Por Mariana Carbajal
Un obispo español dejó
al descubierto un caso de doble moral en la Iglesia Católica. En
una declaración que generó una gran polémica en la
península ibérica y promete traspasar sus fronteras, el
presidente de la subcomisión de Familia y Vida de la Conferencia
Episcopal, Juan Antonio Reig, reconoció que la Iglesia local autoriza
el uso de pastillas anticonceptivas a las monjas misioneras que corren
peligro de violación en países en guerra. Se trata de la
primera vez que un miembro de la jerarquía católica admite
abiertamente esa práctica. La noticia sorprendió en la Argentina.
Para nosotros es algo nuevo. La Iglesia siempre recomienda los métodos
naturales, sostuvo, con desconcierto, el padre Jairo Calderón,
director nacional de Obras Misionales Pontificias, la institución
más importante de la Iglesia. El Papa siempre se ha expresado
en contra (del uso de contraceptivos entre las monjas). No hay ningún
documento que afirme tal cosa. Si es verdad, va a despertar una gran polémica
entre los moralistas cristianos, señaló a Página/12
el sacerdote Domingo Basso, especialista en bioética y ex rector
de la UCA.
Monseñor Reig, máximo experto en temas de bioética
de la Conferencia Episcopal española, quiso dejar en claro que
el uso de la píldora entre las religiosas que trabajan en territorios
con conflictos bélicos, especialmente en el Tercer Mundo, se permite
como un método de autodefensa y no con un criterio de anticoncepción.
Es un acto de defensa personal ante una agresión, y no un
acto que va contra la concepción, dijo el obispo.
Reig aludió a la tragedia de las misioneras violadas cuando se
le preguntó por los anticonceptivos, el martes, durante una conferencia
de prensa convocada para presentar una jornada en defensa de la vida y
contra el aborto que se realizará el próximo domingo en
todas las parroquias de España. Los periodistas presentes quisieron
saber si el permiso para recurrir a la píldora se hacía
extensible a cualquier mujer que esté en peligro de ser abusada
sexualmente. A partir de ese momento, el obispo no quiso contestar
más. Supongo que ahora debe estar arrepentido de lo que dijo. Pero
reconoció sin vueltas que se trata de una práctica habitual
en casos de guerra, contó a este diario el periodista José
Manuel Vidal, del diario El Mundo, de Madrid, quien participó de
la rueda de prensa. El uso de la píldora entre religiosas
se rumoreaba cuando ocurrió la guerra de Bosnia. Incluso, algunos
obispos lo reconocían off the record, pero nunca nadie lo dijo
tan claro, precisó Vidal, especializado en temas religiosos.
Ayer, el periodista español consultó al respecto a diversas
congregaciones de misioneras de su país. Pidiéndome
que no las mencione, varias admitieron que es una práctica habitual
entre sus misioneras, especialmente entre las que trabajan en Africa,
agregó.
Consultado por Página/12, el ex rector de la UCA dudó en
un primer momento sobre la veracidad de las palabras del obispo español.
Dudo que sea cierto. El Papa siempre se ha expresado en contra y
ha sido muy claro, supongo, porque no quiere plantear un precedente: sería
el punto de partida para permitir la píldora a todas las mujeres,
estimó Basso. Y agregó: Hace unos treinta años,
en la época de Pío XXII se corrió la voz de que durante
la guerra civil en el Congo se había permitido que las religiosas
tomaran anticonceptivos, pero nunca se confirmó esa información
y no hay ningún documento de la Iglesia que lo diga. El especialista
en bioética recordó que hay sólo un caso
en el que el Vaticano autoriza el uso de contraceptivos y es en mujeres
con problemas ovulatorios. Lo dijo Paulo VI en su polémica
encíclica Humanae Vitae y únicamente con una finalidad terapéutica,
para mujeres con una disfunción en la glándula hipófisis
que no ovulan o lo hacen en forma desmedida, precisó.
La noticia llegada de España también sorprendió al
padre Jairo Calderón, director nacional de Obras Misionales Pontificias,
en la Argentina. La Iglesia siempre recomienda los métodos
naturales. Es un tema que hasta ahora nunca se ha discutido en el país,
aseguró.
DOS
CHICOS DE 11 Y 13 AÑOS PRESOS EN LA AUTOPISTA
Tirando piedras a un camión
Otros dos chicos, de 11 y 13
años, fueron detenidos ayer por arrojar piedras sobre la autopista
Buenos Aires-La Plata. En esta ocasión, los cascotes dieron en
el parabrisas de un camión. La policía persiguió
a un grupo de jóvenes que se encontraba pescando en un arroyo cercano
y detuvo a dos de ellos, a los que el chofer luego aseguró reconocer
como parte del grupo agresor. Los chicos fueron liberados y entregados
a sus padres. Tras las denuncias sobre la ausencia de refuerzos policiales
en la zona, anunciados por el gobernador Carlos Ruckauf, ayer la Gendarmería
comenzó a movilizar sus fuerzas para cubrir los baches de la Bonaerense.
Al mismo tiempo, el vicegobernador Felipe Solá relacionó
el caso con los niveles de pobreza y desesperanza, como un
producto de la recesión y el déficit de contención
por parte del Estado.
A las 16.30, en el kilómetro 14 de la autopista, a la altura de
Bernal y sobre la mano hacia la Capital, un patrullero de la Bonaerense
encontró un camión Mercedes Benz con su parabrisas roto.
Su conductor, Ricardo Ortiz, de 44 años, denunció que un
grupo de entre cuatro y cinco chicos le arrojaron piedras. En esta ocasión,
los cascotes partieron desde un costado de la autopista. El dato multiplicará
el área de vigilancia, ya no sobre los puentes sino a lo largo
de 36 kilómetros, de ambos lados de la autopista y, al menos, en
una franja de dos metros de ancho.
De todos modos, el refuerzo policial anunciado a todos los vientos por
Ruckauf no se cumplió. Ayer, el director de Asuntos Policiales
de Gendarmería, comandante general Lázaro Mieres, informó
que de acuerdo a un convenio preexistente, se nos encomendó
la tarea de aunar esfuerzos para evitar accidentes y promover la seguridad
vial en las autovías. O sea, cubrir los baches prometidos
por el gobernador. A su vez, el vice Solá, consideró que
la delincuencia está relacionada con la pobreza y la desesperanza
y responsabilizó a la falta de contención estatal.
Siguiendo con el caso de las piedras del costado, la policía descubrió
a un grupo de menores pescando en una cantera cercana al lugar donde se
hallaba el Mercedes de Ortiz. Los menores, obviamente, corrieron, pero
los uniformados, más veloces, lograron capturar a dos, luego reconocidos
por el camionero. Dos horas más tarde, el juez de menores Luis
Entío ordenó su libertad.
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