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DESDE LA CRISIS DEL SENADO DE LA RÚA,
CHACHO Y ALFONSIN NO DISCUTIAN PLANES DE GOBIERNO
Tratamiento para restaurar la Alianza

Aunque subsisten desacuerdos importantes sobre las elecciones para senadores, porque Alvarez quiere la autoexclusión de los legisladores cuestionados, los máximos dirigentes de la Alianza encontraron un ámbito común. Acordaron estudiar un salario social mínimo.
Alfonsín, De la Rúa y Alvarez, acompañados por el jefe de Gabinete. También estuvieron Machinea, Alessandro, Storani y Binner.

Por Fernando Cibeira y José Natanson

El debut del grupo de trabajo que se reunió anoche en Olivos marca el inicio de una nueva etapa de la Alianza en la que –otra vez– intentará funcionar como tal. Por lo pronto, quedó estipulada una agenda de temas a desarrollar que incluirá un nuevo modelo de Senado, la reforma tributaria y el mejoramiento de la distribución de la ayuda social. Con todo, a la salida quedó claro que hay algunas diferencias que se mantienen y que, más temprano que tarde, volverán a poner a la Alianza en tensión. Radicales y frepasistas ofrecieron conferencias de prensa por separado. En la primera, Carlos “Chacho” Alvarez aseguró que “la Alianza va a presentar un nuevo modelo de Senado como trabajo programático”. Después, el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, aclaraba que esto no implica excluir a nadie, ni siquiera a los que fueron cuestionados por el ex vicepresidente. “Es imposible hacer una depuración a dedo”, señaló.
Los tres frepasistas llegaron a Olivos juntos, unos minutos más tarde de lo previsto. Alvarez, el jefe del bloque de diputados de la Alianza, Darío Alessandro, y el intendente de Rosario, Hermes Binner, fueron conducidos hasta la oficina del presidente Fernando de la Rúa, que los esperaba junto al titular de la UCR, Raúl Alfonsín. También los acompañaban los ministros que integran el grupo: Colombo, José Luis Machinea y Federico Storani. Allí conversaron un rato pero luego se trasladaron hasta el sector de la quinta en la que habitualmente se hacen las reuniones de gabinete y donde podían charlar con mayor tranquilidad.
Fue la primera vez en varios meses que la cúpula de la Alianza se junta alrededor de una misma mesa para conversar sobre temas de gobierno. La anterior convocatoria que reunió a De la Rúa, Alfonsín y Alvarez ocurrió en plena crisis por el escándalo de coimas en el Senado y no terminó en buenos términos. En cambio, ayer prevaleció el clima cordial y fue el primer paso concreto que da la Alianza para cerrar de una vez la crisis política abierta con la renuncia de Alvarez, de manera de encarar en relativa calma el examen electoral de octubre.
Sin embargo, el conflicto del Senado aún aparece como la principal amenaza a la concordia de la coalición. En los días previos, Chacho Alvarez había advertido que no sería una buena señal que la Alianza permitiera que se postularan para ser reelectos los mismos senadores que habían sido involucrados en las sospechas de sobornos.
Puertas adentro, el tema se planteó enseguida. El ministro del Interior, Federico Storani, venía hablando de la reforma política y de la reunión que congregará a los legisladores provinciales el 27 de febrero para convencerlos de que bajen los costos de los parlamentos locales.
–Sí, pero hay muchos legisladores de la Alianza que no quieren saber nada con eso –intervino Chacho Alvarez.
–Es cierto, pero la idea es que se firme un documento, un compromiso para reducir los gastos y a eso nadie se va a poder negar –respondió Storani–. Si no, nos queda sólo presionarlos a través de los medios. Y eso no siempre es efectivo en el interior.
En ese momento Alvarez aprovechó para introducir el punto que más le interesaba discutir. Fue breve y, según el testimonio de uno de los participantes del encuentro, sonó como un título periodístico:
–Tenemos que avanzar en la formación de un nuevo modelo de Senado.
Alfonsín intervino para decir que una de las transformaciones posibles pasaba por cuestiones reglamentarias de la Cámara alta.
–Sí, ahora hay una comisión para cada senador –coincidió Chacho.
Y comentó que algunos de sus colaboradores vienen trabajando desde hace tiempo en un proyecto para reformular el Senado (ver aparte). Resultado: quedaron que Chacho le acercará la iniciativa a Alfonsín y a Storani. Y que el ministro del Interior lo consensuará con el proyecto que viene elaborando su cartera para presentarlo en público junto a la reforma política.
Pero si adentro no hubo divergencias, a la salida no lo pareció tanto. Chacho remarcó la determinación de la Alianza de buscar un nuevo modelo de Senado, mientras que Colombo puntualizó los límites de esa renovación. El jefe de Gabinete insistió en que la transformación del Senado “la hará la gente con su voto” y que no era practicable llevar adelante “una depuración a dedo desde el Ejecutivo” como la que pretende el jefe frepasista. “No se hizo ningún tipo de nombre propio”, aclaró Colombo acerca de lo discutido durante el encuentro.
El jefe de Gabinete expuso largamente la idea de poner en práctica la agencia social, que, conforme a una propuesta de Alvarez, unificará los planes nacionales de ayuda que hoy se distribuyen en diferentes ministerios. La hipótesis de trabajo que se planteó en el encuentro es que la agencia tenga, a lo sumo, un par de planes sociales. Como objetivo, la idea es avanzar en la implementación de un Ingreso Mínimo Garantizado para quienes se encuentren dentro del padrón de beneficiarios. “Bien distribuidos, los recursos que tenemos actualmente nos alcanzan”, explicó Colombo. La hipótesis inicial, todavía en borrador, es que un millón de indigentes serían beneficiarios con alrededor de dos mil pesos anuales cada uno.
A la Alianza le gustaría llevar la propuesta a la campaña electoral, pero Colombo detalló la suma de inconvenientes que se presentan para poner estas ideas en práctica en el corto plazo. Por ejemplo, la obligatoriedad de consensuar con los gobernadores, quienes tienen a su cargo la distribución del 70 por ciento de la ayuda social.
A su turno, Machinea detalló las primeras licitaciones convocadas en el marco del Plan de Infraestructura y trazó una visión optimista del panorama económico abierto a partir del blindaje. Colombo aprovechó para informar sobre la reforma impositiva, contó que ya estaba recibiendo las primeras conclusiones de la comisión y que, una vez que estén listas, le acercará una síntesis a Alvarez. Otro de los puntos fue el proyecto para mejorar los organismos reguladores. “Hay que plantear una nueva relación entre los entes de control y la sociedad”, fue la definición de Chacho. Machinea informó que el Ministerio estaba trabajando en una ley sobre el tema.
Sobre el final, De la Rúa anunció que él se iba a ocupar de convocar semanalmente al grupo de trabajo. Como si se tratara de una reunión de Gabinete. De todos modos, explicó que no necesariamente participará de los encuentros, como el de la semana que viene en las oficinas de Colombo.
Concluida la reunión, todos se manifestaban conformes. “Hablamos del Senado, la agencia, los entes reguladores, de los temas que queríamos tratar”, decían en el Frepaso. En cuanto al Gobierno, la cumbre de ayer le permitió cumplir el objetivo comprometer a Chacho otra vez con la gestión del Ejecutivo. “Es un primer paso positivo”, aseguraban en Olivos. Sin embargo, el encuentro de ayer fue apenas un comienzo y, a pesar del optimismo general, aún quedan algunos temas importantes que siguen dividiendo posiciones: entre todos, el Senado aparece como el potencialmente más conflictivo.

 

Claves

La cúpula de la Alianza no se reunía desde la crisis de las coimas en el Senado.
En ese entonces, el encuentro de De la Rúa, Alfonsín y Alvarez no sirvió para discutir ningún plan de gobierno.
En cambio, la agenda que quedó fijada ayer incluye la reforma del Senado y la concentración de los planes sociales nacionales para garantizar un salario social mínimo.
Los planes sociales fueron el principal punto de consenso.
Chacho insistió en que los senadores actuales no se presenten otra vez.
Colombo dijo que no puede haber ningún poder de veto sobre candidaturas.
Quedó oficializado el descenso de nivel de Graciela Fernández Meijide dentro de la conducción de la Alianza. Acompañaron a Alvarez por el Frepaso el socialista Hermes Binner y el diputado Darío Alessandro.

 

QUIEN ES HERMES BINNER, EL INTENDENTE DE ROSARIO
Otro frepasista a la mesa

Por Pablo Feldman

Hermes Binner es médico, su especialidad era la anestesiología, pero sus mayores esfuerzos los puso en el sanitarismo. Eso le permitió acelerar su carrera política desde 1989 cuando Héctor Cavallero –primer intendente socialista de Rosario, luego menemista y ahora reutemista– lo designó como secretario de Salud Pública municipal. El reconocimiento a su gestión –incluido el de Naciones Unidas– y la mutación política de Cavallero lo colocaron en un lugar que no esperaba, aun cuando su militancia en el socialismo se remonta a la política universitaria, de la mano de Guillermo Estévez Boero.
Binner fue el recambio dentro del socialismo, ganó la intendencia de Rosario en 1995 y fue reelecto por mayoría absoluta en 1999. “No podemos postergar las demandas sociales para cumplir con el pago de la deuda”, le dijo a Página/12 hace unos días y propuso “invertir el dinero del esfuerzo de los argentinos y beneficio de todos nosotros, con líneas de crédito, reactivación de la producción y sobre todo con un criterio solidario que responda a los que tienen menos”. El discurso del dirigente del Partido Socialista Popular se compadece con su acción: el 53 por ciento del dinero que aportan los rosarinos va a parar a la salud pública y a la acción social. “Yo sé que es grato inaugurar obras y que desde el punto de vista del marketing político son más redituables que darles salud y asistencia a los más pobres, pero nuestra conciencia nos lleva a eso”, sostiene convencido, contrarrestando las críticas que su ciudad provienen de sectores empresariales que lo acusan de “populista”. Binner es un hombre parco, austero, casi antipático, que no repara en la combinación de su ropas, que consume litros de mate, literatura y música clásica. Que no sorprende, pero que difícilmente pueda ser sorprendido. Tiene una actitud militante que no abandona ni siquiera por el protocolo, es un hombre “de partido”, que no cree en el fin de la historia ni en los santos evangelios. Mantiene una cordial relación con el gobernador Carlos Reutemann –“somos los dos suizo-alemanes”, suele explicar– aunque tarde o temprano tendrá que enfrentarlo: Hermes Binner será candidato a gobernador en el 2003, y si Reutemann reforma la Constitución provincial –se presume que será en año que viene– el ex piloto de Fórmula Uno buscará su reelección en la Casa Gris si no juega en la presidencial.
“Desde la recuperación de la democracia que ningún intendente de Rosario llegó a la gobernación”, repasa Binner y enumera: “Usandizaga perdió dos veces con Reutemann y una con Obeid, y Cavallero también perdió la del ’95”, dice “abriendo el paraguas” y después agrega que “nunca le tuve miedo a la lluvia, y además ya es tiempo de hacer historia”.

 


 

REDUCIR COMISIONES Y REFORMULAR EL CRITERIO CON EL PERSONAL
Cómo es el modelo de Senado made in Chacho Alvarez

Poco después de que comenzara la cumbre en Olivos, Carlos “Chacho” Alvarez dijo, telegráficamente, que la Alianza deberá avanzar en “un nuevo modelo de Senado”. Y agregó que está trabajando en un proyecto para reformular el funcionamiento de la Cámara que, una vez finalizado, elevará a Raúl Alfonsín y a Federico Storani para lograr una versión consensuada.
Los lectores ya conocen la historia del proyecto a través de este diario. En setiembre del año pasado, cuando el escándalo por las coimas profundizaba las crisis de la Alianza, Chacho dio instrucciones para estudiar un plan destinado a “transparentar y dinamizar” el Senado. El 28 de setiembre, sólo nueve días antes de la renuncia, Página/12 adelantó los lineamientos generales de la idea, en la que trabajaron cuatro hombres de confianza de Alvarez: Pedro del Piero, el único senador del Frepaso; Ricardo Mitre, secretario administrativo de la Cámara durante la gestión de Chacho; Marcos Makón, actual vicejefe de Gabinete, y Franco Castiglioni, ex director de la carrera de Ciencia Política de la UBA.
El plan es ambicioso y apunta a modificar aspectos legislativos y reglamentarios para lograr una transformación total –una especie de refundación institucional– del Senado. Estará listo en pocos días y sus ejes son los siguientes:
El primero son las comisiones. Ayer, en Olivos, Chacho se quejó de que hay demasiadas, que se superponen unas a otras y que muchas veces demoran el trámite de los proyectos de ley. “Hay una por senador, para que todos sean presidentes”, se quejó Alvarez. En realidad, hay más: actualmente, incluyendo las bicamerales, el Senado funciona con 104 comisiones y 72 bancas. La idea es reducir el número, priorizar las más relevantes y convertirlas en foros públicos, prohibiendo las sesiones secretas y abriéndolas a los ciudadanos y las ONGs.
Otro de los objetivos es profesionalizar la planta permanente, formada por “capas geológicas” de empleados incorporados por los diferentes senadores, hasta alcanzar la friolera de 1700 trabajadores estables. El modelo sería el Senado brasileño que –según dicen– cuenta con un núcleo importante de empleados competentes.
Para evitar este tipo de problemas, la idea es que de ahora en más cada senador que se incorpore a la Cámara cuente con una cantidad determinada de fondos para contratar asesores. En cuanto finalice su mandato, el legislador se retirará con sus empleados. Según los análisis comparativos que estudia Alvarez, así funciona el Senado de los Estados Unidos.

 


 

GRACIELA FERNANDEZ MEIJIDE LEJOS DE OLIVOS
Todo tiempo pasado fue mejor

Un año atrás hubiera sido impensable. Hoy parece lo más natural. Y el contraste revela un dato político que, por más que todos se hayan acostumbrado, no deja de ser llamativo. A la primera reunión del grupo de trabajo de la Alianza no asistió Graciela Fernández Meijide, aunque sí participaron Darío Alessandro y Hermes Binner, dos frepasistas que hasta hace poco se movían en un nivel muy inferior al de la ministra. Ni siquiera la decisión de tratar la creación de una Agencia Social –que pone en duda su futuro y el del ministerio que dirige– lograron abrirle el camino a quien fue hasta hace poco una de las máximas figuras de la Alianza.
El descenso político de Fernández Meijide comenzó en noviembre de 1998, cuando perdió la interna abierta. Continuó con la derrota bonaerense en octubre de 1999. Siguió con sus tropezones –incluido el affaire Angel Tonieto– y con su magro desempeño al frente de Desarrollo Social. Y, aunque es cierto que los recursos de que dispone son escasos, también es verdad que su performance estuvo lejos de cumplir con las expectativas mínimas. Eso terminó de agriar su relación con Carlos Alvarez.
Cuando se puso a revisar los detalles de la comisión de la Alianza, Alvarez advirtió que el Frepaso –representado originalmente sólo por él y Alessandro– había quedado en inferioridad numérica. Entonces vetó la participación del senador radical Jorge Agúndez –que hubiera profundizado el desequilibrio– y sumó al intendente de Rosario, Hermes Binner. Sin embargo, en ningún momento se le ocurrió incluir a Graciela, a pesar de que es la única ministra del Frepaso y la representante más importante de su partido en el gabinete.
Uno de los ejes del encuentro fue la discusión de la futura Agencia Social, un tema delicado que implicaría la desaparición del ministerio que conduce Graciela en un plazo que no excederá este año. El ex vice tiene decidido que, una vez que el nuevo organismo esté en marcha, su titular se convierta en la pata frepasista en el gabinete. Quiere para ese puesto a algún dirigente con peso y cintura política, que oficie de interlocutor con el Gobierno. Como demuestra su ausencia en la reunión de ayer, Alvarez no cree que Fernández Meijide sea la indicada para ocupar ese lugar.
El futuro de Graciela como ministra es un interrogante. En otro momento una salida elegante hubiera sido una candidatura para octubre en la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, Raúl Alfonsín, seguro primer candidato a senador, no quiere saber nada con la idea.
Algunos frepasistas comenzaron a pensar en una posible embajada para Fernández Meijide. Mientras, la ministra sigue aguantando. Ayer, luego de inaugurar en Bariloche un nuevo capítulo del Plan Solidaridad, dijo que no estaba enojada por no haber participado del encuentro. “Este gobierno es mi gobierno y de la Alianza. Y además comparto totalmente las propuestas de Alvarez. El gobierno también es Chacho Alvarez, aunque no sea más vicepresidente. Por sobre todas las cosas, lo que necesitamos es coherencia y cohesión política, Alianza al ciento por ciento”, explicó. Su apuesta es a la unidad de la coalición. Y se entiende: es el dato que explica que, a pesar de su magro desempeño, Fernando de la Rúa nunca se haya animado a pedirle la renuncia.

 

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