Por Eduardo Videla
El agua, otra vez, puso en
vilo a los porteños, en especial a los vecinos y comerciantes inundados
hace una semana, en Belgrano y alrededores, y también a las autoridades
porteñas: 26 milímetros de lluvia, en poco más de
media hora, convirtieron otra vez la esquina de Cabildo y Blanco Encalada
en el centro del conflicto. En pocos minutos, el agua dejó de escurrir
y la zona se convirtió en una laguna de 60 centímetros de
profundidad. El gobierno hizo un despliegue tan amplio como inusual, que
incluyó la presencia en el lugar del secretario de Obras y Servicios
Públicos, Abel Fatala, quien se instaló durante toda la
tarde en su despacho móvil, donde atendió uno
por uno a los vecinos que llevaban quejas y reclamos. Allí mismo,
un grupo de damnificados volvió a cortar el tránsito en
reclamo de una indemnización por los daños sufridos. Menos
ruido hubo por los anegamientos producidos, a la misma hora, en distintos
puntos del Gran Buenos Aires, la avenida General Paz y otros barrios porteños
con menos marketing.
Fatala logró sortear lo que parecía un clima de linchamiento
y lo convirtió en un diálogo al que, hay que reconocer,
no le faltaron gritos y reclamos airados. A su favor jugó la brevedad
de la lluvia: pocos minutos después del cese del temporal, el agua
se escurrió tan pronto como se había acumulado. No le fue
mejor al diputado socialista Abel Latendorf, quien llegó con su
megáfono después del chaparrón y tuvo que afrontar
los reproches de los vecinos: Queremos soluciones, no que vengan
a hacer política, le dijeron.
La lluvia empezó minutos antes de las 12. El chaparrón duró
poco más de media hora, lo suficiente para que el agua brotara
de las alcantarillas y los comerciantes, que entraron en pánico,
comenzaran a instalar las defensas metálicas que, por rutina, colocan
en el frente de sus negocios para evitar el ingreso del agua. Una cuadrilla
de empresas de limpieza comenzó a recoger basura para despejar
las alcantarillas.
Blanco Encalada y Ciudad de la Paz se convirtió en un lago y a
una cuadra, en Cabildo, se conformó una suerte de foro multisectorial:
a los vecinos y comerciantes que habían convocado a una protesta
se sumó la presencia de la defensora del Pueblo, Alicia Oliveira,
abocada a la tarea de asesorar a los vecinos en su reclamo de indemnización
(ver recuadro).
También llegaron los diputados Jorge Argüello y Pimpi Colombo,
de Nueva Dirigencia, quienes se sumaron a esa suerte de interpelación
callejera a Fatala. Después de recorrer la Boca, el funcionario
llegó hasta Belgrano en una combi, que oficia de despacho móvil.
Lo acompañaban los secretarios de Desarrollo Económico,
Eduardo Hecker, y de Promoción Social, Daniel Figueroa.
¡Fatala, yo quiero que revisen quiénes son los que
hacen las obras, porque acá hay algo raro! ¡Esto seguro que
es culpa del subte!, vociferaba desde el tumulto un vecino de la
zona. Eso no tiene nada que ver respondió Fatala,
porque el túnel pasa por debajo del arroyo Vega. Rodeado
por más de cincuenta personas, en el medio de la calle, el funcionario
explicó que el problema tiene que ver con la falta de capacidad
de retención en el sistema hidráulico; esta red se diseñó
a principios del siglo XX y después de 1940 no se hicieron más
obras, hasta 1998. Acto seguido, reiteró que en unos días
se reanudan las obras en el arroyo Vega, que aliviarán la situación.
Lo felicito, usted ha demostrado su idoneidad en el tema hidráulico...
Pero yo le hablo como comerciante: ¿qué solución
tiene para nosotros, que tenemos que comer y pagar el alquiler?,
lo increpó el dueño de la librería de Blanco Encalada
2426. Su problema lo cubre el fondo de emergencia, que va a servir
para dar auxilio directo a los negocios que han perdido mercadería,
como en su caso, respondió Fatala. Como telón de fondo,
una mujer gritaba ¡Ladrones, devuelvan la plata de los impuestos!,
mientras enarbolaba un cartel con la leyenda No al crédito,
queremos soluciones ya. Desde los parlantes de una disquería
cercana sefiltraba el último hit de Fito Páez: Ey,
¿qué te pasa Buenos Aires?.
No me voy a ir hasta que no haya hablado con el último de
los vecinos, prometió Fatala, con la situación ya
bajo su dominio. Y se instaló en la camioneta en que había
llegado, equipada con unos silloncitos. Enseguida se formó una
cola, mientras a un costado Osvaldo Oriolo, uno de los vecinos, no disimulaba
su bronca: Es una vergüenza. Fatala dilata las cosas y como
todos los políticos promete, pero no explica de quién es
la responsabilidad. ¡Es una burla que todavía estén
evaluando las obras que hace dos años tendrían que haber
hecho!. Antonio, un vecino de Blanco Encalada y Zapiola, acaba de
salir del despacho móvil: Por lo menos están dando
la cara; habrá que ver qué pasa con los subsidios, pero
acá lo fundamental son las obras, destacó.
Informe: Silvina Seijas
Acá hubo
imprevisión
La defensora del Pueblo de la Ciudad, Alicia Oliveira, está
reuniendo testimonios y pruebas para dictar una resolución
por la cual instará al gobierno porteño a indemnizar
a los vecinos y comerciantes que sufrieron perjuicios durante la
inundación. Si el gobierno no responde en 5 días,
iniciaremos una acción judicial por daños y perjuicios,
en representación de los damnificados, adelantó
Oliveira a Página/12.
La ombudsman, quien ya reunió unas 35 denuncias, comparó
la situación de los inundados con los afectados por el apagón
de Edesur, hace dos años: En ambos casos hubo imprevisión,
explicó.
El gobierno dice que las obras estaban previstas, pero no
se hicieron oposición de un grupo de vecinos-, consultó
este diario.
No parece ser una justificación suficiente para suspender
una obra, ya que había un estado de necesidad para realizarla.
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EL
GOBIERNO PORTEÑO DISPUSO LA CLAUSURA DEL GERIATRICO FATAL
En busca de quién habilitó el subsuelo
Por
E. V.
El geriátrico
Los Girasoles, donde hace una semana fallecieron cinco ancianas como consecuencia
de la inundación, fue clausurado ayer por el gobierno porteño
tras constatarse, después de la tragedia, que la habitación
bajo nivel donde se encontraban la víctimas funcionaba como un
dormitorio, algo para lo cual no estaba habilitado. La clausura, se informó,
se hará efectiva recién cuando se derive a los ancianos
que aún viven en el instituto. El gran interrogante es por qué
los inspectores de cuatro áreas distintas del gobierno porteño,
que controlaron el lugar al menos en tres ocasiones entre mayo y agosto
del año pasado, no detectaron esa anomalía. Por lo pronto,
dos funcionarios de la Dirección de Habilitación y Verificaciones
fueron separados de su cargo, en el marco del sumario administrativo que
instruye el procurador Juan Carlos López. Por lo menos otros cuatro
inspectores están en la mira de los investigadores.
Las irregularidades fueron constatadas al día siguiente de la tragedia.
Con autorización del juez Juan Cicciaro, que interviene en la causa,
los funcionarios sumariantes comprobaron que la habitación, ubicada
un metro bajo el nivel de la vereda se estaba utilizando como lugar
de dormitorio, pues allí había camas, explicó
López a Página/12.
Por esa razón, se dispuso la clausura preventiva de todo el geriátrico,
y se pidió a la Justicia de Faltas su clausura definitiva,
agregó López. En el permiso de habilitación del geriátrico
no se autorizaba la utilización de esa habitación para el
alojamiento de personas.
Esa sala fue una trampa mortal para las ancianas que la habitaban. De
acuerdo con la información que reunió hasta ahora el ombudsman
de la Tercera Edad, Eugenio Semino, cuando se produjo el temporal había
en el lugar siete abuelas. Las dos empleadas que estaban en ese
momento lograron rescatar a cuatro. Las otras tres murieron ahogadas y
de las recatadas, una falleció por un paro cardíaco y la
otra, a los dos días, por una hipotermia. Una de las abuelas
quedó aferrada a una silla, presa de un ataque de pánico,
precisó Semino. En la calle Superí al 2200, donde está
el geriátrico, el agua llegó a 1,20 metros, por lo que la
habitación quedó a 2,20 metros de profundidad.
López confirmó que los dos funcionarios separados son los
que habrían firmado el certificado que exhiben los dueños
del geriátrico, según el cual el centro tiene capacidad
para 50 internos. Según la habilitación, de 1992,
el lugar solo admite 31, precisó el procurador.
De acuerdo con la defensora del Pueblo, Alicia Oliveira, en el último
plano registrado en la Dirección de Fiscalización de Obras
y Catastro, en 1990, se indica que esa habitación en desnivel
es una obra antirreglamentaria. Pese a eso, la Dirección
de Habilitaciones autorizó el geriátrico, en el 92,
agregó. Llamativamente, ninguna de las inspecciones realizadas
en el último año reparó en ese fatídico subsuelo.
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