Por Sergio Moreno
Aníbal Ibarra venía
pensando en reformular su gabinete. No estaba conforme con la gestión
en determinadas áreas de su gobierno y había comenzado a
hacer algunas críticas en voz más alta de lo que la cautela
aconseja. No obstante, imaginaba que ese proceso sería incruento.
Pero el miércoles 24 de enero la peor tormenta que asoló
la ciudad en lo que va del siglo se llevó, entre otras cosas, la
paciencia del jefe de Gobierno y aceleró los plazos. Muy posiblemente
en febrero, el gabinete del Gobierno de la Ciudad no será el mismo
que el actual; un médico peronista podría reemplazar al
secretario de Salud, área que podría asimilar a Promoción
Social. Y, además, Cecilia Felgueras deberá revalidar sus
títulos arrastrados por el temporal al sumidero ante
su compañero de fórmula, que está que trina con ella
por la desaparición de la vicejefa supuestamente
a cargo del gobierno en ausencia de Ibarra desde el mismo momento
en que el agua les llegó al cuello a los vecinos de Belgrano.
El pasado 11 de diciembre de 2000, Página/12 dio cuenta de la disconformidad
que existía en la cúspide del Ejecutivo porteño con
algunas áreas de gobierno. La Secretaría de Salud, a cargo
de Marcos Buchbinder (quien llegó al sillón de la mano del
titular de Salud de la Nación, Héctor Lombardo); la de Promoción
Social, que conduce Daniel Figueroa (propuesto por Felgueras); la de Medio
Ambiente, cuyo titular, Norberto La Porta, mantuvo el puesto por gestión
de Fernando de la Rúa, y la de Obras Públicas, timoneada
por el frepasista Abel Fatala, estaban bajo la lupa del jefe de Gobierno.
Ibarra sostenía que debían pegar un salto cualitativo en
su gestión, mientras los apoyaba.
Pero el temporal de la semana pasada cambió todo. Mejor dicho,
aceleró los plazos.
Ibarra estaba en San Pablo, junto a su amiga del PT Marta Suplicy, la
alcaldesa de esa ciudad, en el festejo del aniversario paulista. Viajó
sólo por un día. Y ese día llovió, a cántaros,
como nunca en el siglo. Y la ciudad quedó casi en acefalía.
Eso no debía ocurrir. Después de todo, el gobierno, cuando
se ausenta su mandatario, queda a cargo de su segundo. Felgueras
se borró, política y mediáticamente, confió
un importante hombre de cercanía cotidiana con Ibarra este diario.
El jefe de Gobierno está más que enojado con la forma en
que se (des)manejó la crisis. La desaparición de su compañera,
a quien había premiado con la conducción de la campaña
Verano Buenos Aires y acababa de nombrar al frente de Consejo
de Inversiones de la ciudad, lo incordió sobremanera, al igual
que la falta de reacción en la gestión y en la política
de los secretarios de las áreas que deberían haber actuado
inmediatamente después de que se desatara la tempestad.
Aníbal considera que no hubo conducción política
durante la crisis y que se perdieron 24 horas muy valiosas. El gobierno
reaccionó cuando regresó de San Pablo, pero ya estábamos
a la defensiva, reveló a Página/12 un secretario de
la ciudad.
La ausencia de reflejos rápidos durante y en las horas posteriores
del temporal dejaron expuesto al jefe de Gobierno. Un aspecto de su evaluación
le indicó, acertadamente, que el alto impacto negativo que dejó
la tormenta recayó no sólo en su gobierno, sino, de manera
específica, en su persona. No estuvo, por esas cosas de la
mala suerte, y quedó desguarnecido; nadie cubrió sus espaldas,
dijo a este diario otro funcionario porteño. En buena medida, por
eso, desde que llegó, además de tratar de resolver las consecuencias
de la tormenta, y habiendo tomado debida nota del escenario político
que dejaron los restos del temporal, Ibarra decidió tener más
juego propio. Pergeña un replanteo global de su gobierno y, si
algunas negociaciones que ya puso en marcha se concretan, posiblemente
en febrero el gabinete adoptará un nuevo perfil.
Los cambios
Cuatro días antes de la tempestad, Ariel Schifrin, jefe de la
bancada aliancista de la Legislatura y uno de los operadores del jefe
de Gobierno, dijo a este diario: Hay que incorporar más peronistas
al Gabinete. Sus palabras desnudaron los planes que se tramaban
en el gobierno de la ciudad y la disconformidad que existía en
algunas órbitas de la gestión.
Después llovió.
Marcos Buchbinder dejará su cargo. Al decir de uno de los confidentes
de Ibarra, Salud es una de las áreas con mayor nivel de conflicto,
debía ser una pata fuerte de la gestión. Aníbal quería
y quiere una reformulación de la salud en la ciudad. Para eso necesita
a alguien de un perfil distinto del de Buchbinder.
Algunos operadores del gobierno ya tomaron contacto con un reconocido
médico peronista. Las conversaciones recién comenzaron y
el candidato no dijo que no. En los próximos días
será Ibarra quien trate de convencerlo.
Una alternativa que se evalúa en el viejo Palacio Municipal es
fusionar Salud con Promoción Social. De producirse la unificación,
Daniel Figueroa deberá buscar otro sitio.
Lo mismo ocurre con Medio Ambiente, mejor dicho con Norberto La Porta,
un excelente analista de los hechos, después de que ocurrieron,
ironizan en los pasillos del gobierno.
Ibarra no es, en estas horas, tan crítico con el secretario de
Obras Públicas blanco dilecto de los vecinos, algunos medios
de comunicación y la oposición. Si bien Abel Fatala
no es uno de los funcionarios dilectos de Ibarra (incluso su área
estaba bajo observación desde mucho antes del temporal), el ex
fiscal no le atribuye mayores culpas en la crisis que desató la
tormenta. La ciudad fue un caos, pero si se hubiesen terminado todas
las obras programadas para finalizar en dos y cuatro años, la ciudad
absorbería 60 milímetros de lluvia por hora, nunca los 140
milímetros que cayeron. No hay ninguna obra de ingeniería
en ninguna ciudad del mundo que se prevea para cubrir crisis de una recurrencia
de 50 años; no hay actuación técnica ni económica
capaz de resolver esto, evaluó un funcionario aliancista.
Convencido de que acá, más allá de las cuestiones
técnicas, lo que falló fue la lectura y la acción
política, según confían sus allegados, Ibarra
pergeña los cambios. Alguno de ellos son cantados; otros podrían
llegar por arrastre. La lluvia torrencial ejerció de acelerador.
Posiblemente, ocurran en febrero. De esa manera, el gobierno llegaría
a marzo con algo del oxígeno que le quitó el inusual aguacero
para, así, comenzar un año electoral que Ibarra pensaba
encarar con una batería de medidas que fortalecieran sus gestión.
Todo ello se hará con el informe meteorológico en la mano.
El
bochorno de una sesión que terminó haciendo agua
El secretario de Obras Públicas fue a la Legislatura a hablar
sobre la inundación y el Plan Hídrico. Un lugar reducido, más
la improvisación, impidieron la sesión, aunque hubo escándalo.
Cuando
Fatala comenzó a hablar, el diputado Lathendorf (a la derecha,
con anteojos) lo increpó.
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Por Eduardo Videla
Lo que debía ser un
debate sobre causas y responsabilidades por las últimas inundaciones
se redujo ayer a una bochornosa sesión legislativa, que ni siquiera
llegó a ser tal: el informe que debía presentar ayer el
secretario de Obras y Servicios Públicos porteño, Abel Fatala,
terminó en un popurrí en el que no faltaron la imprevisión
de las autoridades legislativas, exabruptos y especulaciones políticas
de todo tenor. Aunque estuvo, puntual, a las 17.30 en la Legislatura,
Fatala nunca pudo comenzar a hablar: finalmente, optó por no presentarse
en la sala asignada para la reunión porque no estaban dadas
las condiciones para el diálogo, según argumentó
el funcionario a Página/12. El informe pasó para el viernes
a las 17. Mientras tanto, la oposición anunció que en la
sesión del 8 de febrero pedirá la interpelación de
la vicejefa de Gobierno, Cecilia Felgueras, porque era la funcionaria
que estaba al frente del Ejecutivo el día de la tormenta,
según explicó Jorge Argüello, titular del bloque de
Nueva Dirigencia.
La idea fue del oficialismo, pero pareció planeada por la oposición.
Fatala propuso dar un informe ante la Comisión de Obras y Servicios
Públicos, y fue convocado por su presidenta, la radical Marcela
Larrosa. Nadie podía ignorar que a esa reunión asistirían
vecinos de los barrios afectados y numerosos periodistas, como ocurrió.
Sin embargo, se asignó una sala de seis metros por seis, que en
pocos minutos quedó desbordada.
Entre el amontonamiento de cámaras de TV, unos treinta vecinos,
otros tantos asesores, personal legislativo y numerosos diputados que
excedían a los miembros de la comisión se amontonaban
de pie, cuando el ingeniero Fatala, se disponía a comenzar su exposición,
a las 18.05. Fue entonces que el socialista Abel Latendorf, fuera de sí,
increpó al funcionario diciendo: Usted tiene que renunciar
porque es el responsable de cinco muertes.
Le siguió una batahola que apenas pudo calmar el vicepresidente
de la Legislatura, Jorge Enríquez, cuando propuso el traslado de
la sesión que aún no había comenzado
a otro salón más amplio, dos pisos más abajo. La
multitud, que ya superaba las cien personas, peregrinó hasta el
nuevo lugar. Estaban la defensora del Pueblo de la Ciudad, Alicia Oliveira;
los diputados Argüello y Jorge Srur (Nueva Dirigencia); Ariel Schifrin
(Frepaso); Pacho ODonnell (PJ); Irma Roy (PAIS) y Jorge Altamira
(PO) entre otros.
Primero hubo que agregar una mesa y luego empezaron a traer sillas, a
un ritmo tal que concluir la tarea podía llevar días. Los
equipos de sonido nunca llegaron, ni los taquígrafos de la Legislatura.
A medida que pasaba el tiempo, el clima se iba haciendo más denso
dentro de ese recinto, ahora también atestado. Latendorf volvió
a dar la nota, una y otra vez, enarbolando un megáfono a través
del cual cruzaba acusaciones con legisladores del oficialismo.
A medida que el bochorno crecía la sesión se hacía
inviable. Hasta que a las 19.05, Raúl Espineda, en representación
de los vecinos presentes, dio por terminada la espera: Nosotros
queremos indemnización ya. Si no se atreven a dar la cara, los
convocamos a que vengan mañana (por hoy) a las 13, a Cabildo y
Blanco Encalada, arengó. A la mañana, ya habían
cortado la avenida con ese reclamo. Los legisladores opositores se fueron.
El despliegue policial que pusieron demuestra que le tienen miedo
a la gente, dijo a Página/12 Alicia Oliveira, en alusión
a la veintena de efectivos apostados frente a la Legislatura. Srur acusó
al oficialismo porque quisieron armar una reunión para veinte
personas, para que no entren los vecinos, y terminaron desbordados.
Las cosas no terminaron ahí. Media hora después, Schifrin,
Larrosa y el radical Cristian Caram volvieron al recinto para acusar a
la oposición de aprovechar políticamente lo
que había sido una falta de previsión. Y anunciaron que
la reunión se pasaba para el viernes a las 17.
Fatala dio otra explicación cuando este diario le preguntó
por qué no había ido al recinto: No estaban dadas
las garantías para el diálogo. Hay diputados que quieren
sacar provecho político porque están discutiendo las candidaturas.
Y además de vecinos, también había militantes políticos.
EL
GOBIERNO PUSO EN MARCHA LA OBRA SUSPENDIDA
Belgrano con canal aliviador
Por E.V.
Seis días después
de la tormenta que anegó una vasta zona de Buenos Aires, el gobierno
porteño firmó el contrato para reanudar la construcción
de un canal aliviador para evitar el desborde del arroyo Vega y evitar
las inundaciones en una zona de Belgrano. Dos paradojas envuelven la ejecución
de esta obra: 1) si no se hubiera interrumpido, en abril del año
pasado, estarían terminadas en gran parte y los daños que
sufrieron los vecinos de esa zona hubieran sido menores o, directamente,
inexistentes; 2) la obra, en su totalidad, costará 7,5 millones
de pesos, la misma cantidad que, por ahora, el gobierno de la ciudad lleva
destinados a subsidiar los daños sufridos por vecinos y comerciantes.
Ayer, el gobierno porteño firmó un convenio con la empresa
CCI Construcciones SA para construir un aliviador que transite bajo la
avenida Monroe, a cien metros del arroyo Vega entubado bajo la calle
Blanco Encalada que duplicaría la capacidad de escurrimiento
del canal para facilitar el desagüe hacia el Río de la Plata.
Esas obras habían quedado paralizadas en abril de 2000, ante las
quejas de los vecinos de Monroe, quienes debieron convivir durante meses
con una excavación, en los primeros 400 metros que realizó
la empresa. Según el secretario de Obras y Servicios Públicos,
Abel Fatala, el problema radicó en un inadecuado plan de
obras de la empresa, que no previó que bajo esa avenida había
varias interferencias, como conductos cloacales, de agua, gas y electricidad,
y que una vez abierta la calle, tenía que trabajar sobre las interferencias
antes de hacer el conducto.
¿Qué garantiza que ahora no vuelva a ocurrir lo mismo?
le preguntó Página/12.
Durante todos estos meses en que estuvo paralizada la construcción,
se diseñó con la empresa un nuevo plan de obras. Hicimos
un relevamiento de todas las interferencias y acordamos que se harán
tramos más cortos, de cien metros, que deberán terminarse
en treinta días. También se trabajó un consenso con
los vecinos de Blanco Encalada y de Monroe, y terminamos de firmar hoy
(por ayer) un acta acuerdo.
La obra, que se iniciará en unos días, consta de dos partes.
El primer tramo son 600 metros, entre la calle Arribeños y Artilleros,
más un empalme con el Vega. El segundo aún no está
definido, pero podría ser la continuación del aliviador
hasta la calle Moldes.
Si la gestión de la empresa era mala, como usted dice, ¿por
qué no le rescindieron el contrato? insistió este
diario.
Era imposible, porque la obra fue adjudicada por licitación.
Tampoco se le aplicaron sanciones...
La empresa actuó con un plan de obras que fue aprobado por
la gestión anterior a la mía. Cuando yo llegué a
la secretaría, en diciembre de 1999, los trabajos ya estaban paralizados.
OPINION
Por Eduardo Hecker*
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Los hechos concretos
Una lluvia de casi 150 milímetros en dos horas es un desastre
natural que genera trastornos en la vida cotidiana de la zona afectada
y, en el caso de lo sucedido el pasado miércoles, ha llegado
al extremo de provocar la pérdida de vidas humanas y causar
perjuicios económicos en los comercios.
Como han señalado ya el jefe de Gobierno y otros funcionarios,
hay mucho trabajo iniciado para estar mejor preparado en caso de
que se presente otra catástrofe. Mientras tanto, ante lo
ocurrido, han quedado numerosos vecinos afectados, a quienes el
gobierno ha tomado la decisión de asistir. Cada comercio
inundado que ha perdido parte de su mercadería o sus instalaciones
se han deteriorado, no es un dato más para pasar a formar
parte de las estadísticas habituales en situaciones de catástrofe.
Atrás de esa situación hay un grupo de personas que
llevan adelante un emprendimiento comercial, o su empleo depende
del movimiento del local comercial. Por eso se ha decidido tomar
la medida excepcional de entregar subsidios no reintegrables teniendo
en cuenta especialmente el impacto sobre el empleo y la economía
familiar. El gobierno de la ciudad no puede evitar que sucedan catástrofes
climáticas como no lo puede hacer en ningún
lugar del mundo, pero sí puede esforzarse para que
las consecuencias no agraven situaciones de injusticia económica
o social.
El gobierno no indemniza porque no provocó el daño;
ayuda, colabora en los casos que más requieren de la acción
de la intervención pública y va en ello nuestra filosofía.
Frente a la catástrofe, pudimos ver a vecinos y funcionarios
movilizados y organizaciones no gubernamentales. Pero lamentablemente
el temporal se transformó, también, en un problema
político en tanto algunos sectores se montaron en las consecuencias
del desastre para atacar al gobierno utilizando a los vecinos y
comerciantes afectados como rehenes de su estrategia.
En el caso de las medidas, lo que fundamenta esta política
es la necesidad de proteger la trama productiva atendiendo, en particular,
las situaciones más acuciantes en relación a las fuentes
de trabajo. El gobierno pone entonces a disposición de las
empresas afectadas un conjunto de medidas, compuesto por la reducción
de hasta un 80 por ciento del pago del ABL, créditos a tasa
subsidiada del 6 por ciento en común con el Banco Ciudad
y un subsidio que se determinará caso por caso.
Afortunadamente, a la hora de reconstruir una economía familiar
dañada, sólo cuentan los hechos concretos. La utilización
retórica de las catástrofes se pierde ante la realidad
de quienes están necesitando una ayuda para recuperar algo
de lo que han perdido.
* Secretario de Desarrollo Económico del Gobierno de
la Ciudad de Buenos Aires.
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