Por Cecilia Hopkins
Presente vuol dire regalo,
ópera prima de Viviana Holz, acaba de subir a escena en el Teatro
del Nudo, en coproducción con el Teatro San Martín, bajo
la dirección de Roberto Villanueva. La pieza, que se desarrolla
en el patio de un geriátrico, presenta una serie de personajes
que establecen entre sí vínculos poco convencionales: la
anciana protagonista (Ana María Castel), un ama de llaves (Iris
Pedralozzi) y el hombre, interpretado por Hugo Men, quien sólo
pronuncia aquella única frase que da título a la obra. En
realidad, una variante del adagio latino carpe diem, traducido comúnmente
como vive el presente. El grupo se completa con el personaje
de una muchacha escapada de un loquero (a cargo de Vanesa Strauch), una
mujer de la alta sociedad (compuesta por Miriam Odorico, quien se destacó
en Perlas quemadas, de Fernando Noy) y un peluquero homosexual y boliviano,
interpretado por Christian Díaz.
Villanueva distinguido últimamente por el montaje de Almuerzo
en casa de Ludwig W (adaptación del original del austríaco
Thomas Bernhard, Ritter, Dene, Voss), del que participaron Alejandro Urdapilleta
y Rita Cortese es uno de los directores más prolíficos,
y probablemente uno de los más eclécticos al momento de
la elección de temas y procedimientos para concretar sus puestas.
Cuando leo un texto que me interesa .-cuenta en la entrevista con
Página/12, lo vivo como un enamoramiento y cuando me pongo
a trabajar en él, lo tomo como si fuese una expedición,
como un viaje. Este director, convocado por la propia autora para
llevar adelante el proyecto, afirma que son muchísimas las obras
que los autores le acercan. Esto, sin embargo, no es nuevo para él:
lo mismo le pasaba desde los tiempos en que dirigía el Centro de
Experimentación Audiovisual del Instituto Di Tella, a mediados
de los 60.
¿Qué condiciones deben reunir los textos sobre los
que decide trabajar?
Me interesan las obras que me permitan un trabajo en profundidad
y no solamente un planteo de situaciones. Me interesa encontrarles un
tratamiento poético determinado, que me deje jugar con la sensibilidad
y las sutilezas, con los ritmos y silencios. Ya como espectador, las obras
de teatro que prefiero son las que se ofrecen en los teatros alejados
del centro. Pero en la actualidad ya no puedo ir a ver muchos de esos
espectáculos. Es que llegué a una conclusión: o hago
lo mío o estoy al día con lo que otros están haciendo.
Lo decía Pier Paolo Pasolini: Hay que elegir entre ser culto
o hacer la propia obra. De todos modos, siempre me sorprende la
voluntad de hacer teatro que hay en Buenos Aires, y por lo que sé,
en el resto del país. Y no estoy hablando del teatro-mercancía,
que es otra actividad, sino del teatro-teatro. Aunque no todo lo que se
estrena sea bueno, es necesario, de todos modos, que exista ese caldo
de cultivo para que surjan artistas de valor.
¿De Presente... le interesó especialmente el tema
de la tercera edad?
Bueno, es un tema que forzosamente tiene que interesarme, dado que
yo mismo ya entré en esa etapa de la vida (risas). Creo que, en
general, ése es un tema que suele tratarse con mucha amargura,
con personajes que van deteriorándose en el tiempo, en nada parecido
con lo que ocurre en esta obra. Porque en ese geriátrico, si bien
nadie oculta sus miserias, hay un sentido de cuidado de un personaje hacia
el otro. Una solidaridad íntima, donde la dulzura y comprensión
están presentes.
¿No existe allí discriminación?
La cuestión de la discriminación es clara: hay incluso
un personaje (homosexual y extranjero) que aparece marcado por dos de
las tantas señales que hoy día supone la marginación.
De todas formas, nunca me propongo dar un mensaje con lo que hago, porque
creo que ésa no es la función del teatro. Pienso que, como
decía Macedonio Fernández, el arte noexpresa ni comunica.
O, si se quiere, lo único que expresa o comunica es un sentimiento
de placer, la fuerza de la poesía.
VIVIR
EN VOS, DE RUBENS CORREA, SOBRE M. E. WALSH
Un poco más allá de Manuelita
Por C. H.
Valiéndose de textos
autobiográficos de María Elena Walsh, la actriz Virginia
Lago concreta en Vivir en vos un homenaje amable entre anécdotas
y canciones, acompañada por el músico Marcelo Alvarez. El
personaje que la actriz construye para representar a la autora fija el
comienzo de su discurso en los tiempos de su infancia en Ramos Mejía,
junto a su padre ferroviario, su madre y hermanos, evocando junto a los
primeros juegos, los iniciales esfuerzos literarios. El recuerdo del modo
en que se vivieron en la casa familiar las noticias de los comienzos de
la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial son las primeras
pistas que indican que la autora trataría otros temas además
de abocarse a las historias dedicadas al mundo infantil. Temas adultos
y comprometidos, como aquel artículo publicado en Clarín
en 1979, titulado Desventuras en el País Jardín de
Infantes, el mismo que le valió la prohibición en
los tiempos del Proceso. Otros comentarios que deja deslizar la actriz
en su apretado discurso están muy emparentados con la crítica
de costumbres. De este modo, los hábitos contrarios a la contemplación
poética de la vida ponen un dejo de ironía en la boca del
personaje al analizar el apuro del hombre de hoy, su escaso apego por
la naturaleza que lo rodea o sus denodados esfuerzos por todo aquello
que parecería empeorar su calidad de vida.
La fuerza de determinación de una María Elena adolescente
fue lo que la dejó vencer su timidez y acercarse a algunos de los
poetas que en la década del 40 llegaban a Buenos Aires, como
Pablo Neruda y Juan Ramón Jiménez. Su otra pasión,
el canto y la música folklórica, despuntó con el
novedoso movimiento de cantores nativos que viajaban de las provincias
a la capital. Fue poco después que decidió probar suerte
en Europa y fue en el barco donde Leda Valladares le enseñó
el repertorio básico que luego repetirían a dúo por
escenarios de toda laya. Hasta actuaron en cabarets donde se hacía
strip tease. Entre una y otra canción, cuando en el relato se palpa
una situación de injusticia, cuando la desprotección y el
sufrimiento de la gente humilde se vuelve intolerable, surgen momentos
en los que las palabras de la actriz se encabritan y la vehemencia ocupa
un primer plano.
Pero aún cuando se ha tratado de alternar los diversos tonos del
discurso, Lago no puede impedir que la primera de las imágenes
que construye de Walsh se imponga a otras, tiñendo con ella el
resto del espectáculo. Es así como, vestida con un aniñado
vestido rosa sembrado de puntillas, a la actriz le cuesta borrarse la
sonrisa del rostro para dejar paso a una gestualidad menos amable. Walsh,
se sabe, es una mujer polémica y contradictoria que ha tratado
muchos temas de un modo que sorprendió hasta a sus seguidores de
siempre (sus opiniones acerca de la protesta de los maestros de la Carpa
Blanca son un ejemplo de esto). Cuando Lago invita a los presentes a cantar
Serenata para la tierra de uno ella cierra su espectáculo
potenciando esa imagen que ha construido de la escritora, idealizante
y edulcorada en exceso, que, aunque resulte a ojos vista menos problemática,
tampoco la favorece demasiado.
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