control, reemplazan las especies naturales por pinos, degradan a los trabajadores con la impiedad del que se sabe impune, presionan a los colonos para quedarse con sus terrenos a precio vil.
León planta su árbol –como alguna vez lo hizo en Moscú o en Israel– acompañado de niños que apenas sobrepasan el medio metro de altura. Otra vez canta: uno, dos, tres, cuatro temas. Un grupo de fans de León, que llegabandesde Posadas, a 300 kilómetros, para ver el recital de la noche, se pliega al acto de los ecologistas. León dedica el árbol a los desaparecidos. Los ecologistas creen que sería una buena idea plantar varios más. Le explican a los que no saben la historia de la represa de Corpus, que el gobierno nacional se empeña en construir pese a que en Misiones un plebiscito terminó con un triunfo del “No”. Por la noche, León hablará de eso, ante diez mil personas en el estadio y centenares de miles viendo el recital por televisión. Cuando en “Carito”, con el sol cayendo a pico, canta “En Buenos Aires los zapatos son modernos/ pero no lucen comoen la plaza de un pueblo”, un chico de Posadas se mira las zapatillas blancas, y las ve manchadas de barro colorado.
Gieco aprovechó el viaje para aventurarse en la selva misionera.3 Ya son las 20,y pasaron ya los 42 grados de las 17. Un público perezoso va llegando al estadio, acostumbrado a que nada empiece en horario.El grupo local Los Hermanos Acuña ataca sus chamamés, luego del aplaudido Himno Nacional, versión Charly García, con que se abre la velada. Diez minutos después, el diluvio tan temido. León, que suele jactarse de ser un brujo que hace parar la lluvia, sabiendo que a la lluvia no la para ni Bob Dylan, mira el cielo desde arriba del escenario y está seguro de que es apenas un chaparrón. Pero parece el único. El misionero Mario Losada, presidente de la ¿honorable? Cámara de Senadores de la Nación, y número 2 en la actual línea sucesoria presidencial, corre por el campo rumbo a un reparo, que encuentra en la sala de prensa, debajo de una tribuna. Su pantalón blanco sigue impecable, según comprueba una vez que el intendente local le consigue una silla. El intendente, Norberto Aguirre, merecería un capítulo en una novela de Augusto Roa Bastos: ex basquetbolista, ex suboficial del ejército en la época de Malvinas, ex conductor de radio y televisión y ex peronista, ganó las elecciones de 1999 para una Alianza local que, en un pueblo-ciudad de 60 mil personas, le sacó apenas 400 votos al justicialismo, que nunca había perdido un comicio.
El chaparrón para y todo se acomoda, menos las transmisiones de Canal 7 y Supernova, que empiezan trastabillando. Pero León asume su faena con la experiencia del veterano, y de ahí en adelante, todo será histórico en la noche. Su mamá está mirando el show, llena de orgullo, en Cañada Rosquín, Santa Fe. En algún momento de la noche, llorará de emoción: aquel pibe que hacía los mandados y cantaba en Los Moscos, y a veces parecía un pato criollo, es hoy el músico popular más impactante, y coherente, de la Argentina. “Es impresionante tu repertorio: todos son hits”, lo saludará a la 1 de la mañana el cineasta Marcelo Piñeyro, que ha trajinado por tres días, al frente de su equipo, en el rodaje del corto sobre León que irá a parar a la película final de Argentina en Vivo 2. Tiene razón Piñeyro, dicen los 10 mil presentes en un estadio que, en rigor, es escenario de una fiesta popular con música en vivo. Los invitados especiales de Gieco, el increíble Chango Spasiuk, crédito de la localidad de Apóstoles, al sur de la provincia, Andrés Giménez, de ANIMAL, y el joven bahiense Abel Pintos, son ovacionados por gente que durante años no ha tenido oportunidad de ver un recital importante, y que quizás pase años sin ver otro. León hace todos los temas que todos saben, desde “Bajo el sol de Bogotá” a “Los Orozco”, pasando por “Cinco siglos igual”, “Cachito campeón de Corrientes”, “La cultura es la sonrisa” y “Los Salieris de Charly”, hasta rematar en “Sólo le pido a Dios”. Ahí termina el set que televisa el 7. Pero León seguirá. No sería León si no siguiera.
Y seguirá a puro hit, hasta que los 3 mil jóvenes que bailan delante estén extenuados. Casi todo el estadio ha cantado “El fantasma de Canterville”, “Hombres de hierro”, “La colina de la vida” y “La Navidad de Luis” cuando llega el final.No parecen canciones aprendidas de los discos: parecen canciones aprehendidas del cantar de boca en boca, canciones de fogones y guitarreadas. Hay gente de Santa Fe, de Rosario, de Chaco, de Corrientes, de Formosa, de todo el territorio de Misiones –de hecho, están completas las 500 plazas de hotelería de Eldorado– demorando en alejarse del lugar, agradeciendo a los funcionarios que individualizan por un espectáculo cargado de resonancias. “Usted no hable tanto de política, cuando vaya a la televisión”, le recomienda un joven espontáneo al secretario de Cultura y Comunicación, Darío Lopérfido, mezclado con la multitud. “Mejor hable de mujeres”, remata. El funcionario se ríe. “Si tuviera confianza, le hubiese contestado que es mucho mejor hablar de mujeres que hablar de política”, murmura.
4 Ya es casi medianoche, y León se va a cenar junto a una troupe de setenta personas, con la sonrisa pintada en los labios. El asador del Club Náutico, que sólo lo ha visto antes por televisión, le lleva al hombre de Cañada Rosquín la mejor porción de surubí. “Buchón”, le grita alguien de la troupe de Piñeyro. Al asador, que tiene cara de cumpleaños, nada le borra el gracias de León. A cien metros, del otro lado del Paraná, de aquel lado de la noche, está Paraguay. Hacia el otro lado, a una hora en auto, Brasil.La patria puede ser la infancia. La patria puede ser el idioma. La patria, sin duda, son las canciones.

El rating, otra fiesta

En viaje a Buenos Aires, León Gieco se enteró de que en Canal 7 festejaban las cifras de la transmisión de su recital en Eldorado. La emisión, conducida por Pablo Marcovsky, heredó apenas 0.8 de ratingdel programa anterior y tuvo un repunte notorio: en los siguientes cuartos de hora midió1.7, 2.4,2.7, 5.8,6.1,7.1 y 6.8., lo que le dio al programa 4.9 de promedio. “Es bueno que a la cultura le vaya bien”, dijo el músico, todavía sobre el avión tras enterarse de la novedad.Las cuatro horas siguientes de emisión, con la velada final del Festival de Cosquín, arrojaron 4.8 de promedio, lo que significó la noche de mejores mediciones del canal en el último año.

DEBAJO DEL ESCENARIO TAMPOCO SE CALLO NADA
“Yo no actúo para Ruckauf”

Textuales de León Gieco, durante sus tres días en Eldorado:
“Formo parte del grupo de artistas que trabajan para un proyecto como Argentina en Vivo por una razón muy simple: me permite cantar gratis para la gente. Y los organizadores tienen un respeto absoluto hacia los artistas. No vengo aquí a sumarle votos a nadie. Por eso, yo no actúo para Ruckauf. Me parece ridículo que imponga a los artistas la obligación de cantar debajo de un cartel enorme con su firma o con su cara. A mí su cara no me gusta. Hace muchos años que recorro el país cantando, y en muchos casos esas actuaciones son organizadas por direcciones o secretarías de Cultura. A nadie en el país se le había ocurrido antes poner su nombre y su cara en los escenarios.”
“Actué en Cosquíneste año como lo hago en cualquier otro escenario del país. A mí, como está, no me interesa especialmente Cosquín. Me preocupa mucho más como está el país que cómo está Cosquín. Sin embargo, basta ver la televisación para darse cuenta de que Cosquín se ha convertido en un festival puramente comercial: se ven mucho más los sponsors que los artistas. En el festival de Jesús María hacen las cosas mejor. Tal vez porque no hay políticos en la comisión organizadora.”
“Cuando pienso en mi edad, pienso que me queda poco tiempo, con suerte me quedan 25 años de vida. Y entonces sé que tengo que hacer cosas importantes en adelante. Quisiera llegar a tocar siempre gratis para la gente. Quisiera comprarme un camión para salir de giras de cuatro meses por provincia. Quisiera hacer un disco de homenaje al Cuchi Leguizamón. Quisiera hacer otro de homenaje a Sixto Palavecino. Ahora todos hablan y hablan del Cuchi, todos eran sus amigos, pero ¿quién se preocupó por él en vida?. Cuando tuve el honor de que grabara conmigo en De Ushuauaia a La Quiaca nadie venía a decirme: ‘Che, qué capo ese tipo’. Y hoy le brotan amigos en todas partes...”
“Mi próximo disco, que empiezo a grabar en abril, se va a llamar Bandidos rurales por la canción principal, un homenaje a Mate Cosido y Bairoletto, y a todos los bandidos populares de la historia argentina. A veces yo me siento también un bandido popular: un tipo que saca plata de un lugar para llevarla a otra. En Santiago del Estero hice un show, recaudé siete mil pesos, y fui a llevárselos a los Sin Tierra. Me gusta pensarme como un tipo que no se va de los lugares sin hacer algo por la gente de esos lugares.”
“La gente está muy hecha mierda. El menemismo terminó con la esperanza de que íbamos a ser un país mejor. Por eso la gente agradece tanto un espectáculo gratuito, o a los artistas que no se deliran creyéndose de otra galaxia. No creo que sea fácil cambiar las cosas, pero creo en la obligación de intentar cambiarlas. Debe ser muy feo pasar por la vida conformándose siempre. Por eso, siempre estaré con los que luchan: Madres, Abuelas, HIJOS, piqueteros, organizaciones sociales, etcétera. Yo soy del partido de los que luchan.”
“Es posible que haya traicionado gente cuando le vendí a Telefónica’En el país de la libertad’. Es posible, incluso, que me haya equivocado. Pero yo quería hacer algo por el Hospital Garrahan y justo surgió el ofrecimiento de 50 mil dólares por el tema. Con esa plata, que yo no toqué, se compró una máquina que le salva la vida a muchos pibes. Los que se enojaron no saben lo que se siente cuando un día te llaman del hospital y te dicen: ‘León, gracias a la máquina hoy le salvamos la vida a un chico’. No saben. Es posible que uno no deba hacer lo que debería hacer el Estado. Pero creo que cuando no hay justicia uno debe procurar que haya. Por eso soy partidario del escrache. Si hay un milico represor, asesino, hijo de puta, e HIJOS lo escracha, yo aplaudo.”

 

 

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