Sospechas de colaboracionismo con los nazis, demitificación del
ardiente y poderoso amante chino, conjeturas sobre el ejercicio de la
prostitución enturbian la memoria de Marguerite Duras. Una nueva
y exhaustiva biografía sobre la autora francesa, escrita por la
ensayista Laure Adler y recién llegada a la Argentina, aporta datos
reveladores y controvertidos sobre la ya polémica vida de quien
hizo de sus relatos (hasta ahora) autobiográficos, textos ficcionales
leídos por millones de personas en todo el mundo.
Marguerite Duras, recién lanzado en la Argentina por Anagrama,
ofrece munición gruesa sobre los ejes de la tumultuosa existencia
de la escritora. Por ejemplo, los lectores de El amante se sorprenderán
al enterarse de que el amante chino millonario y refinado que extrajo
las primeras notas eróticas del cuerpo de la autora era en realidad
poco agraciado y bastante desalmado. Por si fuera poco, la pasión
de la entonces adolescente tenía un precio que era fijado por su
madre y su hermano quienes, lejos de tolerar a regañadientes la
relación como sugería el film homónimo que
rodó el francés Jean-Jacques Annaud, la enviaban a
prostituirse con el joven oriental. La madre, retratada en repetidas ocasiones
por la autora como una mujer sometida por uno de sus hijos y el
alcohol, aparece descripta en este volumen sin contemplaciones como
una mujer feroz que golpeaba a su hija mientras se empeñaba en
hacer prosperar unas tierras anegadas que le había comprado a la
administración colonial en Indochina.
La biografía causó gran revuelo durante su publicación
en Europa, especialmente porque confirma los sospechados acercamientos
de la autora de El marino de Gibraltar a los colaboracionistas franceses
del nazismo que gobernaron Francia hasta fines de 1942. Adler sostiene
que Duras fallecida en 1996 a los 81 años era favorable
a Pétain, uno de los héroes de la Primera Guerra Mundial
que en la Segunda Guerra brindó apoyo a los alemanes. La versión
no hubiera causado tanto revuelo si no fuera porque la escritora fue reconocida
como una resistente contra los alemanes en la Segunda Guerra Mundial y
siempre se trataba de dejar de lado la posibilidad de que hubiera colaborado
con el régimen pronazi de Vichy. Según Adler, la prueba
de tal simpatía está en el hecho de que Duras aceptó
formar parte de una comisión editorial que decidía
la cantidad de papel que debía asignarse a los editores,
instituida por el gobierno de Vichy bajo control nazi.
Para realizar su impactante trabajo biográfico, Adler una
historiadora y ensayista que trabajó junto al ex presidente François
Mitterrand se valió de los documentos privados de Duras,
que le fueron aportados por el propio hijo de la escritora. Este
libro me llevó precisamente a reflexionar sobre las fronteras de
la verdad, la mentira, la memoria, la biografía, la historia, la
literatura. En un viaje que me llevó a través de los archivos
hasta Vietnam, partí tras las huellas de alguien que por definición
es imposible de conocer, porque todo se encuentra dentro del terreno de
lo insospechado, destacó Adler en una entrevista publicada
recientemente por el periódico Le Monde. La roca sobre la
cual Marguerite Duras construyó todo es la cuestión de entender
por qué estaba en el mundo cuando la persona que la trajo al mundo
no la quería. A partir de esa distorsión de su razón
de ser, nunca se reconcilió consigo misma. Para Adler, la
fábrica de escritura de la autora está en el centro
de la actitud increíble que se impuso para disimular ante todos,
dando pistas falsas sobre los hombres que amó, los amigos que tuvo
y las creencias políticas que abrazó.
|